Núm.

19 VALLADOLID, 19 DE JULIO DE 1996 Año 2

PUBLICACIÓN
CORRESPONDENCIA: APARTADO DE ORGANO DE EXPRESIÓN DEL GRUPO LIBERTARIO
DIFUSORA DE LAS
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Número sencillo

187 1
la comuna de
paris 125 ANIVERSARIO
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editorial AMOS Y CRIADOS

Por mucho que la ingenua opinión pública se obceque en adjudicar a los líderes políticos el papel de amos del mundo, es más que evidente
que el poder político no es más que un equipo de sirvientes de una selecta élite de magnates que desde la sombra dirige los destinos de la mayoría de
los/as habitantes de nuestro planeta.
Así, un estudio reciente sobre las personas más ricas del mundo publicado en la revista "Forbes" reveló que prácticamente ningún líder
político entraba dentro de esta categoría, pero sí 447 familias relacionadas con la banca y la gran empresa, con fortunas que superan los 1.000 millones
de dólares. La mayoría de estas familias constituyen añejas fortunas que superan loa 1.000 millones de dólares: los Botín, que al frente del Banco
de Santander -que ahora controla el 11% del sexto grupo bancario de EE.UU., el First Union- poseen una fortuna de 2.000 millones de dólares; los
Koplowitz, que con una fortuna de 1.000 millones de dólares poseen la constructora de Fomento de Construcciones y Contratas; y los March, que con
una fortuna de 1.100 millones de dólares están al frente del holding C. F. Alba y cuentan con importantes participaciones en el grupo francés Carrefour
y su filial Pryca -y no olvidemos que Juan March financió el alzamiento fascista de Franco en el 36-. Además, estas familias, en contra de lo que
se podría pensar, no compiten encarnizadamente entre ellas; muy al contrario, las élites practican de manera muy efectiva la "solidaridad de clase",
defendiendo a través de una red de círculos financieros, fundaciones privadas y demás organismos sus intereses de clase. Estos son y no otros son los
verdaderos centros de decisión desde dónde se dirige el mundo.
Luego, ni Clinton ni el F.M.I. son los verdaderos amos del mundo sino de meros intermediarios del poder económico, que es el poder de
poderes. Ya lo advertía en 1985 Sean McBride, ex-Ministro de Asuntos Exteriores de Irlanda y Premio Nobel de la paz: "El presidente de los EE.UU.
no es el amo, es el criado. A veces se piensa que el amo es el Pentágono. No, es el criado. Pero entonces ¿quién es el amo? El amo es un consorcio de
empresas transnacionales y de bancos". Y fue este entramado de intereses económicos el que en 1973 se organiza de manera formal en La Comisión
Trilateral, la cual según McBride "representa la mayor concentración de riqueza y de poder económico y de poder económico que se haya reunido
jamás en la historia del mundo".

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CARCELES
Informe dramático sobre las cárceles
en el estado español, por Amaia
Eraunzetamurgil Beitia

32 Páginas (+VII suplemento Durruti)

150 pesetas
Saldrá el 26 de julio
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La Federación
14 mayo 1871
Declaración internacional
¡A los pueblos de todos los continentes! ¡A los ciudadanos de todas
las naciones!
Hermanos:
De un extremo del mundo al otro extremo, el suelo de las diversas
regiones en que habitamos se halla regado con sangre vertida en nues-
tras fraticidas luchas; y como si el rastro que en por de sí dejaron los
ejércitos y el recuerdo de las víctimas inmoladas estuvieran demasiado
borrados por doquier se ha procurado perpetuar mediante pomposas
fiestas político-religiosas y monumentos perdurables la memoria de
aquellos desastres, oprobio de la humanidad y mengua de la civiliza-
ción.
Hoy es España que celebra una de esas fiestas, el Dos de Mayo
de 1808; aniversario de un episodio terrible, de una de esas luchas
emprendidas para satisfacer la ambición de esos tiranos a quienes cie-
gamente se entregan los pueblos con sobrada frecuencia.
¿Acaso debe el Dos de Mayo ser motivo entre franceses y espa-
ñoles?
¡No! Las víctimas cuya memoria se ensalza en este día fueron sólo
víctimas de un déspota, contra cuyo déspota ha protestado el mismo
pueblo arrojando del trono a sus descendientes y sucesores en el Impe-
rio: proscribiendo para siempre su dinastía y decretando la destrucción
de la columna Vendome, triste testimonio de sus sangrientas hazañas.
Loor eterno al municipio de París, que ha dado esa satisfacción
a los pueblos, para los cuales la existencia de dicha columna era un
insulto permanente.
Como ella, nosotros pisotearemos esos símbolos de falsa gloria;
y en nombre de la humanidad, en nombre de la moral, en nombre del
progreso, a los ciudadanos nacidos en la región llamada Francia, a los
hijos de aquellos que, víctimas un día de la preocupación del patriotis-
mo, vinieron en pos del César a sembrar la desolación en el territorio
que habitamos: a ellos les damos hoy un fraternal abrazo.
En nuestros corazones ya no cabe odio sino hacia los opresores,
sea cual sea su naturaleza; no cabe odio sino hacia aquellos que quie-
ren que seamos todavía sus instrumentos en ese medio violento, tan
característicamente llamado Ultima ratio regum.
Desaparezcan, pues, las desigualdades de clases, cesen de existir
las distinciones de razas, queden las barreras naturales que separan a
los pueblos allanadas por la abundancia de vías de comunicación. En
cuanto a las barreras morales, acabe el progreso de aniquilarlas.
De hoy más no encuentre el hombre sino hermanos sobre la tier-
ra; desaparezca del diccionario la palabra extranjero; cesen entre los
hombres las añejas divisiones por tribus, imperios, naciones, y sus-
titúyalas con la idea de humanidad, la cual implica la de solidaridad
entre todos sus individuos.
¿Cómo se comprende que los hombres, por el mero hecho de
haber nacido en distintas naciones del globo, hayan podido llegar a
odiarse mutuamente? Harto nos lo dice la historia de la monarquía y
de la teología.
Los primeros que se constituyeron en dominadores de sus seme-
jantes no lo hicieron sino en virtud del derecho del más fuerte.
Para consumar su privilegio, que otros más fuertes, o los débiles
asociados podían arrebatarles, procuraron añadir a la fuerza física el
prestigio moral. Los fenómenos naturales que la ciencia, nula enton-
ces, no podía emplear, se convirtieron en manifestaciones del Ser Su-
premo.
Explotando siempre la credulidad y la ignorancia pública, se crea-
ron a sí mismos representantes de la divinidad, o asociándose a aquel-
los que en el mismo sentido la habían explotado ya, se garantizaron
mutuamente sus inicuas usurpaciones, y echaron el sello a la alianza,
que aún hoy subsiste, del trono y el altar.
Mas no bastaba con esto: era preciso desunir a los oprimidos que
hubieran podido reivindicar y recobrar sus derechos. De aquí nació la
famosa máxima: Dividir para reinar.
En lugar de la prosperidad por la justicia dentro del trabajo, ali-
mentaron la miseria con el botín de la victoria y de la conquista.
Los dominadores arrojaron a unos pueblos contra otros, suscitaron
antagonismos, y para perpetuarlos, honraron, glorificaron, poetizaron
el egoísmo nacionalizado, decorándolo con el nombre de Patriotismo.
Dios y Patria; he aquí las bases de la tiranía.
Dios y Patria; he aquí los obstáculos que se oponen a la unión
fraternal de los pueblos.
Buscar esa unión sin hacer abstracción de esos principios es buscar
una realidad ilusoria.
Diecinueve siglos ha el cristianismo predicó la fraternidad humana
en nombre de la ley del amor. Mas, el cristianismo, no sólo no eliminó
la idea de Dios, sino que hizo de ella el origen, la fuente de toda auto-
ridad sobre la tierra. Dejó subsistir una de las causas de la guerra, y la
planta, cuyas raíces no fueron arrancadas, brotó nuevamente con más
vigor, y el amor se convirtió en odio, el Dios de paz trocóse en Dios
de los ejércitos, sus pontífices bendijieron las armas de los monarcas,
y las guerras más injustas y sangrientas, las hecatombes más terribles
por ellos provocadas fueron también por ellos santificadas.
La historia tiene páginas enteras escritas con la punta de la espada,
tinta en sangre de herejes e infieles.
Al grito de ¡Dios lo quiere! fueron emprendidas las terribles expe-
diciones a la Tierra Santa; invocando a ese mismo Dios, se ejecutaron
los pillajes de los Ghettos y los degüellos de Albi y de San Bartolomé;
y en nombre de ese Dios, en fin, se encendieron las hogueras de la
Inquisición.
¡Hermanos de todo el orbe!
Queden definitivamente desechadas esas hipótesis funestas, esas
concepciones erróneas, causa de tantas desgracias. Destruyendo las
causas, quedarán destruidos los efectos.
Sea nuestra sola guerra, nuestra guerra sagrada, la guerra a las
Preocupaciones, al Error. Bórrese, en provecho de todos la idea est-
recha de Patria.
Reléguese a la categoría de ideas fósiles esa abstracción ontológica
llamada Ser Supremo, y la fraternidad universal será un hecho, y la
paz reinará sobre toda la tierra.
(La Comisión Mixta de Franceses y Españoles, nombrada en la
reunión celebrada en Barcelona el 2 de mayo de 1871)
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HOY COMO AYER:

NI OLVIDAMOS, NI PERDONAMOS
Antes o después a la plutocracia la llegará su hora