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El mar, las tierras bajas y sus ríos son el sustento de las actividades económicas
más importantes de la Sinaloa contemporánea: en las llanuras al norte del Río
Quelite y hasta la línea divisoria con Sonora se desarrolla la agricultura intensiva
de riego, mientras que en los municipios del sur prosperan, principalmente, la
pesca, la acuacultura y el turismo. Veamos, pues, aunque de manera esquemática,
la evolución de estas actividades económicas a partir de 1940.
La agricultura
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Comisión Nacional de Irrigación se transformó en la Secretaría de Recursos
Hidráulicos, lo que dio mayor coherencia a la política de irrigación a nivel
nacional. Se inauguró la presa Sanalona, se construyó una presa derivadora sobre
el Río Culiacán, se renovaron los canales de Guasave y se creó la Comisión del
Río Fuerte para la construcción de la presa Miguel Hidalgo y del sistema
hidráulico del mismo río. En el periodo gubernamental de Adolfo Ruiz Cortines
(1952-1958) se amplió la capacidad de la presa Sanalona, se inició la
construcción de la presa sobre el Río Humaya y de una presa derivadora en el
Río San Lorenzo. En 1956 se inauguró la presa Miguel Hidalgo, la de mayor
capacidad en Sinaloa.
Hacia 1970 se agudizaron las tensiones entre los sectores campesino y privado.
Los propietarios particulares subdividieron legalmente sus tierras para prevenir
cualquier afectación, aunque algunas subdivisiones encubrían latifundios.
También por estas fechas se generalizó el acceso de los agricultores privados a
las tierras ejidales, por renta o por asociación en participación, que consistía en la
asociación de un ejidatario con un agricultor privado para la explotación común
de la tierra, con un contrato por el que el ejidatario aportaba tierra y trabajo y el
agricultor ponía tierra y capital. Esta asociación fue legalizada por la Ley de
Fomento Agropercuario de 1980. La renta de tierras ejidales fue ilegal hasta la
reforma del ejido de Carlos Salinas de Gortari en 1992.
Otro cambio muy importante en el sector agrícola sinaloense después de 1940 fue
la aparición de la empresa agrícola, una compleja organización muy tecnificada,
con fuertes requerimientos de inversión de capital para la producción masiva de
frutos agricolas. La agricultura se transformó en un negocio, como los demás del
sistema capitalista, cuyo objetivo principal es la producción de utilidades, más
que de alimentos. Este cambio ocurrió, principalmente, entre los productores de
hortalizas para la exportación, todos ellos del sector privado. El censo de 1970
indica que había 100 empresas exportadoras de hortalizas, de las cuales ocho
podían ser consideradas grandes empresas capitalistas. Pero no todos los
productores privados se transformaron en empresarios, y muchos de ellos
continuaron como productores en pequeña escala y en forma tradicional, sin
inversiones de consideración. En el sector ejidal también hubo empresarios
agrícolas, aunque en su mayor parte fueron pequeños productores. El mismo
censo de 1970 indica que el sector privado absorbió 79% del total de las
inversiones agrícolas, y que la mayor parte de éstas se dedicaron a la producción
de hortalizas para la exportación.
La banca
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entonces aparecieron el Banco del Noroeste y El Banco de Culiacán, S. A,
especializado en otorgar créditos para la agricultura, que incrementó
notablemente su capital social y sus operaciones hasta 1974, cuando estuvo al
borde de la quiebra. Por su parte, el Banco del Noroeste de México, S. A. de C.
V., creado en 1939 con la participación de agricultores de Guamúchil, Guasave,
Angostura y Mocorito para financiar a los productores y exportadores agrícolas,
creció y estableció sucursales en las principales ciudades del estado. En 1980
había incrementado su capital social a 250 millones de pesos.
El Banco Agrícola Sinaloense, S. A., menor que los anteriores, fue fundado por
agricultores de Culiacán con la intención de financiarse ellos mismos, según el
plan trazado por el presidente Calles. Empezó a funcionar en 1933 y se
especializó en otorgar créditos a pequeños agricultores. Tuvo serios problemas
por mala administración, hasta que fue adquirido por la familia Sáenz en 1970 y
se transformó en el Banco Regional del Pacífico, S. A.
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la Cooperativa de Pescadores dedicada a la captura de camarón entre los ríos
Cañas y Baluarte. Luego se fundaron muchas más cooperativas y se intensificó la
captura de camarón de estero, de modo que actualmente Sinaloa aporta más de la
tercera parte del camarón que se captura en el país. Con la tecnificación de la
actividad pesquera y de la construcción de naves, la pesca sinaloense se extendió
a mar abierto para capturar atún y sardina, especies en las que el mar sinaloense
es muy rico. Al incrementarse la pesca, se desarrollaron las plantas congeladoras,
empacadoras y deshidratadoras de productos marinos que hoy se encuentran a lo
largo del estado.
Industria
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Las plantas industriales no emplean tecnología avanzada, es poco el grado de
transformación que operan sobre la materia prima y, en su mayor parte, fabrican
productos de consumo inmediato. La industria sinaloense se concentra en los
municipios de Culiacán, Mazatlán, Ahome, Navolato y Guasave. La industria de
transformación es el sector menos desarrollado de la economía de Sinaloa.
La sierra sinaloense
Hay una Sinaloa marginada del progreso que no recibió los beneficios de los
cambios que hemos reseñado: la zona serrana de nuestro estado.
Cada año, en los meses de otoño e invierno, muchos de los campesinos de los
altos emigran a la planicie para contratarse como trabajadores de los
horticultores; luego regresan a sus tierras para atender a la siembra y cosecha de
temporal. Estos migrantes se desplazan por la necesidad de lograr otro ingreso
que les ayude a paliar la penuria de la vida campesina. Algunos de estos
migrantes llevan a la familia y todos sus miembros trabajan con los horticultores;
otros hombres se desplazan solos, lo que causa desintegración familiar en la
sierra.
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Las tierras altas donde antaño floreció la minería hoy se mencionan como el
lugar donde se producen estupefacientes para el mercado internacional de
narcóticos. Este fenómeno no se originó en nuestro estado, sino que vino por
influencia del mercado estadunidense, pues en este país se concentra el mayor
número de consumidores de drogas que, en 1988, se calculaba en 30 millones de
adictos, y en 100 000 millones de dólares anuales sus utilidades.
También alberga nuestro estado a una numerosa población migratoria que, en las
etapas del ciclo agrícola que requieren abundante mano de obra, proviene de los
estados de Oaxaca, Durango, Michoacán, Zacatecas, Guanajuato, Jalisco y del
mismo Sinaloa, como ya dijimos al tratar de las tierras altas. Estos trabajadores
emigran junto con sus familias y se trasladan de una a otra comarca, según la
oferta de trabajo. Por lo general viven en precarias condiciones de habitación,
salubridad, alimentación y vestido. Entre 1977 y 1983, principalmente en el valle
de Culiacán, los trabajadores migratorios se organizaron, formaron sindicatos y
presionaron a los patrones para que les pagaran salarios justos y las prestaciones
que marca la ley laboral. Aunque sufren aún muchas penurias, han logrado
mejorar sustancialmente sus condiciones de vida en los campos sinaloenses.
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Al ritmo acelerado con que crece la población del estado también ha crecido el
sistema educativo, tanto el federal, como el estatal y el privado. A pesar de los
muchos esfuerzos por incrementar la educación básica, todavía quedan niños
sinaloenses sin acceso a las aulas, sobre todo en la región serrana y en las
comunidades alejadas de los centros urbanos. La educación superior continúa
encabezada por la Universidad Autónoma de Sinaloa, institución que sufrió una
grave crisis entre 1972 y 1977, pero que ya recuperada influye en la formación de
los profesionistas del estado, además de impulsar una intensa vida cultural. El
sector de la educación superior ha crecido, también, con instituciones federales y
de la iniciativa privada.
Los servicios médicos del sector salud y la medicina privada han logrado
notables avances en Sinaloa. La medicina social se practica en el Instituto
Mexicano del Seguro Social, el ISSSTE, la Secretaría de Salud, el DIF, el
gobierno del estado y las secretarías de Marina y de la Defensa Nacional. Sinaloa
cuenta con grandes hospitales en Culiacán, Mazatlán y Los Mochis, además de
numerosas clínicas rurales y urbanas. Las mayores carencias en materia de salud
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se localizan en las tierras altas, pero poco a poco se progresa en la solución de
este problema. En términos generales, podemos decir que de cada 100
sinaloenses, 64 están protegidos por los servicios médicos del sector social.
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consumidores. En este contexto, Topolobampo fue concebido como un puerto
capaz de recibir y dar salida a las mercancías de una gran región formada por el
sur de Sonora, norte de Sinaloa, Chihuahua y centro-sur de los Estados Unidos,
algo así como lo que Albert Kimsey Owen imaginó en 1872. Aún está por verse
si Topolobampo desempeñará este papel en la Cuenca del Pacífico, pero lo que
no puede dudarse es que Sinaloa debe aprovechar mejor sus recursos marítimos.
El mar es parte integrante de Sinaloa y este recurso debe aprovecharlo de la
mejor manera.
La última reflexión sobre esta historia de Sinaloa es que muchos de sus hechos
principales también aparecen en la mayor parte de las historias de los diferentes
estados que forman nuestra República, en especial en los más cercanos, como
Sonora y las Californias. En efecto, en todas estas historias encontramos un
pasado indígena cuyo principio se pierde en la noche de los tiempos; después, los
españoles sometieron, por medio de una conquista violenta, a las sociedades
autóctonas. En estas historias hay un periodo colonial que impuso una religión,
una lengua, una forma de gobierno y un sistema de organización económica y
social. Durante tres siglos de dominación las diversas regiones recibieron las
profundas repercusiones de la cultura española, que permaneció aun después de
que se extinguieran los lazos políticos y económicos que las ligaban a la
metrópoli. Las regiones, ya independientes, hicieron un pacto para federarse y
constituir una sola nación, que poco a poco se ha ido logrando luego de dos
siglos de convivencia. Todas estas regiones libraron la guerra contra los
franceses, que tanta destrucción causó pero que impulsó la formación de una
conciencia nacionalista, que se consolidó con la Revolución de 1910 al crear
lazos fuertes y duraderos.
Es muy importante considerar que este pasado con procesos históricos comunes
es compatible con las distintas circunstancias regionales: la manera como los
sinaloenses vivieron estos hechos no fue la misma de los jaliscienses o
tabasqueños, pero la diversidad no rompió el sustrato cultural común a todas las
sociedades locales que hoy nos reconocemos como mexicanas. Tenemos un
pasado común aunque lo hayamos vivido en diferentes formas; tenemos la
conciencia de ser mexicanos junto con la conciencia de ser sinaloenses,
jaliscienses o poblanos: no hay oposición sino complemento de ambas
conciencias. Las historias de los estados mexicanos nos ayudan a entender cómo
formamos una sola nación conservando nuestras peculiaridades regionales; nos
enseñan cómo se ha formado lo que tenemos en común y cuáles son las
peculiaridades de nuestras regiones.
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