Requiere un conocimiento de la secuencia sintomática y de su contexto más amplio. El terapeuta pide descripciones de conductas e interacciones relacionadas con el síntoma y altera las que parecen acompañarlo habitualmente. Por ejemplo, si al problema de comer compulsivamente se añade el de no salir los domingos, se pide al cliente que los días en que crea que se va a atracar debe insistir en salir con los amigos. B.3.3. Tareas de fórmula La denominación «tareas de fórmula» o «llaves maestras» indica que son intervenciones generales, que se prescriben con independencia del contenido concreto del problema particular que presenten los clientes. Por tanto, no requieren que el terapeuta haya realizado una evaluación detallada del síntoma. Las dos primeras -la «tarea de fórmula de la primera sesión» y la «tarea de la sorpresa»- se orientan a soluciones eficaces no relacionadas directamente con la conducta sintomática, mientras la finalidad del tercer grupo -las «tareas genéricas orientadas a las soluciones eficaces»- es establecer y ampliar las estrategias adecuadas de solución del problema. Para aplicar estas últimas, el terapeuta debe recoger información acerca de la existencia o no de soluciones apropiadas -excepciones- y sobre el grado de control que el cliente tiene en su aparición. 1. Tarea de fórmula de la primera sesión. Hace posible identificar y ampliar los aspectos satisfactorios de la vida del cliente, a quien define como una persona capaz de hacer cosas positivas. Al finalizar la primera entrevista se dice al cliente: «Desde ahora y hasta la próxima entrevista observe y anote aquello queocurre -en su familia, su vida, su matrimonio, o su relación- que usted quiere seguir manteniendo.» 2. Tarea de la sorpresa. Se pide a los clientes que hagan algo nuevo y sorprendente. La intervención introduce una conducta nueva que rompe la persistencia en los patrones conductuales habituales, propiciando que las sorpresas intentadas se conviertan en soluciones nuevas y eficaces. 3. Tareas genéricas orientadas a las soluciones eficaces. Si el sujeto no provoca de forma deliberada la solución adecuada, es decir, si a pesar de identificarla no es capaz de establecer diferencias entre lo que sucede cuando el problema aparece y cuando no aparece, pueden darse dos situaciones: que su expectativa de lugar de control del cambio sea interna, es decir, que piense que inadvertidamente ha hecho algo para controlar el síntoma, o que sea externa y sitúe el control fuera atribuyéndolo a otra persona o a circunstancias externas. En el primer caso, se le puede sugerir: «Fíjese en qué hace cuando supera el síntoma o la conducta asociada al problema.» En el segundo caso, se le indica: «Prediga todas las mañanas si antes del mediodía tendrá lugar una solución eficaz.» C. Objetivos de la primera entrevista La terapia centrada en las soluciones establece un conjunto ordenado de pasos que se ilustran en el cuadro IV. Este programa parte de un planteamiento estratégico que ayudará al terapeuta a guiar el desarrollo de la sesión y al equipo en su toma de decisiones con respecto a la intervención. Los puntos establecidos para orientar la primera entrevista son los siguientes (Shazer, 1984¿>): 1. Definición conductual de la solución -«¿qué otras cosas hará cuando el síntoma desaparezca?»- o del problema y enunciación de un objetivo que describa un nivel aceptable de funcionamiento. 2. Encontrar estrategias eficaces de solución de problemas, es decir, aquello que a juicio del cliente funciona satisfactoriamente en su vida. Por consiguiente, la búsqueda incluye situaciones en las 114 Objetivos de la primera entrevista 115 que no aparece la conducta sintomática y situaciones referidas a otras áreas donde el funcionamiento de los clientes sea aceptable y que aparentemente no tienen relación alguna con el síntoma. Cuando la persona manifiesta que no hay momentos de ausencia del problema, el terapeuta trata de encontrar lo mejor dentro de lo malo («¿cuándo es menos frecuente, intenso o de menor duración?»). Por otro lado, las excepciones o soluciones eficaces pueden ser espontáneas o deliberadas. En el primer caso, no existe una regla que presida su aparición, por lo que los clientes las perciben como fuera de su control voluntario. En el segundo caso, las personas son conscientes de que hacen algo voluntariamente para impedir que surja el síntoma y que con eso tienen éxito. 3. Una vez definidas las soluciones eficaces, se identifica detalladamente la diferencia entre lo que ocurre cuando el problema no está presente -regla de excepción- y cuando sí lo está -regla del problema. 4. Si no se encuentran soluciones que resuelvan con éxito la situación problemática, se buscan excepciones potenciales pidiendo al sujeto que imagine un futuro sin el problema y describa cómo es. Se puede utilizar la «pregunta por el milagro», derivada de la hipnoterapia de Milton Erickson, que consiste básicamente en decir al cliente: «Imagine que una noche mientras duerme se produce un milagro y el problema se resuelve. ¿Cómo se daría usted cuenta? y ¿qué sería diferente?» Cuando el cliente refiere «su milagro», el terapeuta puede preguntar: «¿Hay algo de esto que ya esté ocurriendo?» «¿Qué tiene que hacer para que suceda con más frecuencia?» Actualmente (Shazer, 1992) la pregunta por el milagro se suele introducir con asiduidad en la primera sesión con la finalidad de describir, en términos de conductas concretas y específicas, qué características tendrá una solución. 5. En caso de que el cliente no describa soluciones eficaces ni conteste a las preguntas orientadas a un futuro sin el problema, se adopta el enfoque del MRI y una actitud pesimista si la optimista no da resultado. A partir de este momento, el terapeuta retomará la orientación centrada en las soluciones eficaces en cuanto el sujeto le brinde el menor atisbo de excepciones. 6. Cuando se han localizado soluciones apropiadas y se ha conseguido que el sujeto adopte una expectativa de lugar de control interno sobre la desaparición del síntoma, basada en el conocimiento de aquellas estrategias eficaces que ya utiliza o puede utilizar para evitar su reaparición, se trabaja sobre la consolidación de los cambios. Es más normal que eso suceda en la segunda entrevista, pero también puede hacerse en la primera sobre todo si ha habido un cambio pretratamiento. El terapeuta pregunta al cliente: «¿Cuánto tiempo debe mantenerse sin el problema para considerar que lo ha superado?» 7. La intervención se inicia con una connotación positiva, que los autores denominan «elogio», que detalla las estrategias que el cliente tiene para controlar la desaparición o evitación del problema, así como para hacer cosas satisfactorias en otros aspectos de su vida. D. Cómo ampliar y mantener el cambio La segunda sesión y las siguientes se centran en constatar si ha habido cambio y, cuando así es, tratan de consolidarlo y generalizarlo mediante una planificación que parte del cambio mínimo hacia la meta final previamente establecida. En cada entrevista el terapeuta comienza preguntando al cliente: «¿Qué cosas le gustaría que continuaran sucediendo?» O: «¿Qué cosas positivas ha estado haciendo esta semana?» O: «¿Qué cambios positivos se han producido desde la última entrevista?» Cuando hay cambios el terapeuta pregunta: «¿Qué tiene que hacer para que los cambios persistan? ¿Hay algo que pudiera ocurrir en las próximas semanas que fuera un obstáculo para mantener los cambios?» Si responden que sí: «¿De qué otra forma lo abordará ahora?» En aquellas situaciones en que el cliente no informa de cambios concretos, se le pide que valore: a) en una escala de 1 a 10 la gravedad del problema antes de venir a terapia (esta valoración conviene recogerla en la ficha telefónica, ya que funciona como indicativo de la línea base*); b) la última semana en la misma escala, y c) en qué lugar de la escala tendría que situarse para sentirse satisfecho. Elección de intervenciones 117 Después se le sugiere la siguiente tarea: «De aquí a la próxima sesión observe y tome nota de todas las cosas que está haciendo clasificadas en la posición señalada como satisfactoria.» También se le puede prescribir que prediga todos los días en qué punto de la escala estará al día siguiente. En caso de que la persona informe de que las cosas están igual o peor que en sesiones precedentes, lo más útil es que el terapeuta pida al cliente que le convenza de que el cambio es realmente necesario o deseable. Esto debe hacerse en un tono amable, exento de crítica, con objeto de no deteriorar la alianza terapéutica. La terapia finaliza cuando se han cumplido las metas establecidas al principio del tratamiento o cuando el cliente decide dejar de acudir a las entrevistas. En ambas situaciones el terapeuta le indica que resuma de la forma más operativa posible aquello que ha aprendido, es decir, que especifique las estrategias utilizadas con éxito para superar el problema y cómo puede seguir aplicándolas en el futuro. E. Elección de intervenciones. El árbol de toma de decisiones Cliente con una expectativa de lugar de control interno, que asume que él puede controlar el síntoma. * No cont.: cliente con una expectativa de lugar de control extemo, que piensa que el control del síntoma no depende de él. *Cent.: cliente centrado en la solución. *No cent.: cliente todavía no centrado en la solución sino en el problema. *Amb.: cliente ambiguo, que, aunque a veces se centra en la solución también insiste en centrarse en el problema. Intervenciones: 4a. «Realice más conductas satisfactorias y diferentes de la conducta problemática.» 4al. «Preste atención a lo que hace cuando supera la tentación o el impulso de...» 4a2. «Prediga si en el intervalo entre sesiones habrá más conductas que sean excepciones al problema.» 4b. «Haga algo diferente y en la próxima sesión cuéntenos qué sucedió.» 4b 1. «Anote ciertos incidentes presentes cuando cesa o no surge el problema.»