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10 claves para entender la guerra afgano-soviética

Los soviéticos invadieron Afganistán en 1979. Diez años después abandonaban el país derrotados, pero las
guerras no terminaron con la retirada.

Soldado soviético en Afganistán en 1988. Foto: Wikimedia Commons / Mikhail Evstafiev / CC BY-SA 3.0.
 Guerra Afgano soviética soldado ruso
HISTORIA Y VIDA
15/02/2019 07:15Actualizado a 15/11/2019 13:36
A lo largo de su historia, Afganistán ha sufrido la invasión de diversos imperios. Desde los persas de Ciro
el Grande a los británicos en el siglo XIX, pasando por los griegos, los árabes, los mongoles…

Gran Bretaña y Rusia, en pleno apogeo de la colonización, intentaron apoderarse de Afganistán. Mientras
Moscú aspiraba a conseguir una salida al océano Índico, Londres intentaba evitar que este expansionismo
amenazara India, la más preciada de sus colonias.

Ambos imperios, sin embargo, toparon con un impedimento prácticamente insalvable en la abrupta
geografía afgana, idónea para hostigar a ejércitos invasores. Los británicos así lo comprobaron en dos guerras
(1838-42 y 1878-80) en las que sufrieron derrotas contundentes ante los afganos.

El siglo XX no fue mejor. Las potencias extranjeras pusieron y quitaron reyes y gobiernos, provocando una
fuerte inestabilidad política que desembocó en la intervención de la URSS en el país. Esa guerra fue el
Vietnam soviético. En 1989, diez años después de la invasión, las tropas de la URSS se retiraban de
Afganistán. Estas fueron las principales claves de la guerra afgano-soviética:

Los británicos fueron derrotados en Afganistán en dos ocasiones.


 TERCEROS
1. Mosaico de tribus

La sociedad afgana se componía de un mosaico de tribus rivales entre sí. Los pastunes eran los poderosos, pero
también había que contar con uzbekos, tayikos, hazaras, nuristaníes y baluchíes.

2. Intento occidentalizador

El rey Amanulah intentó modernizar el país a partir del ejemplo que le ofrecía la Revolución Rusa de 1917 y
la turca encabezada por Mustafá Kemal Atatürk . Su política occidentalizadora implantó, por ejemplo, la
enseñanza mixta y suprimió el velo obligatorio para las mujeres.

Mohamed Daud no acometió ninguna reforma de las que prometió. Foto: Wikimedia Commons / Henryhartley
/ CC BY-SA 3.0.
 TERCEROS
3. Inmovilismo y corrupción

En 1929, Londres promovió un golpe de Estado que destronó al monarca. Los sucesores de Amanulah se
opusieron con firmeza a cualquier tentativa de reforma, ya fuera económica o social. A principios de los años
setenta, el rey Zahir fue derrocado por su primo, el príncipe Mohamed Daud. Este proclamó la república y se
convirtió en el nuevo presidente, pero, en lugar de efectuar cambios, suscitó el descontento popular con sus
arbitrariedades, como el reparto de los principales cargos políticos entre sus parientes y amigos.

4. Fracaso comunista

Con el asesinato de Mohamed Daud en 1978, los comunistas afganos aprovecharon para tomar el
poder. El régimen comunista afgano promovió diversas reformas. En los pueblos, las niñas fueron
escolarizadas, y se formaron los técnicos y los profesores que tanta falta hacían al país. El analfabetismo,
masculino y femenino, experimentó una considerable reducción. En el terreno espiritual, el gobierno fracasó.
Intentó imponer una ideología atea sin tener en cuenta lo arraigado de la religión en el pueblo. Tampoco
funcionó la reforma agraria, que se estrelló contra estructuras feudales. En el ámbito político, los comunistas
persiguieron a la oposición.
Las tropas soviéticas invadieron Afganistán en 1979. Foto: Wikimedia Commons / RIA Novosti archive,
image #24609 / Alexandr Graschenkov / CC-BY-SA 3.0.
 TERCEROS
5. Evitar la caída

La escalada de violencia entre el gobierno comunista y diversas facciones rebeldes era insostenible. La Unión
Soviética envió a sus tropas para evitar el desmoronamiento del régimen. Los soviéticos ocuparon el país en
pocas horas. Sus generales creían que su función se reducía a respaldar al ejército afgano, pero comprobaron
que debían ser ellos quienes lucharan directamente. Su control del territorio, además, se veía limitado a las
grandes ciudades.

6. Financiación extranjera

De forma encubierta, Estados Unidos proporcionó armas a la oposición anticomunista, integrada por los


llamados guerreros santos. Cuando intervinieron los soviéticos, los misiles Stinger que entregó EE.UU. a los
guerrilleros resultaron decisivos para contrarrestar la supremacía aérea de los soviéticos.

Los guerreros santos, los muyahidines, en Afganistán. Foto: WIkimedia Commons / Erwin Lux / CC BY-SA
3.0.
 TERCEROS
7. La guerrilla
Las zonas rurales estaban en manos de la guerrilla. Esta, con su mayor movilidad, podía enfrentarse con éxito
a un enemigo infinitamente superior en armamento. Además, la geografía abrupta de Afganistán facilitaba
los escondites y dificultaba el control efectivo del territorio a los soviéticos.

8. Tácticas represivas

La guerra afgano-soviética se alargó diez años. Para intentar ganarla, Moscú desató una represión
brutal. Pueblos y cosechas quedaron destruidos, lo que acentuó todavía más la resistencia contra la URSS y, a
la postre, aceleró su derrota.

Retirada de los soviéticos en 1989. Foto: Wikimedia Commons / RIA Novosti archive, image #644461 / Yuriy
Somov / CC-BY-SA 3.0.
 TERCEROS
9. Sangría soviética

El conflicto se convirtió en una sangría para el Kremlin, tanto en hombres como en fondos. Finalmente, en
1989, las tropas soviéticas se retiraron humilladas. Las consecuencias de la guerra, tanto económicas como
sociales, fueron otro de los factores que contribuyeron a precipitar el fin del comunismo ruso.

10. Apoyo a los talibanes

Después de la retirada soviética, EE.UU. puso en el poder a un gobierno títere. Su autoridad no fue aceptada
por la oposición, por lo que estalló una violenta guerra civil. Los talibanes, apoyados por Pakistán,
ocuparon Kabul en 1996. Su oleada represiva transformó Afganistán en el “reino del terror”, en palabras de
Amnistía Internacional. Tras los atentados en Nueva York y Washington de septiembre de 2001, Afganistán
volvía a ser invadido, esta vez por EE.UU.

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