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Centro de Comunicación de las Ciencias
con él, ya tienes una manera de empatizar con lo que pasa cuan-
do tenemos un “problema con el copete”. Tal vez no lo sabes,
pero ya tienes una forma de poder entender qué les pasa a las
personas cuando desarrollan una adicción por el alcohol.
Y créeme, tengo algo de experiencia al respecto en ambos casos.
Pero partamos por el principio: claramente, el uso del
celular y el alcoholismo no son lo mismo.
No hay que ser un genio para darse cuenta de que la
experiencia con el celular no es igual a una de las enfermedades
mentales más peligrosas que existen. Pero ambas tienen sufi-
cientes semejanzas como para que esta comparación nos sea de
utilidad. Un buen ejemplo es la forma en que evoluciona nuestra
relación con él.
Tomemos esa pantallita mágica, que guarda Netflix,
Uber, Waze y otras maravillas, y recordemos cómo ha sido nues-
tro vínculo con ella a través del tiempo.
Empecemos desde cero. Tratemos de recordar la vida
antes de la llegada de nuestro primer celular y veamos cómo eso
cambió nuestro mundo.
Personalmente, mi inicio con los smartphones no fue
sencillo. Me rehusaba a usarlos y les decía a todos que las
conversaciones eran mejores en persona y no a través de una
pantalla. Aunque esa actitud no me duró mucho. Bastó que mi
hermana se fuera a vivir fuera de Chile para que me consiguiera
un celular y le instalara cuanta aplicación encontraba.
El comienzo fue una luna de miel. Es increíble cómo esa
máquina y sus aplicaciones pueden facilitar la vida. Y no solo eso,
también era entretenido poder interactuar todo el tiempo con
mis amigos y conocidos. Fue raro descubrir lo bien que se pasa
mandando mensajes. Entendí lo mucho que me había perdido
hasta ese entonces. El yo del pasado parecía ser otra persona,
finalmente había visto la luz. Me conectaba cuando quería y se
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Episodio I. Nunca más tomo... el celular
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LA HABIT
UACIÓ N
Todos tenemos una idea del
concepto de “hábito” pero, cientí-
ficamente, ¿qué significa que nos
“habituemos”?
La habituación es un fenómeno en el
que mientras más se repite un estímu-
lo, menos efecto tiene. Nuestro cuerpo
deja de responder a este de la misma
forma y se “acostumbra”. Se entiende
como una forma de aprendizaje que nos
permite adaptarnos rápidamente al en-
torno que nos rodea y tiene varios niveles
complejidad.
Un ejemplo de habituación simple es la
adaptación de los receptores de nuestra
piel a nuestra ropa. Todas las mañanas nos
ponemos algo encima (por ejemplo, una po-
lera) con una textura, peso y otras caracte-
rísticas que nuestra piel es capaz de detectar
pero, como nos habituamos, afortunadamen-
te dejamos de sentirla.
La habituación a las drogas es un caso es-
pecialmente complejo e involucra cambios
cerebrales y corporales. En términos generales,
cuando nos habituamos a una droga los efectos
de esta van disminuyendo, lo que normalmente
nos lleva a incrementar la dosis para obtener los
efectos deseados.
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Episodio I. Nunca más tomo... el celular
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Centro de Comunicación de las Ciencias
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Episodio I. Nunca más tomo... el celular
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trastornos mentales (5a ed.)
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Peligrosa relación
El desarrollo de esta enfermedad tiene un camino similar al que ex-
perimentamos con nuestros celulares, aplicaciones o redes sociales. Solemos
comenzar la interacción por gusto. Eso se siente bien, nos engancha y nos
hace seguir haciéndolo. Luego, comenzamos a habituarnos, a generar “tole-
rancia’’ a sus efectos. Necesitamos más de lo mismo (‘likes’ o tragos) para
alcanzar un resultado similar al de las primeras veces, hasta que llega un
punto en el que el valor placentero se pierde por completo. Un punto en que
no hay dosis que te haga sentir como antes. Pero, lamentablemente, esto
no suele significar el fin la relación. Para muchos, el hábito se ha vuelto tan
parte de la vida que, aunque su presencia es discreta, su ausencia se nota
enormemente.
Es aquí cuando dejamos de realizar la conducta por placer y lo hacemos
para evitar lo mal que se siente la abstinencia. Se vuelve casi incontrolable.
En el caso de las drogas, como el alcohol, cuando llegamos a este
punto, recuperarse es muy difícil. No imposible, pero sí inmensamente arduo.
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Esto se logra criando animales de forma selectiva, donde se eligen solo a los que
tiene alta preferencia por consumir alcohol. La investigación del Dr. Karahanian utiliza una
línea de ratas llamada UCHB, generadas en la Universidad de Chile, las que han sido criadas
selectivamente por más de 70 generaciones. Este tipo de animales son muchísimo más
tolerantes al consumo de alcohol y beben altas dosis de esta droga de forma voluntaria,
razón por la cual son un muy buen modelo para estudiar el alcoholismo y buscar futuros
tratamientos que puedan mejorar la calidad de vida de las personas con esta enfermedad.
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Relatos de tú con ciencia
Dres. Sergio Vicencio Jiménez y Fernando C. Ortiz
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