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(Nº2)
Mantener cada cosa en su lugar, todo limpio y ordenado, una vez que se ha terminado la
labor es el principio de un buen orden y limpieza.
Estas reglas, a simple vista, parecen muy simples. Desafortunadamente cuando se pasa
por alto o se le presta una atención secundaria, los resultados pueden ser desastrosos.
Diarimente pierden la vida personas por caidas o quedan incapacitadas además, los
trapos aceites, y otros desperdicios de residuos crean un terreno ideal para los
incendios.
Un lugar de trabajo limpio eleva la moral del trabajador. La gente necesita espacio
para respirar y moverse libremente. Los lugares de trabajos atestados y caóticos pueden
provocar irritación y estrés entre los trabajadores. Un ambiente de trabajo limpio y
seguro levanta el ánimo de los trabajadores y deja una impresión positiva de los
visitantes. Por ejemplo usted observa un taller mecánico sucio y desordenado piensa que
así debe ser el servicio que presta.
Los pisos resbaladizos, sucios y desarreglados plantean uno de los mayores peligros de
una planta. Los pisos deteriorados o disparejos o las zonas proclives a derrames
frecuentes aumentan el peligro de caídas. Es necesario descubrir las zonas donde hay
pisos gastados o deteriorados a fin de tratarlos y, de ser necesario renovarle su
superficie.
Los pasillos y las escaleras exigen la misma consideración que los pisos. Los sitios
deteriorados o resbaladizos deben ser cubiertos con materiales antideslizantes y
cualquier peldaño roto debe repararse de inmediato. Los derrames plantean un grave
peligro y, por consiguiente deben limpiarse inmediatamente y no se debe aguardar
hasta que lo haga el servicio de limpieza.