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La madrugada del 24 de mayo de 2012, Rosa Elvira Cely hizo llamadas

repetidas a la línea de emergencias 123 en busca de ayuda. Tenía 35 años y


horas antes había sido golpeada, apuñalada, torturada y empalada por Javier
Velasco Valenzuela, en un sector desolado del Parque Nacional, en Bogotá.
“Estoy solita, tirada en un sitio terrible. No me puedo mover, por favor.
Ayúdeme, ¿sí? (…) Estoy violada, tirada empelota. Ayúdeme urgente,
urgente. No me puedo mover”, estas son partes de las llamadas que realizo.
Debido a un mal procedimiento llevado acabo por los sistemas de emergencia,
Rosa Elvira fue sometida a un “paseo de la muerte”, recorrió horas hasta llegar
al centro medico, debido a que “no cumplía” los requisitos para ser atendida
en el hospital San Ignacio, el mas cercano al lugar del acontecimiento. Cuatro
días después, fallece debido a la complicación de hemorragias internas y
heridas infectadas. En agosto de 2014, la familia de Rosa Elvira presentó la
demanda contra varias entidades del Estado por su presunta omisión o falla al
momento de atender el hecho. La familia también ha acudido a instancias
como la CIDH para declarar responsable al Estado.

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