Proceso constituyente

y Ciudadanía

Módulo 3

El debate en la eventual redacción

de una nueva Constitución
Política de la República
Formas de Gobierno
Presidencialismo
 El Estado y su forma de gobierno, están determinados por la posición que
ocupan y las relaciones que guardan entre si los diversos órganos
Formas de Gobierno constitucionales del Estado. Para tales efectos, se diferencian esencialmente
dos formas de gobierno: Parlamentario y Presidencial.
Presidencialismo
El primero de ellos, originado en Inglaterra, consiste en que se distingue un Jefe
de Estado, rey o presidente según sea el caso, y un Jefe de Gobierno, primer
ministro o canciller de acuerdo con el país. La responsabilidad por las
decisiones políticas recae solo en el jefe de gobierno.

Posee un parlamento bicameral, compuesto por dos
cámaras o ramas. El jefe de estado está facultado para
disolver el parlamento. Existe compatibilidad entre el cargo
de ministro y parlamentario, es decir, una persona puede
ocupar en forma simultanea ambos cargos.
Entre esas reglas se cuenta la facultad colegisladora del
presidente, que se expresa en la iniciativa exclusiva, las
urgencias, el veto, los decretos con fuerza de ley, y en
las limitaciones al congreso en materia presupuestaria y
la debilidad en sus facultades fiscalizadoras.

Finalmente, se contempla la censura y el voto de confianza. En materia legislativa el presidente se la ha denominado

La primera consiste en la facultad del parlamento de
reprobar el gabinete y, si así fuere, se puede producir un
cambio de gobierno. La cuestión de confianza la promueve
el gobierno ante una idea de legislar argumentando que si
se aprueba existe la confianza al gabinete y, en
caso de rechazo, se puede producir el
cambio de gobierno dada la pérdida de
confianza en éste.
La forma de gobierno presidencial
reconoce a un presidente elegido por la
ciudadanía, quien es jefe de estado y
jefe de gobierno. Tiene responsabilidad
por las decisiones políticas. Los
ministros son de su exclusiva confianza.
Es incompatible el cargo de ministro y de
congresal, es decir, no es factible ejercer al
mismo tiempo ambos cargos.
El congreso está compuesto por miembros
elegidos y no existe la posibilidad de disponer
la disolución por parte del presidente ni tampoco
se reconoce el voto de confianza o la censura como
en el otro sistema.
En nuestro país, en concordancia con algunas corrientes
latinoamericanas, se ha instaurado un presidencialismo
reforzando o un neopresidencialismo.
Esta forma de gobierno hereda las características
descritas del presidencialismo; sin embargo, adopta
reglas que favorecen el rol o poder del presidente en el
gobierno del país.
colegislador pues existen materias de ley que solo él
puede proponer al congreso impidiendo que los
congresales puedan presentar proyectos en esos
asuntos. Con las urgencias el presidente determina los
tiempos para la tramitación de una ley, pues
fija los plazos con ese propósito. El veto
consiste en la potestad del presidente de
rechazar un proyecto de ley aprobado en
el congreso, obligando a este a una
nueva discusión.
En los textos constitucionales chilenos,
desde el S XIX, se ha recogido la forma
de gobierno presidencial, lo cual se
acentuó con modificaciones a la Carta
fundamental de 1925 y con la
Constitución de 1980.
Estas formas de gobiernos son propias de
una democracia.
Como forma de gobierno la democracia
reconoce la representación política, la
participación política, los derechos fundamentales, el
pluralismo político, el principio mayoritario y la
separación orgánica de funciones.
La democracia es un sistema de diálogos: entre el poder
constituyente y los poderes constituidos, entre el
parlamento y el ejecutivo, entre la mayoría y la minoría,
entre gobernantes y gobernados por que estos exigen
cumplimiento de programas y normas y aquellos
explican el porqué de sus decisiones.
 Actualmente, nuestra Constitución actualmente vigente establece en su
El Derecho de propiedad artículo 19º Nº 23 establece el principio del Orden Público Económico, todos
los que son fundamento primordial del régimen de propiedad privada, la que
y su tratamiento tiene como limitaciones la imposibilidad de adquirir el dominio de las cosas
comunes a todos los hombres (el aire, los océanos, la luna o las estrellas), y la
Constitucional imposibilidad de adquirir el dominio de todos los bienes que pertenecen a la
nación toda (calles, plazas y playas).

Asimismo, consagra el derecho a poder adquirir el dominio de cosas o bienes, y establece que solo la ley puede establecer
los modos de adquirir la propiedad y las limitaciones y obligaciones que deriven de su función social. Actualmente la ley
que aborda estas materias es nuestro Código Civil.

La función social de la propiedad es una limitación al régimen de propiedad privada imperante en la Constitución, en
aquellos casos en que lo exijan los intereses generales de la Nación, la seguridad nacional, la utilidad y la salubridad
públicas y la conservación del patrimonio ambiental.

En suma, el concepto constitucional de propiedad privada consagra, como regla general, que nadie puede ser privado de
su derecho de dominio, teniendo como excepción a esta regla los límites que fija la función social.

En tal orden de ideas, la Constitución contempla un mecanismo reglado que pone termino al dominio cuando la función
social se haya comprometida, denominado expropiación, en el que el expropiado podrá reclamar de la legalidad del acto
expropiatorio ante los tribunales ordinarios de justicia, y en el que siempre tendrá siempre derecho a indemnización por el
daño patrimonial efectivamente causado, cuyo monto se fijará de común acuerdo con el Estado, o, mediante sentencia
definitiva dictada conforme a derecho.

En cuanto a la propiedad minera, nuestra Carta Fundamental establece sistema

regalista patrimonial, toda vez que el Estado tiene el dominio absoluto, exclusivo,
inalienable e imprescriptible de las minas ubicadas en territorio de la República.

En tal sentido, nuestro sistema establece concesiones de exploración y de explotación

a privados, pues se estima mucho más provechoso para el interés público que los
yacimientos mineros estén en explotación, ya sea en manos privadas o por parte del
Estado, con el fin de obtener a todo evento la consiguiente recaudación de impuestos
destinados a financiar una serie de políticas públicas de Estado.

En lo relativo al Derecho de aguas, el Estado solo concede un derecho de aprovechamiento de las aguas a los particulares,
de manera que, al igual que con los yacimientos mineros, el Estado tiene el dominio absoluto de las aguas, pero otorga un
derecho de aprovechamiento sobre ellas a las personas.