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actores que intervienen en el aprendizaje-

Expectativas-Conocimientos Previos
EXPECTATIVAS:

Las expectativas están estrechamente ligadas a las representaciones mutuas, si bien no es la


primera imagen que recibimos, sino lo que nosotros esperamos que suceda en un futuro en
función de esa representación que nos hemos formado.

Para seguir con el ejemplo anterior; si la primera impresión que tenemos del/de la alumno/a
que llega tarde es la de que es impuntual y maleducado/a; las expectativas que tendremos
serán muy pobres. Se traducirán en que probablemente tendremos problemas de tipo
disciplinario con él/ella y que tiene poco interés en asistir a nuestras clases, por lo que su
rendimiento académico será bajo.

Pero esto es simplemente la expectativa que tenemos frente a una representación que hemos
fabricado de una primera impresión que nos ha transmitido una persona que acabamos de
conocer, por lo que puede ser errónea y cambiar en el futuro… o por el contrario podemos
estar  en lo cierto.

Para entender este punto mejor vamos a poner dos ejemplos muy clarificadores, el Efecto
Pigmalión y el Experimento de Rosenthal.

Efecto Pigmalión:

Pigmalión fue un rey chipriota que nunca se casó a pesar de pasar años y años buscando
una mujer con la que hacerlo, pero ninguna de sus pretendientas le parecía lo
suficientemente bella, puesto que buscaba una mujer perfecta.

Cansado de buscar, decidió dejar de hacerlo y empezar a esculpir figuras femeninas en


mármol buscando esa perfección que ninguna mortal poseía.

Una de esas esculturas, Galatea, consiguió aunar lo que Pigmalión buscaba, poseía todos
los cánones de belleza que el rey deseaba… él la trataba como si fuese una persona real,
pero era de mármol.

Una noche,  Afrodita hizo que Pigmalión soñara que Galatea cobraba vida; fue tal el
sentimiento de Pigmalión en ese sueño, que Afrodita a la mañana siguiente decidió que
haría que ese sueño se volviera realidad, ofreciéndole al rey a Galatea en forma humana.

En el aula, el/la formador/a tendrá unas expectativas diferentes en función del tipo de
alumno/a con el que trabaje.
Existe la posibilidad de que a los/as alumnos/as que el/la formador/a considere más
interesados en la materia, que prestan mayor atención y que poseen mayores conocimientos
se les trate de una manera diferente debido a las expectativas que el/la formador/a ha creado
en torno a ellos/as, estimulándolos de una manera diferente al resto de alumnos/as, por lo
que ofrecerán un comportamiento y un rendimiento distinto que acabará por confirmar las
expectativas del/de la formador/a hacia ellos/as en forma de mejores resultados y
calificaciones.

Lo vamos a ver más claro mediante el experimento que realizó Rosenthal en 1966.

En una escuela en Estados Unidos hizo un test de inteligencia al alumnado de varias clases.

Tras supuestamente corregir estos tests de inteligencia, seleccionó al 20% de alumnos/as


más inteligentes de cada clase (no era así, eran alumnos/as elegidos al azar), y dio sus
nombres a los/as profesores/as.

Al final del curso académico, estos/as alumnos/as seleccionados/as aumentaron su


coeficiente intelectual en 4 puntos con respecto al resto de compañeros/as.

¿Qué es lo que causó este aumento?

Evidentemente, las expectativas que generó este grupo en el profesorado fue mucho mayor
que las generadas por el resto del grupo, por lo que se le prestó especial atención,
enfocando la formación mucho más hacia ellos/as que hacia el resto del alumnado.

Con estos ejemplos vemos claramente como las expectativas que el/la formador/a tiene
sobre un/a alumno/a o un grupo de alumnos/as va a incidir directamente sobre el resultado
final que la formación tendrá sobre estos y sobre su rendimiento.

CONOCIMIENTOS PREVIOS:

Hay que tener en cuenta los conocimientos que el alumnado posee antes de empezar la
formación, así como la forma en la que éstos conocimientos van a interactuar con los
conocimientos que el/la formador/a pretende transmitir.

Por lo tanto, es fundamental el conocer los conocimientos previos que se poseen para el
posterior éxito del proceso de enseñanza-aprendizaje, ya que si el/la formador/a imparte un
nivel demasiado alto para los conocimientos del alumnado, éste no entenderá nada de lo
explicado al no poder relacionarlo con ningún conocimiento previo que posea, y al
contrario, ya que si se imparte un nivel inferior al deseado, el alumnado tenderá a
“desconectar” debido a que lo que se está explicando ya lo sabe y no le interesa, puesto que
no está viendo ningún avance. En ambos casos, se corre el riesgo de desmotivar al
alumnado, haciendo que no preste atención y no obtenga ningún beneficio.

Preguntas que el/la formador/a debe hacerse para que esto no suceda son:
¿Qué sabe el alumnado sobre lo que voy a explicar?

¿Qué conocimientos previos tienen?

¿Qué capacidades tienen?

¿Qué habilidades poseen?

¿Qué disposición muestran?

¿Qué recursos voy a disponer para la explicación?

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