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definitiva. El problema es que el que ejerce el poder constituye al otro de acuerdo a su imagen
y semejanza. Lamentablemente, para el poder hay un otro. Y este otro no pide permiso.
Irrumpe, dice Lévinas. Molesta. Golpea la puerta de mi casa, no cuando lo espero. Si el otro
llega cuando lo espero, ya no es un otro, lo estaba esperando, lo recibo, le doy un beso, lo
hago p asar, me hace feliz, “me” hace feliz a mí. Pero el otro no tiene 3 que ver conmigo,
porque es otro, irrumpe y molesta, genera en mí una perturbación y voy a hacer todo lo
posible para que no moleste. Lo voy a disolver, lo voy a constituir en lo que yo necesite para
estar tranquilo, lo voy a minimizar, lo voy a "aggiornar"; pero igualmente, aunque haga todo lo
que quiera, pretenda y suponga que va a funcionar, hay un otro y, en el momento menos
esperado, el otro irrumpe, está ahí. ¿Cómo accedo al otro sin que mi propia mismidad lo
contamine y por ello lo desotre?
En la tolerancia siempre hay una exigencia de que el otro deje parte de su otredad para ser
aceptado. Ese es el límite de la tolerancia. El otro es intolerado y dejado afuera, o el otro es
tolerado en la medida que deja afuera lo que molesta al que tolera. En los dos casos no hay
otredad. Porque o dejo completamente afuera al otro, o lo traduzco, le exijo cierto
desapropiamento de su otredad para ser parte. No hay contacto con el otro
Derrida, etc- dicen que el único contacto con el otro es el paradigma de la hospitalidad, abrirse
al otro. El otro irrumpe, toca la puerta, no pide permiso, te tira la estampita, te pide una
moneda. En el paradigma de la tolerancia el otro pide una moneda y uno le dice “te doy un
sándwich para que comas” y el otro responde "No quiero un sándwich, quiero una moneda" y
uno, que ejerce el poder de la tolerancia, dice: "yo pienso en tu bien: la moneda la vas a usar
para comprar paco y con el sándwich estoy cuidando tu salud". ¿Hay encuentro con el otro? En
el paradigma de la hospitalidad, que es el otro paradigma, el otro, no es una figura anversa. Se
trata de cambiar de plano, o sea, admitir que el contacto con el otro es imposible. ¿Entonces
qué hago? Abro la puerta, viene 11 el otro, me golpea, me transforma. El vínculo con el otro es
siempre imposible, pero hay que admitir la imposibilidad, entender que somos esa dualidad,
esa ambigüedad. Siempre voy a estar relacionándome con el otro desde un lugar propio. Pero
en la medida que pueda abrir la puerta a ese otro lo máximo posible, al que no se la abriría, el
otro me transforma
Tolerar en latín significa soportar. Es una palabra ambigua: “Yo soy tolerante
con la otredad” significa “Yo estoy soportando la otredad” o sea,
“aguantando lo que no aguanto”. No hay una apertura a la otredad. Hay un
soportar. Si hay un soportar, es en función de algo que me conviene. O sea
que tolero al otro por mí mismo, no por el otro. Si la tolerancia tiene que ver
conmigo y no con el otro, entonces, de tolerancia no tiene nada. Si la tolerancia
exige que el otro, para ser tolerado, tenga que dejar parte de su otredad, no es
tolerancia. ¿Cómo accedo al otro sin que mi propia mismidad lo contamine y
por ello lo desotre? ¿Qué hago, lo niego, lo extermino, me abro a él, lo
soporto? Aceptar es que vos te abrís a lo que el otro traiga, no es que vos vas y
decidís abrirle la puerta al otro, porque entonces es que vos tenes el poder de
la llave y el poder de la puerta. Estas por anticipado decidiendo que vas a
aceptar al otro entonces no estas tolerando, porque tolerar no es decidir por
anticipado que el otro te agrade, es aceptar al otro aunque no te agrade. Este
es lo que saque de conclusión después de leer muchísimo sobre el otro en
filosofía y me parece oportuno traerlo con respecto a este tema porque la
escucha se trata de esto. Los prejuicios muchas veces por ejemplo entre otras
tantas cosas nos limitan a escuchar, ya que impiden que veamos la realidad e
interfieren en nuestra percepción. Si ya tenemos cierta ideología de algo, nos
cerramos muchas veces a todo aquello que contradiga nuestra idea e incluso
creemos que nuestra verdad es única. El año pasado me paso bastante jaja!!!.
Una de las conclusiones que puedo sacar con respecto a lo que dice Gladys es
que como futuros psicólogos sociales debemos poseer ciertas actitudes como
la escucha para poder operar en el campo de lo profesional, trabajar y
trabajarnos sobre todo para modificar conductas propias, construyendo desde
la propia experiencia.