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Universidad Nacional de Colombia

Biofísica para todos


Mutaciones, Transgénicos y Clonaciones en la agronomía
La población crece exponencialmente, según el DANE, se proyecta que para el 2070 en
Colombia se tengan más de 63 millones de personas, es decir, más de 13 millones de personas
que habitarán nuestro territorio en tan solo 50 años. No solo serán 13 millones más en un
territorio, serán 13 millones de personas que tendrán que alimentarse y sostenerse con
recursos cada vez más limitados. Es así, como se tendrá que hacer un esfuerzo para el
desarrollar de tecnologías que permitan garantizar la seguridad alimentaria de la población y
a su vez, utilizar la menor cantidad posible de recursos naturales. Las mutaciones,
modificaciones y clonaciones en los alimentos podrían ser una solución ante esta
problemática.
Una mutación genética se describe como los cambios que alteran la secuencia normal de
nucleótidos del ADN, lo cual no acarrea ningún problema para la salud humana, solo
modifica características del genoma de una especie vegetal. Por otro lado, un transgénico,
implica la inserción de un nuevo gen al genoma de una especie, normalmente estos genes les
brindan características fenotípicas que hacen a los individuos de esta especie más aptos para
la agricultura moderna.
Es así como en 1986 se creó la primera planta transgénica y en 1994 se aprobó la
comercialización del primer alimento transgénico, un tomate al que se le introdujo un gen
que inducía su maduración, de manera que aguantaba más tiempo maduro y retrasaba su
putrefacción. Para así, darle paso a unos miles de posibilidades para mejorar y modificar los
alimentos y las condiciones bajo las cuales se producen, pero ¿Cuáles son las consecuencias
negativas de estos procesos?
Inicialmente, modificar el genoma de una planta implica modificar el genoma de todos sus
sucesores, lo que llevará que eventualmente pueda reproducirse con plantas silvestres, lo
cual, acarreará disturbios ambientales y daños ecológicos, afectando la diversidad y los ciclos
naturales los ecosistemas.
Por otro lado, los genes modificados y/o añadidos a los genomas no solamente pueden dar
origen a características genotípicas que hagan los alimentos más nutritivos o comerciales,
también les brindan a estos mutantes resistencia a insecticidas y pesticidas, como, por
ejemplo, el glifosato. Es así, como a estos cultivos se les aplican grandes cantidades de
agroquímicos, los cuales, terminan contaminando el suelo, las fuentes hídricas y finalmente
a la población.
Es gracias a todas estas características que se es aún más fácil para los grandes productores
seguir haciendo uso de los monocultivos y la agricultura intensiva, los cuales, tiene como
precedente la deforestación y el cambio del uso del suelo. Es así como los ecosistemas
pierden su diversidad, incluidos los ecosistemas de suelo, afectando la diversidad de los
microorganismos, por tanto, sus interacciones con el medio. Es ahora donde se debe resaltar
la importancia de la diversidad de los biomas del suelo, pues gracias a estos que se dan varios
ciclos biogeoquímicos como el del nitrógeno y del carbono.
En síntesis, los alimentos transgénicos tienen como producto el monocultivo, el cual acarrea
deforestación, perdida de diversidad, contaminación de suelos y aguas, alimentos con
químicos nocivos y finalmente, tienen impactos en la variabilidad climática, que, en este
caso, se muestra como calentamiento global.
Finalmente, no se puede negar que estos cultivos son una herramienta que puede salvar
millones de vidas humanas de la hambruna, facilitar procesos agronómicos y ayudar a la
economía de muchas sociedades, pero ¿Cuál es el precio que tendrá que pagar la naturaleza?
Es fundamental que los profesionales que se enfoquen en este campo sean conscientes de los
posibles daños que pueden acarrear estas practicas y que a su vez, busquen alternativas para
reducir los mismos.

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