Está en la página 1de 3

PASEAR NO CANSA1

Franco Cassano

Los hombres que tienen poder deberían bajar de sus automóviles blindados y empezar a
pasear. Un paseo quiere decir ser devueltos a la calle y a la desnudez casual de las personas,
mirar los árboles, los edificios o el mar, perseguir pensamientos a menudo espléndidamente
banales. Pasear quiere decir tener un perro por amigo, o bien un amigo libre como un perro
con el cual hablar de todo, alguien que te escucha y tiene ganas de perder tiempo contigo.
Pasear es interrogar al cielo, preguntarse si aquellas nubes están por llegar o bien se están
yendo, saborear el aire con la nariz y con la piel, en verano buscar la sombra y en invierno
el sol. Pasear es comentar los títulos de los diarios con alguien que no conoces, indicar la
calle a un pasante, acordarse de comprar algo antes de regresar. Pasear es encontrarte de
golpe con quien no esperas, o bien con alguien que esperas en un pasaje, es detenerse en un
bar a mirar a la gente que pasa, hablar con cualquiera del último partido, sólo para
intercambiar calidez. Pasearse es jugar dulcemente con la jornada, decidir que puedes
perder un pedazo de ella porque te lo quieres ganar.

Pasear es el placer del anonimato y el de la compañía, cruzarse con gente que no conoces y
con caras conocidas, saludar y no saludar, cruzar la calle para encontrar o para evitar,
cuando no tienes previstos dúos y prefieres ser solista.

Pasear es escaparle a la carrera feroz, a ese asedio que cierra las puertas por donde podría
entrar la vida, a esas jornadas amuralladas que convierten al teléfono celular en un celular
de la policía. Pasear es ponerle puntuación a los días, comenzar de nuevo, dar vuelta de
página, crear intervalos, paréntesis o puntos de interrogación. Pasear quiere decir infiltrar
un poco de vacaciones en cada jornada, dejar abierta una fisura en lo cotidiano, sabiendo
que la sorpresa también puede entrar por las puertas estrechas. Pasear no quiere decir
desaparecer, sino poner entre comillas todo lo que pretender ser absoluto, resistir a todas las
militarizaciones. Pasear quiere decir respeto por la sabiduría, por ese sentimiento que nos
1
Texto extraído del libro de Franco CASSANO, “Modernizzare stanca: perder
tiempo,ganar tiempo. Il Mulino, Bologna 2001 (Trad. Emilio Tenti Fanfani)

1
recuerda que somos de larga conservación, pero tenemos una fecha (aproximativa) de
vencimiento y mañana podría ser tarde, una metafísica respecto de la física.

Pasear es un arte pobre, un hacer nada lleno de cosas, el placer de escribir una página en
blanco, una resaca dulce de nuestra vida mínima. Pasear quiere decir partir para llegar, pero
sin compromiso, porque nos podemos detener antes, cambiar de recorrido, perseguir otra
idea, tomar una calle secundaria, hacer una digresión. Pasear es abandonar la línea recta,
improvisar el recorrido, decidir cada vez la ruta, girar en el vacío de la penumbra, no tener
miedo de escucharse a si mismo. Pasear es acariciar un edificio o una calle que te son
queridos, donde no pasas por azar, sino porque quisieras encontrar a alguien. Pasear, a
veces, es un breve perderse, en un pequeño espacio, una microfísica de la aventura, de la
que se vuelve con una historia para contar. Pasear es volver a nosotros mismos y a esa parte
de nosotros que es premisa de todo, terminar con quien vende cada día el presente como
una oferta especial. Pasear es el deseo del muchacho y del anciano, un arte que el adulto a
dejado o sustituido por el ejercicio agónico del jogging o del fitness. Pasear no sirve para
mantenerse en forma, sino para dar forma a la vida, para hacerle entender las proporciones,
es el rezo modesto de las artes inferiores.

Pasear es no despegarse de los otros, cultivar la amistad, saber que una sociedad que ya no
pasea y solo corre, una sociedad que abolió los domingos y las noches, donde desaparecen
las veredas y todo se convierte en negocio, es una sociedad sin poros, donde también el
tiempo libre se cotiza en la bolsa. Pasear, es sabido, hace bien, los médicos lo aconsejan
fuertemente. Una sociedad que pasea goza de buena salud, aunque todavía no haya
informado de ello a los que estudian la calidad de la vida. Pasear es también un test: quien
no lo hace después de mucho tiempo es pobre o es un desgraciado. En cambio, el que no
pasea porque está enfermo o porque debe ganarse duramente la vida, sufre con su pobreza y
sueña con su abolición, los que no lo hacen porque tienen agendas sin espacios en blanco y
no tienen tiempo, están condenados a trabajos forzados nacidos en prisión.

Los hombres con responsabilidades se mueven cercados por guardaespaldas, con ojos
paranoicos que miran las calles y las casas como insidias. Es probable que todo esto sea

2
inevitable, pero no se debe olvidar que el estar privados de la libertad de pasear nos
conduce a una vida al revés, donde desaparece el contacto desnudo con los otros, con
nosotros mismos, con aquello que cuenta de verdad. Sería extraordinario si en nuestro
planeta apurado se difundiera de improviso el virus de pasear, si militares, hombres de
negocio, políticos, presas de una especie de raptus, bajaran a la calle y comenzaran a perder
tiempo…. Quizás descubrirían que de esta manera muchos problemas desaparecen. Decía
Pascal que todos los daños al ser humano derivan del hecho de que no es capaz de estar
solo entre cuatro paredes. Para nosotros nacen del hecho de que no salen a la calle para dar
un paseo.

También podría gustarte