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Puente.

Es la primera vez que subo a la ciudad desde que se decretó la cuarentena. Mas allá de lo
insoportable que se vuelve el sol cuando se usa mascarilla, la “nueva normalidad” no me
pareció tan nueva, o quizás pesó más la nostalgia y la necesidad de un abrazo, que el miedo al
bicho. El encierro nos desnudó mas de lo que nos hubiera gustado. Barco a la deriva aquel que
quedó intacto, o triste mentiroso. En lo personal, sigo con una vorágine de emociones que
parecería me esta volviendo uno con la cama. En mi afán por mantener el mínimo de
apariencias, fui el viernes a una exhibición colectiva llamada La Ventana.

Para mi, una casa, un cuarto, es parte de la guerra que hace mucho le juramos al viento, a la
lluvia y al sol. Es el espacio donde le arrebatamos algo de paz al mundo. En las ventanas
recuperamos algo de la libertad que se pierde en el encierro. Volvemos a hacer nuestro el
horizonte y nos permitimos, nuevamente, depositar nuestros anhelos y esperanzas en el mundo
exterior. El viernes aprendí que un pasillo puede ser una ventana.

En 30 minutos digerí el zancocho emocional que se estuvo cociendo adentro mío durante estos
últimos 8 meses. No es solo una suma de obras estéticamente apreciables o el contraste entre
estética y concepto de los trabajos en exhibición, es más la sinergia y la gama de posibilidades
que existen para apropiarse y sentir el trabajo de los distintos artistas que participaron, lo que
me dejo maravillado y renovado. Es que uno puede empezar por los cuadros de Ma. Emilia
Dávila y terminar escuchando la composición de Sebastián G. Paredes, o comenzar con la Carta
Final de Harí Villareal y terminar en RE-VERBERAR de Yazmeen P. Loaiza, que tengo la
certeza absoluta de que cada recorrido sería una experiencia completamente distinta, pero igual
de gratificante.

Con esta primera exhibición, Puente se proyecta como un laboratorio de creación artística, como
un espacio de experimentación y convergencia de distintas expresiones y propuestas
innovadoras desde el cuál crear y ofrecer a la ciudad, experiencias estéticas que nos permitan
cuestionar nuestra realidad y reflexionar sobre nuestro entorno. Su intención es facilitar a los
artistas emergentes de la ciudad, un lugar donde materializar sus proyectos y presentar su obra
al público, incrementando los espacios desde los cuáles el arte continúa tomándose la ciudad.

En medio de la incertidumbre y la resignación que nos deja el bicho19, me calienta el cuerpo y


el alma saber que tengo un nuevo lugar al que volver. También me reconforta saber que media
hora basta para renacer. Definitivamente, La Ventana es una exhibición que no se pueden
perder, y Puente, una maquina de hacer pájaros.

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