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Sombra terrible de Echeverría...

Kohan, Martín. Los cautivos. El exilio de Echeverría (novela).


Buenos Aires, Sudamericana, Colección Narrativas Históricas, 2000, 172
páginas.
por Adrián Ferrero, Universidad Nacional de La Plata

La barbarie siempre ha ejercido sobre los del hombre de campo recuerda más a la
letrados una eminente seducción, como caracterización que de los ranqueles hacía
todo lo distante. Divergentes por su índole, Lucio V. Mansilla o de los pampas José Her-
por sus modales, por sus móviles, tienden nández. En este sentido, el texto de Martín
a repelerse pero también a atraerse como Kohan (1967) ejerce un desplazamiento de
dos polos golosos el uno del otro. Y ambos, propiedades en un tipo humano agracia-
además, son proclives a elaborar célebres damente idealizado por el folklore y parte
y taimadas imágenes recíprocas. de la historia argentina.
Precisamente eso es lo que primero llama De manera zoológica y metonímica,
la atención de este texto. Su primera parte los capítulos están titulados según una
es una suerte de catálogo de la inmundicia progresión léxica que apela a la fauna
y la brutalidad (que un recurrente narrador pampeana y que, también, hace de esa
parentético tiende tranquilizadora-mente a geografía una recolección de emblemas.
evaluar). No obstante, como un oxí- moron, La novela entabla un diálogo con la misma
ese inventario se realiza en una lengua producción echeve-rriana (sobre todo con
exquisita, apelando a la precisión léxica, a el poema La cautiva, enunciado ya desde su
la prosa pulida y trabajada poéticamente; título, pluralizado y masculinizado), pero,
en suma, al más estricto recato. además, con la literatura argentina que
Ese contraste entre la escatología y la pensó a esta geografía como un modo de
violencia, y la manera de dar cuenta de diferenciación o como una alternativa a los
ambas (esa distancia), es lo que separa moldes neoclásicos.
a esta novela de un texto pornográfico Si bien el libro da cuenta de un momen-
y lo que impide al lector proclive a ello to histórico concreto, también se propone
a no es-candalizarse ante lo que lee. El recuperar no la figura de un prócer sino la
narrador realiza una labor propedéutica de un letrado. En este sentido, la “imagen
que consiste en condenar y en adjudicar de escritor” que construye Kohan es la de
a los paisanos la barbarie a la que todos un intelectual comprometido. Lo elabora
asistimos: los gauchos no se ahorran fun- como un personaje militante disidente
ción fisiológica, humor ni desperdicio por pero también se ocupa de señalar su pru-
exhibir con alardes. dencia en esa misión.
En realidad, la representación literaria
Clío & Asociados. La Historia Enseñada / número 6

Las mismas dicotomías que atravesaron la larga tradición argentina en materia de


el siglo XIX atraviesan el libro. Unitarios y necrofilia.
federales, civilización y barbarie, libertad y Pensado como una ficción sobre una
opresión. No obstante, el grueso del libro figura histórica, el texto rompe con algunas
está dedicado, a la manera de los cuadros convenciones del género. En primer lugar,
de costumbres, a pintar la idiosincrasia de el tono ligero, a veces juguetón, con el que
la paisanada y del patronazgo: la lógica de está narrado le quita el carácter uniforme-
la estancia y de la vida rural. Kohan muestra mente solemne que tiende a contaminar
el “humus” sobre el cual le fue posible pros- la narración sobre los héroes de la patria
perar a una ideología como el rosismo. o los poetas nacionales. En segundo lu-
En otro sentido, con mucha ironía gar, hay una cierta voluntad de exagerar
Ko-han se apropia de todas las lecturas hasta volver grotescas algunas escenas
argentinas que acentuaban el “color local” que un novelista histórico convencional
y las narra con la distancia malévola del no se permitiría, porque romperían con
año 2000, donde aparecen tan remotas el verosímil correspondiente. Kohan no
como ficcionales. respeta la retórica del género, y es por ello
La novela tiene una estructura bipartita. que la inclusión de Los cautivos en esta
La primera parte (más extensa) transcurre colección editorial se vuelve paradójica y
en una estancia cuyas coordenadas no hasta provo-cadora.
se especifican con claridad, pero se sitúa Echeverría se salva en la novela de correr
vagamente en la provincia de Buenos la suerte de los personajes de su cuento.
Aires. La segunda, en cambio, tiene lugar Escapa de la persecución rosista como no
en la ciudad de Colonia del Sacramento, logró hacerlo el unitario de El matadero,
en la República Oriental del Uruguay. En que muere de ira y de bronca, vomitando
ese lugar privilegiado del exilio argentino, sangre por el atropello federal.
dos mujeres que han estado enredadas La inmundicia y el vómito de El matadero
con Echeverría hacen el amor, como una son expandidos y multiplicados por Kohan
manera de recuperarlo en esa ausencia en varias direcciones. La persecución, en
que es una fuga. Exiliadas del cuerpo de cambio, permanece latente, so-brevolando
Eche-verría, tienden a unirse para encon- como una certeza la novela.
trar la patria que perdieron y se acoplan Los cautivos es un texto que se lee con
como las otras dos mitades del poeta. El placer y con encanto. Tiene sin duda esa
hecho de que una de ellas sea prostituta virtud que Borges echaba en falta en al-
le otorga al encuentro una reflexión sobre gunos libros contemporáneos: su carácter
los límites. novelesco. La tersura del texto, salpicado
El texto aclara al final que el cuerpo de de tanto en tanto por giros de la oralidad
Echeverría nunca fue encontrado. El para- e incluso de la así llamada grosería, se
dero desconocido de ese cuerpo es uno de conjuga para dar lugar a una prosa des-
los datos que autoriza a tejer sobre él una lumbrante, compleja, que no desdeña la
trama novelesca y a retomar, una vez más,

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Reseñas y Notas

heterogeneidad ni se deja amedrentar por El hecho de que Kohan sea Profesor y


el falso decoro. Licenciado en Letras, autor de textos de
Kohan ha hecho con Echeverría lo que crítica académica, autoriza a pensar tam-
Echeverría hizo con su unitario. Como lec- bién hasta qué punto la crítica literaria no
tores de ambos, asistimos a una operación prolonga su oficio en ejercicios literarios,
literaria compleja que nos hace pensar en como éste. O viceversa. Pero esa es otra
la continuidad proliferante de la ficción y historia, u otro tratado.
también en los límites difusos que entra-
ñan la escritura y la lectura como prácticas
en ocasiones fácilmente conmutables.

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