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LA ECONOMIA NARANJA

Economía Naranja se refiere a toda actividad económica que


implique creatividad e innovación, pero el concepto de la economía
naranja encuentra un antecedente en la “Economía Creativa”,
desarrollado por el economista John Hawkins en el Reino Unido,
autor del libro” la economía creativa: Transformar una idea en
beneficio” publicado en el 2001, que comprende los sectores en los
que el valor de sus bienes y servicios se fundamenta en la
propiedad
intelectual,Artes,visualesyescènicas,arquitectura,artesanías,cine,dis
eño,editorial,investigación y desarrollo, juegos y juguetes, moda
música, publicidad. Software, televisión, radio y videojuego. Este
sector, desde el año 2005, genera el 6% de la economía global.

Cuando el Presidente Duque presentó la economía Naranja como


uno de los pilares de su visión de desarrollo para Colombia, muchos
reaccionaron con incredulidad e incluso ironía. El concepto empezó
a usarse hace un poco más de 20 años con la intención de destacar
la importancia de la cultura, las ideas, la innovación en la economía.
Se le denominó como la economía creativa. Es una mezcla de
actividades tradicionales, como el libro, el arte, el teatro, el cine, el
patrimonio, con actividades nuevas surgidas de la tecnología, como
los video juegos, los programas de computador de entretenimiento y
la transformación que esas tecnologías traen a sectores como la
prensa o la televisión. En esencia, es toda actividad que desarrolla
el talento creativo con fines comerciales.

Así definida, la economía Naranja es una aproximación novedosa a


la creación de valor y el desarrollo económico, regida por la ley
1834 de 2017. En Colombia, según la Cuenta Satélite de Cultura
del Dane, en 2016 representaba cerca de 1% del PIB y cerca de
300.000 empleos. Estas cifras son importantes más aún cuando se
incluye su impacto sobre sectores como el turismo o la
gastronomía. La pregunta es si puede convertirse en el nuevo motor
de la economía nacional y cómo incentivar su crecimiento.

El desafío es grande pues son actividades muy heterogéneas y que


incluyen desde artesanos y microempresas hasta grandes
empresas multinacionales. Las críticas vienen desde dos polos
opuestos. Para algunos economistas, el concepto es demasiado
vago, pues innovación, ideas y creatividad se encuentran en todos
los sectores económicos y no puede ser la base de una política
económica. Para algunos artistas, convertir el arte en un negocio es
desvirtuar el sentido de su oficio.

Más allá de las críticas, lo cierto es que hoy en día, la tecnología y


su aplicación en el mundo de la producción de contenidos son la
cuarta revolución industrial. De hecho, la tecnología ha permitido el
surgimiento de toda una nueva economía, la llamada economía
colaborativa, que conecta individuos que prestan servicios con
consumidores, casos como Uber, Airbnb muestran su carácter
disruptivo frente a los servicios tradicionales de transporte y
hotelería.  

En Colombia se han venido dando pasos en la promoción de la


industria de la cultura. El Ministerio de Cultura tiene el fondo
Emprende Cultura y la ley del Cine disparó en los dos últimos años
la producción de cine nacional e internacional en el país. Pero la
economía Naranja va mucho más allá. Se requiere de una política
que incentive la innovación, el emprendimiento, la producción de
patentes, de propiedad intelectual. La creatividad no se decreta. Se
requiere de una estrategia multisectorial, con participación de
diversas entidades de gobierno, nacional y local, del sector privado,
la banca y el sector asociativo que sea capaz de promover,
acompañar y rentabilizar el talento colombiano.

En el Plan de Desarrollo que presento el gobierno, delineó su


estrategia para hacer realidad las promesas de la economía
Naranja. Se dedican dos capítulos enteros a la economía Naranja y
a la innovación y la tecnología. La tarea empieza por medirla mejor
y entender mejor sus espacios. El Plan incluye 11 sectores
prioritarios, desde el turismo hasta la publicidad, pasando por los
medios y la generación de contenidos digitales. Pero el debate
sobre su alcance sigue, aquí y en el mundo.

Las propuestas se centran en apoyos a la creación de


emprendimientos (incluyendo las rebajas de impuestos incluidas en
la pasada reforma), creación de políticas y fortalecimiento a
programas existentes como INNpulsa, Fondo Emprender del Sena y
los programas del Ministerio de Cultura. Este último será el
encargado de liderar el Consejo Nacional de Economía Naranja, en
el que tendrán asiento 7 ministerios y 5 entidades nacionales.
Coordinar y articular iniciativas dispersas de gobierno será sin duda
el principal reto para convertir la economía Naranja en la nueva
locomotora de la economía nacional.
Por otro lado, habrá que resolver las tensiones creadas por las
plataformas tecnológicas y el descontento de los prestadores de
servicios tradicionales. No menor es la tarea de combatir la piratería
y proteger los derechos de propiedad intelectual y artística que son
la base de la economía Naranja.

Es una apuesta audaz y Colombia está aún a tiempo de subirse a


ese tren. Pero no será fácil ni de corto plazo.

En consecuencia, de lo anterior:

El Presidente Iván Duque firmó el pasado 12 de septiembre, el


Decreto 1669 de 2019 que oficializa y reglamenta los beneficios
tributarios previstos para la economía naranja en el Plan
Nacional de Desarrollo y la Ley de Financiamiento. Se trata de
una de las promesas de campaña más significativas, basado en la
idea de potenciar en el país la industria tecnológica y creativa, para
la generación de empleo y crecimiento económico del país.   Las
empresas de la industria creativa y tecnología no pagarán impuesto
sobre la renta durante los próximos siete años.

El gobierno nacional calcula que alrededor de 40.000 empresas


de 27 actividades de dicha industria serán opcionadas para
aplicar a este beneficio tributario. Sumado a las demás
compañías que sean creadas hasta el 31 de diciembre de 2021. El
decreto prevé como condición principal, que las empresas de esta
categoría deberán tener un objeto social enfocado exclusivamente
en las industrias creativas y de base tecnológica, que tengan
ingresos brutos anuales inferiores a $2.700 millones y que
generen un mínimo de tres empleos. 

 En los siete objetivos que hacen parte de la Colombia naranja, y que siguen las
directrices de la Ley Naranja, son concebidos desde el punto de vista de la oferta,
aprovechando las actuales capacidades institucionales de varios ministerios y
departamentos con sus diferentes instrumentos de política, especialmente mecanismos
de financiamiento. Establece el Consejo Nacional de la Economía Naranja que fija las
directrices en materia de política y propone la creación del Viceministerio de la
Economía naranja en el Ministerio de Cultura.

No obstante las bondades expuestas de la economía naranja como apuesta sectorial, el


cumplimiento de las metas depende de varios aspectos.

Algunos de los instrumentos de financiamiento definidos en el Plan conservan


problemas de oportunidad y eficacia, con limitaciones amplias en la ejecución por parte
de los ministerios y entidades ejecutoras y su bajo nivel de impacto y de cobertura.

El impulso de las agendas creativas para municipios, ciudades y regiones, y en


particular la implementación de las áreas de desarrollo naranja (ADN) en las
ciudades no cuenta con mecanismos e incentivos articulados con las ciudades como por
ejemplo programas de renovación urbana.

En materia de fortalecimiento del capital humano es muy limitado, solo está


condicionado a las actuaciones del sistema nacional de cualificaciones dejando de lado,
el papel fundamental de las instituciones de educación superior, como soporte en la
formación, pero en especial el de establecer estrategias de emprendimiento incubados
desde los centros de formación.

El desarrollo de valor de los bienes y servicios de las industrias culturales y creativas se


fundamenta en los derechos de propiedad intelectual. Por tanto la valoración de los
bienes y servicios deberán ser protegidos y exclusivos por quien los desarrolla para su
explotación, pudiendo ser protegidos por derechos de autor o por otros mecanismos de
propiedad industrial que no están incluidos en la propuesta del plan.
ANÁLISIS DEL PACTO X DEL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO 2018-2022

Y finalmente en el artículo 105 de la propuesta de ley del Plan, faculta a las entidades
públicas a negociar la explotación comercial de sus activos intangibles y derechos de
propiedad intelectual. Teniendo en cuenta que buena parte de la financiación de los
proyectos de la economía naranja se soportan con recursos de origen público, este
artículo podría impedir la protección de quien los desarrolla y por tanto su explotación
comercial, limitando la creación de empresas y el desarrollo de negocios.

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