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Trabajo Comunicación, Informacion y Movimientos Sociales Unidad 2
Trabajo Comunicación, Informacion y Movimientos Sociales Unidad 2
Los cambios recientes en América Latina se expresan no sólo en movimientos sociales y populares
cada vez más originales y activos sino también en un nuevo escenario político marcado por la
existencia de gobiernos de centro-izquierda bajo una fuerte presión de la sociedad civil y de
movimientos de masa. Esta nueva coyuntura está redefiniendo el escenario político en la región y
está abriendo un proceso histórico que presenta elementos nuevos que van a influir
profundamente en la dinámica económica, política, cultural y social inmediata, pero también en el
mediano y largo plazo.
Una comprensión más objetiva de esta nueva coyuntura en la región exige un análisis
profundamente histórico, capaz de hacer un balance de la lucha secular de las fuerzas progresistas
que ha generado una acumulación de experiencias extremamente rica. Lucha secular que tiene
que ver con elementos claves de nuestra identidad como latinoamericanos, como naciones
capaces de conducirse a sí mismas y que tienen una presencia cultural basada en una fuerza
civilizatoria propia.
Si consideramos al sujeto como un individuo activo, ello nos remite a un individuo social, que
puede ser colectivo (sin renunciar a su individualidad), que opera con algún grado de conciencia
sobre los acontecimientos sociales (está posicionado, se auto-produce desde un lugar social), pero
además alude a su componente cualitativo, es decir, su conciencia, espiritualidad, identidad. Por
ello, para su gestación y despliegue (este componente) le es constitutivo en cada espacio cotidiano
(político), allí se juega su futuro y además su integridad ético-política: su altura de sujeto humano.
Por tanto, el sujeto se quisiera actor consciente de su realidad social y de la forma como intenta
operar dentro de esa situación en los límites de lo posible. Si se prefiere podemos decir, que el
sujeto es ante todo socio-histórico activo: consciente de su lugar social, encarnado y desgarrado
desde la historia, por tanto con una abierta opción política (transformadora/radical).
De manera más ampliada podemos decir que el sujeto es una persona (física) o sectores del tejido
social que toma determinaciones desde sí y que, al hacerlo, le da carácter a lo que hace y por ello,
es capaz de apropiarse del sentido de lo que produce y además comunicarlo. Es decir, confiere
carácter a las lógicas, prácticas, estructuras e instituciones en el binomio antagónico
dominación/liberación.
De lo que se trata es de establecer una lectura que dice sujeto en lugares sociales, de interacción
social asimétrica (funcional y/o estructural) y de cómo estas relaciones son captada y expresadas
teoréticamente por medio del pensar dialéctico.
3- Ciudadanía y Participación
El concepto de ciudadanía como condición que da acceso a derechos y poderes está asociado con
T. H. Marshall (1963). Los derechos civiles comprenden la libertad de expresión y la igualdad ante
la ley. Los derechos políticos incluyen el derecho al voto y a organizarse políticamente. Los
derechos socio-económicos incluyen el bienestar económico y la seguridad social.
La ciudadanía, desde el punto de vista del derecho es concebida como un estatus, en el cual,
quienes poseen tal condición tienen una serie de derechos y deberes. Desde el punto de vista
conceptual, la ciudadanía se ha relacionado tradicionalmente a dos perspectivas: la idea de
derechos individuales y al vínculo o sentido de pertenencia a una comunidad territorial en
particular.
Participación
Para Burin y otros (1998), la participación es un proceso social que supone un ejercicio
Permanente de derechos y responsabilidades, reproduciendo un modelo de sociedad, por lo que
una de sus claves es la adecuada combinación de derechos y responsabilidades. Deberemos tratar,
entonces, de asumir cada uno, en función de su propio interés y capacidad una responsabilidad
Por su complejidad, la participación, debe ser analizada con relación a la cantidad de actores que
Participan, los campos posibles, sus niveles, y grados.
Para la UNESCO, “el conjunto de las necesidades de un ser humano constituye un sistema, de
Modo que la satisfacción de una necesidad, inclusive, la forma de satisfacerla, influye en el resto
de las necesidades”. Toda persona tiene la capacidad (poder) de actuar en el mundo en que vive,
puede tomar decisiones que afectarán su vida. Participar es ejercer ese poder de tomar
decisiones, actuar y transformar la realidad. (Burin y otros, 1998).
Para Robirosa y otros (1990) la participación real de las personas en las decisiones que afectan su
Vida cotidiana, supone, además, el reconocimiento de otras necesidades asociadas que son a su
vez condición y resultante de un proceso participativo.
El manejo desigual de la tierra entra en conflicto con muchas disposiciones políticas que
buscan democratizar o socializar el agro para construir una clase campesina pudiente y
productiva.
Considerándolo contrario al interés social, muchos países lo han proscrito ya que obliga a las
naciones a la importación de alimentos como única forma de combatir el monopolio alimentario
de una élite rural, la cual tendría así influencias políticas y económicas sobre los gobiernos.
El término latifundio contiene una carga peyorativa, vinculada con el uso inapropiado o poco
eficiente de las tierras y una gestión privada más interesada en la posesión de las mismas que de
producir alimentos para la población.
Después de Seattle en 1999, los encuentros del Foro Social Mundial en Porto Alegre y las
manifestaciones de masa que lo sucedieron en varias partes del mundo ya se perfila una
nueva realidad de los movimientos sociales que indican una dinámica no solamente
defensiva sino también ofensiva. A pesar de que este fenómeno ya estaba inscrito en las
movilizaciones de 1968, cobra un significado especial después de la caída del campo
soviético cuando las luchas sociales ganan la dimensión de un gigantesco movimiento de la
sociedad civil contra la globalización neoliberal. Su articulación con fenómenos políticos se
hace más evidente y se expresa en el surgimiento de formas de lucha insurrecciónales
nuevas, como el zapatismo en México y sus desdoblamientos internacionales en la
convocatoria por la lucha contra el neoliberalismo que atrajo personalidades de todo el
planeta ; la emergencia de movimientos indígenas de resistencia que terminan derrocando
gobiernos y dando origen a partidos y nuevos gobiernos como en Bolivia y Ecuador ; el
éxito electoral del PT en Brasil, que surge de una articulación de los movimientos sociales
y de fuerzas de izquierda en Uruguay y Venezuela.