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Teologia I Unidad 1 Introduccion General
Teologia I Unidad 1 Introduccion General
Resumen
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Unidad 1: Introducción general: El Hecho Religioso
Monoteístas:
Judaísmo
Cristianismo
Islamismo
Politeístas
Panteísmo
Hierofanías
El Credo
La Universidad y la teología
La Universidad y la búsqueda de la verdad
La relación de la teología con el resto de la ciencias
La Universidad como lugar de cultura
El aporte de la teología a mi futuro profesional
Unidad 4: Revelación y Fe
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Revelación y Fe
¿Qué es la Revelación?
¿Qué tipo de verdades abarca la Revelación divina?
¿Cuáles son las fuentes de la Revelación?
Definición de la Sagrada Escritura
Definición de la Tradición
Relación entre: Magisterio de la Iglesia y la Revelación divina
¿Qué es la Revelación?
“Quitar el velo” Dios se muestra a los hombres en un signo de amor. Se nos
muestra. Conjunto de verdades sobre Él mismo necesarias para nuestra salvación
Apóstoles: Tradición
Gracias a ella sabemos cuáles son los libros sagrados y cómo interpretarlos.
Protestantismo y tradición
Santísima Trinidad
En el evangelio Jesús nos revela el misterio más grande que existe, es un dogma
de fe, es decir, una verdad que debemos creer, si nos llamamos cristianos. Cada
vez que rezamos el Credo, decimos creer en un solo y único Dios, que es Padre
Creador, que es Hijo Redentor y que es Espíritu Santo, Señor y Dador de Vida y
Santificador.
El misterio de la Santísima Trinidad, es uno de los "misterios escondidos en Dios,
-que como dice el Concilio Vaticano II-, si no son revelados, no pueden ser
conocidos" Y, aun después de la Revelación, es el misterio más profundo de la fe,
que el entendimiento por sí solo no puede comprender ni penetrar.
En cambio, el mismo entendimiento, iluminado por la fe, puede en cierto modo,
explicar el significado del dogma, para acercar al hombre al misterio de la vida
íntima del Dios Uno y Trino.
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Toda la Sagrada Escritura revela esta verdad: "Dios es Amor en la vida interior de
una única Divinidad, como una inefable comunión de personas". Son Tres
Personas distintas en un sólo Dios, como aprendimos en el catecismo.
El misterio de la Santísima Trinidad es la revelación más grande hecha por
Jesucristo. Los judíos adoran la unicidad de Dios y desconocen la pluralidad de
personas en la unicidad de la sustancia. Los demás pueblos adoran la multiplicidad
de los dioses. El cristianismo es la única religión que ha descubierto, en la
revelación de Jesús, que Dios es uno en tres personas. Ante esta revelación divina
de su íntima esencia, no nos queda otra cosa que agradecerle esta confianza y
adorar a las Tres Personas Divinas.
Diferentes "misiones"
Si quisiéramos identificar a la Santísima Trinidad por sus "misiones" en el tiempo, o
atribuciones, diríamos que:
A EL PADRE es el Principio de Vida, de quien todo procede. Se le atribuye la
Creación.
A EL HIJO procede eternamente del Padre, como engendrado por Él, y asumió en
el tiempo una naturaleza humana por nuestra salvación. Se le atribuye la
Redención.
A EL ESPÍRITU SANTO es enviado por el Padre y el Hijo, como también procede
de ellos, por vía de voluntad, a modo de amor; se manifestó primero en el
Bautismo y en la Transfiguración de Jesús y luego el día de Pentecostés sobre los
discípulos; habita en los corazones de los fieles con el don de la caridad (Cf. Ef
4,30). Se le atribuye la Santificación.
Porque el entendimiento humano no es capaz de comprender la esencia divina, no
puede penetrar en el misterio de la vida íntima de Dios, sólo puede conocer lo que
Dios revela y asumirlo con la fe; se puede aplicar aquí la frase de San Agustín: "Si
lo comprendes, no es Dios".
"Que todos sean uno…"
"Te preguntarás: ¿si no lo podemos comprender, para qué entonces quiso Dios
revelarnos el gran misterio de la Santísima Trinidad?
En el evangelio de San Juan, Jesús ruega al Padre por lo que es su gran deseo:
"Que todos sean uno como Tú, Padre, estás en Mí y Yo en Ti. Sean también uno
en nosotros: así el mundo creerá que tú me has enviado". (Jn 17, 21)
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Cuando revela el misterio de la Santísima Trinidad, deja ver también las relaciones
que hay entre las tres Divinas Personas; aunque esas relaciones son distintas,
tampoco dividen la misma y única esencia de Dios.
ª El Padre es pura Paternidad.
ª El Hijo es pura Filiación.
ª El Espíritu Santo es puro Nexo de Amor.
Son relaciones "subsistentes", que en virtud de su impulso vital salen al encuentro
una de la otra en una comunión, en la cual la totalidad de la Persona es apertura a
la otra.
Es esto, el paradigma supremo de la sinceridad y libertad espiritual a la que deben
tender las relaciones interpersonales humanas, siempre tan lejanas a este modelo
trascendente.
"El Señor Jesús, cuando ruega al Padre que 'todos sean uno, como nosotros
también somos uno' abriendo perspectivas cerradas a la razón humana, sugiere
una cierta semejanza entre la unión de las personas divinas y la unión de los hijos
de Dios en la verdad y en la caridad. Esta semejanza demuestra que el hombre,
única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí misma, no puede encontrar
su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás"
(Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 24).
Compromiso cristiano
"Conocer el misterio de la Santísima Trinidad, nos involucra y compromete para
adquirir ciertas actitudes en las relaciones humanas:
"la perfectísima unidad de las tres Personas divinas, es el vértice trascendente que
ilumina toda forma de auténtica relación y comunión entre nosotros, seres
humanos" (Juan Pablo II, "Creo en Dios Padre", p.170)
No se trata de que queramos entender el Misterio de la Santísima Trinidad, esto es
imposible. Jesús nos reveló ese Misterio para mostrarnos el modelo de lo que
deben ser las relaciones humanas de los cristianos.
La Iglesia universal nos invita a "glorificar a la Santísima Trinidad". No hay mejor
forma de hacerlo que revisando las relaciones con nuestros hermanos, para
mejorarlas y así vivir la unidad querida por Jesús "que todos sean uno”.
Unidad 6: La Creación: Obra de la Trinidad
Pecado Original
Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia
La realidad del pecado
386 El pecado está presente en la historia del hombre: sería vano intentar ignorarlo
o dar a esta oscura realidad otros nombres. Para intentar comprender lo que es el
pecado, es preciso en primer lugar reconocer el vínculo profundo del hombre con
Dios, porque fuera de esta relación, el mal del pecado no es desenmascarado en
su verdadera identidad de rechazo y oposición a Dios, aunque continúe pesando
sobre la vida del hombre y sobre la historia.
387 La realidad del pecado, y más particularmente del pecado de los orígenes,
sólo se esclarece a la luz de la Revelación divina. Sin el conocimiento que ésta nos
da de Dios no se puede reconocer claramente el pecado, y se siente la tentación
de explicarlo únicamente como un defecto de crecimiento, como una debilidad
psicológica, un error, la consecuencia necesaria de una estructura social
inadecuada, etc. Sólo en el conocimiento del designio de Dios sobre el hombre se
comprende que el pecado es un abuso de la libertad que Dios da a las personas
creadas para que puedan amarle y amarse mutuamente.
El pecado original: una verdad esencial de la fe
388 Con el desarrollo de la Revelación se va iluminando también la realidad del
pecado. Aunque el Pueblo de Dios del Antiguo Testamento conoció de alguna
manera la condición humana a la luz de la historia de la caída narrada en el
Génesis, no podía alcanzar el significado último de esta historia que sólo se
manifiesta a la luz de la muerte y de la resurrección de Jesucristo (cf. Rm 5,12-21).
Es preciso conocer a Cristo como fuente de la gracia para conocer a Adán como
fuente del pecado. El Espíritu-Paráclito, enviado por Cristo resucitado, es quien
vino "a convencer al mundo en lo referente al pecado" (Jn 16,8) revelando al que
es su Redentor.
389 La doctrina del pecado original es, por así decirlo, "el reverso" de la Buena
Nueva de que Jesús es el Salvador de todos los hombres, que todos necesitan
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salvación y que la salvación es ofrecida a todos gracias a Cristo. La Iglesia, que
tiene el sentido de Cristo (cf. 1 Cor 2,16) sabe bien que no se puede lesionar la
revelación del pecado original sin atentar contra el Misterio de Cristo.
Para leer el relato de la caída
390 El relato de la caída (Gn 3) utiliza un lenguaje hecho de imágenes, pero afirma
un acontecimiento primordial, un hecho que tuvo lugar al comienzo de la historia
del hombre (cf. GS13,1). La Revelación nos da la certeza de fe de que toda la
historia humana está marcada por el pecado original libremente cometido por
nuestros primeros padres (cf. Concilio de Trento: DS 1513; Pío XII, enc. Humani
generis: ibíd, 3897; Pablo VI, discurso 11 de julio de 1966).
La prueba de la libertad
396 Dios creó al hombre a su imagen y lo estableció en su amistad. Criatura
espiritual, el hombre no puede vivir esta amistad más que en la forma de libre
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sumisión a Dios. Esto es lo que expresa la prohibición hecha al hombre de comer
del árbol del conocimiento del bien y del mal, "porque el día que comieres de él,
morirás sin remedio" (Gn 2,17). "El árbol del conocimiento del bien y del mal"
evoca simbólicamente el límite infranqueable que el hombre en cuanto criatura
debe reconocer libremente y respetar con confianza. El hombre depende del
Creador, está sometido a las leyes de la Creación y a las normas morales que
regulan el uso de la libertad.
El primer pecado del hombre
397 El hombre, tentado por el diablo, dejó morir en su corazón la confianza hacia
su creador (cf. Gn 3,1-11) y, abusando de su libertad, desobedeció al
mandamiento de Dios. En esto consistió el primer pecado del hombre
(cf. Rm 5,19). En adelante, todo pecado será una desobediencia a Dios y una falta
de confianza en su bondad.
398 En este pecado, el hombre se prefirió a sí mismo en lugar de Dios, y por ello
despreció a Dios: hizo elección de sí mismo contra Dios, contra las exigencias de
su estado de criatura y, por tanto, contra su propio bien. El hombre, constituido en
un estado de santidad, estaba destinado a ser plenamente "divinizado" por Dios en
la gloria. Por la seducción del diablo quiso "ser como Dios" (cf. Gn 3,5), pero "sin
Dios, antes que Dios y no según Dios" (San Máximo el Confesor, Ambiguorum
liber: PG 91, 1156C).
399 La Escritura muestra las consecuencias dramáticas de esta primera
desobediencia. Adán y Eva pierden inmediatamente la gracia de la santidad
original (cf. Rm 3,23). Tienen miedo del Dios (cf. Gn 3,9-10) de quien han
concebido una falsa imagen, la de un Dios celoso de sus prerrogativas (cf. Gn 3,5).
400 La armonía en la que se encontraban, establecida gracias a la justicia original,
queda destruida; el dominio de las facultades espirituales del alma sobre el cuerpo
se quiebra (cf. Gn 3,7); la unión entre el hombre y la mujer es sometida a tensiones
(cf. Gn 3,11-13); sus relaciones estarán marcadas por el deseo y el dominio
(cf. Gn 3,16). La armonía con la creación se rompe; la creación visible se hace
para el hombre extraña y hostil (cf. Gn 3,17.19). A causa del hombre, la creación
es sometida "a la servidumbre de la corrupción" (Rm 8,21). Por fin, la
consecuencia explícitamente anunciada para el caso de desobediencia
(cf. Gn 2,17), se realizará: el hombre "volverá al polvo del que fue formado"
(Gn 3,19). La muerte hace su entrada en la historia de la humanidad (cf. Rm 5,12).
401 Desde este primer pecado, una verdadera invasión de pecado inunda el
mundo: el fratricidio cometido por Caín en Abel (cf. Gn 4,3-15); la corrupción
universal, a raíz del pecado (cf. Gn6,5.12; Rm 1,18-32); en la historia de Israel, el
pecado se manifiesta frecuentemente, sobre todo como una infidelidad al Dios de
la Alianza y como transgresión de la Ley de Moisés; e incluso tras la Redención de
Cristo, entre los cristianos, el pecado se manifiesta de múltiples maneras (cf. 1
Co1-6; Ap 2-3). La Escritura y la Tradición de la Iglesia no cesan de recordar la
presencia y la universalidad del pecado en la historia del hombre:
«Lo que la Revelación divina nos enseña coincide con la misma experiencia. Pues
el hombre, al examinar su corazón, se descubre también inclinado al mal e
inmerso en muchos males que no pueden proceder de su Creador, que es bueno.
Negándose con frecuencia a reconocer a Dios como su principio, rompió además
el orden debido con respecto a su fin último y, al mismo tiempo, toda su
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ordenación en relación consigo mismo, con todos los otros hombres y con todas
las cosas creadas» (GS 13,1).
a. El saber mítico X
b. El saber vulgar
c. El saber científico
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b. Tiene autoconciencia X
d. es un animal racional
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a. Argumentos racionales
b. Argumentos que aluden a divinidades X
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Verdadero X
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Falso
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Falso X
La educación incide en la formación de valores
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