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DERECHO CONSTITUCIONAL— 1º E-3 ANALYTICS

TEMA 2. LA CONSTITUCIÓN

1. El concepto de Constitución

La idea de Constitució n que se maneja hoy en día es moderna (siglo XVIII), sin embargo, este término
no resultaba desconocido siglos atrá s, ya que es una consideració n de carácter histórica que procede
de la Antigüedad clásica. Aristó teles hablaba de Constitució n como estructura, es decir, algo que
permite organizar una comunidad y ya distinguía entre politeia (Constitució n entendida como
estructura de la sociedad) y nomos (Leyes). Posteriormente surge la idea de una Leyes o principios
fundamentales que regulan la convivencia (Leyes Fundamentales del Reino). El término Constitució n
hace referencia etimoló gicamente a algo permanente o que nace con vocació n de permanecer en
vigor largo tiempo. Así, nace con la doble idea de ser un texto abierto y un texto de consenso:

 Si se pretende que la Constitució n ordene la vida social y política durante una larga etapa (la
longevidad es un elemento positivo de los sistemas democrá ticos), el texto no puede ser muy
concreto y cerrado, sino que debe ser abierto, de manera que permita que se vaya adaptando a
nueva circunstancias, sin apartarse de sus principios esenciales. De ese modo, cabe decir, que
la Constitució n no solo reglas, sino también principios.
 Como texto de consenso tiene que nacer si no de la uná nime voluntad de los ciudadanos y de los
partidos que los representan, sí apoyada por una considerable mayoría.

Sobretodo la característica de ser un texto abierto e inacabado provoca el principal dilema que es el de
quién ha de completar la Constitución e interpretarla, si el Parlamento (perdería su condició n de
norma suprema) o los jueces (podrían atribuirse funciones que exceden de su contenido y que pueden
ir en contra de la mayoría de los ciudadanos). La Constitució n españ ola ha optado por un modelo
mixto representado por el Tribunal Constitucional como elemento clave de su integració n.

Existen otros antecedentes del término / concepto de Constitució n, no obstante, en sentido moderno
se inicia en la era contemporá nea, época en las que se dictan los primeros textos constitucionales. Este
concepto procede de la Ilustración que recoge los ideales de las revoluciones liberales (finales del
siglo XVIII). Así surge un planteamiento optimista de la historia que establece que el ser humano es
capaz de poner en un papel las reglas bá sicas para regular una comunidad a través de la razó n. De esa
forma, la idea de Constitució n aparece ligada a la idea de Estado de Derecho.

Desde una perspectiva histó rica, se trata de un ideario a las aspiraciones de la burguesía, que
trataba de recoger en un texto ú nico los principios fundamentales del Estado que trataba de
afianzar: soberanía nacional, tabla de derechos y libertades, divisió n de poderes, y que el poder
legislativo radicara en una asamblea representativa. El objetivo final era establecer un nuevo modelo
de Estado que acabase con el absolutismo y la sociedad estatal del Antiguo Régimen para poder pasar
así del concepto de sú bdito a el de ciudadano. Este ideario se consolidó a través de los textos
constitucionales que sustituían la relació n de sometimiento por un sistema de derechos y
obligaciones recíprocas.

Estos ideales nacen de la mano de los ilustrados y de los avances má s relevantes de la época:

 Locke: la idea original de un pacto fundante, es decir, un convenio entre los seres humanos para
organizar la convivencia.
 Rousseau: la Constitució n contiene los principios básicos y fundamentales derivados de la
razó n para regular la convivencia.

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 Adams: a Constitució n es el fundamento y el pilar sobre el cual se construye el Estado de


Derecho (“ha llegado el tiempo del gobierno de las leyes frente al gobierno de los hombres”).
 Sieyès (gran teó rico y jurista de la revolució n): distingue entre poder constituyente (el que hace
la Constitució n, es decir, el conjunto del pueblo) y poder constituido (los poderes creador por la
Constitució n como el Parlamento, el gobierno, el poder judicial…; estos no pueden intervenir, sino
solo pueden actuar en el marco de la Constitució n).
 Art. 16 de la Declaració n de los Derechos del Hombre y del ciudadano (1789): el sentido de la
Constitució n es limitar el poder (divisió n de poderes) y garantizar los derechos humanos.

A través de estos elementos es posible definir la Constitució n: Es el pacto fundante de una comunidad
que contiene los principios bá sicos que constituyen el fundamento del Estado de Derecho, fruto de la
voluntad del pueblo (poder constituyente) y con un contenido concreto limita el poder y garantiza los
dd.hh) con vocació n de permanencia y estabilidad.

En este contexto político se promulgaron la primeras Constitución escritas (la primera fue la
americana 1787, Jefferson, Hamilton y Adams; y después la francesa en 1791, Robespierre, Mirabeau).
En estas ya aparece la rigidez constitucional mediante la cual se protege frente al resto del
ordenamiento, por lo que el poder constituyente no puede intervenir en ellos. Así la modificació n de la
Constitució n tiene unos requisitos especiales porque contiene los principios fundamentales y estos
no se pueden cambiar fácilmente.

En el modelo españ ol de este constitucionalismo liberal, la Constitución de 1812 (Argü elles, Martínez
de la Rosa, Muñ oz-Torrero), proclamada por Fernando VII (rey ausente que había dejado la Corona
españ ola en manos de Napoleó n), al que limitaron sus poderes, situando el poder legislativo en unas
Cortes representativas. Esta Constitució n deriva un debate extraordinario, ya que no todo el mundo
compartía la necesidad de una constitució n, como Jovellanos que defendía que no había que hacer una
Constitució n, sino adaptar las leyes actuales al momento. De ese modo, la idea de Constitució n en
Españ a ha sido una idea que ha tenido oposición seria desde varios puntos de vista:

 Historicismo: el Antiguo Régimen es valioso, hay que preservar la esencia histórica del país.
Los países tienen una Constitució n interna que viene de la historia (Fernando VII lo primero que
hace es derogar la Constitució n de Cá diz). En Francia cuando cae Napoleó n surge la idea
legitimista buscando los principios de convivencia en la historia interna del país, que no está n
escritos. De Bonald decía que “eso de poner en un papel el carácter de una nació n es como si
fuésemos al médico y le dijésemos: doctor há game un temperamento”. Es decir, que no se puede
establecer la esencia de un país sobre un papel. Los defensores de la crítica historicista
querían volver al Antiguo régimen y al poder del monarca frente a los cambios impulsados por el
liberalismo.
 Socialismo: el liberalismo es el triunfo de la burguesía, es la nueva clase emergente del tercer
estado (en la terminología de Marx, el proletario). Querían hacer una Constitució n con todo su
ideario y dejar fuera todo lo demá s. La Constitució n es la consagració n del poder de la burguesía.
El yerno de Marx, Lasalle defiende que la Constitució n es una mera hoja de papel, es decir, que los
factores reales del poder no están en la Constitución (dominació n de clase).

Este modelo de Constitució n sufrió dos tipos de agresiones en el siglo XIX: por una parte, tras las
invasiones napoleó nicas se instauraron los principios del liberalismo doctrinario o moderado,
basado fundamentalmente en la soberanía compartida entre el Parlamento y el Rey, que condujo a la
fó rmula de las cartas otorgadas por la Corona; y por otra parte, la izquierda hegeliana, socavó los

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ideales de los derechos fundamentales y las libertades pú blicas para hablar de relaciones sociales
“reales”, considerando las manifestaciones jurídicas formales como parte de las superestructura de la
sociedad.
A lo largo de dicho siglo, va desarrollá ndose una amenaza técnico-jurídica para la Constitució n. En el
momento en el que se establecen los principios bá sicos en un papel, toda preocupació n recae sobre el
papel y no sobre los principios. De esa forma, se establece la idea de que el Derecho es el papel,
defendida por la Escuela positivista del siglo XIX , una de las escuelas má s importantes del Derecho. La
Constitució n para el positivista es lo que ponga en la Constitució n, es decir, cualquier cosa que se
incluya en la Constitución es Derecho. Solo es Constitució n lo que está escrita en la misma, y los
positivistas no se preocupan por lo que hay fuera de la Constitució n. Heredero de este planteamiento
en el siglo XX surge la teoría de Kelsen. Para él, el Derecho es lo que tiene forma de Derecho y la
Constitución es lo que tiene forma de Constitución. En definitiva, el Derecho es lo que está escrito
en la Constitució n.

Debido a estas desvalorizaciones del concepto de Constitució n se pierde el sentido que dio vida a los
primeros textos constitucionales, por lo que, en el siglo XX se produjeron las mayores atrocidades (dos
guerras mundiales) resultantes de la aceptació n de que el Derecho es lo que se establecía en la ley.
Después de esto, se plantea la idea formalista del Derecho y de la Constitució n, por lo que se vuelve
poco a poco a un concepto material de Constitución (volver al origen) impulsadas por el á nimo de
limitar el poder y garantizar los derechos humanos y las libertades. Por eso, hoy en día solo es
Constitució n lo que tiene forma de Constitució n y lo que tiene este contenido determinado, es
decir, que si no se incluye este contenido, el texto se puede llamar Constitució n pero ni es ni se puede
considerar como tal. A las constituciones que tienen forma pero no contenido Karl Lö wenstein las
denomina Constituciones nominales.
En resumen, se puede definir que la Constitució n es lo que tiene forma y contenido de Constitución.

La Constitució n españ ola de 1978 corresponde a esta ú ltima línea de constitucionalismo renovado.
El autor es la Nació n españ ola (soberano) que decide elaborar un texto para que Españ a constituya un
Estado social y democrático de Derecho. Esta establece el principio de limitació n del poder, crea un
sistema político parlamentario y reconoce y garantiza los derechos y libertades fundamentales de los
ciudadanos que se concretan en libertades individuales frente al poder (derechos de participació n en
los asuntos pú blicos y reconocimiento de derechos sociales).

2. Supremacía de la Constitución en el ordenamiento jurídico

La Constitució n como conlleva 3 afirmaciones y cada una tiene un sentido concreto.

1) Es una norma jurídica

La Constitució n no es una declaració n programá tica, ni una declaració n de intenciones ni una lista
de deseo, sino que constituye preceptos normativos, es decir, mandatos jurídicos como se ha
visto en la definició n de Derecho. Dicho esto, es verdad, que el lenguaje que utilizan las normas no
siempre es imperativo (mandatos), por lo que lo mismo sucede en la Constitució n. Al ser un pacto,
el pacto fundante, esta exige que se llegue a un término medio / acuerdo entre las distintas
perspectivas ideoló gicas y modelos de la sociedad. Así, el ideal de una Constitució n sería que
todos los modelos estuviesen relativamente satisfechos, sin embargo, el llegar a un acuerdo es un
hecho muy complejo entre diversos intereses. Como consecuencia de intentar armonizar y
organizar los distintos modelos, el lenguaje de la Constitució n es poco determinante y decisorio
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dejando un margen de interpretación amplio para que quepan los distintos modelos de la
sociedad.

Tomando como referencia los arts. 5 y 6 la Ley Orgá nica del Poder Judicial (organizació n y
actividad de los jueces) se establece que la Constitució n es norma y que los jueces tienen la
obligación de que se cumpla. De esa forma, cuando una disposició n legal es contraria a la
Constitució n se declara su inconstitucionalidad y se elimina. Se le ha atribuido el monopolio de la
defensa de la Constitución al Tribunal Constitucional, en otras palabras, este tribunal es ú nico
ó rgano competente de declarar la inconstitucionalidad de una ley. Cuando un reglamento es
inconstitucional, cualquier juez ordinario puede declarar su inconstitucionalidad, sin embargo,
cuando se trata de una ley aparentemente inconstitucional, un juez ordinario no puede
declarar la inconstitucionalidad, ya que esto es competencia del Tribunal Constitucional. De ese
modo se distinguen dos vías para llegar a dicho ó rgano:

 Recurso de inconstitucionalidad: se plantea ante el Tribunal que una ley es inconstitucional


por quien tiene dicha competencia (el Gobierno de la Nació n, 50 diputados, 50 senadores,
Parlamentos autonó micos en asunto de su competencia y el Defensor del Pueblo).
 Cuestió n de inconstitucionalidad: en caso de que un ó rgano no tenga competencia de plantear
la inconstitucionalidad, mediante un juicio ordinario, el juez plantea ante el Tribunal
Constitucional dicha inconstitucionalidad, que paraliza el pleito hasta que el T.C toma una
decisió n. Sin embargo, el juez no está obligado a plantear la inconstitucionalidad, solo si
está de acuerdo con dicha cuestió n.

2) Es una norma de normas

Esto quiere decir que el resto de normas que hay en Españ a nacen de la Constitución que se ha
encargado de ordenar todo el cuadro de fuentes.

3) Es la norma suprema

La Constitució n no solo es una norma, sino la norma suprema, cú spide del ordenamiento
jurídico. La supremacía se proclama en el art-9.1 CE que establece no solo el sometimiento de los
ciudadanos y de los poderes públicos a la Constitució n y a la Ley, sino que también hace una
distinció n entre la Constitució n y el resto del ordenamiento (indica la supremacía de la primera).
Este artículo podría considerarse repetitivo / innecesario ya que desde un punto material esta
idea esta implícitamente afirmada por la existencia de una jurisdicción constitucional con
competencias para invalidar normas y actos que contradigan los preceptos constitucionales,
ademá s de hacer sido recalcado reiteradamente en las sentencias del Tribunal Constitucional.

Así, Kelsen la sitú a en el pico de su pirámide sobre el resto de las normas, y considera que es la
norma hipotética fundamental. Pero la supremacía no se puede justificar con un argumento
formal, sino a través de razones materiales. El fundamento de su supremacía se basa en la idea
de su concepto (definició n mediante los elementos histó ricos) y por esas razones materiales, y
porque contiene los principios bá sicos de la sociedad, se protege con instrumentos formales.

 Instrumentos formales: desde este punto de vista formal, cabe destacar que la Constitució n es
creadora de normas, decide los procedimientos para su elaboració n y; ademá s designa los
ó rganos que gozan de potestad legislativa y reglamentaria, y establece los principios sobre los

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procedimientos de producció n y vigencia, decidiendo así las relaciones entre el resto de las
normas. De esa forma, se pueden distinguir dos instrumento formales fundamentales:

 Mediante la rigidez constitucional la Constitució n queda protegida, ya que su


modificació n / reforma requiere un procedimiento especial, complejo y diferenciado del
establecido para el resto de las Leyes. De este modo, la Constitució n queda apartada de la
actividad legislativa ordinaria. Este elemento se encuentra ya en el origen del
constitucionalismo, dado que desde la primera Constitució n ya se introduce la idea de
que esta no se puede modificar con facilidad, porque contiene los principios básicos y
de ese modo se debe proteger. Existen muchas formas de expresar la rigidez
constitucional, por ejemplo, mediante las mayorías especiales, recurrir al poder
constituyente (referéndum popular) o disolver el Parlamento y crear una Asamblea
constituyente.

Por la facilidad o dificultad de reformar, se distingue entre constituciones rígidas o


flexibles, pero hay muy pocas Constituciones flexibles, por ejemplo la Constitució n
Britá nica que se considera flexible porque no es escrita; sin embargo, esto es una verdad
a medias, ya que, si que es verdad que los britá nicos sujetan su Constitució n en la
soberanía del Parlamento (Constitució n má s tradicional a nivel mundial), es decir, se
puede modificar con la simple decisió n del Parlamento, pero esto no suele ocurrir. El
Parlamento inglés esta constituido por el Parlamento Galés, el Escocés, el del Reino
Unido y el Irlandés. Recientemente, el referéndum de Escocia se permitió , dado que el
Parlamento del Reino Unido lo autorizó mediante Ley.

 El Tribunal Constitucional tiene el monopolio de la defensa de la Constitució n frente a


las leyes con origen en el Plan Marshall vs. Marbury y el juez Marshall. De ese modo, se
distinguen dos diferencias entre los T.C: hay un modelo de control difuso
(norteamericano) que permite que cualquier juez ordinario puede proteger la
Constitució n frente a los reglamentos y demá s leyes; y el modelo de control
concentrado que crea un ó rgano cuya ú nica funció n es proteger la Constitució n
(introducido por primera vez por Kelsen en la Constitució n austriaca de 1820).

 Supremacía material (razones materiales): el contenido de la Constitució n es superiores al


contenido del resto de las normas del ordenamiento, cualidad que se aprecia claramente en la
relació n que existe entre Constitució n y Ley (producto de la potestad legislativa de la que
disponen los ó rganos parlamentarios y que deriva de la legitimidad democrá tica). A pesar de
esta superioridad de la Ley, los titulares del poder legislativo están sometidos a los
preceptos constitucionales, considerados los límites de la creació n legislativa. De modo que
las Leyes que no se ajusten a los contenidos constitucionales podrá n ser sancionadas con la
declaració n de nulidad y consiguiente expulsió n del ordenamiento.

También se expresa mediante principio de interpretación conforme, dado que se trata de


que las normas sean interpretadas conforme al contenido de los preceptos constitucionales;
así lo exigen el tribunal Constitucional y el art. 5.1 LOPJ. Só lo cuando no sea posible
interpretar una norma con rango de ley conforme a lo establecido, recurrirá n los ó rganos
judiciales al Tribunal Constitucional presentando una cuestión de inconstitucionalidad
conforma a los requisitos y procedimientos establecidos (art. 163 Ce y arts. 35 y siguientes
LOTC).

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Cuando la norma a aplicar sea norma reglamentaria, el juez no la aplicará, ya que este es
soberano ante el reglamento, pero no ante la ley. Por ello, los jueces y tribunales son
competentes para declarar la nulidad de un reglamento debido a vicios de
inconstitucionalidad o ilegalidad (art.6 LOPJ)

3. El contenido de la Constitución

La Constitució n se puede dividir en tres partes:

 Parte dogmá tica: derechos y libertades pú blicas (Título I (art.10 – 55))


 Parte orgá nica: organizació n de los poderes (Título II (art. 56 – 65); Título III (art. 66 – 96); Título
IV (art. 97 – 107); Título V (art. 108 – 116); Título VI (117 – 127) y Título VIII (art. 137 – 158))
 Parte de decisiones políticas fundamentales: los grandes principios que dan fundamento a la
Constitució n, “los principios de los principios” (Título Preliminar (art. 1 – 9); Título X (art. 166 –
169) y en parte el Título VII (art. 128 – 136))

En la Constitució n españ ola no existe una jerarquía interna, ya que técnicamente no hay preceptos
má s importante que otros y todos valen lo mismo. Sin embargo, las constituciones si que pueden
alcanzar dicha jerarquía si reconoce alguna cláusula de intangibilidad, es decir, que una parte de la
Constitució n es tan importante que se establece que no se puede modificar, por lo que es má s
importante que el resto. Por ejemplo, la Constitució n alemana (Ley Fundamental de Bonn) dicta que el
Estado Federal no es modificable, al igual que la Repú blica en la Constitució n francesa.

En la Constitució n españ ola no existen las cláusulas de intangibilidad, es decir, que se puede
reformar la Constitució n en su totalidad (arts. 168 y 169 CE). Esto es el resultado de que las Leyes
Fundamentales del régimen franquista no eran susceptibles de modificació n, por lo que se tuvo que
aprobar una nueva ley para que se pudiesen modificar (Ley para la Reforma Política). Esto demuestra ,
que en la prá ctica, las clá usulas de intangibilidad no sirven si hay un giro en la historia.

El contenido de la Constitució n ha ido variando y acogiendo las influencias de lo que ha sido el


desarrollo del mundo. En el siglo XIX (Estatuto Real, Constitució n de 1845, de 1869, de 1876) se
funden los elementos liberales con los elementos liberales y conservadores del Antiguo Régimen
pasando a denominarse doctrinarismo. Alguno de esos elementos del Antiguo Régimen siguen
presentes hoy en día en las actuales Constituciones, como la monarquía, los fueros (en Españ a), la
sanció n Real… Frente a estas constituciones, en el siglo XX, las Constituciones modernas incluían
elementos socialistas, ya que estos abren una inmensa crítica contra el propio concepto de esta. Así
surge la ideal del art. 1.1 del Estado social que hace referencia al intervencionismo estatal, a la
educació n, a la sanidad, a los derechos sociales, a los servicios pú blicos… Estos elementos surgen por
primera vez en la Constitució n de México de 1917 y má s tarde en la Constitució n de Weimar de 1919
(primera Constitució n alemana federal).

En este sentido, adopta mucha importancia también el contenido del Preámbulo. Todas las leyes
tienen un preá mbulo, denominado “la expresión de motivos” que no forma parte del contenido de la
ley, pero da una idea / aproximació n adelantando su contenido. El preámbulo no tiene un valor
normativo, sin embargo, al ser un resumen o una introducció n, si que tiene valor interpretativo.
Muchas veces, para entender las leyes, hay que leer el preá mbulo que cumple una funció n explicativa.
De esa forma, se dice que es un gran elemento de interpretación de toda la Constitució n.

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Así, el T.C ha entrado a opinar sobre el valor del preá mbulo (por ejemplo del Preá mbulo del Estatuto
de Cataluñ a, 2006, dado que estos redactaron que Cataluñ a era un Nació n. El Estatuto se llevo al T.C y
este lo declaró inconstitucional.) Este tribunal declaró que el preá mbulo si tenía eficacia jurídica por su
valor interpretativo, por lo tanto, se puede declarar su inconstitucionalidad.
En resumen, no contiene mandatos, sin embargo, por ser una explicación de las leyes si que tiene
valor interpretativo y puede llegar a considerarse inconstitucional por el T.C.

3.1 Eficacia directa

A lo largo de la historia del constitucionalismo, los movimientos ideoló gicos y demá s hitos originaron
que no siempre se otorgan a los preceptos constitucionales los mismos efectos jurídicos. En algú n
momento, se puso en duda la eficacia directa de la Constitució n, es decir, el cará cter de norma
jurídica directamente aplicable. De modo que los ó rganos llamados a aplicar el ordenamiento jurídico
(especialmente los jueces), no deberían aplicar las normas constitucionales, sino a través de las
Leyes de desarrollo, por lo que quedaban reducidas a un mandato dirigido al legislador, que só lo
afectaba a los demá s ó rganos del Estado en la medida en que dicho contenido fuera incorporado a la
Leyes. Este supuesto se denomina eficacia indirecta, lo que representa no conocer la Constitució n
como fuente directa del Derecho.

Relacionado con los distintos conceptos de Constitució n, negar la eficacia directa de la Constitució n
conlleva entender que sus preceptos disponen de un valor programá tico, una guía y objetivos
políticos del Estado. Por el contrario, si se parte de su posición jerárquica, como norma superior
(norma de normas), la Constitució n tiene eficacia directa, ya que el principio de jerarquía normativa
exige su aplicació n a las relaciones jurídica, por lo que los actores jurídicos deberá n aplicarla.

La Constitució n de 1978 sigue este ú ltimo concepto, por lo que cualquier juez deberá aplicarla, aun
cuando el legislador no haya dado cumplimiento de sus prescripciones o no exista regulació n
legislativa de desarrollo. El contenido de la Constitució n es inmediatamente operativo y mediante
una fuerza vinculante de todos los preceptos constitucionales, se permitió a los ó rganos de poder
judicial aplicarla inmediatamente después de su entrada en vigor. Todo ello se desprende de las
propias normas constitucionales y especialmente del art. 9.1 CE, segú n el cual está n sujetos a las
Constitució n “los poderes pú blicos” (sin excepciones); y el art. 53.1 CE asegura que “los derechos y
libertades (…) vinculan a todos los poderes pú blicos”.

3.2 Efecto derogatorio

La disposició n derogatoria, establece el efecto derogatorio de la Constitució n (por ejemplo de las


Leyes Siete Fundamentales de Franco o la Ley de Reforma Política). La derogació n se extienda a
todas las disposiciones anteriores que contradigan lo dispuesto en ella, tanto se trate de Leyes o
bien sean normas de rango inferior a la Ley. No se trata de la derogació n de las normas anteriores
por haber sido aprobadas por ó rganos y procedimientos que no reconoce la Constitució n, es decir, la
normativa anterior sigue siendo vá lida mientras se trate de normas cuyo contenido no sea contrario
al contenido de la Constitució n (si no fuera así, se habría derogado todo el ordenamiento jurídico).

En este contexto concurren dos principios que se relacionan con el efecto derogatorio de la
Constitució n, el principio de jerarquía, que determina que solo el T.C podrá declara la
inconstitucionalidad de estas disposiciones anteriores; o el principio de posterioridad, que
establece que cualquier juez ordinario puede aplicar este principio y derogar las leyes anteriores a la

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Constitució n. En Españ a, se decidió que ambos principios pueden ser aplicables. De ese modo, la
doctrina del T.C ha desarrollado el concepto de “inconstitucionalidad sobrevenida” que une ambos
principios aplicables a las normas anteriores a las Constitució n. Así, cualquier juez inaplicará las
normas que considere derogadas por la Constitució n sin necesidad de solicitar el parecer del T.C.
Este ha aceptado la posibilidad de interponer recurso de inconstitucionalidad de tales Leyes, en las
que se una doble circunstancia: son anteriores a la Constitució n y son inferiores a ella; lo que
conduce a la derogació n y la nulidad.

3.3 El bloque de constitucionalidad

La distribución competencial que establece la constitució n entre normas del mismo rango, es
consecuencia del establecimiento en Españ a de un Estado plural descentralizado. El Estado de las
Comunidades Autó nomas conlleva la garantía constitucional de una estructura territorial compleja
en el que conviven entes que gozan de autonomía para la “gestió n de sus respectivos intereses” (art.
137 CE) que incluye la potestad legislativa, originaria. Surgen así subsistemas normativos, que
conviven en el ordenamiento españ ol mediante las relaciones de jerarquía, competencia y
procedimiento que se producen entre normas.

Por eso, la constitucionalidad o inconstitucionalidad de una Ley, o de otro acto del poder pú blico,
debe determinarse no só lo por infracción de la Constitución, ya que en el ordenamiento hay
normas (previstas por la propia Constitució n) que establecen distribució n de competencias entre
Estado y Comunidades Autó nomas. Este conjunto de Leyes se domina “bloque de
constitucionalidad”, definido como las Leyes, que, dentro del marco constitucional, se hubieran
dictado para delimitar las competencias del Estado y las diferentes CC.AA o para regular o
armonizar el ejercicio de las competencias de estas. Ademá s, el T.C ha reiterado las posició n de
determinadas Leyes, cuyo respeto a otras normas con rango de Ley, condiciona su constitucionalidad.
Por ejemplo, las Leyes autonó micas está s sometidas al contenido del correspondiente Estatuto de
Autonomía, dadas las competencias que el propio texto constitucional otorga a las Leyes orgá nicas
(art. 149 CE). De ese mismo modo, deberá n tenerse en cuenta, cuando sean aplicables otras Leyes,
como las que establece el art. 150 CE, para decidir la constitucionalidad o inconstitucionalidad de una
Ley.

4. La reforma de la Constitución

La Constitució n ideal sería aquella que se adaptase a los cambios de forma natural, sin necesidad
de reforma. Sin embargo, lo cierto es que los cambios que se producen en la vida pú blica exigen la
reforma de los textos constitucionales con la finalidad de adecuarse a las nuevas demandas de la una
sociedad diná mica, ya que sino estos se alejarían de la realidad. Por ello, se incluyen entre sus
preceptos, disposiciones para la reforma del propio texto.

De modo que si las constituciones no se someten a una revisió n que renueve los contenidos no
aplicable o caducos, existe la posibilidad de una segunda vía (menos ortodoxa), la reforma
constitucional encubierta. Se trata de la “mutación constitucional” que se produce cuando se
modifican preceptos constitucionales sin que los cambios se recojan en el propio texto
constitucional. Esto tiene lugar por vía interpretativa, cuando se produce una interpretació n sesgada
pero continuada de determinados preceptos constitucionales. Estas modificaciones resultan
inevitables, pero si se generalizan y si afectan principios esenciales de la Constitució n, existe el peligro

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de que ésta pierda su sentido como norma suprema e integradora del ordenamiento, o que quede
amenazada la garantía de los derechos del ciudadano.

En cuanto a la reforma constitucional, cabe diferencias entre la Constituciones rígidas, aquellas que
deben reformarse mediante procedimientos complejos, diferentes de los exigidos para las Leyes; y las
flexibles, aquellas que se reforman por el mismo procedimiento que las demá s Leyes. Desde el origen
del constitucionalismo se ha establecido mayoritariamente el principio de rigidez:

 Constitució n Americana de 1776: aprobació n por mayoría de 2/3


 Constitució n Francesa de 1781: Asamblea Constituyente (tras la disolució n del Parlamento, esta
Asamblea es especial para modificar la Constitució n)
 Constitució n de Cá diz de 1812: se establece una regla especial que determina que la Constitució n
se debe reformar en todo caso, pero a partir de un tiempo de espera de 8 añ os, es decir, se puede
reformas cuando hayan pasado 8 añ os.

Este principio de rigidez también esta presente en la actual Constitució n españ ola. De ese modo, se
tata de preservar la Constitución, reconocida como Ley primaria y fundamental, que se alza sobre el
resto de las normas. Si la Constitució n es la norma supresa debe ser rodeada de garantías que
aseguren que no se va a producir una reforma constitucional que no tenga la aprobació n del pueblo
(depositario de la soberanía).

Aparte de este principio, también se han planteado límites para su reforma, denominados “cláusulas
de intangibilidad”. La Constitució n españ ola no incluye estos límites pero si determina que la
reforma no puede llevarse a cabo en cualquier momento (excluyendo el tiempo de guerra o de
alguno de los estados previstos en el art. 116; art. 169 CE). Sin embargo, el hecho de que la
Constitució n admita su reforma, su modificació n y supresió n de determinados principios y valores que
parecen consagrados como inmutables, no corresponde con lo previsto en muchas constituciones de
su entorno.

 La Ley Fundamental de Bonn no admite ninguna modificació n de ésta que afecte a la


organizació n de la Federació n de Lä nder, el principio de la participació n de estos en la legislació n
o los principios enunciados en los arts.1 (dignidad humana y vinculació n de los poderes a los
derechos) y 20 (Estado social y democrá tico); la Constitución Francesa de 1958 señ ala que no
se podrá reformas la forma republicana de gobierno; la Constitución Italiana de 1947 dicta que
no podrá ser objeto de revisió n constitucional la forma republicana y la Constitución Checa 2002
determina que no se permite ningú n cambio en los principios esenciales que conforman un Estado
democrá tico gobernado por el imperio de la ley.

Respecto a la critica frente a un excesivo “indiferentismo ideoló gico”, el T.C ha declarado que no cabe
una “democracia militante”, es decir, desde la perspectiva de los partidos políticos no cabe un
control sobre la ideología de estos sobre sus fines, sino tan só lo sobre la actividad que llevan a cabo
para el logro de dichos fines. No existe pues, un deber constitucional de respeto o defensa de
determinados valores de la Constitució n y por eso no existen los límites materiales a la reforma. Si
la Constitució n pone en duda la intangibilidad de sus propios valores, có mo puede imponer límites a
las ideologías que se expresan en contra de los mismos o que pretendan como fin principal acabar con
estos.

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DERECHO CONSTITUCIONAL— 1º E-3 ANALYTICS
TEMA 2. LA CONSTITUCIÓN

No obstante, algunos autores no está n de acuerdo con lo mencionado en el pá rrafo anterior, y


defienden que si existen límites materiales a la reforma, pese a que la propia constitució n admita
explícitamente la reforma total. Dicho límites serían los principios de Estado social y democrá tico de
Derecho, los de unidad y soberanía nacional y el de autonomía de las nacionalidades y regiones.

4.1 Proceso de la reforma en la Constitució n Españ ola de 1978

 La iniciativa de reforma constitucional: Acerca de la legitimació n para la iniciativa de la reforma


en Derecho Comparado se han dado distintas soluciones. Es típico de los regímenes
autoritarios que la iniciativa corresponda al Gobierno, lo habitual en las constituciones
democrá ticas es que la iniciativa corresponda al poder legislativo

En el caso españ ol, esta corresponde a los ó rganos que indudablemente expresan la voluntad
democrá tica de la cá maras constituyentes: el Gobierno (G), el Congreso de los Diputados (CD),
el Senado (S) y las Asambleas Legislativas de las CC.AA (AALLCCAA) (art. 87.1 y 2 CE al que se
remite el art. 166 CE). Se excluye la legislativa popular (art. 87.3 CE), aunque en el
Anteproyecto constitucional si que se admitiese, ya que fue reprimida por la Comisió n
Constitucional del Congreso (UCD, PSOE;, PCE).

La constitució n establece una preponderancia del Congreso sobre el Senado en todos los
procedimientos legislativos, y que también se manifiesta en la regulació n del procedimiento de
reforma constitucional. Por el contrario otro textos constitucionales bicamerales (por ejemplo el
sueco), establecen un doble sistema paritario de votació n de las Cá maras.

La iniciativa gubernamental no difiere respecto a la prevista para el procedimiento


legislativo. Deberá presentarse un proyecto de reforma (texto) con los requisitos que señ ala el
art. 88 CE (una exposició n de motivos, los antecedentes necesarios y un dictamen del Consejo de
Estado).

La iniciativa de las Cámaras tiene variaciones respecto a las restantes proposiciones de la


Ley.

Reforma Constitucional Reforma Legislativa


 2 grupos parlamentarios (mínimo 15 diputados
con 15 % de los votos correspondiente a las
 1 diputado con la firme de otros 14
circunscripciones donde se haya presentado
Congreso de  1 grupo parlamentario con al firme de su
candidatura o un 5% de los votos en conjunto de
los portavoz
la nació n)
Diputados
 1/5 del Congreso
 art. 126 RDC

 art. 147 RDC


 25 senadores de diferentes grupos
 50 senadores de diferentes grupos
parlamentarios
parlamentarios
Senado  1 grupo parlamentario
 art. 1452 RS
 art. 108.1 RS

La iniciativa de las Asambleas Legislativas de las CC.AA no presenta diferencias y se


transmiten ambas a través del Gobierno o presentando la proposició n ante la Mesa del CD (art.
87.2 CE).

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DERECHO CONSTITUCIONAL— 1º E-3 ANALYTICS
TEMA 2. LA CONSTITUCIÓN

 Art. 167 CE: Se refiere a los procedimientos de reforma en caso de reforma ordinaria y
establece un procedimiento circunscrito a una reforma parcial que no afecte a las material
especialmente protegidas (art. 168 CE).

El texto de la Ley de reforma constitucional deberá ser aprobado por una mayoría de 3/5 de
cada una de las Cámaras. En caso de no lograrse dicha mayoría, “se intentará obtenerlo
mediante la creació n de una Comisión de composició n paritaria de diputados y Senadores, que
presentará un nuevo texto que será votado por las Cá maras” (art. 167.1 CE).

En esta segunda votació n se aprecia la preeminencia del Congreso, ya que si no se logra la


aprobació n (procedimiento anterior), pero el texto ha obtenido el voto favorable de la mayoría
absoluta del Senado (< 3/5), el Congreso, por mayoría de 2/3, podrá aprobar la reforma
(art. 167.2 CE).

Ademá s, una vez aprobada por las Cortes Generales, podrá ser sometida a referéndum para su
ratificació n si lo solicitan, dentro de los 15 días siguientes a su aprobació n, 1/10 parte de
cualquier de las Cámaras (art. 167.3 CE).

 Art. 168 CE: se refiere al caso de la revisió n por el procedimiento “agravado”, ya que se
aplicará a la reforma total de la Constitució n o una revisió n que afecte al Título Preliminar, a
la S1/C2/Título 1 o al Título 2. Esto es, modificaciones que afecten a la totalidad, a los
principios político-constitucionales, a los derechos fundamentales y libertades pú blicas y a la
Corona. Estas materias quedan protegidas por un sistema de reforma doblemente rígido.

Tras la aprobació n del Congreso y del Senado por mayoría de 2/3 de cada Cámara, se deberá
proceder a la disolución inmediata de las Cortes (art. 168.1 CE). Este es un elemento de
extremada rigidez, ya que ningú n diputado ni senado quiere dejar de serlo, por lo que se
replantean la reforma.

Tras la convocatoria de elecciones se constituirá n nuevas Cortes, que deberá n ratificar la


decisió n por mayoría de 2/3 y proceder al estudio del nuevo texto constitucional. Este deberá
ser aprobado por mayoría de 2/3 de ambas Cámaras (168.2 CE).

El referéndum en este caso es obligatorio una vez aprobada la reforma por las Cortes
Generales (168.3 CE).

 La reformas de la Constitució n de 1978:

 Se llevo a cabo por el procedimiento en el art. 167 CE y consistió en añ adir en el art. 13.2 CE
la expresió n “y pasivo” referida al ejercicio del derecho de sufragio de los extranjeros en
elecciones municipales (exigido por la firma del Tratado de la Unió n Europea o Tratado de
Maastricht). El 7 de julio de 1992 varios Grupos Parlamentarios (Socialista, Popular,
Catalá n, Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, CDS, Vasco y Mixto) presentaron
conjuntamente una Proposició n de Reforma. El 22 de julio tuvo lugar el debate en el Pleno
del CD, donde el resultado fue favorable ademá s de uná nime (332 votos emitidos
afirmativos). El debate en el Pleno del S se celebro el 30 de julio, donde el voto también fue
favorable (236 afirmativos, 1 en contra y 1 abstenció n). El Rey sancionó y promulgó la
reforma constitucional el 27 de agosto, con su publicación en el BOE al día siguiente.

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DERECHO CONSTITUCIONAL— 1º E-3 ANALYTICS
TEMA 2. LA CONSTITUCIÓN

 Se produjo en verano de 2011 como consecuencia de la crisis económica y las exigencias


de control del déficit público. Se reformó el art. 135 para recoger explícitamente un
principio y su correspondiente procedimiento de control del gasto pú blico, exigencia que ya
en cierto modo se derivaba de los acuerdos suscritos por Españ a en su condició n de
miembro de la UE.
El 26 de agosto los Grupos Parlamentarios Socialista y Popular presentaron (en CD) una
proposició n de reforma. El art. 135 situado en el T7 debía someterse al procedimiento
ordinario (Art. 167 CE), sin embargo, se tramitó por el procedimiento de urgencia y su
aprobació n fue en lectura única, segú n solicitaron a la Mesa de la Cámara los dos Grupos.
el 30 de agosto el Pleno acordó tomar en consideració n esta proposició n, así como su
tramitació n directa y en lectura ú nica. El debate del pleno tuvo lugar el 2 de septiembre,
siendo rechazadas las enmiendas (solo se admitió una correcció n gramatical). El
resultado fue favorable (316 afirmativos y 5 en contra). Tras la aprobació n del CD, fue
remitido al S pasando a las Comisió n Constitucional y abriéndose un plazo de presentació n
de enmiendas (hasta el 5 de septiembre). La Comisió n rechazó todas las enmiendas y
aprobó el texto remitido por el Congreso por 23 votos a favor y 1 en contra. El Pleno del S
también rechazó las enmiendas y aprobó el texto el 7 de septiembre (233 a favor y 3 en
contra) sin la solicitud de ratificació n por referéndum, el texto fue sancionado por el Rey el
27 de septiembre.

El proceso seguido de esta reforma ha sido fuertemente criticado por haberse tramitado al
amparo conjunto de procedimientos legislativos especiales de urgencia y lectura ú nica
(perspectiva formal) y dejando fuera del acuerdo a otras fuerzas políticas, rompiéndose en
cierto modo el consenso que presidió la elaboració n e la Constitució n, ya que, pese a que ha
contado con una amplia mayoría, ha sido votada favorablemente tanto el partido en el poder
como el principal de la oposició n (perspectiva material).

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