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No Es Una Neumonía Más
No Es Una Neumonía Más
Escrito por Antonio Martinez Ron búscalo en tu}iter como @ a b e r r o n para voz
póúli.
Cada vez más pruebas señalan el daño vascular como origen del fallo multiorgánico y
el resto de manifestaciones inesperadas de la enfermedad. No es solo un virus
respiratorio, la inflamación y el daño endotelial lo convierten en un patógeno
‘total’ cuya primera ‘estación’ son los pulmones.
Dos meses después de que el coronavirus Sars-CoV-2 pusiera el planeta patas arriba,
los médicos empiezan a juntar las piezas del puzzle de esta pandemia. Aunque se
trata de un virus respiratorio, y los pulmones son el principal foco en el que
produce el daño y la muerte de miles de personas, cada vez más pruebas apuntan a
que se trata de un virus que ataca en diversas partes del cuerpo y que su zarpazo
comienza en las paredes de los vasos sanguíneos, en especial en los pacientes que
ya presentaban daño crónico en el sistema cardiovascular, que son los que tienen
una mayor mortalidad. Los expertos coinciden en que no se trata de una neumonía
más, sino de un virus capaz de generar un ataque sistémico y global que a menudo
avanza sin ser detectado.
"Desde el principio vimos en las UCIs que el comportamiento del virus no era solo
respiratorio; no producía solo distrés, de hecho hay gente que no tiene mucho, sino
que tenía otra serie de manifestaciones, muchas asociadas a un aumento de
coagulabilidad y desarrollaban trombosis venosas o embolismos pulmonares”, explica
Julio Mayol, director médico del Hospital Clínico San Carlos, uno de los centros
que ha estado en primera línea de la lucha contra la pandemia en Madrid. “Había
gente que llegaba con un infarto y era la Covid, o con una colecistitis y era la
Covid”, recuerda. “Puede afectar cualquier cosa, produce inflamación en cualquier
sitio, y aunque lo que te lleva a la UVI es el fallo respiratorio, que ocurre
bruscamente, es un virus muy capaz de ir más allá de la pura inflamación pulmonar.
Dispara un proceso de inflamación sistémica muy potente”.
“La neumonía es un reflejo de lo que está pasando como consecuencia del síndrome de
respuesta inflamatoria sistémica”, explica José Antonio Páramo, hematólogo de la
Clínica Universidad de Navarra y presidente de la Sociedad Española de Trombosis y
Hemostasia (SETH). “Lo que tienen estos pacientes es una inflamación generalizada
por esa tormenta de citoquinas y eso conlleva una activación de la coagulación”. Él
y otros hematólogos han visto que los pacientes con infección severa por Covid
tienen un alto riesgo de trombosis, ya que las alteraciones promueven la formación
de fibrina, que va depositándose en los vasos sanguíneos. “El mayor exponente es a
nivel pulmonar, es decir, la embolia pulmonar se producen hasta el 20-25% de los
pacientes con covid”, indica el especialista. “Pero también se puede producir lo
que llamamos coagulación intravascular diseminada (C I D), y esto significa que
toda la coagulación se altera y se va a producir fibrina no solo en el pulmón, sino
en muchos otros órganos y producir lo que llamamos fallo multiorgánico”.
Un ataque al endotelio
Jesús Bermejo es investigador del Instituto de Investigación Biomedica de Salamanca
y uno de los mayores expertos en sepsis en España. Desde el principio él y su
equipo están investigando si el daño en el endotelio, la capa de células que tapiza
las paredes de los vasos sanguíneos y los órganos, tiene un papel más importante de
lo que parecía en el desarrollo de la enfermedad. Con financiación del gobierno
canadiense, y en un proyecto liderado por David Kelvin, Bermejo investiga qué
componentes endoteliales pueden aumentar el riesgo de ingresar en la UCI y de morir
por covid. “Llevamos muchos años trabajando en sepsis y esta película nos resulta
familiar”, explica. Su hipótesis de partida es que el virus puede estar afectando
más a pacientes con daño endotelial crónico previo, algo parecido a lo que han
visto en la sepsis. “Sobre este daño crónico se produce un daño agudo y más
teniendo en cuenta que el virus tiene receptores en las células endoteliales”,
precisa. “Si miras la epidemiología de la enfermedad, todas las fuentes coinciden
en que la gente que más se muere por covid tiene hipertensión, diabetes y
enfermedades cardiovasculares”.
Pacientes con saturaciones de hasta el 50% siguen mirando sus móviles mientras
alguien les monitoriza”
Esto explicaría no solo que muchos pacientes sigan respirando sin sensación de
ahogo mientras se produce un edema que va estrechando sus pulmones, sino también
los empeoramientos súbitos que se ven en los hospitales y que han llevado a los
sistemas sanitarios al colapso. “Tratas de obtener más aire y caes en una especie
de espiral en el que muy rápidamente vas cayendo y empeorando”, asegura Gattinoni.
Esta misma semana, el doctor Richard Levitan, un especialista estadounidense con 30
años de experiencia en neumonías, hacía un relato escalofriante de su experiencia
con Covid en 'The New York Times'. “Cuando la neumonía por covid golpea, los
pacientes no notan que les falte el aliento, incluso mientras sus niveles de
oxígeno caen. Y cuando empiezan a notarlo, tienen unos niveles de oxígeno
alarmantemente bajos y una neumonía de moderada a grave (como se ve en las
radiografías torácicas)”, escribe. Mientras una persona sana tiene una saturación
de oxígeno en sangre de entre el 94 y el 100 por cien, en estos pacientes Levitan
ha visto saturaciones de hasta el 50 por ciento. Y muchos de ellos, se asombra,
están mirando sus teléfonos móviles mientras alguien les monitoriza y descubre que
tienen una saturación casi incompatible con la vida.
Muchos pacientes no notan ningún distrés respiratorio aunque están con muy poco
oxígeno en sangre EFE
“Le pones el pulsioxímetro y de repente ves que la saturación de sangre periférica
ha caído”, explica Julio Mayol, desde el Hospital Clínico. “Esto le ha pasado a
mucha gente que dice “No puedo entenderlo, me han llamado para decirme que mi padre
estaba bien y dos horas después está muerto, ¿esto cómo ha podido ocurrir?, se
preguntan. Hay algo, y nadie sabe lo que es, que hace que la respuesta sea muy
aguda y muy difícil de predecir. Hay mucha gente con saturaciones normales que de
repente tienen una evolución en pocas horas está en la UVI metida con un tubo o se
ha muerto”.
Manuel perdió a su mujer por esta neumonía silenciosa. Nunca estuvo desorientada ni
sintió falta de aire
Todo indica que puede haber una gran afectación vascular, de los vasos que irrigan
a los pulmones”
Para explicar todo este cuadro aún faltan muchos estudios y hay que ser cautelosos.
“Está aceptado por la observación clínica pero faltan los datos científicos”,
advierte Torres. Y también se manejan otras hipótesis. "Hay algún artículo de gente
muy importante en ventilación mecánica como el profesor Martin Tobin que plantea
que estos niveles de saturación pueden ser tolerables y también algunas teorías de
disfunción del transporte de oxígeno por los hematíes en relación con el efecto del
virus. Todo está pendiente de investigación”, incide Federico Gordo, jefe de
sección de Medicina Intensiva del Hospital Universitario del Henares, en Madrid.
Otros, como Joseph Levitt, médico especializado en casos pulmonares críticos de la
Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, se plantea si estas hipoxemias
silenciosas tienen que ver con el papel de constricción de los vasos que juega el
receptor ACE2 o si en determinada fase de la enfermedad el coronavirus altera el
equilibrio de señales hormonales que regulan la presión sanguínea en los pulmones.
Lo que parece claro es que la Covid-19 plantea un reto a todos los niveles y que,
como dice Mayol, “en términos futbolísticos sería como un jugador capaz de jugar no
solo en los pulmones, sino en todo el campo”.
Por todos estos motivos, una de las cosas que más preocupa ahora a los médicos es
qué pasará dentro de unos meses. Sobre las secuelas pulmomares, incluso en
asintomáticos, Antoni Torres asegura que se sabrá con el seguimiento a seis meses o
un año y haciendo pruebas funcionales respiratorias. “Solo entonces veremos qué
repercusión ha tenido el virus en los pulmones de los pacientes”, añade. “Esa es la
siguiente pregunta”, concluye Mayol, “¿cómo va a evolucionar esto? ¿Va a dejar daño
a medio y largo plazo? ¿Va a aparecer más fibrosis? ¿Va a aparecer más riesgo de
enfermedad tromboembólica? ¿Más riesgo de enfermedad autoinmune? No lo sabemos.
Nosotros estamos montando todo un grupo para hacer seguimiento a largo plazo, pero
evidentemente esto no se podrá hacer solo en los hospitales. Se va a necesitar todo
el sistema sanitario”.
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