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BREVE HISTORIA DE LA SOCIEDAD CIVIL EN EL MUNDO

Toda teoría del Estado supone una concepción de la sociedad y la democracia, en tal sentido
preguntarse cómo nace el concepto de sociedad civil, que cambios ha sufrido a lo largo de la
modernidad puede permitir pensar que rol debe cumplir el Estado y como podrían construirse las
políticas públicas que devienen de la interacción de sociedad y Estado. Asimismo, que papel cumple la
ciudadanía y que tipo de democracia se desarrolla a partir de esta articulación y lo que deviene de esta
relación.

El concepto de sociedad civil emerge en la historia como ruptura con un poder absoluto y es expresión
de la pluralidad, la diversidad y la diferencia en las sociedades. Está ligado al surgimiento de la era
moderna y la complejización de las sociedades que se hacen urbanas. En los burgos es un estamento,
clase o grupo social quien lidera este proceso.

A los efectos de caracterizar el tema podemos comparar con la idea de sociedad civil que emerge en
plena crisis – final – de la Modernidad Capitalista, o acaso toda la inmensa parafernalia ideológica y
política del neoliberalismo que la “necesitó” con urgencia, coyuntura mundial en que el Proyecto
ideológico-político, primero de las multinacionales y después de las transnacionales, del Consenso de
Washington, “como ideología única o catecismo universal”, como fiel acompañante de este proyecto,
bajo el paraguas de la supuesta –crisis final – de las ideologías y la política y la “caída” de los grandes
paradigmas históricos, tiempo histórico y político que luego los Estados dictatoriales y autoritarios en
Latinoamérica, o tiempos de crisis del Estado de bienestar o del socialismo real del este europeo en la
década de los 80 del siglo XX, reapareció – o proceso de recuperación y/o rescate – del concepto con la
fuerza ideológica en la propuesta política del neoliberalismo.

Sociedad civil, sociedad política y Estado son tres elementos a tener en cuenta en el proceso que se
desencadena desde la revolución francesa. Como se relacionan y articulan será la historia del siglo XIX y
sobre todo del XX. Estrictamente la:

*- sociedad civil será expresión de la vida privada entendida como economía en la que se manifiesta la
subjetividad o la cultura,

*- sociedad política será el surgir de los partidos políticos y con ellos la contradicción entre la sociedad
política como la expresión del ciudadano y de la sociedad política como expresión de la lucha de clases
sociales (tanto para liberales como para socialistas)

Serán los filósofos políticos como Locke y Rouseau, entre otros, que tematizán la dimensión política de
la sociedad, en un caso centrado en el individuo en el otro en la sociedad. Con Kant tendremos una
síntesis. Luego vendrán los economistas como Adam Smith por un lado y Carlos Marx por otro que
manifestaran que el desarrollo de la sociedad civil es expresión de la economía, por lo que se considera
el lugar de debate real.

Las luchas y conflictos de mediados de siglo pasado y de principio de este, configuraron una relación
activa y dinámica entre la sociedad civil, la sociedad política y el Estado que da origen a un acotamiento
o absorción de la sociedad civil y política por parte del Estado quien va a tener desde la década del 30
hasta los 60 en una primera etapa y de los 70 a los 90 en una segunda etapa el rol de guiar los intereses
de la sociedad.
Es así que, tanto el Walfare State como el socialismo real o los populismos latinoamericanos buscan
expresar un pacto o equilibrio en el conflicto interno a la sociedad en la perspectiva del desarrollo
económico. Estos Estados que se configuran con fuerza hasta principios de la década del 60 en América
Latina y hasta los 70 en EEUU y 80 en la URSS y la Europa socialdemócrata entran a hacer crisis
estructural en el modelo dominante, en tanto sea

*- por la presión de sectores que no pueden acceder a los logros civilizatorios, por las malformaciones
internas (burocracia, dictadura, disociación con el pueblo, corrupción, etc.),

*- los embates externos de una sociedad civil y política que demanda mayor libertad y participación en
todo el mundo y la transnacionalización de los mercados.

Finalmente, ésta dinámica es absorbida y cooptada por los que tienen más poder económico en las
sociedades, llegando así a un quiebre no solo de los pactos que dieron origen al Estado del Bienestar,
sino al proceso político que permite una participación y libertad reales para que la justicia sea posible,
que es la democracia.

Sociedad Civil en Venezuela

El término “sociedad civil”, ha sido ampliamente utilizado por distintos sectores para identificar ciertos
programas, iniciativas e incluso para justificar algunas actividades que para nada se vinculan con su
verdadera esencia, con el objetivo de obtener ciertos y determinados fines. Asimismo, es importante
resaltar que esta expresión se ha utilizado desde tiempos memorables, en especial en la antigua
Grecia, cuna de las ideas y los pensamientos, espacio en el que por primera vez se habló incluso de la
democracia, y la sociedad civil como una expresión de la organización dentro de este sistema político.

Vale destacarse que, si bien el término sociedad civil ha sido identificado desde sus inicios con la
democracia, este ha sido ampliamente relacionado de igual forma con el surgimiento del capitalismo,
pues se ha entendido, que la sociedad civil corresponde a ese grupo de ciudadanos organizados bajo
este sistema político, en tanto o en cuanto deben responder a las directrices del aparato estatal. Así, “El
término sociedad civil surge durante el proceso de emergencia y consolidación de los estados nacionales
y la economía capitalista en Europa Occidental, a fines del siglo XVII”. Si bien es cierto que la
consolidación del sistema capitalista a nivel mundial, y en especial en Europa, dio pie a la instauración
de una sociedad organizada, también es cierto que este tipo de sociedad se organizó para aquel
entonces en atención y siguiendo las directrices de los gobernantes de turno, situación que aleja la
concepción de lo que hoy en nuestro país, entendemos por ese término.

En la República Bolivariana de Venezuela vemos, desde la llegada al poder del Presidente de la


República Hugo Chávez Frías, un cambio total y rotundo al concepto de sociedad civil, por lo menos al
entendido en periodos anteriores, pues según palabras del mandatario venezolano, “Ese viejo concepto
de sociedad civil elitista está pasando la página; ahora es el pueblo, el poder popular, ésa es la nueva
sociedad civil”. Explicando con ello, la nueva concepción de sociedad civil que desde la revolución
bolivariana se está no solo construyendo sino también afianzando.

Se trata en este sentido, de la nueva visión otorgada a los grupos sociales organizados, los cuales han
venido creando conciencia al momento de representar verdaderamente los intereses del pueblo y no de
las burguesías dominantes y capitalistas que hasta el momento se habían disfrazado bajo la definición
de sociedad civil, queriendo lograr con ello, el reconocimiento de la ciudadanía cuando en la realidad
solo perseguían fines políticos y personalistas.

Es por ello que, en nuestra nación venezolana, y sobre todo desde los albores de la revolución
bolivariana, se habla en la actualidad de poder popular o sociedad socialista, queriéndose reflejar con
ello la expresión de la democracia participativa y protagónica señalada enfáticamente desde la
constitución de 1999, y puesta en práctica desde entonces a través de las diversas iniciativas que en el
gobierno bolivariano se están impulsando. Así vemos que, proyectos como: la conformación de los
consejos comunales; la creación de las misiones sociales, donde el ciudadano común ha tenido amplia
participación e inclusión; mesas técnicas de agua; la puesta en marcha de los cinco motores socialistas
(constituyendo la expansión del poder comunal el pilar de todos los demás) y más recientemente la
propuesta del presidente Chávez en torno a la Reforma Constitucional donde incluye la nueva geometría
del poder y la distribución del poder popular, forman parte de esa nueva definición de Sociedad Civil
que en la actualidad se está pretendiendo consolidar.

Por último, es importante señalar que, la constitución de la República Bolivariana de Venezuela, es


considerada como una de las más avanzadas del mundo, precisamente por su amplitud e importancia
otorgada al poder popular, así el proyecto de reforma que hoy en día es discutido, pretende ser más
ambicioso en ese sentido, pues las comunidades organizadas cuentan hoy en día con instrumentos
legales efectivos al momento de exigir el respeto y protección de sus derechos fundamentales.

MODENIZARCION POLICIAL Y GESTION PÚBLICA

En La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), se establece: “Toda persona tiene


derecho a la protección por parte del Estado, a través de los órganos de seguridad ciudadana regulados
por ley y la participación de los ciudadanos y ciudadanas en los programas destinados a la prevención,
seguridad y administración de emergencias…” (Artículo 55). También señala que:

“El Ejecutivo Nacional, para mantener y restablecer el orden público, proteger al ciudadano o ciudadana,
hogares y familias, apoyar las decisiones de las autoridades competentes… de conformidad con la ley,
organizará: Un cuerpo uniformado de policía nacional. Un cuerpo de investigaciones científicas, penales
y criminalísticas. Un cuerpo de bomberos y bomberas y administración de emergencias de carácter civil.
Una organización de protección civil y administración de desastres. Los órganos de seguridad ciudadana
son de carácter civil y respetarán la dignidad y los derechos humanos, sin discriminación alguna. La
función de los órganos de seguridad ciudadana constituye una competencia concurrente con los Estados
y Municipios en los términos establecidos en esta Constitución y la ley” (Artículo 332).

En este sentido, el Preámbulo de Nuestra Carta Magna busca establecer una sociedad democrática,
participativa y protagónica, en aras de refundar la República. Por lo tanto, el ciudadano tiene derecho a
participar de la mano con el Estado en la ejecución de las Políticas Públicas que permitan mejorar su
calidad de vida. Sobre este particular el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2007 – 2013,
Primer Plan Socialista Simón Bolívar, La Nueva Ética Socialista, busca propiciar la consolidación de un
Nuevo Ciudadano.

posee en la construcción de una a se refiere a la Democracia Participativa y Protagónica, como política


de Estado se propone la creación de los Consejos Comunales como una instancia de participación,
articulación e integración entre las organizaciones que deben hacer vida activa dentro de la comunidad,
para brindarle un escenario adecuado que invite a la integración de las comunidades en la gestión y
gerencia de los recursos de la misma y la seguridad social.

El Proyecto Nacional Simón Bolívar, Primer Plan Socialista de la Nación, período 2007 – 2013. Propone
estrategias que permitan consolidar la capacitación integral de los miembros del Consejo Comunal para
promover la formación de un Ciudadano que responda a las necesidades y exigencias, existentes dentro
de la comunidad.

En la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) de 1999 se consagra por primera vez
a nivel constitucional la seguridad ciudadana (artículo 55), entendida en sentido amplio como la
protección de los derechos, libertades y garantías constitucionales. Ello implica -al menos
conceptualmente- la superación del tradicional modelo de seguridad basado en el orden público
acuñado durante largo tiempo en el país, que garantizaba sobre todo el normal funcionamiento de las
instituciones del Estado y bajo el cual se protegía (distorsionadamente) el orden económico y político,
tanto en gobiernos dictatoriales como democráticos, incluso por encima de los derechos y garantías
civiles (Núñez, 2001).

A partir de 1999, el constituyente parece redefinir las relaciones entre el individuo y el Estado en
materia de seguridad, en el seno de un modelo constitucional propio de un Estado democrático y social
de Derecho y de Justicia “que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su
actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad
social y, en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político” (Artículo
2, CRBV).

Ciertamente cuando se habla de seguridad ciudadana, se ven involucrados distintos actores: distintas
instancias públicas y privadas, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, y sobre todo la
sociedad civil como parte importante para la solución de los asuntos públicos; sin embargo -y muy
especialmente- son las actividades desarrolladas por (y desde) el Estado las que ponen a prueba la
coherencia política e institucional de todo el sistema, por cuanto el desarrollo de la política de seguridad
requiere de la intervención de una multiplicidad de organismos, y en su debida articulación, el Estado
tiene una gran responsabilidad. Específicamente a los organismos del Poder Público Nacional (Asamblea
Nacional, Ministerio del Interior y Justicia, Ministerio Público y Tribunales de la República entre otros)
les corresponde desempeñar un papel fundamental en el desarrollo de la política nacional de seguridad.

Según el programa de gobierno del Presidente de la República, Hugo Chávez Frías, la política nacional de
seguridad ciudadana debía tender a proteger y organizar la seguridad ciudadana, “entendida como la
protección de los derechos ciudadanos y las libertades civiles, a fin de mantener la armonía social y la
consolidación de la paz pública para el logro de los objetivos nacionales.” Para el período 2001-2007 fue
diseñado un Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación (PDESN), que en lo social establece
como objetivo la construcción de una nueva condición de ciudadanía basada en el reconocimiento pleno
y en el ejercicio garantizado de los derechos.

Como estrategias de esta política específica, el Plan menciona el fortalecimiento de la coordinación


policial y el incremento de la participación ciudadana en la prevención del delito, la oportunidad de
reinserción social a los transgresores de la ley y la actualización del marco jurídico-normativo de la
seguridad ciudadana.
La política de seguridad ciudadana se presenta entonces como producto de un proceso que se desarrolla
en un tiempo y marco específico que van definiendo el tipo y el nivel de los recursos disponibles y
empleados, y donde a través de complejos esquemas de interpretación y de juicios de valor, se va
definiendo tanto la naturaleza de los problemas planteados como las orientaciones de la acción en
materia de seguridad. Como se evidencia, la influencia de determinadas variables es determinante en la
definición del perfil y estilo de la política de seguridad (Duran, 1990; Feick, 1990) y es ese perfil el que en
definitiva permitirá una mejor explicación del objeto de estudio.

En esta tarea, la Asamblea Nacional desempeña un papel fundamental en cuanto a la protección de los
valores que deben ser protegidos por el Estado venezolano, principalmente de los derechos humanos
como principios informadores de todo el ordenamiento jurídico. Si no fuera así, los principios
constitucionales quedarían condenados a ser una mera declaración de intenciones, unas vagas líneas
generales que no llegan a concretarse en la realidad, dejando en el aire la efectiva garantía de los
derechos de las personas.

VINCULACION, RESULTADO Y INDICES

VINCULACION

Los cambios del Estado venezolano a partir de 1999 generan nuevos retos e invitan a replantear
conceptos tradicionales como democracia, seguridad y ciudadanía. En este estudio se propone una
aproximación al análisis de la política pública nacional de seguridad ciudadana, específicamente durante
el período comprendido entre 1999-2005, por considerarse que un análisis tal, puede revelar los valores,
objetivos y estrategias reales del Estado en esta materia. Para cumplir con el objetivo, se hace especial
referencia al desarrollo de la producción jurídico penal como parte importante de la política de
seguridad.

RESULTADOS

Tanto en su planteamiento como en sus resultados, la política nacional de seguridad debe ser valorada
en cuanto a su eficiencia en la prevención de la criminalidad y la violencia, en la legitimidad de los
medios empleados y, sobre todo, por el respeto de los derechos humanos. Serán estos criterios a
considerar, de forma transversal, para la evaluación de la política venezolana en la materia.

En Venezuela, y específicamente en Caracas, se han implementado siete planes de seguridad. De esos se


han producido unos nueve sub-planes más, por lo cual se han desarrollado 16 en total, si se le suma a la
lista el último implementado por la policía científica: "Madrugonazo al Hampa".

De acuerdo a los estudios que ha adelantado el concejal metropolitano Andrés Bello, ninguno de esos
dispositivos, a excepción del Plan Caracas Segura, demostró haber tenido efectividad y eficiencia. "Hace
falta logística y recursos y sobre todo planificación"

Bello explicó que para ellos Caracas Segura fue el único dispositivo que dio buenos resultados porque los
números de criminalidad de 2007 bajaron. "Este plan de seguridad se implementó solo en la ciudad,
pero tuvo incidencia en las cifras nacionales, pues fue el único año en el que bajaron... por eso
consideramos que fue el único plan que tuvo éxito, aunque tenemos varias críticas que hacer", explicó
Bello.
De acuerdo a su análisis, Caracas Segura duró solo un año. Nació a partir de las continuas protestas por
inseguridad que los caraqueños comenzaron a hacer, pero dejó de operar "por falta de personal y de
logística... así que no fue algo que pudiera sostenerse en el tiempo. Los recorridos, el trabajo
multidisciplinario rindió frutos, pero no fue algo integral y falló como los demás", agregó Bello.

A juicio del concejal, para que una propuesta en materia de seguridad funcione, debe cumplir con varios
requisitos, por ejemplo: debe ser un plan preventivo, con trabajo de inteligencia, reactivo y debe incluir
educación e inserción social. "No se hace nada si esos planes no atacan la semilla de la violencia... si los
jóvenes siguen ociosos en sus barrios creciendo con modelos de criminalidad como ejemplo a seguir, no
se solucionará el problema"

La complejidad social, las demandas de seguridad ciudadana y el modelo de Estado venezolano imponen
un gran reto: el desarrollo de un nuevo modelo de seguridad basado en el paradigma de la protección
de los derechos humanos (Baratta, 2000; Aniyar, 2005). Esto es así sobre todo cuando no pueden
ocultarse más las profundas desigualdades sociales existentes y donde el sistema penal ha servido de
instrumento para profundizar esas desigualdades; nada más lejano a la ideología del Estado social de
Derecho.

Un nuevo enfoque de seguridad ciudadana implica más que un reto, un desafío cultural, pero las mismas
características que ha asumido la función gubernamental y específicamente la función legislativa, invitan
a reflexionar sobre qué concepto de seguridad se está manejando, qué uso se le está dando a la
capacidad de gobernar, cómo y cuáles han sido los recursos empleados, para así plantear los procesos
de reformas necesarios a ser desarrollados en el marco de unos objetivos y mecanismos éticos para
cumplir las metas trazadas.

Los recursos legislativos utilizados hasta ahora se amparan en la satisfacción de demandas sociales y
políticas de seguridad y orden, propiciando respuestas penales contingentes, mientras se justifica y crea
el marco legal para la multiplicación de las funciones del aparato represivo.

La falta de correspondencia entre los objetivos estratégicos trazados y la tendencia de la producción


legislativa, conlleva a replantear las acciones y conducirla por los caminos de una cultura política garante
de los derechos y libertades, que sea reflejo de los principios consagrados en el texto constitucional. Lo
contrario sería retroceder y caer en las redes del viejo modelo de orden público, un modelo muy
conveniente para el mantenimiento y la expansión del control punitivo: sería la perversión de la
seguridad ciudadana.

Un nuevo enfoque en la política legislativa de seguridad ciudadana requiere la conciencia de que ésta no
puede apoyarse más en el pensamiento conservador, cuyas líneas principales se desarrollan casi
exclusivamente alrededor del control punitivo.

Las reflexiones más recientes sobre el papel del Derecho penal y de las instancias de control punitivo en
las políticas públicas y sus efectos sociales (Rosales, 2002; Gabaldón, 2003; San Juan, 2004; entre otros)
guían hacia la minimización de su intervención, hacia la conformación de alternativas y el
fortalecimiento de nuevos agentes sociales, que participen activamente y tengan efectiva capacidad de
influir en la formulación, ejecución y evaluación de las políticas de seguridad ciudadana en general.

Si el Estado esta llamado a proteger la seguridad de los ciudadanos, debe hacerlo a través de un marco
jurídico que respete los principios de idoneidad, necesidad, proporcionalidad, oportunidad, así como
también los principios de articulación autónoma de los conflictos y de las necesidades reales, y de la
preservación de las garantías formales, éstos últimos desarrollados por Alessandro Baratta -entre
muchos otros- en su obra Principios del Derecho Penal mínimo.

En fin, la protección de la seguridad ciudadana pasa por la configuración de un Derecho penal que
desarrolle principios y garantías, y sobre todo, pasa por un uso racional de las instancias de control
punitivo. Lo contrario sería producto de una política pública que no garantiza la vigencia de los
derechos, lesiona los imperativos éticos constitucionales y mina la legitimidad del sistema político.

VIOLENCIA SOCIAL

La violencia, natural o humana, ha presidido permanentemente la vida del planeta, y nunca hemos
podido dominarla. Sin embargo, el hombre siempre ha pensado en la paz y trabaja para conseguir
descanso que le permita gozar de la vida, pero en la realidad, se ve obligado a dialogar con fuerzas y
poderes violentos que tensan su voluntad obligándole a responder con violencia a los desafíos de la
vida. No obstante, siempre deseó un mundo apacible, y en los períodos más violentos de su historia
imaginó paraísos en donde la violencia no tenía lugar, creando fabulosos reinos de paz y
bienaventuranza.

En realidad, el hombre nunca dejó de observar la violencia, aún cuando no encontrara una respuesta
satisfactoria. Inventó divinidades y rostros caprichosos de la violencia con el respaldo de las religiones,
creencias y culturas. Por eso, desde los principios de la vida civilizada, los hombres no sólo se
conformaron con describirla con monumentos literarios, arquitectónicos y estatuarios, sino que la
sometieron a un estudio cada vez más profundo, puesto que hasta a la experiencia humana, le resulta
difícil abarcar la violencia en toda su dimensión, y mucho más encontrar alguna solución para dominarla
absolutamente.

A pesar de todo, existen muchos hechos en que todas las interpretaciones e indagaciones coinciden en
la posibilidad de someterlos a un estudio que en nuestros días se torna indispensable.

Los discursos sobre la violencia se dan siempre en cada cultura en tiempos históricos distintos, y todas
las culturas suelen elaborar dichos discursos sobre la violencia social reconociendo cualquier vertiente
de manifestación.

Si abordamos el concepto de violencia con un criterio relativista, podríamos afirmar que la asignación de
tales criterios no siempre son formulados o concebidos claramente, y ello se debe a los diversos tipos de
violencia y a los distintos escenarios donde puede manifestarse.

VIOLENCIA DELINCUENCIAL

Robo, estafa, narcotráfico, es decir, conductas que asumen medios ilegítimos para alcanzar bienes
materiales. Toda forma de conducta individual u organizada que rompe las reglas sociales establecidas
para vivir en grupo establecido no ayuda a resolver los problemas. Todos sueñan con el modelo que les
vende la sociedad, el éxito fácil. Pero ser un profesional idóneo o un técnico calificado requiere de
esfuerzo y preparación. Requiere desarrollar recursos internos y metas. Los jóvenes de nuestro país
tienen oportunidades de orientación y canalización de sus frustraciones y en esto dependen de sus
familias, la escuela y las instituciones; la responsabilidad es de todos. Es decir, las expresiones de
violencia sin futuro y sin horizontes pueden cambiar.

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