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La espiritualidad teresiana se apoya en el itinerario .

A través de 7 moradas o fases nos


va adentrando en la dinámica del cristiano que desea crecer y madurar en la fe. La
finalidad y meta del itinerario teresiano es que las personas descubran el proyecto de
Dios en sus vidas, desarrollen sus capacidades y sean agentes de transformación social.

La Familia Teresiana recibe de la experiencia de San Enrique de Ossó el don de la espiritualidad


teresiana. Se caracteriza por proponer un itinerario dinámico que, impulsado por el deseo como
motor que moviliza a la persona, la conduce hacia el centro, hacia lo más íntimo del ser donde
descubre la propia dignidad y se vincula y compromete con las personas y con la realidad.

Se trata de un proceso integral que va transformando a la persona en todas sus dimensiones y


relaciones, es decir, también su entorno social. En este camino nos dejamos acompañar por la
experiencia de Teresa de Jesús y su don para ser mediadora de la experiencia de Dios para
otros. En el proceso señalamos las siguientes fases:

Dónde estoy

Invitado a conocer y recorrer mi castillo interior

Habituarme a entrar dentro

Familiarizarme con el modo de ser y obrar de Dios en mí y en el mundo

Decidir de nuevo

Vivir con él y como él

La suya es una espiritualidad caracterizada por el cristocentrismo existencial, la hondura


religiosa y el crecimiento gradual

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