Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Esta vez, y
otra vez más, y después pienso que se habrá acabado todo, y este mundo
también. Es el sentido de lo antepenúltimo. Todo se difumina.
El Suplemento
Literario del Times era excelente a tal efecto, de una solidez e
impermeabilidad a toda prueba. Ni los pedos lo rompían. Qué voy a
hacerle,
suelto ventosidades a cada paso, de modo que alguna alusión he de hacer
de
vez en cuando al asunto, pese a la lógica repugnancia que me inspira. Un
día conté mis gases. Trescientos quince en diecinueve horas, lo que da
una
media de más de dieciséis pedos por hora. Lo cual no es mucho. Cuatro
pedos cada cuarto de hora. Total, nada. Ni un pedo cada cuatro minutos.
Es
increíble. Vaya, vaya, soy un pedorrero de pacotilla, he hecho mal en
decir
otra cosa. Vaya, vaya, soy un pedorrero de pacotilla, he hecho mal en
decir
otra cosa. Resulta extraordinario cómo las matemáticas ayudan a
conocerse
a sí mismo.
Ya no soy casi
consciente de lo que hago, ni por qué, cada vez lo voy comprendiendo
menos, esta es la verdad, para qué iba a ocultarla y, ¿a quién?
Y menos aún
teniendo en cuenta que, haga lo que haga, es decir, diga lo que diga,
siempre vendrá a ser de algún modo, de algún modo sí, lo mismo. Y qué
le
voy a hacer, si no hay principios y yo hablo de principios. En alguna
parte
los habrá.
Porque en mí
siempre ha habido, entre otros, dos payasos, el que solo aspira a quedarse
donde está y el que imagina que un poco más lejos se encontraría mejor.