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Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 284,

n ENSAYO noviembre-diciembre de 2019, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.

Futuro, pasado y ocaso del «Tercer Mundo»


Martín Bergel

El «Tercer Mundo» fue una de las más poderosas y visitadas


referencias en el ciclo largo de las décadas de 1970 y 1960 globales.
Una aproximación a la trayectoria del concepto permite ver que
su notable éxito obedeció no solo a los marcos de la Guerra Fría en
los que emerge, sino a una historia policéntrica anterior, que se
inicia en la primera posguerra y que incluye ya entonces a América
Latina. Asimismo, su declive debe entenderse a partir del
desvanecimiento paulatino de su dimensión universal a expensas
de sus componentes nacional-particularistas.

I. Pocos conceptos contemporáneos polisemia, observable en la ambiva-


han tenido una trayectoria tan ful- lencia entre sus acentos sociológicos
gurante como el de «Tercer Mun- y económicos y su vocación política.
do». Acuñado en 1952 por el demó-
grafo y economista francés Alfred De un lado, «Tercer Mundo» fue, en
Sauvy, en las décadas de 1960 y 1970 el contexto de recomposición de la
gozó de una presencia abrumadora segunda posguerra y de los debates
y virtualmente universal. Esa nota- sobre el desarrollo de las distintas
ble ubicuidad de la noción se expli- regiones del mundo, el concepto que
ca tanto por la densidad y la drama- por excelencia se utilizó para nom-
ticidad histórica de los contenidos e brar las abismales inequidades socia-
imágenes que movilizó, como por su les a escala planetaria. En el marco de

Martín Bergel: es profesor de la carrera de Historia de la Escuela de Humanidades de la Univer-


sidad Nacional de San Martín (unsam) e investigador del Centro de Historia Intelectual (Universi-
dad de Quilmes, unq) y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet)
de Argentina. Es también profesor de Historia Social Latinoamericana en la Universidad de Bue-
nos Aires (uba). Publicó, entre otros trabajos, El Oriente desplazado. Los intelectuales y los orígenes
del tercermundismo en Argentina (Editorial de la unq, Bernal, 2015); Los viajes latinoamericanos de la
Reforma Universitaria (editor, Humanidades y Artes, Rosario, 2018) y La desmesura revolucionaria.
Cultura y política en los orígenes del apra (La Siniestra, Lima, 2019).
Palabras claves: Guerra Fría, imperialismo, liberación nacional, Tercer Mundo.
Nota: una versión ligeramente distinta de este ensayo se publicó en la sección «Futuros del pa-
sado» del volumen compilado por Andrés Kozel, Martín Bergel y Valeria Llobet: Futuro: miradas
desde las humanidades (unsam Edita, Buenos Aires, 2019). El autor agradece la lectura y los comen-
tarios de Michael Goebel.
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Futuro, pasado y ocaso del «Tercer Mundo»

la afirmación e internacionalización lado, un aspecto relativo a su perio-


de las ciencias sociales, de la crea- dización. 1952 y el marco inicial de
ción de una trama de instituciones y la Guerra Fría ofrecen el contexto en
programas globales ligados a temáti- que aparece la noción. Pero me inte-
cas económicas y sociales, y del des- resa sostener aquí que su descollan-
pliegue masivo de las industrias cul- te recorrido subsiguiente solo puede
turales (cine, prensa, fotografía, etc.), entenderse con arreglo a una historia
la referencia tercermundista proliferó previa, que nos remite a los inicios del
en un espectro de iniciativas que bus- siglo xx y, sobre todo, al quiebre civi-
caban visibilizar y discutir las fractu- lizatorio que tuvo lugar en la Prime-
ras sociales mundiales. Pero de otro ra Guerra Mundial. Como veremos
lado, más allá de esos usos sociológi- a través de una revisión de la matriz
co-descriptivos y/o estético-alegóricos metahistórica koselleckiana, «Tercer
de realidades de miseria e injusticia Mundo» fue un concepto tanto carga-
social, el Tercer Mundo fue un formi- do de expectativas de futuro como, y
dable acervo de imágenes y narrativas de manera decisiva, de sedimentos de
vinculadas a posibles redenciones fu- pasado. A punto tal que puede postu-
turas. Vijay Prashad comienza su in- larse que, al emerger en 1952, venía a
fluyente libro The Darker Nations: A coronar una cadena interconectada de
People’s History of the Third World afir- procesos sociales y político-concep-
mando que el Tercer Mundo «no fue tuales que le era preexistente. Por otro
un lugar», un espacio geográfico más lado, este ensayo se propone acome-
o menos delimitable, sino «un proyec- ter un problema que yace en los fun-
to»1. Y es que, nuevamente, pocas no- damentos mismos del Tercer Mundo,
ciones del vocabulario político del si- vinculado a la tensión constitutiva en-
glo xx como la que retiene aquí nuestra tre su dimensión universal y sus con-
atención fueron capaces de encarnar, creciones particularistas. El discurso
con tamaña fuerza evocativa, el con- tercermundista alude al mundo y
cepto metahistórico de Reinhart Ko- solo es comprensible dentro del ho-
selleck de «horizonte de expectativa» rizonte de revolución a escala plane-
(a punto tal que «Tercer Mundo» fue a taria que se abre con la Revolución
menudo, sobre todo entre 1965 y 1975, Rusa de 1917. Y, al mismo tiempo, su
un modo de nombrar la revolución). vector principal son los movimien-
O lo que es lo mismo: al menos en sus tos de liberación nacional, y tanto
usos políticos, pocos términos, al pro- en su vertiente socioeconómica –li-
nunciarse, hablaban tanto de futuro. gada desde la segunda posguerra al

Este texto se propone discutir dos


1. The New Press, Nueva York, 2007, p. xv. Las
cuestiones sustantivas de la historia traducciones de textos del inglés y del francés
conceptual del Tercer Mundo. Por un en este ensayo son de Martín Bergel.
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desarrollismo– como política –aso- a dos tercios de la humanidad (…)


ciada a la descolonización y al prin- como postergados»2. En el artículo que
cipio de autodeterminación nacional– es considerado el bautismo público del
su corolario exitoso debía estribar en concepto, publicado en agosto de 1952
la afirmación de Estados-nación eco- en el semanario parisino L’Observateur,
nómicamente viables y políticamente Sauvy se refería sobre todo a los dos
independientes. El Tercer Mundo, pa- últimos fenómenos: «Hablamos de
radójico movimiento internacional dos mundos presentes –comenzaba el
del módulo político nacional-popular, texto–, de su guerra posible, de su co-
portó consigo esa ambivalencia entre existencia, etc., olvidando a menudo que
un horizonte de universalidad y sus existe un tercero, el más importante (…)
declinaciones singulares. Su fase de es el conjunto de los que se llaman, en
esplendor se debió al equilibrio ines- el estilo de las Naciones Unidas, países
table entre ambos polos. Y su oca- subdesarrollados».
so, desde mediados de la década de
El breve artículo señalaba luego al-
1970, al desvanecimiento de su capa-
gunas mejoras en indicadores socia-
cidad performativa global y a la estabi-
les en regiones asiáticas y africanas,
lización de sus componentes particu-
para luego no obstante referir al «ci-
laristas. Pero antes de abordar los dos
clo de miseria» que teñía el panora-
asuntos principales en los que se detie-
ma general de esas vastas regiones
ne este trabajo, demos un rodeo pano-
planetarias3. Sauvy era entonces di-
rámico por el momento de emergencia
rector del Instituto Nacional de Estu-
y posterior auge del Tercer Mundo.
dios Demográficos de Francia (ined),
espacio que había fundado en 1945 y
II. En su reciente libro The Discovery of
que congregaba en su seno a un con-
the Third World –uno de los primeros es-
junto de investigadores de diferentes
tudios de largo aliento que acometen la
disciplinas abocados a temáticas del
historia del Tercer Mundo en tanto con-
desarrollo. Otro miembro destacado
cepto–, el historiador alemán Cristoph
del establecimiento, el antropólogo
Kalter señala que, en su nacimiento,
Georges Balandier, editaría en 1956
la noción se anuda a tres procesos
dentro de las publicaciones del Insti-
geopolíticos, económicos y culturales
tuto el volumen colectivo Tiers Monde
que entonces cobraban forma: «(1) La
(según apunta Kalter, el primer libro
descolonización; (2) la Guerra Fría; (3)
de la historia que portó en su título el
la emergencia de una era de comercio
global dominada por Estados Unidos,
2. C. Kalter: The Discovery of the Third World:
el veloz crecimiento económico en los Decolonization and the Rise of the New Left in
países industrializados de Occidente, y France, 1950-1976, Cambridge up, Cambridge,
2016, pp. 35-36.
el ‘escándalo’ de la brecha de prosperi- 3. A. Sauvy: «Trois mondes, une planète» en
dad global, que hizo posible visualizar L’Observateur, 14/8/1952.
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Futuro, pasado y ocaso del «Tercer Mundo»

término), en el que demógrafos, po- entrever ya en formulaciones de al-


litólogos, etnólogos, economistas y gunos cientistas. Sin ir más lejos, el
sociólogos discutían aspectos relati- mencionado texto de Sauvy se ce-
vos a las perspectivas de lo que todos rraba con una alusión intertextual
acordaban en llamar, nuevamente, al célebre panfleto de la Revolución
países subdesarrollados4. El «Tercer Francesa ¿Qué es el Tercer Estado?, del
Mundo» nace entonces asociado al abate Sieyès, que sugería un hori-
ámbito de las ciencias sociales, que zonte potencial de transformaciones
lo construyen como objeto unificado radicales: «este Tercer Mundo igno-
tanto para ofrecer diagnósticos e in- rado, explotado, despreciado como
formación empírica como para aven- el Tercer Estado, quiere, también él,
turar posibles soluciones para los llegar a ser algo»7. Posteriormente, la
escenarios de palpable atraso de las afirmación de los enfoques depen-
regiones que quedaban comprendi- dentistas favorecería un espacio de
das bajo su nombre. Así es como, en conexión de las ciencias sociales con
una de sus derivas más significativas, los empleos decididamente políticos
el concepto será uno de los construc- de la noción por parte de intelectua-
tos predilectos asociados a la teoría de les, líderes de Estados y la opinión
la modernización, que lo utiliza para pública más general, que sintoniza-
justificar sus narrativas teleológicas ban –cuando no expresaban directa-
sobre el progreso y para aggiornar la mente– el clima revolucionario de las
vieja tesis de la «misión civilizatoria» décadas de 1960 y 19708. En definiti-
de las potencias occidentales5. Como va, como supo advertir el historiador
estudió de manera pionera el antro-
pólogo colombiano Arturo Escobar, 4. C. Kalter: ob. cit., pp. 44-46.
5. Brian Tomlinson: «What Was the Third
un discurso especializado sobre el World?» en Journal of Contemporary History vol. 38
Tercer Mundo cobró entonces consis- No 2, 2003, p. 310.
6. A. Escobar: «Power and Visibility: Develop-
tencia como vía de legitimación de las ment and the Invention and Management of the
intervenciones prácticas en países de Third World» en Cultural Anthropology vol. 3
No 4, 1988.
América Latina, Asia y África de una 7. A. Sauvy: ob. cit.
nueva trama de agencias y expertos 8. Los autores y corrientes que abonaron las
perspectivas dependentistas constituyeron tan-
en «desarrollo» vinculados a institu-
to un reconocido aporte latinoamericano a los
ciones primermundistas6. debates teóricos y políticos globales sobre el
imperialismo, el subdesarrollo y la revolución,
como una vía de ratificación de la pertenencia
Pero junto a esos usos de discipli- de América Latina al Tercer Mundo. Ver Clara
nas sociales y usinas desarrollistas, Ruvituso: «El dependentismo y la identidad
tercermundista de América Latina», ponencia
«Tercer Mundo» fue pronto adopta- presentada en el Seminario Internacional «Las
do como un nombre que condensaba identidades de América Latina. Una historia
intelectual del pensamiento latinoamericano en
expectativas políticas emancipato- los siglos xix y xx», Centro de Historia Intelec-
rias. En verdad, ese perfil se dejaba tual, Buenos Aires, junio de 2019.
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Martín Bergel

Arif Dirlik en un incisivo ensayo, el velozmente camino, impulsado por


Tercer Mundo como idea «resultó las vertientes nacional-desarrollistas,
cautivante en cierta medida por ser- de un lado, y marxistas revoluciona-
vir tanto a una conceptualización he- rias, de otro (en buena medida, como
gemónica del mundo como a las lu- efecto de la Revolución Cubana), aun
chas contra esa hegemonía»9. cuando fueron comunes zonas de
préstamo y solapamiento entre am-
Así, luego de unos años de tanteos y bas13. En revistas culturales y políticas
de progresiva afirmación, el concepto directamente inspiradas por la temá-
se generalizó y experimentó una ver- tica, en libros y colecciones editoria-
dadera explosión desde comienzos de les, a través de un cine militante «de
los años 60. Un reconocido hito en ese liberación» o «Tercer Cine», gracias al
proceso fue la Conferencia de Ban- concurso de un amplio espectro de
dung de 1955, en la que, aun sin el em- actores políticos o simplemente en
pleo de la nueva noción, se congrega- la gran prensa, el Tercer Mundo ocu-
ron importantes líderes de naciones pó una porción sustantiva del debate
asiáticas y africanas para «celebrar la público14.
caída del colonialismo formal y pro-
meterse medidas conjuntas en la lucha 9. A. Dirlik: «Spectres of the Third World:
contra las fuerzas del imperialismo»10. Global Modernity and the End of the Three
Worlds» en Third World Quarterly vol. 25 No 1,
Pronto, figuras como Gamal Abdel 2004, pp. 132-133.
Nasser, desde Egipto, Jawaharlal 10. V. Prashad: ob. cit., p. 32.
Nehru, desde la India, o Mao Zedong, 11. Enrique Rodríguez Larreta y Jing Wang:
Cultural Dreams and Political Imagination: Mo-
desde China, asumieron la vanguar- dern China in the 20th Century, Shanghai Propa-
dia de la avanzada tercermundista. ganda Poster Art Center, Shanghái, 2015.
12. Sohail Daulatzai: Black Star, Crescent Moon:
El gobierno chino, por ejemplo, des- The Muslim International and Black Freedom be-
plegaría una insistente propaganda yond America, University of Minnesota Press,
Minneapolis, 2012. Como recuerda este autor,
gráfica con motivos relativos al Tercer la visita de Nasser a Harlem junto con Fidel
Mundo11. Toda esa trama reverberó en Castro «capturó la imaginación de los activis-
tas negros en los Estados Unidos» (p. 23).
múltiples direcciones. El movimiento 13. V. a este respecto Jason Parker: «‘An Assem-
afroamericano, por caso, se sintió in- bly of Peoples in Struggle’: How the Cold War
terpelado por la nueva configuración Made Latin America Part of the ‘Third World’»
en Miguel Bandeira Jerónimo y José Pedro
emergente. Una de sus máximas figu- Monteiro (eds.): Internationalism, Imperialism,
ras, Malcolm x, viajó repetidamente a and the Formation of the Contemporary World: The
Pasts of the Present, Palgrave Macmillan, Lon-
países de la órbita tercermundista y, dres, 2018.
como otros miembros del movimien- 14. Germán Alburquerque: «Tercermundismo
en el Cono Sur de América Latina: ideología
to negro norteamericano, siguió con y sensibilidad. Argentina, Brasil, Chile y Uru-
fascinación los avatares del «Tercer guay, 1956-1990» en Tempo e Argumento vol. 6 No
13, 2014; Ramón Gil Olivo: Cine y liberación. El
Mundo musulmán»12. En América nuevo cine latinoamericano (1954-1973), cuaad,
Latina, el concepto también se abrió Guadalajara, 2009.
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Futuro, pasado y ocaso del «Tercer Mundo»

A comienzos de 1966, la realización definición, han tenido peso y dejado su


de la Conferencia Tricontinental en huella en todo momento o proceso his-
La Habana, con asistencia de un gran tórico. En el caso del concepto de «Ter-
número de delegados de proceden- cer Mundo», y relativizando las ante-
cias diversas y amplio impacto en la riores afirmaciones de Koselleck, me
prensa, no haría sino profundizar interesa postular que su centellante
ese rumbo. Un año después, Ernesto presencia en la segunda mitad del si-
«Che» Guevara lanzaba su «Mensaje glo xx obedece, sobre todo en sus usos
a la Tricontinental», en el que hacía su políticos, tanto a las resplandecientes
famoso llamado a la creación de «dos, promesas de futuro que cargaba consi-
tres, muchos Vietnam»15. En suma, la go como a los también poderosos sedi-
referencia tercermundista se instaló mentos de pasado que la alimentaban.
en casi todo el mundo y fue traducida A diferencia de Kalter y de otros histo-
a una miríada de lenguas y espacios riadores de la noción, no considero que
geográficos de todos los continentes, la historia conceptual del Tercer Mun-
condensando una batería de imáge- do deba comenzar a contarse desde
nes tanto sobre la miseria en la que se 1952. Por el contrario, creo que su ex-
hallaban sumergidos los «condenados traordinario éxito a partir de esa fecha
de la tierra» –para usar el conocido se explica al menos en parte por un
sintagma del libro de Frantz Fanon– amplio conjunto de procesos sociales
como sobre la larga y en apariencia y político-conceptuales previos17.
ineluctable marcha revolucionaria que
emprendían en pos de su redención 15. Sobre la Tricontinental y su impacto en el
Cono Sur, v. el reciente libro de Aldo Marchesi:
social y política. Hacer la revolución. Guerrillas latinoamericanas
de los 60 a la caída del Muro, Siglo Veintiuno,
Buenos Aires, 2019, pp. 71-104.
III. En el clásico ensayo en que presen- 16. R. Koselleck: «‘Espacio de experiencia’ y
ta las categorías de «espacio de expe- ‘horizonte de expectativa’, dos categorías his-
tóricas» en Futuro pasado. Para una semántica
riencia» y «horizonte de expectativa», de los tiempos históricos, Paidós, Buenos Aires,
Koselleck establece que en la Moder- 1993, pp. 343 y 356.
17. Mi argumento en este sentido va en la mis-
nidad «las expectativas se han ido ale- ma dirección del planteo de Dirlik, para quien
jando cada vez más de las experiencias «la idea puede haber sido una invención, pero
hechas». Corroído tras la era de revo- la invención apuntaba a ciertas realidades que
dotaron al concepto de sustancia. Necesitamos
luciones, el peso de la tradición y el or- preguntar por qué. Las críticas a la idea de los
denamiento repetitivo del tiempo, el tres mundos (…) se centran casi exclusivamente
en la invención del Tercer Mundo, o en el ter-
futuro se ha visto más liberado de pa- cermundismo como un elemento emergente
sado. «Cuanto menor sea el contenido dentro de las semánticas de la Guerra Fría. Pres-
tan menos atención a la historia que está implí-
de experiencia –afirma hacia el final de cita en el término. Una historia que precede a
ese texto–, tanto mayor será la expecta- la invención del concepto, y que se convirtió
en parte integral de su mensaje y despliegue
tiva que se deriva de él»16. No obstante, tan pronto como fue inventado». A. Dirlik: ob.
ambas categorías metahistóricas, por cit., p. 135.
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Martín Bergel

Aquello que Eric Hobsbawm llamó Gran Guerra, adviene una serie de
«la era del Imperio», la etapa que se mutaciones políticas y conceptuales.
despliega entre 1870 y 1914, se encon- Ya en 1919, mientras el presidente nor-
tró relativamente pronto frente a sus teamericano Woodrow Wilson –des-
propios límites. Si el reparto de Asia de el teatro global que eran las nego-
y África entre las grandes potencias ciaciones de paz que se daban cita en
que se consuma en el periodo tenía Versalles– consagra el principio de
en la tesis de los propósitos civiliza- autodeterminación nacional, simul-
dores y progresistas de la empresa táneamente estallan rebeliones an-
imperialista su principal argumento ticoloniales en países como China,
justificatorio, desde comienzos del Egipto, Corea o la India (bajo lide-
siglo xx tímidamente, y a partir de razgo de Gandhi)20. Ese conjunto de
la Guerra del 14 de modo desembo- procesos trajo aparejada la creencia,
zado, sobrevino una reacción que el abonada desde distintos puntos del
historiador Michael Adas condensó globo, de que se asistía a un «desper-
bajo la figura de un «asalto a la ideo- tar de Oriente».
logía de la misión civilizatoria»18. Ya
antes de la contienda bélica intelec- Desde América Latina, la visuali-
tuales de la India como Swami Vive- zación de ese fenómeno impulsó
kananda o Rabindranath Tagore po- un quiebre en las representaciones
nían en duda la correlación entre el geoculturales que resultaría decisivo
progreso material promovido por las para el desarrollo futuro en la región
potencias occidentales y sus benefi- de un discurso sobre el Tercer Mun-
cios culturales y espirituales (de un do. Favorecida por la expansión en
modo análogo al uruguayo José En- los años 1920 de un imaginario anti-
rique Rodó en su clásico Ariel), pero imperialista, comienza a ser frecuen-
la guerra dio rotundo asidero a esa tada por la prensa y por una zona
disociación al tornar evidente que del espacio intelectual la posibili-
los adelantos científicos y tecnológi- dad de pensar un «nosotros» común
cos en los que los países imperialis- que anudaría al continente con las
tas habían respaldado su superioridad luchas anticoloniales emprendidas
habían conducido a una hecatombe por movimientos de países asiáticos
material y moral sin precedentes. Ese
proceso, sostiene Adas, tuvo como
18. M. Adas: «Contested Hegemony: The Great
efecto «el primer intercambio genuina- War and the Afro-Asian Assault on the Civi-
mente global (…) entre pensadores de lizing Mission Ideology» en Journal of World
History vol. 15 No 1, 2004.
las Américas, Europa, África y Asia»19. 19. Ibíd., p. 61.
Así, en el escenario de crisis civiliza- 20. Erez Manela: The Wilsonian Moment: Self-
Determination and the International Origins of
toria y reacomodamiento de las jerar- Anticolonial Nationalism, Oxford up, Nueva
quías culturales que se acelera con la York, 2007.
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Futuro, pasado y ocaso del «Tercer Mundo»

y africanos21. Ese tipo de fenómenos solo luego de 1945), desde distintos


pudo refrendarse en el periodo de puntos del planeta surgen perspecti-
entreguerras en la convivencia y los vas que serán familiares al concepto,
nexos establecidos en algunas ciu- sobre todo en conexión con posicio-
dades del mundo, ejemplarmente nes nacionalistas y antiimperialistas
París, por jóvenes estudiantes e inte- que no comulgaban con el comunis-
lectuales de América Latina, Asia y mo de raíz soviética. Así, en la década
África22; o, de modo más directo, en
encuentros como el Congreso An-
21. M. Bergel: El Oriente desplazado. Los intelec-
tiimperialista de Bruselas de 1927, tuales y los orígenes del tercremundismo en Argen-
señalado a menudo como un ante- tina, Editorial de la unq, Bernal, 2015.
22. Michael Goebel: Anti-Imperial Metropolis:
cedente directo de Bandung –por Interwar Paris and the Seeds of Third World Na-
ejemplo por Prashad, quien le dedica tionalism, Cambridge up, Cambridge, 2015.
23. V. Prashad: ob. cit., pp. 16-30. Goebel dis-
el primer capítulo de su libro–, que a
cute los factores que tanto favorecieron como
diferencia del cónclave de 1955 con- obstaculizaron la afirmación de una temprana
tó con la asistencia de figuras no solo solidaridad tricontinental que incluía a Amé-
rica Latina en el seno de la Liga contra el Im-
afroasiáticas sino también latinoa- perialismo, la entidad organizadora del Con-
mericanas23. Fue en definitiva en esos greso de Bruselas. V. «¿Forging a Proto-Third
World? Latin America and the League against
años de circulación internacional de Imperialism» en Michele Louro (ed.): League
luchas y de dilatación de los prismas Against Imperialism: Lives and Afterlives, Leiden
up, Leiden, en prensa.
antiimperialistas cuando, al decir 24. E. Hobsbawm: Naciones y nacionalismos des-
de Hobsbawm, se afirma el lenguaje de de 1780, Crítica, Barcelona, 1995, p. 146.
25. Citemos solo un ejemplo relevante. En 1924,
la «liberación nacional» (con poste-
enterado de las numerosas muestras de sim-
rioridad medular en las vertientes patía que la República del Rif norafricana
tercermundistas)24. encuentra en América Latina en sus luchas
contra el dominio español y francés, el líder
marroquí Abd-el-Krim escribe un «Mensaje a
La noción de Tercer Mundo aún no los pueblos latinoamericanos en el centenario
de Ayacucho» que se reproduce ampliamente
había nacido, pero se habían estable- en la prensa y revistas del continente. Allí po-
cido ya lazos intelectuales, políticos día leerse: «Nada hay más sagrado y respeta-
ble que el derecho de los pueblos a regir sus
y diplomáticos, así como una cierta propios destinos (…) La fiesta de Ayacucho es
sensibilidad en la opinión pública, por eso la fiesta de todos los pueblos que lu-
chamos por nuestra independencia (…) El he-
que reflejaban simpatías tricontinen-
roico pueblo marroquí lucha con los mismos
tales25. Un poco después, aun cuando ideales que impulsaron a Miranda y Moreno,
el ascenso de los fascismos y la poste- a Bolívar y a San Martín. Siempre hemos ama-
do y admirado a esos héroes de vuestros pue-
rior Segunda Guerra Mundial produ- blos (…) La Europa corrompida por la guerra
cen un realineamiento de las solida- mundial, desencadenada por el imperialismo
propio de su régimen capitalista, ha perdido
ridades y un impasse en ese proceso ya el derecho de imponer su pensamiento y
(incluido el movimiento de descolo- su voluntad a los pueblos que en otros conti-
nentes deseamos inaugurar culturas nuevas».
nización que ya se hallaba en mar- «Abd-el-Krim se dirige a los pueblos de Amé-
cha y que se reactiva decisivamente rica» en Crítica, Buenos Aires, 5/1/1925.
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de 1940, en Uruguay surge la corrien- red conceptual previa que habría de


te intelectual que se hace conocida informarlo –el imaginario antiimpe-
con el nombre de tercerismo, que se rialista, la idea de un «despertar de
ubica a distancia de ambos polos y Oriente», el principio de autodeter-
que defiende una postura neutralista minación nacional, la propia fuerza
en la conflagración bélica26. También propulsora de los nacionalismos re-
defensor de una estricta neutralidad volucionarios, etc.–30, emergía carga-
en la guerra en Argentina fue el influ- do poderosamente tanto de pasado
yente movimiento Fuerza de Orien- como de futuro, y sin dudas extrae-
tación Radical de la Joven Argentina ría de esa doble inscripción temporal
(forja), antecedente directo de la doc- su notable fortaleza.
trina de la Tercera Posición desarro-
llada por el peronismo desde media- IV. Desde sus primeras insinuacio-
dos de los años 4027. Y apenas unos nes, el Tercer Mundo se vio atravesa-
años antes, desde el otro extremo del do por la tensión que anunciábamos
mundo, Mao abogaba también por un en la introducción de este ensayo:
socialismo de raíces autóctonas que
pudiera expresar una «tercera vía»28. 26. Aldo Solari: «El tercerismo en el Uruguay»
[1965], reproducido en Carlos Real de Azúa:
Tercera posición, nacionalismo revolucionario y Ter-
Todas esas formulaciones, cada una cer Mundo, Cámara de Representantes de la
República Oriental del Uruguay, Montevideo,
de ellas generadora de ondas de irra- 1997.
diación de cierta importancia29, ante- 27. Roberto Baschetti (ed.): Tercer Mundo y
Tercera Posición. Desde sus orígenes hasta nues-
ceden al emplazamiento de la Guerra
tros días, Jironesdemivida, Buenos Aires, 2015;
Fría. En suma, al anunciarse en 1952 Fabián Bosoer: «Orientalismo en la Tercera
desde París –y ya no desde sitios pe- Posición del peronismo: los diplomáticos
argentinos frente a la guerra civil en China
riféricos como Montevideo, Buenos (1946-1949)» en Diversidad año 4 No 7, 2013.
Aires o Beijing–, el Tercer Mundo 28. A. Dirlik: ob. cit., p. 136.
29. Por ejemplo, en los primeros usos del Tercer
capturaba un amplio conjunto de es- Mundo en Brasil, por parte de figuras como el
tratos de significación previos (desde sociólogo Alberto Guerreiro Ramos –del Ins-
tituto Superior de Estudos Brasileiros (iseb), la
fragmentos de narrativas de opre- usina de pensamiento nacional-desarrollista
sión asociados a las experiencias co- ligada a los gobiernos previos al golpe de
1964–, la noción es empleada en conexión con
loniales hasta el conjunto de alianzas
la doctrina de la Tercera Posición peronista.
reales e imaginarias que, a partir de 30.Una investigación sobre la noción de Tercer
comienzos del siglo xx, se había ido Mundo de mayor profundidad que la que aquí
se ofrece debe contemplar –en atención a lo
afirmando en la denuncia y el com- apuntado por Koselleck en otro de sus ensa-
bate de las distintas expresiones del yos programáticos– la serie de «conceptos pa-
ralelos» que lo informan. «La historia concep-
fenómeno imperialista). Así, el con- tual clarifica también la diversidad de niveles
cepto enunciado por Sauvy, que reco- de los significados de un concepto que proce-
den cronológicamente de épocas diferentes».
gía en su seno una ya multidiversa R. Koselleck: «Historia conceptual e historia
malla de experiencias sociales y una social» en Futuro pasado, cit., pp. 121 y 123.
139 Ensayo
Futuro, pasado y ocaso del «Tercer Mundo»

la que se puso de manifiesto por la Stefan Zweig, como la «conciencia


convivencia en su seno de una di- moral de Europa», Rolland fue en la
mensión global universalista, y otra inmediata posguerra el arquitecto de
anclada a realidades y anhelos nacio- la «Declaración de la independencia
nales particulares. Durante un pe- del Espíritu» que nucleó casi 1.000 fir-
riodo, en su fase de apogeo, ambos mas de celebridades literarias y cien-
polos parecieron coexistir en armo- tíficas de una miríada de países que
nía y hasta en cierta medida retroali- se comprometían a trabajar por la fra-
mentarse virtuosamente. Pero ante el ternidad internacional. Su encendido
eclipse del ciclo revolucionario mun- universalismo se tradujo en esos años
dial que lo había tenido como uno de en vínculos epistolares con intelec-
sus conceptos claves y el privilegio tuales de todo el globo, de América
de las perspectivas nacionalistas de Latina a China y la India31. En parti-
los países que se habían ubicado en cular, por este último país profesará
su interior, el Tercer Mundo comen- una singular admiración, que se ex-
zó a perder rápidamente gravitación. presará en numerosos textos del pe-
Esta tensión nacional/global que so- riodo. Según escribía en uno de ellos,
portaría la noción se evidenció muy reproducido por la revista Valoraciones
tempranamente, ya en los años 1920. de la ciudad de La Plata, «mientras
Para ilustrarla, referiré a un episodio en Occidente una fuerte y fría lógica
de esa década que ilustra su carácter separa lo no semejante (…) la India,
contradictorio y que llamaré el «dile- teniendo en cuenta las diferencias de
ma de Rolland». los seres y los pensamientos, trata de
combinarlos entre sí para restablecer
Como es sabido, Romain Rolland fue en su plenitud la total Unidad»32. A
un escritor muy popular y uno de los juicio de Rolland, las corrientes es-
intelectuales de mayor renombre in- piritualistas provenientes de Oriente,
ternacional durante el periodo de en- y sobre todo del país peninsular, es-
treguerras. La fama que había adqui- taban destinadas a alimentar decisi-
rido en sede literaria ya a comienzos vamente la nueva ética idealista que
del siglo xx –sobre todo, con la publi- debía imponerse para regenerar el
cación de los sucesivos tomos de su planeta y salvarlo de los enconos na-
monumental novela Jean-Cristophe– cionales y culturales que ya amenaza-
escaló a niveles planetarios a partir ban con hacer desbarrancar de nuevo
de la guerra, cuando se transformó en a Europa y al mundo entero.
el intelectual emblema de las posicio-
nes pacifistas y antinacionalistas que 31. Tatiana Motylova: Romain Rolland, Nuestro
denunciaban la gran conflagración. Tiempo, Ciudad de México, 1980, pp. 180-181
y 214-220.
Consagrado por su amigo, el tam- 32. R. Rolland: «El mensaje de la India» en Va-
bién muy afamado escritor austríaco loraciones No 5, 1925, p. 159.
Nueva Sociedad 284 140
Martín Bergel

En ese contexto, en agosto de 1922, predominante en sus juicios sobre


Rolland fue invitado a prologar una Gandhi? ¿Llamarían más su atención
compilación de escritos de Gandhi, los acentos nacionalistas y retarda-
quien como líder del movimiento tarios que observaba en el Mahatma,
anticolonialista indio que había co- o a pesar de esos rasgos terminaría
brado vigor desde 1919 apenas comen- asociándolo al «mensaje de la India»,
zaba a ser conocido en Occidente. La que tenía su máximo exponente en su
respuesta que el escritor francés da al amigo Rabindranath Tagore, quien,
editor de la ciudad de Madras, y que como él, se proponía como puente de
reproduce puntualmente en su dia- fraternidad idealista entre Oriente y
rio, deja ver las perplejidades que la Occidente34? Preso de esas cavilacio-
solicitud le había generado: nes, Rolland se entrega a una medita-
da inspección de la trayectoria y las
Admiro profundamente a Mahatma orientaciones de Gandhi en el invierno
Gandhi, pero no creo poder escribir la europeo de 1922-1923. Finalmente, ese
introducción que usted me pide. En efecto,
mismo año acabaría por componer una
con todo el respeto que debo a ese gran
biografía del hombre «que ha subleva-
hombre, difiero un poco en ideas con él
sobre ciertos puntos. En la medida en que do a 300 millones de hombres, quebran-
puedo comprenderlo, de acuerdo con los tado al Imperio Británico, e inaugurado
extractos de su obra que usted me ha en la política humana el movimiento
comunicado, es menos un internaciona- más poderoso de hace 2.000 años»35;
lista (como soy yo) que un nacionalista un libro que, traducido de inmediato
idealista. Veo en él el tipo más alto, el más a numerosas lenguas y convertido en
puro del nacionalismo espiritualizado;
best seller global, contribuiría decisiva-
tipo único hoy en día, y que habría que
mente a instalar al héroe hindú como
ofrecer como modelo a los nacionalismos
egoístas y materializados de la Europa celebridad planetaria36.
actual. Cuento con hacerlo, algún día, en
un artículo de revista europea; pero no
podría hacerlo en una introducción al 33. R. Rolland: India. Diario (1915-1943), Ha-
volumen, porque ahí no estaría tan libre chette, Buenos Aires, 1953, p. 29.
34. En una carta de 1923, Rolland escribía a Ta-
para discutirlo y señalar en qué me apar-
gore que «vuestro pensamiento es el más cer-
to de él (…) Excúseme, pues, si declino el cano que yo siento actualmente en el mundo».
honor de poner un prefacio al volumen R. Rolland y R. Tagore: Rabindranath Tagore et
de Mahatma Gandhi.33 Romain Rolland. Lettres et autres écrits, Albin
Michel, París, 1962, p. 44.
35. R. Rolland: Gandhi [1923], Nuevo Tiempo,
En su respuesta, Rolland añadía que Buenos Aires, 1952, p. 13. En Argentina el li-
precisamente porque tenía por el lí- bro se publica por primera vez en 1924 por
entregas en el diario Crítica, entonces el más
der de la India «tan alta estima», no popular del país.
quería pronunciarse sobre él «sino 36. David James Fisher: Romain Rolland and the
Politics of Intellectual Engagement, Transaction
después de haberlo estudiado madu- Publishers, Nuevo Brunswick, 2004, pp. 112,
ramente». ¿Qué posición resultaría 119-120 y 125-126.
141 Ensayo
Futuro, pasado y ocaso del «Tercer Mundo»

Traje a colación estos hechos simple- mancomunado a su redención. Y la


mente para mostrar cómo, en el dile- propia ola de insubordinación global
ma en que se ve enfrascado Rolland del 68 tendría en las luchas del Tercer
en relación con la figura de Gandhi, Mundo uno de sus principales car-
se condensa la ambivalencia prin- burantes emocionales37.
cipal que signaría el derrotero del
Tercer Mundo. Al escritor francés, el No obstante, los procesos de descolo-
referente de la India se le presentaba nización y los movimientos de libera-
como un formidable soplo vital en la ción nacional asociados al ciclo tercer-
reconstrucción del teatro de escom- mundista se vieron impelidos, por la
bros dejado por la guerra, una fuerza propia vertiente soberanista-desarro-
espiritual que abonaba las posibilida- llista que los propulsaba, a desplegar
des de regeneración universal; y, a un narrativas y formas de construcción
tiempo, como una variante estilizada política que cada vez más deposi-
de los nacionalismos particularistas taron sus principales energías en la
por los que manifestaba franco repu- erección o el fortalecimiento de Es-
dio. Esa tensión inicial se proyectaría tados-nación independientes y par-
y desarrollaría en la etapa de auge del ticulares. Como señalara el historia-
Tercer Mundo, en la que ambos polos dor Prasenjit Duara,
coinciden. Nasser, Kwame Nkrumah,
Sukarno, Fidel Castro, Mao, Tito, los ideales de igualitarismo, humanitaris-
Nehru, etc., eran los nombres que sin- mo (o universalismo) y los valores morales
y espirituales representados por los pilares
tetizaban procesos vigorosos de libe-
mellizos del discurso del socialismo y la
ración nacional. Pero, al mismo tiem-
civilización estuvieron frecuentemente en
po, en numerosas declaraciones y en tensión con los programas de formación
los lazos de solidaridad e instancias de naciones que las sociedades descoloni-
organizativas que propiciaban, esa zadas debían inevitablemente asumir (…)
dimensión particular era continua- La maximización del territorio y la homo-
mente rebasada. Cada triunfo singu- geneización de la población fueron vistas
lar se proyectaba internacionalmen- como condiciones necesarias para Estados-
nación fuertes capaces de movilizar sus
te y resonaba en todo el globo como
recursos naturales y su población para
una confirmación del rumbo emanci-
fines de competición global.38
patorio universal que el movimiento
tercermundista portaba consigo. Al
37. La inscripción del Mayo francés dentro del
fin y al cabo, la propia referencia a los cuadro previo y más amplio protagonizado
«condenados de la tierra» (Les damnés por el Tercer Mundo es una de las principales
contribuciones del libro de Kalter.
de la terre) del título del libro de Fa- 38. P. Duara: «Introduction: The Decolo-
non surgía de una de las frases ini- nization of Asia and Africa in the Twentieth
Century» en P. Duara (ed.): Decolonization:
ciales de La Internacional, himno de
Perspectives from Then and Now, Routledge,
los oprimidos del mundo en camino Londres-Nueva York, 2004, p. 12.
Nueva Sociedad 284 142
Martín Bergel

Así, la lógica nacional que primó motivo directo del texto original de
cada vez más en los movimientos Comunidades imaginadas»40. La primacía
tercermundistas tendió a galvanizar sin residuo de la lógica del nacionalis-
diferencias internas, subordinando mo, capaz de transformar en enemigos
a su mando –a menudo de modo au- a quienes hasta la víspera despertaban
toritario– a grupos étnicos y sociales sentimientos de fraternidad –y de im-
heterogéneos. Como señala Prashad, pulsar por ello un estudio tan influ-
fue también común que los núcleos yente sobre su naturaleza como el de
dirigentes de los países emergentes Anderson–, anunciaba el crepúsculo
se enquistaran en sus respectivos Es- del ciclo tercermundista.
tados, dieran la espalda a las deman-
das de las clases populares, y «co- V. Recapitulemos y concluyamos. He-
menzaran a verse a sí mismos como mos argumentado que, a diferencia de
elites, y no como parte del proyecto las visiones que reconstruyen la his-
[tercermundista]»39. El itinerario po- toria del concepto de Tercer Mundo
lítico de muchos líderes identificados desde su emergencia en 1952, como
inicialmente con el Tercer Mundo es efecto directo del escenario mode-
a ese respecto ilustrativo. Todavía lado por la Guerra Fría41, una pers-
más: desinflado el horizonte revolu- pectiva que se proponga explicar
cionario que las aunaba, debilitadas su marcha victoriosa y proliferante
las conexiones y solidaridades trans- debe reparar en una serie de proce-
nacionales que las enlazaban, las re- sos políticos y conceptuales que pre-
laciones internacionales de muchas cedieron a su momento estricto de
naciones asiáticas y africanas se en- aparición. Asimismo, y contra lo que
friaron y hasta algunas de ellas se se desprende del trabajo de Kalter, el
vieron involucradas en contien- triunfo global de la noción debe con-
das bélicas que las enfrentaron en- siderarse a la luz de sus orígenes po-
tre sí. Benedict Anderson señalaba licéntricos –aquellos que remitían a
al inicio de su clásico libro Comuni- trazos previos producidos desde lo-
dades imaginadas, escrito a comienzos caciones tan distantes como China o
de la década de 1980, que «las gue- el Uruguay–, que inadvertidamente
rras recientes entre Vietnam, Cam- favorecieron el éxito de la operación
boya y China (…) tienen una impor-
tancia histórica mundial porque son
39. V. Prashad: ob. cit., p. xviii.
las primeras que ocurren entre regí- 40. B. Anderson: Comunidades imaginadas. Re-
menes de independencia y creden- flexiones sobre el origen y la difusión del naciona-
lismo, fce, Ciudad de México, 1991, pp. 17 y 11.
ciales revolucionarias innegables». 41. Tal es la perspectiva adoptada reciente-
Esos conflictos armados, reafirmaba mente por el historiador Jason Parker para dar
cuenta de la incorporación de América Latina
en el prólogo a la segunda edición a la esfera comprendida por el campo semán-
casi diez años después, «fueron el tico del tercermundismo. Ver J. Parker: ob. cit.
143 Ensayo
Futuro, pasado y ocaso del «Tercer Mundo»

de 1952. En todo caso, el hecho de que de la suerte sumamente dispar de


la sanción del concepto haya tenido los países que solían ser agrupados
lugar en París corrobora el grado en bajo su etiqueta, que pudieron tanto
que esa ciudad continuaba siendo, a evidenciar un sostenido crecimiento
mediados del siglo xx, la capital in- (como los «tigres asiáticos»), como,
telectual del mundo. Este argumen- por contraste, permanecer sumidos
to no pretende que la idea de Tercer en cuadros de miseria inapelable; en
Mundo fuera apenas una actualiza- segundo, y en una misma dirección,
ción sintética de todos y cada uno de el señalamiento de las rigideces que
los componentes que se le adhirieron; su empleo presuponía, al ignorar la
los contextos de enunciación de la multiplicidad de escenarios que re-
Guerra Fría y del auge del desarro- basaban esquemas macrorregiona-
llismo le añadieron indudablemente les simplistas y que incluían profun-
valor agregado y acentos específicos das divergencias dentro de naciones
que contribuyeron a su notable per- o incluso de ciudades (el conocido
formance. Tampoco se quiere aquí fenómeno de zonas o enclaves «pri-
obliterar la eficacia performativa es- mermundistas» en el Tercer Mundo,
pecífica que tuvo su propio nombre y viceversa); finalmente, el despla-
como novedad terminológica que evo- zamiento y la dislocación del modelo
caba, a la vez que producía, una miría- de los tres mundos que trajo consi-
da de efectos de sentido en un amplísi- go desde la década de 1990 el discur-
mo abanico de situaciones discursivas. so de la globalización, una problemá-
De lo que se trató simplemente fue de tica distintiva que conllevó nuevos
reponer las condiciones genealógi- debates económicos, geopolíticos y
cas que contribuyeron a explicar el culturales sobre lo uno y lo múltiple,
renombre que alcanzó el concepto y sobre procesos de homogeneización
de apuntar a ampliar la mirada hacia y heterogeneidades, sobre el mundo y
momentos previos y geografías dis- sus equilibrios de poder42. Pero es-
tantes que colaboraron también en su tas facetas se vinculan sobre todo al
instalación a escala global. paulatino descrédito del concepto en
el ámbito de las ciencias sociales y
De otro lado, nos ha interesado aislar en sus prolongaciones en la opinión
la ambivalencia principal contenida pública. Desde el ángulo de sus usos
en el Tercer Mundo, entre sus aper- políticos –los más refulgentes de su
turas universalistas y sus derivas época de apogeo–, interesa subrayar
nacional-particularistas. Kalter es- aquí que la razón principal del ocaso
tablece los factores que apuntalaron del Tercer Mundo fue la mencionada
el declive del concepto desde media-
dos de la década de 1970 en adelante:
en primer lugar, el reconocimiento 42. C. Kalter: ob. cit., pp. 53-65.
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afirmación de los particularismos que afloró incluso de manera sorpresiva


se cobijaban en su seno a expensas de en tiempo reciente como respuesta
su potencial emancipatorio universal. tenuemente justificatoria de célebres
atentados del terrorismo islámico so-
Digamos para finalizar que, no obs- bre símbolos de Occidente –como ocu-
tante ese conjunto de procesos revela- rrió con los ataques a las Torres Ge-
dores de su declinación, las alusiones melas de Nueva York y, sobre todo, a
al Tercer Mundo no desaparecieron la revista parisina Charlie Hebdo–. Pero
en las últimas décadas (no lo hicie- esas mismas expresiones de una por-
ron tampoco luego de la crisis del «se- ción de la opinión pública muestran
gundo mundo» comunista posterior el desfondamiento de los imaginarios
a 1989, un dato que según advierte tercermundistas, que muy lejos ya de
Dirlik confirma la relativa autonomía articular un proyecto de redención so-
del concepto de los esquemas tripar- cial planetaria, emergen de modo es-
titos de la Guerra Fría)43. Una sensi- pasmódico y reactivo como una heren-
bilidad deudora del tercermundismo cia apenas residual.

43. A. Dirlik: ob. cit., pp. 131-132.

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