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GUÍA DE LECTURA

Al amigo que no me salvó la vida de Hervé Guibert

Hervé Guibert nació en Saint-Cloud (Francia) el 14 de Diciembre de 1955. Fue escritor,


periodista y fotógrafo y dedicó la mayor parte de su obra a la autoficción. Comenzó su
carrera como actor y realizador cinematográfico, pero rápidamente cambió de rubro y
en 1978 se incorporó a la redacción del periódico francés Le Monde. Publicó L’image
fantome [La imagen fantasma], su primera novela, en 1981, a la que siguió Les
aventures singulieres [Las aventuras singulares] en 1982. En 1984 obtuvo, junto a
Patrice Chéreau, el premio César al mejor guión por L’homme blessé [El hombre
herido]. Entre 1987 y 1989 realizó una residencia de escritura en Villa Medici (Roma,
Italia) junto a su amigo Mathieu Lindon. En Enero de 1988 fue diagnosticado con sida y
reveló al mundo su seropositividad con la publicación de À l'ami qui ne m'a pas sauvé
la vie [Al amigo que no me salvó la vida] en 1990, primera parte de una trilogía literaria
compuesta también por Protocole compassionnel [Protocolo compasivo] (1991) y
L'Homme au chapeau rouge [El hombre del sombrero rojo] (1992). Murió en Clamart el
27 de Diciembre de 1991.

EJES DE ANÁLISIS
 EXPERIENCIA Y ESCRITURA: Al amigo que no me salvó la vida es una parte
esencial del proyecto de obra de Hervé Guibert. Si bien siempre se dedicó a la
autoficción, tanto en su labor literaria como periodística, es a partir de esta
novela que lleva el compromiso hasta sus últimas consecuencias. En la tradición
literaria francesa existe el término “roman à clef” (literalmente “novela en
clave”) para definir aquellas obras de ficción que refieren de manera más o
menos directa a hechos y/o personajes reales. Este gesto, aparentemente
inofensivo, adquiere otras dimensiones cuando se revela información
comprometedora para los involucrados. En 1990, año de publicación de la
novela, era muy poca la información que se tenía sobre el HIV, y tener el virus
era un estigma social. Naturalmente, para poder escribir sobre este fenómeno
que afectaba directamente su entorno, Guibert se vio obligado a cambiar
nombres (como es el caso de Muzil, que no es otro que Michel Foucault, o
Marine, que es la actriz Isabelle Adjani). La elección de la forma diario remite al

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proyecto de su autor (¿qué más autobiográfico que un diario íntimo?), pero
también a la experiencia que se narra. Por un lado, se trata de un fenómeno
desconcertante que lleva al sujeto al límite de lo vivible. Por el otro, en una
instancia tan temprana de la investigación sobre el virus, son constantes los
avances y retrocesos con respecto a lo que se sabe a ciencia cierta. El diario
permite acceder a la experiencia íntima de la enfermedad y la forma en que va
alternando la salud y la subjetividad del narrador, al mismo tiempo que muestra
una cronología de los cambios de paradigma que se van produciendo en el
mundo de la medicina con respecto al sida.
 LAS REGLAS DEL SECRETO: Una de las grandes virtudes de Al amigo que
no me salvó la vida es la forma directa en que aborda el sida en un momento en
el que apenas unos pocos se atrevían siquiera a nombrarlo. A lo largo de la
novela se puede verificar lo estricta y necesaria que era (y sigue siendo) la
discreción a la hora de hablar del tema, más allá del secreto médico que forma
parte del pacto de confidencialidad con el paciente. Esto se debe principalmente
a la ignorancia que existía (y sigue existiendo) acerca de la enfermedad y, sobre
todo, su forma de contagio. En un contexto de pánico generalizado, un sujeto
infectado era un peligro no sólo para sí mismo, sino para toda la sociedad. De
manera que revelar su estatuto implicaba portar, a partir de ese momento, un
estigma indeleble (metafórico, pero también real en las intenciones de algunos
políticos, como la propuesta de “marcar” a los infectados para que sean
reconocidos por la sociedad). Es por eso que el portador y sus allegados debían
cubrir a toda costa la verdad antes de que algún extraño la descubriera. En el
libro se pueden leer numerosos casos de personajes que no están dispuestos a
revelar su condición de enfermos, e incluso desean que esa información
permanezca oculta después de la muerte, como es el caso de Muzil. De esta
forma, y al mismo ritmo del avance visible del virus, se propagaba el rumor,
como en el caso de Marine, cuyo errático comportamiento despierta el chisme
acerca de una posible infección. La discreción es, sobre todo, también un
problema a la hora de entablar una relación con los médicos, en la medida en
que no todos son sensibles a la necesidad de mantener el secreto de sus
pacientes.
 SENTENCIA DE MUERTE: Mucho antes de transformarse en una enfermedad
crónica, como lo es hoy en día, ser portador de HIV era sinónimo de estar

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sentenciado a muerte. Los tratamientos eran escasos y nada exitosos, dado lo
poco que se sabía realmente sobre el virus. En su libro, Guibert captura muy
bien esta temprana etapa de investigación y la alienación que separa, por un
lado, a los médicos en sus laboratorios o consultorios y, por el otro, a los
pacientes, tratados como conejillos de india, objetos de toda clase de insólitos
experimentos y víctimas de promesas esperanzadoras sin sentido. La única
forma de estabilizar ese movimiento pendular que va constantemente de la
certeza a la incertidumbre es aferrarse a una creencia segura: la muerte. La
seguridad del final otorga un confort que trae aparejado una nueva apreciación
por la vida, basada en la convicción de su inminente desenlace. Sin embargo,
siempre aparece un nuevo tratamiento, un nuevo rumor sobre una supuesta cura
definitiva, que devuelve al sujeto a la inseguridad y lo lleva a considerar el
suicidio como única vía de escape, última alternativa para poder tomar una
decisión sobre su destino.
 ¿CÓMO VIVIR JUNTOS?: Uno de los efectos más inmediatos que tuvo la
irrupción del sida fue la forma en que dividió a la sociedad. Por un lado, las
personas sanas y, por el otro, los enfermos. El primer problema que trajo esta
segregación fue cómo determinar quién estaba infectado y quién no, e incluso
quién podía ser un potencial enfermo. Inmediatamente, los homosexuales, los
drogadictos y los africanos se convirtieron en el blanco de todas las sospechas y
modos de discriminación. Este fenómeno generó todo tipo de secuelas en las
formas de sociabilidad: ¿es posible la convivencia entre sanos y enfermos?
¿Cómo evitar el contagio? Y, quizás el problema más interesante: ¿cómo
convivir entre infectados? ¿Existe tal cosa como una comunidad de enfermos? Si
bien se puede pensar en una cofradía entre contagiados, en la medida en que
comparten una misma experiencia, la necesidad y el deseo de mantener en
secreto el estado de salud atenta contra la condición de esa posibilidad. Es
interesante también el modo en que se vive la sexualidad a partir de la infección:
la certeza del próximo final acaba por empujar a la entrega total al deseo, en
unos, y al resguardo y alienación, a otros.

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LINKS DE INTERÉS
Reseña de Al amigo que no me salvó la vida de Joan Flores Constans.

http://revistadeletras.net/al-amigo-que-no-me-salvo-la-vida-de-herve-guibert/

Obituario de Hervé Guibert publicado por el diario El País el 29 de Diciembre de 1991.

http://elpais.com/diario/1991/12/29/cultura/693961201_850215.html

¿Quién es el amigo que no le salvó la vida?

¿Por qué elige la forma diario?

¿Cómo aparecen retratados los médicos?

¿Qué tipo de relación mantiene Hervé Guibert con sus doctores? ¿Por qué motivo
aparecen tantos cambios de médicos?

¿Qué efecto generan en el sujeto infectado los avances y retrocesos en la investigación


sobre una cura para el sida?

¿Por qué se considera el suicidio?

¿Qué efectos tiene la irrupción del sida en las formas de sociabilidad?

¿Existe una comunidad de enfermos?

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