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INSTITUTO SUPERIOR PEDRO FRANCISCO BONÓ

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA


Estudiante: Juan José Alfaro Calvo.
Facilitador: Arcenio Ferreira.
Fecha: 07/09/20

“Desafíos sociales de América Latina y el mundo hoy”


Es cierto que la realidad de América Latina nos interpela, nos conmueve y nos compromete. Las
situaciones de pobreza, corrupción, violencia e injusticia se ven por doquier. Pero hay que saber
distinguir, no separar, si no distinguir. Porque cada sociedad tiene sus propios retos, sus propios
desafíos y sus propios males. No podemos tomar todas las sociedades latinoamericanas hacer una
sumatoria de sus desafíos y trazar líneas de acción homogéneas para realidades tan diversas. Tal
vez uno de los desafíos más importantes para nuestra región es el pensar in situ la realidad de
cada una de las poblaciones de nuestra querida y desangrada Latinoamérica.

Por ejemplo, es evidente que la educación y la desnutrición infantil son una problemática
constante de toda la región, sin embargo, no es lo mismo afrontar estos dos desafíos en la
población indígena de Guatemala que, en la población de los barrios marginales de Santo
Domingo, vemos que es la misma problemática, sin embargo, son contextos y poblaciones
completamente diferentes.

Tal vez, el mismo sistema hace que los problemas de Latinoamérica sean ya un mal endémico,
que a través de las estructuras de poder se perpetúan en el tiempo y no hacen más que agravar el
agobio de la población. Tal vez el desafío más grande de esta hermosa región en la cual hemos
nacido y crecido sea crear toda una nueva generación de hombres y mujeres que deseen
comprometerse, que deseen donar su tiempo y su vida con el afán de luchar por mejores
condiciones de vida para otros, para todos, empezando siempre por los menos favorecidos, por
los que más sufren la soledad, el rechazo, la pobreza y el olvido de las mayorías.

Hoy al planearnos los problemas que debe enfrentar Latinoamérica no podemos obviar la
crueldad con la cual la pandemia del Covid-19 ha azotado la región. Ante esta situación debemos
recordar las palabras del Papa Francisco, “nadie se salva solo”, debemos crear redes de
colaboración que nos permitan ser brazos y rostros llenos de amor y misericordia, brazos y
rostros que ayuden a sanar tanto dolor, desolación y desesperación fruto de esta realidad
pandémica que se nos impone como un mal que agrava la precaria situación de millones de
personas, tanto en la región de América Latina, como a nivel mundial.

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