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P.C.

NELSON
DOCTRINAS BÍBLICAS

HACIA UN NUEVO MILENIO

La misión de Editorial Vida es proporcionar los recursos necesarios a fin de alcanzar a


las personas para Jesucristo y ayudarlas a crecer en su fe.

© 1979 EDITORIAL VIDA

Miami, Florida 33166-4665

Publicado en inglés bajo el título:

Biblical Doctrines

© 1984 por The Gospel Publishing House

Traducción: Benjamín E. Mercado

Diseño de cubierta: Gustavo Camacho

Reservados todos los derechos

ISBN 0-8297-0539-2

Categoría: Doctrina
Dedicatoria
Como cálido homenaje a la venerada memoria de P.C. Nelson
fundador del Southwestern Bible Institute.
De sus alumnos del curso escolar 1953–1954

Contenido
Dedicatoria
Declaración
1. La Inspiración de las Escrituras
2. El único y verdadero Dios
3. El hombre, su caída y redención
4. La salvación del hombre
5. El bautismo en agua
6. La Cena del Señor
7. La promesa del Padre
8. La evidencia del bautismo en el Espíritu Santo
9. Completa santificación
10. La Iglesia
11. La edificación de la Iglesia y la evangelización
12. La sanidad divina
13. La bendita esperanza
14. El reino milenario de Jesús
15. El lago de fuego
16. Los nuevos cielos y la nueva tierra
Apéndice: La época de la traslación
DECLARACION DE VERDADES
FUNDAMENTALES
La Biblia es la regla suficiente de fe y conducta. Por lo tanto, esta Declaración de
Verdades Fundamentales tiene por objeto presentar las bases para el establecimiento de la
confraternidad entre nosotros. En otras palabras, para que todos hablemos una misma
cosa. 1 Corintios 1:10; Hechos 2:42. La fraseología de esta declaración no es inspirada ni
se pretende que lo sea; mas las verdades expresadas por ella son consideradas esenciales
para el ministerio pentecostal. No se afirma que esta declaración contenga todas las
verdades de la Biblia, sino que abarca aquéllas que son imprescindibles para las
necesidades actuales.
Preámbulo del articulo V, de la Constitución del Concilio General de las Asambleas
de Dios. Dicho artículo, reproducido en toda su amplitud en este libro, está dividido en
secciones e impreso en las páginas que preceden a los capítulos respectivos.

1. LA INSPIRACION DE LAS ESCRITURAS


La Biblia es la palabra inspirada de Dios, la revelación divina para el hombre, y la regla
infalible de fe y conducta. Es superior a la conciencia y a la razón, sin ser empero contraria a
ésta.

2 Timoteo 3:15, 16; 1 Pedro 2:2.

1. LA INSPIRACION DE LAS ESCRITURAS


El gran avivamiento pentecostal se originó a raíz del profundo deseo de hombres y
mujeres de disfrutar de una comunión más íntima con Dios, de entender mejor su Palabra
y de participar de una experiencia que correspondiera exactamente con el modelo del
Nuevo Testamento. Fué la reacción contra el formalismo, la frialdad y la incredulidad
prevalentes de la hora. El creyente pentecostal, más que ningún otro, ha experimentado el
poder sobrenatural en su vida y proclama al unisono su fe en la Biblia, considerándola un
libro sobrenatural, al cual, en calidad de Palabra infalible e inspirada de Dios, se suscribe
y apoya con todo vigor.
Al decir la inspiración de las Sagradas Escrituras, nos referimos a lo siguiente: “Una
influencia especial divina, ejercida sobre la mente de los escritores de la Biblia, en virtud
de la cual sus escritos, aparte de los errores de transcripción, y cuando fueren
interpretados correctamente, constituyen juntos la regla infalible de fe y conducta.”—A.
H. Strong.
El apóstol Pablo dijo en cierta oportunidad a Timoteo: “Toda Escritura es inspirada
divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia,
para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruído para toda buena obra.” 2
Timoteo 3:16, 17.
El apóstol Pedro afirma que “los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados
del Espíritu Santo.” 2 Pedro 1:21. En Hebreos 1:1, 2 se nos dice que Dios habló por
intermedio de los profetas primero y luego por su Hijo. Nadie podrá leer la Biblia
detenidamente sin notar que todos los escritores afirman que escriben y hablan por
autoridad divina, bajo la dirección del Espíritu de Dios. La inspiración divina hace
entonces de la Biblia el Libro de Dios por excelencia, fundamentalmente distinto de todos
los demás libros del mundo. Consideremos brevemente el por qué nos subscribimos a la
enseñanza relativa a la inspiración amplia y total de la Biblia.
1. EL SEÑOR JESUS SANCIONO, SIN RESERVA ALGUNA, LAS ESCRITURAS
DEL ANTIGUO TESTAMENTO. El Maestro aceptó el Antiguo Testamento como la
Palabra infalible de Dios. En efecto, dijo lo siguiente: “Porque de cierto os digo, que
hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que
todas las cosas sean hechas.” Mateo 5:18.
2. EL LIBRO ES EL PRODUCTO DE UNA MENTALIDAD MAESTRA. Los
sesenta y seis libros de la Biblia fueron escritos por unos cuarenta escritores distintos,
quienes vivieron en lugares diferentes, procedían de distintos ambientes, y abarcaron con
sus obras un período de 1600 años. Cada uno de ellos, sin saberlo, contribuyó con una
parte esencial del todo, añadiendo a veces a los escritos de los demás, aclarándolos otras,
mas nunca contradiciéndolos. Tal milagro sólo se puede explicar por el hecho de que
existió una mentalidad maestra que dirigió la pluma de estos autores. 1 Pedro 1:10, 11;
Apocalipsis 19:10; Juan 5:39, 46; Lucas 24:27.

1 Pedro 1:10, 11
De la cual salud los profetas que profetizaron de la gracia que había de venir a vosotros, han
inquirido y diligentemente buscado,

Escudriñando cuándo y en qué punto de tiempo significaba el Espíritu de Cristo que estaba en
ellos, el cual prenunciaba las aflicciones que habían de venir a Cristo, y las glorias después de
ellas.

3. LOS TIPOS, SIMBOLOS Y CEREMONIAS CONSTITUYEN PRUEBAS DE LA


INSPIRACION. Las profecías relativas a Cristo son maravillosas; empero más
extraordinaria es la historia de Jesús reflejada en la biografía de los patriarcas, en la
construcción del tabernáculo y del templo, en los servicios religiosos, en los sacrificios y
ceremonias y en otros tipos y símbolos diversos.
4. LAS PROFECIAS BIBLICAS CORROBORAN LA DIVINIDAD DEL LIBRO.
Nadie sino el Dios Todopoderoso, que conoce perfectamente el futuro, podría haber
capacitado a los profetas para formular con tanto lujo de detalles predicciones relativas a
individuos, ciudades, naciones y especialmente en lo que respecta al nacimiento del
Señor Jesús, su ministerio, su mensaje, su muerte y resurrección y finalmente su gloria
futura. 1 Pedro 1:10, 11.
5. EL NIVEL MORAL DE LA BIBLIA DEMUESTRA SU DIVINIDAD. Las
enseñanzas de la Biblia proclaman el nivel moral más elevado de conducta que el hombre
conoce. En realidad es tan elevado y santo que el hombre jamás podrá alcanzarlo sin la
ayuda divina. Los dioses de las religiones paganas son inmorales, aman la obscuridad,
mas el Dios de la Biblia habita “en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha
visto ni puede ver.” 1 Timoteo 6:16. Nuestro Dios es santo, y por ello nos puede decir
autorizadamente: “Sed santos, porque yo soy santo.” 1 Pedro 1:16. Nuestro Señor jamás
estará satisfecho hasta que no haya creado su santidad en nosotros, y podamos así
presentarnos ante él sin mancha ni arruga ni cosa semejante. Efesios 5:27. El hombre
carnal nunca podrá alcanzar ese nivel.
6. EL CREADOR DEL HOMBRE ES EL AUTOR DEL LIBRO. La Biblia revela el
hombre al hombre mismo, y penetra hasta las partes más recónditas de su ser, más que
ningún otro libro. “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda
espada de dos filos: y que alcanza hasta partir el alma, y aun el espíritu, y las coyunturas
y tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” Hebreos 4:12.
7. LA BIBLIA REVELA EL UNICO MEDIO DE LA SALVACION. Solamente
Dios puede enseñar al hombre cómo obtener el perdón y la purificación de los pecados y
librarse de los malos hábitos y del poder demoníaco. El plan de la salvación es delineado
en forma tan sencilla en los evangelios que aun la persona más ignorante sabrá cómo
allegarse a Dios, mientras que por otra parte las inteligencias más preclaras jamás podrán
sondear las profundidades de la sabiduría de Dios, expresada en el plan divino de la
salvación. Romanos 11:33–36.
8. EL MUNDO RECONOCE LA DIVINIDAD DEL LIBRO. Todos los pensadores
colocan a la Biblia en una clase por separado, y reconocen su carácter sobrenatural. Es el
Libro por excelencia, como su nombre lo indica en el idioma griego. Ha sido traducido a
más idiomas y dialectos que cualquier otro libro y es el que goza de mayor venta y
circulación. Se han escrito bibliotecas enteras para interpretar sus páginas sagradas, y los
sabios más ilustres de la tierra se inclinan ante ella en reverencia.
9. SABEMOS QUE EL LIBRO ES DIVINO POR SUS RESULTADOS. En todo
lugar donde se lee, se predica y se obedecen los preceptos bíblicos, se ha observado no
solamente la transformación de individuos, sino de naciones enteras. Las enseñanzas de
la Biblia son buenas y edificantes, pues incitan a la virtud. La desobediencia a la Palabra
divina conduce al pecado, al sufrimiento y al dolor.
10. LA BIBLIA SOBREVIVIRA AL UNIVERSO. Las Sagradas Escrituras han
resistido el asalto brutal de sus enemigos, y peor aún, han debido soportar las
interpretaciones erróneas de sus adeptos. Las fuerzas de la infidelidad han atacado a la
Biblia en numerosas oportunidades, mas ni aun la más pequeña torrecilla de este
poderoso castillo de la verdad ha sido derribada. Salmo 119:89; Mateo 5:18.

Salmo 119:89; Mateo 5:18


Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos.

“No hay libro más perseguido por los enemigos, ni libro más torturado por los amigos, que la
Biblia, debido lo último a la ignorancia de toda sana regla de interpretación.”—Lund, en
Hermenéutica, página 4.

Debe recordarse siempre que los escritos inspirados fueron solamente aquéllos redactados por
primera vez en los idiomas originales, y no las traducciones, por buenas que sean. Puede decirse
asimismo que las traducciones antiguas no son las mejores, aunque la opinión general afirme lo
contrario. Algunas de estas primeras obras no fueron traducciones de las lenguas originales, sino
de otras traducciones. Se puede citar al respecto la versión inglesa de Juan Wiclef, publicada en
1380, y que fué una traducción de la Vulgata Latina. No obstante ello, contribuyó notablemente a
la causa de Cristo, y fué la primera Biblia distribuída entre el pueblo de habla inglesa. Se dieron a
publicidad posteriormente otras traducciones, hasta que en 1611 se imprimió la obra monumental
conocida con el nombre de versión del rey Jacobo.

Durante los últimos cien años se han descubierto numerosos manuscritos del Antiguo y del
Nuevo Testamento, que han permitido a los eruditos de las Sagradas Escrituras profundizar sus
estudios y aclarar muchos pasajes hasta entonces obscuros.

Notas con respecto a importantes manuscritos


1. El códice Vaticano, quizá se trate del más antiguo que existe en la actualidad. Está escrito
en idioma griego y su fecha es del año 350 D.C. Contiene toda la Biblia, con la excepción de
algunos pasajes del Génesis, ciertos versículos de los Salmos, las epístolas pastorales, Filemón,
Apocalipsis y una parte de los Hebreos. Se encuentra en la Biblioteca del Vaticano.

2. El códice Sinaítico, descubierto en el monte Sinaí en 1859 está escrito en el idioma griego,
y data del año 350 D.C., aproximadamente. Contiene todo el Nuevo Testamento y algunas partes
de la versión de los Setenta. Se encuentra en el Museo Británico.

3. El códice Alejandrino, escrito en el idioma griego en el siglo cuarto de nuestra era,


contiene casi todo el Nuevo Testamento y parte del Antiguo Testamento. Se encuentra también en
el Museo Británico.

4. La versión Samaritana, copia en hebreo del libro denominado Pentateuco, hecha para los
samaritanos antes de la cautividad.

5. La versión Siriaca, traducción completa de la Biblia, hecha por cristianos a principios del
siglo segundo de nuestra era en Palestina. Se trata probablemente de la primera Biblia traducida
por cristianos.

6. La versión conocida con el nombre de Vulgata Latina constituye una traducción completa
de la Biblia hebrea al Latín, realizada por Jerónimo en el año 400 D.C.

Versiones de la Biblia española


1. Traducción de la Vulgata, realizada bajo los auspicios de Alfonso el Sabio, y dada a
conocer en el año 1284 D.C.

2. La Biblia de Ferrer, traducción del latín al valenciano, publicada en Valencia en 1478.


3. El Nuevo Testamento de Francisco de Enzinas, en 1543.

4. La versión de Ferrara, traducción del Antiguo Testamento al castellano, en 1553.

5. Revisión del Nuevo Testamento de Enzinas por Juan Pérez en 1556.

6. La Biblia de Casiodoro de Reina, publicada en 1569.

7. La Biblia de Cipriano de Valera, revisión de la anterior, dada a publicidad en 1602.

8. La versión de Felipe Scío de San Miguel, obispo de Segovia, publicada en 1793. Se trata
de una versión católico-romana.

9. La versión de Félix Torres Amat, publicada en 1824. Es también traducción católico-


romana.

10. La versión Moderna, traducida de las lenguas originales bajo los auspicios de la Sociedad
Bíblica Americana a fines del siglo XIX. Hay también varias versiones que circulan entre los
cristianos evangélicos que son revisiones de la Biblia de Valera.

Versiones de la Biblia en inglés


1. La versión de Juan Wiclef publicada en 1383. Fué una traducción de la Vulgata.

2. La versión de William Tyndale, publicada en 1531. Esta versión ejerció enorme influencia
en las versiones que la siguieron.

3. La versión de Miles Coverdale, terminada en el año 1535. Se trata de la primera versión en


inglés que contiene toda la Biblia.

4. La versión Autorizada, traducción de los idiomas originales, realizada por 47 sabios bajo
los auspicios de Jacobo I, en 1611. Se trata de la versión más empleada.

5. La versión Revisada norteamericana, revisión de la versión Autorizada, publicada en 1901.

6. La versión Revisada, revisión también de la Biblia del rey Jacobo I, publicada en 1952.

2. EL UNICO Y VERDADERO DIOS


El único y verdadero Dios se ha manifestado a sí mismo como el eterno “YO SOY” de
existencia y revelación propias. Se ha revelado también manifestando los principios de
parentesco y asociación, es decir, como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Deuteronomio 6:4; Marcos 12:29; Isaías 43:10, 11; Mateo 28:19 y Lucas 3:22.

LA DEIDAD ADORABLE
(a) Definición de términos

Los términos “trinidad” y “personas” relacionados con la Santa Trinidad, aunque no se


encuentran en las Sagradas Escrituras, son vocablos que están en armonía con la Biblia, y pueden
transmitir a otros nuestros conocimientos inmediatos de la doctrina de Cristo con respecto a Dios.
Por lo tanto podemos hablar con propiedad del Señor nuestro Dios, que es un Señor, diciendo que
se trata de una trinidad, o sea de un Ser en tres personas, sin apartarnos por ello de las enseñanzas
bíblicas. Como ejemplo, lea Mateo 28:19; 2 Corintios 13:14; Juan 14:16, 17.

(b) Distinción y parentesco da la Trinidad

El Señor Jesús nos enseñó a hacer distinción de las personas de la Trinidad, a las cuales
designó con términos específicos de relación y parentesco, es decir, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
mas esta relación y parentesco, en lo que a forma respecta, es inescrutable e incomprensible, pues
las Escrituras Sagradas no la explican. Lucas 1:35; 1 Corintios 1:24; Mateo 11:25–27; 28:19; 2
Corintios 13:14; 1 Juan 1:3, 4.

(c) La unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en un Ser

Por lo tanto entonces hay algo en el Hijo que lo constituye Hijo y no Padre; hay algo en el
Espíritu Santo que lo constituye Espíritu Santo y no Padre o Hijo. Es así que el Padre es el
Engendrador y el Hijo el Engendrado, mientras que el Espíritu Santo es aquél que procede del
Padre y del Hijo. Por lo tanto, en virtud del hecho de estas tres personas de la Trinidad viven en
un estado de unidad, existe un solo Dios todopoderoso y tiene un solo nombre. Juan 1:18; 15:26;
17:11, 21; Zacarías 14:9.

(d) Identidad y cooperación dentro de la Trinidad

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son idénticos en lo que respecta a persona; ni se les
confunde en lo relativo a parentesco o relación; ni están divididos en lo referente a la Trinidad; ni
existe oposición alguna entre las tres personas en lo que respecta a cooperación. El Hijo está en el
Padre y el Padre en el Hijo en lo que trata a relación. El Hijo está con el Padre y el Padre con el
Hijo en lo referente a comunión. El Padre no procede del Hijo, mas el Hijo procede del Padre en
lo que a autoridad respecta. En lo relativo a naturaleza, relación, cooperación y autoridad, el
Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo. He ahí por lo tanto que ninguna de las personas de la
Trinidad existe u opera jamás separada o independientemente de las otras. Juan 5:17–30, 32, 37;
Juan 8:17, 18.

(e) El título, Señor Jesucristo

El título Señor Jesucristo es un nombre propio. Nunca se le aplica en el Nuevo Testamento al


Padre o al Espíritu Santo. Por lo tanto pertenece exclusivamente al Hijo de Dios. Romanos 1:1–3,
7; 2 Juan 3.

(f) El Señor Jesucristo, Dios con nosotros

El Señor Jesucristo, en lo que respecta a su naturaleza divina y eterna es el verdadero y


unigénito del Padre, mas en lo que respecta a su naturaleza humana, es el verdadero Hijo del
hombre. Por lo tanto, se le reconoce como Dios y hombre. Y por el hecho de que es Dios y
hombre, es Emmanuel, o sea Dios con nosotros. Mateo 1:23; 1 Juan 4:2, 10, 14; Apocalipsis 1:13,
17.

(g) El título, Hijo de Dios


En virtud del hecho de que el nombre Emmanuel abarca tanto a la naturaleza divina como a la
humana en una persona, nuestro Señor Jesucristo, se desprende de ello que el título Hijo de Dios
describe su verdadera deidad, y el título Hijo del hombre expresa su verdadera humanidad o
carácter humano. Por lo tanto, el título Hijo de Dios corresponde al orden eterno o eternidad,
mientras que el título Hijo del hombre corresponde al orden temporal o cronológico. Mateo 1:21–
23; 2 Juan 3; 1 Juan 3:8; Hebreos 7:3; 1:1–13.

(h) Transgresión de la doctrina de Cristo

Por lo tanto es una transgresión de la doctrina de Cristo afirmar que el Señor Jesús deriva su
título de Hijo de Dios solamente en virtud de la encarnación, o de estar relacionado con el plan de
la redención. Es así que el negar que Dios es un Padre real y eterno y que Jesús es un Hijo real y
verdadero, constituye negar la distinción y relación en la Trinidad, lo cual equivale a negar al
Padre y al Hijo y a negar también que Jesucristo vino en la carne. 2 Juan 9; Juan 1:1, 2, 14, 18,
29, 49; 8:57, 58; 1 Juan 2:22, 23; 4:1–5; Hebreos 12:2.

(i) Exaltación de Cristo como Señor

El Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo, después de haber purgado nuestros pecados, se
sentó a la diestra de su Majestad en las alturas, habiéndosele sujeto a su autoridad ángeles,
principados y potestades. Y después de haber sido hecho tanto Señor como Cristo, envió al
Espíritu Santo para que nosotros, en el nombre de Jesús, dobláramos nuestras rodillas y
confesáramos que Jesucristo es Señor para gloria del Padre hasta el fin, cuando el Hijo se sujetará
a la autoridad del Padre, a fin de que Dios sea todo en todo. Hebreos 1:3; 1 Pedro 3:22; Hechos
2:32–36; Romanos 14:11; 1 Corintios 15:24–28.

(j) Igual honor para el Padre y el Hijo

Por lo tanto, desde que el Padre ha conferido al Hijo la autoridad de juzgar, no es solamente
el deber expreso de todos en el cielo y en la tierra doblar la rodilla, sino que constituye un gozo
indecible en el Espíritu Santo asignar al Hijo todos los atributos de la Deidad, y darle todo el
honor y la gloria contenidos en todos los nombres y títulos de la Trinidad, excepto aquéllos que
expresan relación. (Vea al respecto los párrafos b, c, d.) De esta manera se honra al Hijo de la
misma manera que honramos al Padre. Juan 5:22, 23; 1 Pedro 1:8; Apocalipsis 5:6–14; Filipenses
2:8, 9; Apocalipsis 7:9, 10; 4:8–11.

(Este artículo intitulado la Deidad Adorable constituye un apéndice al artículo 2 denominado


el Unico y Verdadero Dios, de la Declaración de Verdades Fundamentales de las Asambleas de
Dios.)

2. EL UNICO Y VERDADERO DIOS


La Biblia no malgasta el tiempo tratando de demostrar la existencia de Dios, y
denomina “necio” al ateo. “Dijo el necio en su corazón: No hay Dios.” Salmo 14:1.
Todas las razas humanas tienen alguna idea de dioses o del Dios ante quien es
responsable el género humano. La Biblia nos informa con respecto a la verdadera
naturaleza y carácter del único y verdadero Dios. La descripción bíblica del Ser Supremo
constituye el pensamiento más elevado y más noble jamás concebido por hombre alguno.
Antes de presentar las enseñanzas de las Sagradas Escrituras, aclaremos algunas doctrinas
falsas relativas a Dios.
1. LA BIBLIA SE OPONE AL MATERIALISMO. Las Sagradas Escrituras opugnan
la teoría que reduce a la materia todo cuanto existe. Muchos hombres de ciencia y
filósofos han deificado la materia y las leyes de la naturaleza, excluyendo a Dios, “el cual
es sobre todas las cosas, y por todas las cosas, y en todos vosotros.” Efesios 4:6. Léase la
sublime descripción de Dios que se encuentra en el capítulo 40 de Isaías. El Señor Jesús
dijo en cierta oportunidad lo siguiente: “Dios es Espíritu.” Juan 4:24.
2. LA BIBLIA SE OPONE AL POLITEISMO. o sistema religioso que admite la
pluralidad de los dioses. Se calcula que en la actualidad el politeísmo cuenta con más de
800.000.000 de adeptos. La población de la India asciende a casi 400.000.000, y se
afirma que el número de dioses supera al de habitantes. “Oye, Israel: Jehová nuestro
Dios, Jehová uno es.” Deuteronomio 6:4.
3. LA BIBLIA SE OPONE AL PANTEISMO o la doctrina que afirma que “Dios es
todo y todo es Dios.” Esta hipótesis constituye la piedra fundamental de la organización
denominada Ciencia Cristiana. Dios no es la suma y substancia especial de todo, un algo
impersonal, “la mente universal,” como lo interpreta el panteísmo. Dios está en todo, más
es también superior a todo, e independiente de todo. Asimismo Jesús es “la misma
imagen de su substancia,” Hebreos 1:3, “la imagen del Dios invisible.” Colosenses 1:5.
4. LA BIBLIA SE OPONE AL DEISMO, la creencia de que existe un ser supremo, el
origen y creador de todas las cosas, mas tan superior al hombre que toda comunicación es
imposible. El ser supremo del deísmo es por otra parte indiferente a las necesidades del
hombre y sordo a su llamado de misericordia. Empero la Biblia nos dice: “Los ojos de
Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos.” Salmo 34:15. “Dios
es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.” Salmo 46:1. El
Señor Jesús nos dice que ni un gorrión caerá a tierra sin que lo note el Padre. Mateo
10:29.
5. EL TEISMO CRISTIANO es el nombre apropiado para las doctrinas bíblicas con
respecto a la Deidad. El teísmo, que procede del vocablo griego Theos, el cual quiere
decir Dios, afirma que el Dios único y verdadero está presente en su universo, y que sus
oídos están atentos al clamor de sus hijos. El teísmo cristiano es la suma de las
enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo y de sus apóstoles con relación a la eterna
Trinidad.
6. EL DIOS DE LA BIBLIA ES INFINITO Y PERFECTO. Es el Dios eterno,
increado, de existencia por sí mismo, el origen de todo lo creado. Es omnipotente,
omnisciente y omnividente, es decir, todo lo puede, todo lo sabe y todo lo ve. La Palabra
de Dios dice en cierto lugar lo siguiente: “Tú eres el Dios de la vista.” El Señor Jehová es
infinito en lo que respecta a santidad y amor, y habita en la luz inaccesible. 1 Timoteo
6:15, 16.

1 Tim. 6:15, 16
La doctrina de la Trinidad se revela claramente en casi todos los libros del Nuevo
Testamento. La identidad de cada una de las personas del Trino Dios queda manifestada en forma
incuestionable en Juan 14:16 que dice: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para
que esté con vosotros para siempre.” La palabra “Abogado” sería mejor traducción que
“Consolador,” y contribuiría a la interpretación correcta del pasaje. Jesucristo es un Abogado. Se
dirige al Padre, 1 Juan 2:1, y el Espíritu Santo, otro Abogado, descenderá del Padre. El vocablo
“abogado,” de Juan 2:1 y “Consolador,” de Juan 14:16, 26; 15:26 y 16:7 procede de la palabra
griega “paracleto,” la cual se emplea para referirse a una persona que aboga por otra, que
conociendo a fondo las leyes, defiende a su cliente en el tribunal. Cristo está en la Corte Suprema
del Universo, y estudia allí nuestro caso, mientras que el Espíritu Santo, nuestro Abogado, nos
toma bajo su tutela, nos instruye, dirige, ilumina y fortalece.

7. JESUCRISTO ES LA REVELACION FINAL Y PERFECTA DE DIOS. Jesús es


el resplandor de la gloria del Padre, “y la misma imagen de su substancia.” “A Dios nadie
le vió jamás: el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le declaró.” Juan 1:18. El
vocablo “declarar” significa en el idioma griego “sacar a la luz lo oculto, misterioso u
obscuro.” Esta es exactamente la labor que realiza el Señor Jesús para este pobre mundo,
sumido en la obscuridad del pecado y del dolor. Ante nuestros ojos puso en evidencia el
carácter de Dios, de manera que podía decir lo siguiente: “El que me ha visto, ha visto al
Padre.” Juan 14:9.
8. EL DIOS DE LA BIBLIA SE REVELA COMO LA SANTA TRINIDAD. Las
Sagradas Escrituras presentan tres Personas Divinas, designadas con los nombres del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, distintos en lo que respecta a ministerios, mas de un
carácter y armonía tan perfectos que constituyen un solo Dios, y no tres. La doctrina de la
Trinidad es parte integral del Libro Sagrado, y no puede ser eliminada sin cometerse una
terrible injusticia con la Palabra del Señor. Es un misterio tan profundo que los sabios
más ilustres de la tierra no han podido comprenderlo. Mas bendito sea el nombre del
Señor, podemos decir por experiencia que el Padre es nuestro Padre, el Hijo nuestro
Hermano y el Espíritu Santo nuestro Abogado. “El que me ama, mi palabra guardará; y
mi padre le amará, y vendremos a él, y haremos con él morada.” Juan 14:23. En Juan
14:16 el Señor Jesús dijo lo siguiente: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador,
para que esté con vosotros para siempre.”
Es encomiable poseer un concepto de Dios basado en las Sagradas Escrituras, mas
debemos recordar que no es suficiente tener un conocimiento intelectual del Señor. Lo
ideal es que poseamos un conocimiento experimental del Poderoso Señor del universo.
“Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo:
Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para
hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.”
Isaías 57:15. “Amístate ahora con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien.” Job 22:21.
“Esta empero es la vida eterna: que te conozcan el solo Dios verdadero, y a
Jesucristo, al cual has enviado. Juan 17:3.

3. EL HOMBRE, SU CAIDA Y REDENCION


El hombre fué creado bueno y justo. En efecto, Dios dijo lo siguiente: “Hagamos al hombre
a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanzsa.” Mas el hombre cayó por transgresión
voluntaria, y su única esperanza reside ahora en el Señor Jesús, el Hijo de Dios.

Génesis 1:26, 31; 3:1–7; Romanos 5:12–21.

3. EL HOMBRE, SU CAIDA Y REDENCION


Esta materia, en su aspecto doble, es demasiado extensa para ser considerada aquí.
Todo lo que podemos hacer es ampliar la declaración que encabeza este capítulo y
proporcionar sugerencias con respecto al estudio de ella.
1. EL HOMBRE FUE CREADO A LA IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS. En
otras palabras, el hombre fué creado bueno y justo, dotado de inteligencia, conciencia y
libre albedrío, de manera que pudiera ejercer dominio sobre los seres vivientes de la tierra
y pusiera en práctica la facultad de elección.
2. EL PRIMER HOMBRE, DOTADO DE INTELIGENCIA, CONCIENCIA Y
LIBRE ALBEDRIO, ERA SUPERIOR A LA CREACION ANIMAL, y estaba
capacitado para mantener comunión con Dios. La facultad del hombre de escoger entre el
bien y el mal envolvía la posibilidad de elegir éste y no aquél, desobedeciendo así al
Creador. En virtud de su inteligencia, el hombre era responsable de todos sus actos.
Lucas 12:47, 48; Josué 24:15.
3. EL DIABLO, PRESENTANDOSE EN FORMA DE SERPIENTE LOGRO
DESPERTAR LA DUDA EN EL CORAZON DE EVA EN LO QUE RESPECTA A LA
VERACIDAD DE DIOS. “¿Conque Dios os ha dicho?” fué la pregunta de la serpiente.
Más adelante, la serpiente dijo: “No moriréis”—lo cual era contradictorio al decreto de
Dios (Génesis 3:1–4); “mas sabe Dios que el día que comiereis de él, serán abiertos
vuestros ojos, y seréis como dioses sabiendo el bien y el mal.” Estas últimas palabras
estaban destinadas a poner en tela de juicio la bondad de Dios. Seducida por la
conversación hábil de la serpiente y por la apariencia invitante del fruto, Eva lo comió e
hizo participar de él a su esposo. Génesis 3:5, 6. El germen de la duda, implantado en el
corazón de la mujer, culminó en la caída de nuestros padres.
4. LA CAIDA DIO ORIGEN AL PECADO, A LA TRISTEZA, A LA
ENFERMEDAD Y A LA MUERTE SOBRE EL GENERO HUMANO. Génesis 3:7–24;
Romanos 5:12–19; 1 Corintios 15:21.
5. LA CORRUPCION DEL HOMBRE ES CONFIRMADA NO SOLAMENTE POR
SU INTELIGENCIA Y CONCIENCIA, SINO TAMBIEN POR LA HISTORIA DEL
MUNDO.
Al decir corrupción, queremos significar con ello que la naturaleza moral, mental y
espiritual del hombre ha sido pervertida por la caída. En vez de amar la santidad, el
hombre no regenerado siente una inclinación maligna hacia el pecado, y sólo la gracia de
Dios podrá transformar esta naturaleza, haciendo del hombre una nueva criatura en Cristo
Jesús. 2 Corintios 5:17. Esta, corrupción afecta la naturaleza intelectual o mental del
hombre, la cual ha sido pervertida, de manera que los hombres “se desvanecieron en sus
discursos, y el necio corazón de ellos fué entenebrecido. Diciéndose ser sabios, se
hicieron fatuos.” Romanos 1:21, 22. Se convirtieron en individuos de “mente depravada”
y “necios.” Romanos 1:28, 31. El hombre ha perdido la facultad de distinguir entre el
bien y el mal, Isaías 5:20, y ha descendido a veces hasta un nivel inferior al de los seres
irracionales. Las Sagradas Escrituras nos dicen con respecto al hombre que “su gloria es
en confusión,” y que se parece a las aguas del mar agitado, “que arrojan cieno y lodo.”
Isaías 5:20. El estado del hombre no regenerado se presenta con claridad y precisión en
Romanos 3:9–18. Compare asimismo Romanos 1:18–32. En Filipenses 3:19 se nos dice
lo siguiente: “Cuyo fin será perdición, cuyo dios es el vientre, y su gloria es en confusión;
que sienten lo terreno.”

2 Cor. 5:17
La palabra griega que ha sido traducida “criatura” en la versión castellana tiene amplios
alcances. En realidad significa “creación.” La versión de Moffat, vertida al castellano, dice así:
“Hay una nueva creación toda vez que el hombre viene a estar en Cristo; pasó lo que es viejo y ha
venido lo que es nuevo.” En Efesios 2:10, Pablo emplea la palabra “hechura.” Según Weymouth
esta misma palabra significaría “obra de sus manos.” La palabra “nueva” significa algo diferente,
inusitado, jamás experimentado con anterioridad. Esta misma palabra aparece en forma de
sustantivo—“novedad”—en Romanos 6:4 y 7:6. Estas verdades están en concordancia con lo que
ha sido experimentado por nosotros.

La palabra “depravado” procede de una raíz latina que significa torcido, deforme, y de ahí
pasa a significar malvado, moralmente malo. Dios hizo al hombre justo y recto, mas el diablo
corrompió y profanó la hermosa obra de Dios, de manera que el hombre se transformó en un ser
depravado, distinto del que fuera en su estado original.

Rom. 3:9–18
(Compare Rom. 1:18–32)

6. ESTA CORRUPCION AFECTA EL SER TODO DEL HOMBRE: su naturaleza


mental, moral, espiritual y física. Es absolutamente universal, Romanos 3:19. El hombre,
tal como se le conoce, no es el resultado del proceso de evolución, sino que fué creado
perfecto por Dios mas por su caída se halla sumido en la depravación y degeneración,
está separado de Dios, ama la rebeldía y el pecado y se encuentra bajo la condenación
justa de un Dios santo.

Rom. 3:19
El hombre sabe que no es lo que debiera ser y que no puede ser lo que quiere, a menos que
intervenga la gracia de Dios. Sabe asimismo que ha ocurrido algo en la familia humana, que el
hombre tiene una inclinación natural hacia el pecado, y que se requiere una lucha tenaz para
desarrollar un elevado carácter moral. Las páginas de los periódicos abundan en ejemplos de la
depravación del hombre. No necesitamos que se nos enseñe a pecar, pues somos por
“naturaleza”—nacimiento—“hijos de ira,” es decir, hijos expuestos a la ira de Dios, debido a
nuestra naturaleza pecaminosa. “Y a vosotros os dió vida, estando muertos en las transgresiones y
los pecados, en que anduvisteis en un tiempo, conforme al uso de este siglo, conforme al príncipe
de la potestad del aire, espíritu que ahora obra en los hijos de la desobediencia.” Estas palabras se
refieren a los gentiles. Luego prosigue: “En medio de los cuales también nosotros todos”—los
judíos—“en un tiempo vivíamos en las concupiscencias de nuestra carne, cumpliendo los deseos
de la carne y de los pensamientos; y éramos por naturaleza hijos de ira, asi como los demás.”
Efesios 2:1–3. Versión Moderna.

7. CRISTO NUESTRO REDENTOR FUE TENTADO DE LA MISMA MANERA


QUE NOSOTROS. Mateo 4:1–11; Hebreos 4:15. El Señor pagó el precio total de nuestra
redención, Mateo 20:28; se convirtió en la propiciación por los pecados de todo el género
humano, 1 Juan 2:2; aunque impecable, se hizo pecado por nosotros, 2 Corintios 5:21 y
mediante su muerte y sacrificio hizo expiación completa por todos nuestros pecados.
Romanos 5:6–21; Efesios 1:7.
8. EL PECADO Y LA IGNOMINIA DEL HOMBRE POR UNA PARTE Y LA
GRACIA REDENTORA DE DIOS POR LA OTRA, CONSTITUYEN LA ESENCIA
DE LA BIBLIA. Así como la iniquidad del hombre es insondable, así también lo es la
gracia de Dios. “Mas cuando el pecado creció, sobrepujó la gracia.” Romanos 5:20.
El plan divino de la redención abarca al pecador más empedernido y eleva al creyente
a un plano de victoria, felicidad, santidad y eterna bienaventuranza. Esa redención
comprende al espíritu, al alma y al cuerpo y hasta a la naturaleza, la cual quedó sujeta a la
maldición del pecado.
Génesis 3:7–19; Romanos 8:19–23.

4. LA SALVACION DEL HOMBRE


(a) Condiciones para la Salvación
La gracia de Dios, que trae la salvación, es asequible a todos los hombres, por
intermedio de la predicación del arrepentimiento hacia Dios y la fe en el Señor Jesucristo.
El hombre es salvo por el lavacro de la regeneración y la renovación del Espíritu Santo, y
justificado por la gracia, por intermedio de la fe, se convierte en heredero de Dios de
acuerdo a la esperanza de vida eterna. Tito 2:11; Romanos 10:13–15; Lucas 24:27; Tito
3:5–7.
(b) Evidencias de la Salvación
El testimonio directo del Espíritu Santo constituye para el creyente la EVIDENCIA
INTERNA de su salvación. Una vida de justicia y santidad constituye para todos la
EVIDENCIA EXTERNA de la salvación del creyente.

4. LA SALVACION DEL HOMBRE


La palabra salvación, de tan profundo significado, es el tema de toda la Biblia y de
todo sermón del evangelio. Los grandes himnos de la iglesia, casi sin excepción alguna
ensalzan en sus estrofas la gran salvación consumada por el Señor Jesucristo. La
definición del Dr. C. I. Scofield es tan amplia que merece aprenderse de memoria. Es la
siguiente: “Los vocablos griegos y hebreos que se traducen salvación significan
liberación, seguridad, preservación, sanidad y firmeza. Salvación es una palabra de
amplio sentido, que comprende o abarca todos los actos y procesos redentores, a saber:
justificación, redención, gracia, propiciación, imputación, perdón, santificación y
glorificación.”

CONDICIONES PARA LA SALVACION


Veamos si podemos aclarar este importante tema presentando varias proposiciones de
fácil comprensión.
1. LA SALVACION PROCEDE DE DIOS Y NO DEL HOMBRE. Lucas 3:6. Fué
concebida por Dios el Padre, consumada por Jesús el Hijo, y ofrecida al creyente por
intermedio del Espíritu Santo. Es así que el hombre no tuvo parte alguna en la creación
del plan divino de la salvación. Le corresponde sí aceptar el don de Dios, Romanos 6:23;
Lucas 19:10. Tan pronto como el hombre pecó, Dios anunció el proyecto divino para
salvarlo. Génesis 3:15.
2. SOLAMENTE JESUS PUEDE SALVAR AL HOMBRE. Hechos 4:12. Fué el
apóstol Pedro quien bajo la unción del Espíritu Santo declaró ante el senado judío que
solamente Cristo podía salvar. El Señor Jesús vino a buscar y a salvar lo que se había
perdido, Lucas 19:10. El Señor Jesús vino para dar su vida en rescate por muchos, Mateo
20:28. Es la propiciación por nuestros pecados, y por los pecados de la humanidad toda, 1
Juan 2:2. Por él hemos recibido la reconciliación, Romanos 5:11. “En el cual tenemos
redención por su sangre, la remisión de pecados por las riquezas de su gracia.” Efesios
1:7. “Y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.” Hebreos 9:22.
3. LA SALVACION SE OBTIENE POR LA GRACIA Y NO POR OBRAS. Efesios
2:8–10. Tanto estos versículos como otros procedentes de la pluma de Pablo nos enseñan
con claridad que jamás podremos obtener la salvación por nuestras propias obras. Es
solamente por la gracia. En el libro a los Romanos, Pablo afirma que tanto los gentiles
como los judíos están perdidos: aquéllos, aunque sin ley, por no haber ajustado su
conducta al conocimiento que tenían de Dios, capítulo 1; éstos por haber desobedecido
los preceptos divinos contenidos en la ley, capítulo 2. Termina diciendo que todo el
mundo es culpable ante Dios y está perdido. “Para que toda boca se tape, y que todo el
mundo se sujete a Dios. Porque por las obras de la ley ninguna carne se justificará delante
de él.” Romanos 3:19, 20. Esta verdad, percibida con claridad meridiana por Martín
Lutero, dió origen a la Reforma en Europa. Mas ¡ay! de aquellos protestantes que hoy se
olvidan de dicha verdad, y tratan de salvarse por su buen carácter, en vez de arrojarse en
los brazos de aquél que es el único que puede salvar. Romanos 10:2–4.
4. LA SALVACION ABARCA EL ESPIRITU, EL ALMA Y EL CUERPO DEL
HOMBRE. Isaías 53:10; Romanos 8:19–23. La salvación no significa simplemente el
perdón de nuestros pecados y la justificación ante el tribunal de Dios. Comprende la
purificación y protección, y como lo demuestra la definición citada al comienzo de este
capítulo, abarca asimismo la sanidad del cuerpo. Así lo enseña con claridad Isaías en los
capítulos 35 y 53, y también en otros versículos. En el capítulo 8 a los Romanos, el
apóstol Pablo demuestra que la redención de Cristo comprende la anulación de la
sentencia divina que se cierne cual sombría nube sobre la creación, tanto animal como
inanimada. Por causa del hombre, cayó la maldición sobre la tierra, Génesis 3:17–19.
Tanto el género humano como los seres irracionales han sufrido indeciblemente a causa
del pecado cometido por el hombre, mas Cristo fué hecho maldición por nosotros,
Gálatas 3:13, y a su tiempo librará a la creación toda de la condenación que pende sobre
ella. Lea Isaías 11:6–9. En Mateo 8:17 se interpreta correctamente Isaías 53:4,
demostrándose que Cristo vino para salvar no solamente del pecado, sino de la
enfermedad también. El mundo ha comenzado a compenetrarse gradualmente de esta
verdad, como ocurrió con las multitudes que acompañaron a Jesús por la costa del Mar de
Galilea.

Rom. 8:19–23
Vea la página 43.

5. LA SALVACION SERA PARA LA ETERNIDAD, Efesios 2:8; Hebreos 5:9.


Cierto escritor sagrado manifestó que la salvación está expresada en tres tiempos
verbales: pasado, presente y futuro. Hemos sido salvados de la culpabilidad y la pena del
pecado, 2 Corintios 2:15; Efesios 2:5–8; 2 Timoteo 1:9; Efesios 1:7. Somos salvos ahora
del hábito del pecado, de su poder y dominio, Romanos 6:14; Filipenses 2:12, 13; 2
Corintios 8:18. Y seremos salvos no solamente de la pena, contaminación y poder del
pecado, sino también de su presencia y consecuencias. “Porque ahora nos está más cerca
nuestra salud que cuando creímos.” Romanos 3:11. “Para nosotros que somos guardados
en la virtud de Dios por fe, para alcanzar la salud que está aparejada para ser manifestada
en el postrimero tiempo.” 1 Pedro 1:5. A su retorno, el Señor Jesús transformará nuestros
cuerpos mortales, los cuales serán entonces como el suyo. Filipenses 3:20, 21. No
quedará vestigio alguno de pecado en nuestro cuerpo y “la tierra será llena del
conocimiento de Jehová, como cubren la mar las aguas.” Isaías 11:9. Esta será salvación
completa.
6. EL DESCUIDO DE LA SALVACION PROVOCARA MALES TERRIBLES,
Hebreos 2:1–4. El pecado mayor es la incredulidad, la cual envuelve desechar a Cristo.
Este es el pecado que llevará al hombre al infierno. Juan 3:18–21, 36. La incredulidad
hace de Dios un mentiroso. 1 Juan 5:10. Constituye un terrible pecado descuidar una
salvación tan grande, y este descuido o negligencia trae sobre el impenitente un castigo
más terrible que la misma muerte. Hebreos 2:14; 10:28, 29.
7. LA FE EN CRISTO COMO NUESTRO SALVADOR CRUCIFICADO Y
RESUCITADO constituye el medio de la salvación, mientras que la incredulidad
provocará nuestra perdición. Estas verdades están claramente presentadas en Juan 3:14–
36. “Para que todo aquel que en él creyere, no se pierda, sino que tenga vida eterna,”
versículo 15. En el versículo 16 la misma verdad se repite, pues la Biblia nos dice: “… no
se pierda, mas tenga vida eterna,” y en el versículo 36 leemos lo siguiente: “El que cree
en el Hijo, tiene vida eterna.” Compare Juan 5:24. “Justificados pues por la fe,” Romanos
5:1. “Porque por gracia sois salvos por la fe,” Efesios 2:8. Mas la fe que salva presupone
arrepentimiento genuino, y es seguida de la obediencia. “Arrepentíos, y creed al
evangelio,” Marcos 1:15. “Para la obediencia de la fe,” Romanos 1:5. “Para que
obedezcan a la fe,” Romanos 16:26. “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros,”
Hechos 2:38. El arrepentimiento queda evidenciado por la confesión, seguida de la
reforma y obtiene el perdón y la limpieza, 1 Juan 1:7.
8. EL PADRE, EL HIJO Y EL ESPIRITU SANTO COOPERAN CON EL
PECADOR EN LA SALVACION DE ESTE.
En las declaraciones que anteceden, hemos estudiado la salvación desde el punto de
vista humano. Debemos confesar y olvidar el pecado, Proverbios 28:13. Debemos buscar
al Señor y volvernos a él, y tendrá misericordia de nosotros, y nos perdonará con
magnanimidad. Isaías 55:6, 7. Mas la salvación tiene dos fases: la humana y la divina. El
Padre trae el pecador hacia sí, Juan 6:44; el Espíritu Santo convence al hombre de su
pecado, Juan 16:8, y el pecador es regenerado por el poder del Espíritu Santo, es “nacido
del Espíritu,” “nacido de nuevo.” Juan 1:11–13; 3:3–7. En la regeneración, somos
partícipes de la naturaleza divina, la cual nos capacitará para huir “de la corrupción que
está en el mundo por concupiscencia.” 2 Pedro 1:4. Esta naturaleza divina en nosotros
expulsará el deseo de pecar, y nos hará amar la santidad y procurarla. “Cualquiera que es
nacido de Dios, no hace pecado”—no practica el pecado—“porque su simiente”—la vida
divina implantada en el hombre—“está en él y no puede pecar”—vivir en pecado
—“porque es nacido de Dois.” 1 Juan 3:9, versículo que ha sido interpretado según otros
pasajes de la misma epístola.

LA EVIDENCIA DE LA SALVACION
La evidencia de la salvación es interna o subjectiva y externa u objetiva. El recién
convertido quizá tenga la tendencia de recalcar el hecho de que la salvación le liberó de la
carga del pecado, Salmo 32:3–6; de poner énfasis en el nuevo gozo que ha inundado su
alma al tener conciencia del perdón y limpieza. “Hazme oír gozo y alegría; y se recrearán
los huesos que has abatido.” Salmo 51:8, 12. Quizá el nuevo creyente se refiera a la
historia de su salvación basándose en sus sentimientos o emociones, mas las emociones
deben de tener por base una fe sólida, que a su vez descanse en algo firme e
imperecedero: las promesas de Dios en las Sagradas Escrituras. Cuando el pecador se
arrepiente, cree y acepta al Señor Jesús como su Salvador personal, su propio espíritu se
constituye en testigo de la salvación obtenida por intermedio de Cristo. Luego el Espíritu
Santo corrobora el testimonio del espíritu del hombre, en el sentido de que es hijo de
Dios. Puede entonces el creyente decir con toda sinceridad: PADRE NUESTRO. “Mas
habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos, Abba, Padre.” Romanos
8:15, 16.
Juan, el apóstol del amor, cita otra evidencia interior. “Cualquiera que ama, es nacido
de Dios, y conoce a Dios.” 1 Juan 4:7. “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a
vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, está en muerte.” 1
Juan 3:14.
Dios nos da asimismo otra prueba interior: el revestimiento del Espíritu Santo. “En
esto conocemos que estamos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu.” 1
Juan 4:13.
La evidencia exterior, que se trasunta en una conducta de obediencia a Dios y sus
preceptos, es aparente tanto para el recién convertido como para los que le conocen. El
Señor Jesús reproduce en el creyente su propia vida, revistiéndolo de poder para trabajar
por su causa, capacitándolo para vivir una vida de santidad, y preparándolo para el cielo
futuro. Los pasajes bíblicos a este respecto son tan numerosos que cualquiera puede
encontrar varios de ellos, de manera que no los citaremos aquí.

5. EL BAUTISMO EN AGUA
Todo aquél que se ha arrepentido sinceramente y considera a Cristo su Señor y Salvador,
debe someterse a la ordenanza del bautismo en agua por inmersión, de acuerdo a las Sagradas
Escrituras. Al cumplir este sacramento, el creyente lava su cuerpo en agua pura como símbolo
exterior de limpieza, mientras que su corazón ha sido rociado ya con la sangre de Cristo como
limpieza interior. Mediante el bautismo el creyente declara ante el mundo que ha muerto con
Jesús y que ha resucitado también con él a fin de caminar en novedad de vida. Mateo 28:19;
Hechos 10:47, 48; Romanos 6:4; Hechos 20:21; Hebreos 10:22.

5. EL BAUTISMO EN AGUA
Hay cuatro preguntas que frecuentemente se oyen con respecto a la ordenanza del
bautismo en agua, a saber: (1) ¿Cuál era la forma de bautismo en la época de los
apóstoles? (2) ¿Qué significa o simboliza el bautismo en agua? (3) ¿Cuál es la fórmula
que corresponde al administrar esta ordenanza? y (4) ¿quiénes reúnen las condiciones,
desde el punto de vista bíblico, para bautizarse? Estudiaremos todas estas preguntas en el
orden formulado.

LA FORMA
Existen muchas teorías contradictorias con respecto a la forma de bautismo, y ello se
debe al hecho de que el hombre ha seguido la tradición y no los preceptos bíblicos.
Las iglesias pentecostales practican casi por unanimidad la inmersión en agua en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y consideran antibíblicas las demás
formas de bautismo. El hecho de que exista tal armonía de parecer entre las mencionadas
iglesias con respecto al bautismo en agua es en sí algo transcendental, si se tiene en
cuenta que gran parte de los creyentes pentecostales procedían de denominaciones
religiosas que practicaban el bautismo por aspersión y el bautismo de los niñitos. Sólo
podemos explicar esta verdad diciendo que el bautismo en el Espíritu Santo nos ha hecho
tan dóciles a la voz divina, que habiéndonos liberado de las cadenas de la tradición que
nos aherrojaban, recurrimos ahora directamente a la Palabra de Dios, la cual se ha
constituído en la norma de nuestra vida.
Imaginémonos que los nativos de cierta isla remota, jamás visitada por misionero
alguno, encontraran una Biblia. Supongamos que dicha Biblia fuera leída y comprendida,
y que algunos se convirtieran y desearan hacer la voluntad del Señor. La lectura diligente
del Nuevo Testamento les demostraría que les era necesario bautizarse. Desde que nunca
habían presenciado un bautismo, debían guiarse por la Biblia. Mediante la lectura de las
páginas sagradas, los naturales descubrirían lo siguiente:
1. Que la ordenanza requería agua. “Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua; y
dijo el eunuco: He aquí agua; ¿ qué impide que yo sea bautizado? Hechos 8:36.
2. Que el bautismo requiere abundancia de agua. “Y bautizaba también Juan en Enón,
junto a Salim porque había allí muchas aguas (abundancia de agua, Versión Moderna); y
venían, y eran bautizados.” Juan 3:23.
3. El bautismo requiere que tanto el que bautiza como el bautizado desciendan al
agua. “Y mandó parar el carro: y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco; y
bautizóle.” Hechos 8:38.
4. El bautismo requiere ser sepultado en el agua. “Porque somos sepultados
juntamente con él a muerte por el bautismo.” Romanos 6:4. “Sepultados juntamente con
él en el bautismo, en el cual también resucitasteis con él.” Colosenses 2:12.
5. El bautismo en agua requiere subir del agua. “Y Jesús, después que fué bautizado,
subió del agua.” Mateo 3:16. “Y como subieron del agua.…” Hechos 8:39.

EL SIMBOLISMO
Por su simbolismo, el bautismo en agua es tan maravilloso como bello. Simboliza la
muerte, sepultura y resurrección de Cristo y del creyente que está en comunión con él.
Es abundante el material de estudio referente al bautismo. La controversia con respecto a la
forma de bautismo se ha venido agitando en el protestantismo desde los días de Lutero, Zuinglio
y Calvino. Se han escrito al respecto muchas obras de profunda erudición. Una de las mejores
procede de la pluma de J. Gilchrist Lawson. Se titula ¿Ordenó Jesús el bautismo por inmersión? y
está escrita en inglés. El autor se propone demostrar que las palabras griegas que fueron
traducidas “bautizar” y “bautismo” significan “sumergir” e “inmersión.” Aporta para ello
referencias tomadas de quince diccionarios ingleses; seis diccionarios etimológicos del mismo
idioma; veinticinco enciclopedias; veinte diccionarios bíblicos; veinte enciclopedias de
información religiosa; cien léxicos griegos; cuarenta y seis escritores clásicos de Grecia, desde
Orfeo, que vivió en el año 1000 A.C., hasta Eustathius, año 1000 D.C.; diecinueve escritores de la
iglesia cristiana primitiva, desde Barnabás a fines del siglo primero, hasta Theophylact, del siglo
once; doce versiones del Nuevo Testamento, incluso la siriaca, árabe, egipcia, etiópica, latina,
gótica, armenia, anglosajona, persa, eslava, galesa, irlandesa y escocesa; setenta comentarios
famosos; treinta y dos notables teólogos y cincuenta y tres grandes historiadores.

A esta información podrían agregarse las declaraciones de representantes de la Iglesia Griega,


Católico Romana, Luterana, Episcopal, Metodista, Presbiteriana, Cuáquera y otras. El cúmulo de
pruebas es realmente notable.
Gran perjuicio a la causa de Cristo han ocasionado aquéllos que declaran que se debe bautizar
en el nombre de Jesús solamente y que añaden que los que han recibido el bautismo en el nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, no han sido bautizados según fórmula bíblica. Se trata de
un error peligrosísimo que ha surgido con el propósito de negar la doctrina bíblica de la Santa
Trinidad.

“Porque somos sepultados juntamente con él a muer te por el bautismo; para que
como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, asi también nosotros
andemos en novedad de vida. Porque si fuimos plantados juntamente con él a la
semejanza de su muerte, asi también lo seremos a la de su resurrección.” Romanos 6:4, 5.
“Sepultados juntamente con él en el bautismo, en el cual también resucitasteis con él.”
Colosenses 2:12.
Como lo confirma la mayoría de los grandes eruditos en el estudio de las Sagradas
Escrituras, aun aquéllos que practican el bautismo de los niñitos y por aspersión, la forma
original del bautismo fué por inmersión, significado que se expresa con toda claridad en
el vocablo griego que ha sido traducido bautismo en la versión castellana. Además, casi
todas las traducciones a los idiomas modernos proporcionan dicho significado.
Si queremos ser fieles a Cristo debemos hacer exactamente lo que nos dice su
Palabra, y no adoptar ninguna otra forma extraña. Como acto de lealtad al Señor,
debemos cumplir las ordenanzas tal como nos fueron entregadas por los apóstoles.
Gran perjuicio a la causa de Cristo han ocasionado aquéllos que declaran que se debe bautizar
en el nombre de Jesús solamente y que añaden que los que han recibido el bautismo en el nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, no han sido bautizados según fórmula bíblica. Se trata de
un error peligrosísimo que ha surgido con el propósito de negar la doctrina bíblica de la Santa
Trinidad.

LA FORMULA
El Señor mismo dió a sus apóstoles la fórmula en Mateo 28:19, donde dice lo
siguiente: “Por tanto, id, y doctrinad a todos los Gentiles, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo: enseñándoles que guarden todas las cosas que os
he mandado: y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
Amén.” Y hacemos esto en el nombre de Jesucristo, es decir, en virtud del mandamiento
del Señor Jesús y de la autoridad que nos ha conferido.

LOS CANDIDATOS
Antes de abandonar este estudio fascinador, dediquemos unos momentos a las
personas que reúnen las condiciones necesarias para ser bautizadas. El orden divino es
muy simple. El pecador debe arrepentirse y creer primero, Marcos 1:15; Hechos 2:38.
Solamente los creyentes deben ser bautizados, Mateo 28:19; Marcos 16:16. Esta verdad
excluye el bautismo de los niños que son aún muy pequeños para arrepentirse y creer, e
invalida el “bautismo” de aquéllos que no estaban regenerados cuando se sometieron a él.
¿Explica esto el porqué los doce hombres en Efeso fueron bautizados de nuevo por
Pablo? Hechos 19:1–7.
Hechos 9:18; 22:16
No obstante, es recomendable que el recién convertido reciba instrucción en las doctrinas
cristianas fundamentales y en la vida práctica cristiana antes de ser bautizado en agua, lo cual
estará en plena armonía con las palabras de Cristo en Mateo 28:19; “Id, y doctrinad a todos los
Gentiles, bautizándolos.…” Dijo Felipe el eunuco: “Si crees de todo corazón, bien puedes.” Este
período de instrucción bíblica permitirá al pastor poner a prueba la sinceridad del candidato.

Algunos afirman que el bautismo en el Espíritu Santo exime al creyente de la


necesidad de someterse a la ordenanza del bautismo en agua. Esta actitud está en
conflicto con la declaración de Pedro en Hechos 10:47, 48.
Si uno lee el Nuevo Testamento con el propósito de ver la importancia que se le
asigna al bautismo en agua, se descubrirá la rapidez con que los creyentes eran
bautizados en agua después de la conversión, y el extraordinario énfasis que tanto Cristo
como los apóstoles dieron a este sacramento.

6. LA CENA DEL SEÑOR


La Cena del Señor, consistente del pan y del jugo de la vid, constituye un símbolo que
expresa nuestra participación de la naturaleza divina de nuestro Señor Jesucristo, 2 Pedro 1:4;
un recuerdo de sus sufrimientos y su muerte, 1 Corintios 11:26; y la profecía de su segunda
venida, 1 Corintios 11:26. Todo creyente debe participar de la Cena hasta que venga el Señor.

6. LA CENA DEL SEÑOR


Este sacramento simboliza el cuerpo quebrantado del Señor Jesús y su sangre
derramada en el madero del Calvario, nuestra participación de los beneficios derivados de
su muerte expiatoria y el pacto que fué ratificado con su propia sangre. Representa
asimismo la unión con el Señor, el cual es el sostén de nuestra vida espiritual. Constituye
un acto recordatorio de su muerte, y un augurio de su retorno.
1. EL SACRAMENTO FUE INSTITUIDO POR NUESTRO SEÑOR MISMO,
Lucas 22:19, en la víspera del día que fuera traicionado. 1 Corintios 11:23. Inspirados por
la reverencia, acerquémonos al aposento alto, donde el Señor Jesús y sus discípulos,
reclinados alrededor de la mesa, celebraban juntos por última vez la pascua, la cual
prefiguraba la muerte expiatoria de Cristo como el “Cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo,” Juan 1:29. Fué durante la última pascua que el Señor instituyó el sacramento
recordatorio de la Santa Cena, que simbolizaría un hecho pasado—su muerte en la cruz—
y un acontecimiento futuro—su retorno en las nubes—. Parecen que fueron pocas las
palabras pronunciadas en esta ocasión, mas nacieron de lo más íntimo del corazón del
Maestro, y causaron profunda impresión en sus discípulos, quienes no podían
comprender lo que el Señor decía con respecto a su muerte, sepultura y resurrección. Los
sentimientos más tiernos que la naturaleza humana es capaz de experimentar bajo la
inspiración del Espíritu Santo, embargan el corazón del hombre al meditar en la muerte
del Señor Jesús y participar de los elementos que el mismo Jesús escogió para simbolizar
su cuerpo quebrantado y su sangre vertida en el madero.
2. SE NOS INSTRUYE A EXAMINARNOS CON TODA DILIGENCIA, antes de
participar de este sacramento santo, y de aproximarnos a la mesa del Señor con
reverencia y entendimiento de lo que hacemos. 1 Corintios 11:27–32.

Ver. 27
“Indignamente.” Significa sin la consideración debida, tanto en lo que respecta al significado
como a lo sagrado de la ordenanza. Es decir, de una manera desordenada e irregular. “Será
culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.” En otras palabras, será culpable de participar de los
emblemas del cuerpo y de la sangre de nuestro Señor con un corazón indigno, impío, en forma
sacrílega.

Ver. 28
“Pruébese cada uno.” El hombre debe hacer un examen cuidadoso de su conducta a la luz de
la Palabra de Dios. “Y coma así,” es decir, después de haber realizado ese examen de sí mismo.

Ver. 29
“Juicio come y bebe para sí.” No se trata aquí de castigo eterno, sino del castigo de Dios para
corregir al creyente, a fin de que no sea condenado “con el mundo.” Lea los versículos 31 y 32.

3. NUESTRO SEÑOR ORDENO A SUS DISCIPULOS QUE OBSERVARAN LA


SANTA CENA. “Tomad, comed,” Mateo 26:26, 37. “Haced esto,” 1 Corintios 11:24. La
observancia de este sacramento conmemorativo de su muerte no es opcional sino
obligatoria. Constituye un mandamiento del Señor Jesús, por cuya desobediencia
tendremos que rendir cuentas. Se trata de una ordenanza perpetua, la cual debe ser
observada con frecuencia, porque Pablo nos dice: “Porque todas las veces que comiereis
este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que venga.” 1
Corintios 11:26.
4. LA SANTA CENA CONSTITUYE UN ANTICIPO DEL DIA CUANDO
RETORNARA NUESTRO SEÑOR, y beberá del fruto de la vid de nuevo con los suyos
en el reino del Padre, Mateo 26:29. Es así que la Cena del Señor nos mantiene “esperando
aquella esperanza bienaventurada, y la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador
nuestro Jesucristo.” Tito 2:13.
5. LA COPA Y EL FRUTO DE LA VID representan la sangre de Cristo y simbolizan
el sellado del Nuevo Pacto con dicha sangre. El mismo Señor Jesús declaró lo siguiente:
“Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, la cual es derramada por muchos para
remisión de los pecados. Se trata del pacto predicho por Jeremías en el capítulo 31:31–34.
En Lucas 22:20 se proporcionan las palabras en un orden algo distinto, a saber: “Este
vaso es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.” Según Weymouth,
este versículo dice lo siguiente: “Esta copa es el nuevo pacto ratificado por mi sangre, la
cual será derramada para vuestro beneficio.”
En Hebreos 9:16–18, este pacto es considerado un testamento, lo cual constituye el
significado principal de la palabra griega. Para que el testamento entre en vigor es
necesario que el testador haya muerto. La sangre derramada en el madero constituye la
prueba de la muerte de Jesús. Selló el pacto con su propia sangre, y de esta manera lo
ratificó, haciéndolo eficaz y operativo. Se trata de un pensamiento bendito para nosotros,
que somos herederos de Dios y coherederos de Cristo. Romanos 8:17.
6. EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO SIMBOLIZA LA MUERTE DE CRISTO
por nosotros, nuestra muerte en lo que respecta al mundo y nuestra identificación con el
Señor. Romanos 6:3–5; Colosesses 2:12. La Santa Cena simboliza la muerte del Señor en
nuestro lugar, en calidad de Cordero Pascual, sacrificado para liberarnos del pecado y de
la muerte, y según la voluntad de Dios, “muerto desde el principio del mundo.”
Apocalipsis 13:8. El bautismo en agua significa que el creyente se une a Cristo y
comienza así una nueva vida en virtud de la regeneración. Mas en la Santa Cena es el
Señor quien se une al creyente, para procurar su santificación, sostén, fortaleza y
renovación. El bautismo está relacionado con el nuevo nacimiento, que se produce una
vez, de manera que no necesitamos ser bautizados a menudo, mas aquél que ha nacido de
nuevo necesita alimento espiritual constante, y por esta razón observamos con frecuencia
la Cena del Señor.

Romanos 6:3
San Pablo alude a la manera en que ordinariamente se confería el Bautismo en la iglesia
primitiva: por inmersión. El descenso al agua sugiere el descenso del cuerpo a la tumba, y el
ascenso sugiere la resurrección a la nueva vida. Es evidente que San Pablo ve algo más que un
simple símbolo en el rito del Bautismo. Como resultado de él, somos incorporados al cuerpo
místico de Cristo y vivimos una nueva vida.

Este comentario, traducido al castellano, se encuentra al pie de la pagina 415 del Nuevo
Testamento, revisión de la versión Chafioner-Rbeims, editada por eruditos católicos, bajo el
patrocinio de la Comisión episcopal de la Confraternidad de la doctrina cristiana. Lo publica la
St. Anthony Guild Press, Paterson, New Jersey, 1943.

Es así que el pan, alimento por excelencia es el símbolo más apropiado que el hombre
pudiera haber escogido. Y esto está de acuerdo con las palabras del Señor Jesús, que dijo:
“Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y son muertos.
Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él comiere, no muera. Yo soy el
pan vivo que he descendido del cielo: si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre;
y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.” Juan 6:48–51.
“De cierto, de cierto os digo: Si no comiereis la carne del Hijo del hombre, y
bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre,
tiene vida eterna: y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera
comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene
vida eterna: y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y
mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece,
y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me
come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo: no como vuestros
padres comieron el maná, y son muertos: el que come de este pan, vivirá eternamente.”
Juan 6:53–58. Lea también los versículos 32–35.
7. LA CENA DEL SEÑOR ENVUELVE LA SANIDAD. Si el creyente está enfermo
o afligido por sufrimientos corporales y puede discernir la virtud sanadora en el cuerpo de
nuestro Señor, tipificada por el pan, puede recibir la sanidad y fortaleza para su cuerpo
como así también para su naturaleza espiritual. 1 Corintios 11:30–32.
“Por lo cual,” es decir, debido al hecho de no comprender el verdadero significado del
sacrificio del cuerpo de Cristo, simbolizado por el pan. Su cuerpo es para proporcionar fortaleza,
salud y sanidad a nuestros cuerpos, a semejanza del cordero pascual, que preparó a los israelitas
para el éxodo. La sangre era para protegerlos del “destructor.” Versión Moderna. En la versión de
Worrell se encuen tra una nota aclaratoria con respecto a este versículo que dice así: “Muchos
están débiles y enfermos; no han sabido apreciar con toda su amplitud el significado de la
ordenanza, y no se han apropiado de su significado, tal como está simbolizado en el pan y el vino.
Por lo tanto muchos de los hermanos corintios no experimentan la virtud sanadora de Dios en sus
cuerpos, y es así que están débiles y enfermos. Y no pocos duermen, es decir, duermen el sueño
de la muerte.”

8. SE TRATA DE UNA ORDENANZA QUE ENVUELVE UNION. La ordenanza


del bautismo debe estrechar la comunión entre el creyente y el Señor, mientras que la
Cena del Señor no solamente debe acentuar dicha comunión, sino también la que existe
entre los creyentes entre sí, quienes forman la familia de Dios, la cual participa de un Pan
y una Copa. “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de
Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Porque un pan, es
que muchos somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel un pan.” 1 Corintios
10:16, 17.
9. EL SIMBOLISMO DE LAS ORDENANZAS DEL NUEVO TESTAMENTO
facilitan la comprensión de las verdades espirituales de fundamental importancia para el
creyente. En el bautismo, al sumergirnos en el agua, y al salir de ella, simbolizamos no
solamente nuestra propia muerte y resurrección, sino también la de Cristo. La Santa Cena
nos habla, por así decirlo, a nuestro corazón, a nuestros ojos, y a nuestro tacto y gusto.
Juan dijo lo siguiente: “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos
visto con nuestros propios ojos, lo que hemos mirado, y palparon nuestras manos tocante
al Verbo de la vida.” 1 Juan 1:1. Al comer el pan, el cual tipifica el cuerpo quebrantado
del Señor, y al beber el fruto de la vid, el cual representa la sangre del Señor Jesús, nos
apropiamos, por así decirlo, del cuerpo del Señor. Todo este simbolismo nos proporciona
un sentido de la realidad que quizá no podríamos experimentar de ninguna otra forma, y
expresa cuán absolutamente necesario es para el cuerpo y el alma el sostén que
proporciona Cristo, que murió y resucitó para librarnos del pecado y sanar nuestras
enfermedades.
Cuanto más percibamos en las ordenanzas, tanto más significado tendrán para
nosotros, y tanto mayor será la bendición que recibamos. Roguemos que Dios nos ayude
a cumplir esta ordenanza santa, inspirados por un amor y reverencia jamás
experimentados en el pasado.
7. LA PROMESA DEL PADRE

La promesa del bautismo en el Espíritu Santo le pertenece al creyente por derecho, y


en virtud del mandamiento del Señor, no solamente debe esperar recibir dicha promesa,
sino que debe buscarla ardientemente. El bautismo en el Espíritu Santo era el patrimonio
normal, por así decirlo, de los creyentes de la iglesia primitiva. Junto con el Espíritu
Santo, el creyente recibe un revestimiento de poder que lo capacita para vivir por el Señor
y servirle, y el repartimiento de dones para ser ejercitados en el ministerio. Lucas 24:49;
Hechos 1:4, 8; 1 Corintios 12:1–31. Este bautismo maravilloso es distinto de la salvación
y posterior a ella. Hechos 10:44–46; 11:14–16; 15:7–9.

7. LA PROMESA DEL PADRE


Notemos que no se trata simplemente de una promesa, sino de la promesa por
excelencia, la cual sobrepasa a todas las demás después de cumplida la promesa relativa
al Mesías. Nuestro Salvador mismo se refirió a ella diciendo: “Y estando juntos, les
mandó que no se fuesen de Jerusalem, sino que esperasen la promesa del Padre, que
oísteis, dijo, de mí. Porque Juan a la verdad bautizó con agua, mas vosotros seréis
bautizados con el Espíritu Santo no muchos días después de estos.” Tratemos de formular
lo que nos enseña la Biblia con respecto a “esta promesa del Padre,” de forma tan sencilla
que ninguno deje de entenderla.
1. EN EL ANTIGUO TESTAMENTO EL ESPIRITU SANTO ES REVELADO
COMO EL DADOR DE LA VIDA. Génesis 1:2. Compare asimismo Romanos 8:2.
Aunque los profetas, reyes y sacerdotes del pasado fueron ungidos del Espíritu Santo, la
promesa de su derramamiento general sobre toda carne fué para la época que comenzó
con el ascenso del Señor, quien se presentó ante el Padre en los cielos después de haber
pagado el precio total por la redención del hombre. Hebreos 9:11, 12. Estas grandes
promesas relativas al derramamiento futuro del Espíritu Santo se encuentran en Isaías
32:15, que dice: “Hasta que sobre nosotros sea derramado espíritu de lo alto,” y el
capítulo 44:3 expresa lo siguiente: “Porque yo derramaré agua—símbolo del Espíritu—
sobre el secadal, y ríos sobre la tierra árida: mi espíritu derramaré sobre tu generación y
mi bendición sobre tus renuevos.” Más adelante, en Joel 2:28, 29, tenemos la gran
predicción que tuvo su cumplimiento parcial el día de Pentecostés,—la lluvia temprana—
y continúa cumpliéndose en la actualidad en virtud del descenso de carácter general del
Espíritu Santo sobre el mundo—la lluvia tardía—. Lea Joel 2:23 y también Santiago 5:7,
8. Notemos que la promesa consiste de derramar el Espíritu Santo sobre toda carne.

Joel 2:28, 29
El apóstol Pedro nos afirma que el derramamiento del Espíritu Santo el día de Pentecostés se
produjo en cumplimiento de la mencionada profecía, la cual, en forma más general, se está
cumpliendo en nuestros días.

2. JUAN EL BAUTISTA PREDIJO EL SACRIFICIO de Cristo, denominándolo “el


Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” Juan 1:29.
Profetizó asimismo con respecto al ministerio del Señor diciendo que bautizaría con
el Espíritu Santo. “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; mas el que
viene tras mí, más poderoso es que yo; los zapatos del cual yo no soy digno de llevar; él
os bautizará en Espíritu Santo y en fuego.” Mateo 3:11. Es a esta prediccción a la que el
Señor Jesús se refiere en el texto citado al principio de este capítulo. Por medio de estos
textos, junto con Hechos 11:15, 16, sabemos que solamente Jesús puede bautizar en el
Espíritu Santo. Compare Juan 1:29–34; 7:37–39.

Isa. 35:7
Esta maravillosa predicción se ha cumplido con creces. Imaginémonos ríos de aguas vivas,—
aguas que imparten vida—que nacen del hombre o mujer que era un secadal hasta que el Espíritu
Santo descendió en su vida. Corrientes cual la del Nilo, del Amazonas o del Misisipí, que nacen
del hombre lleno “de toda la plenitud de Dios.” Efesios 3:19. El libro de los Hechos corrobora las
palabras de Jesús. Volvamos nuestros ojos al día de Pentecostés, a Samaría y en épocas
posteriores, a los grandes avivamientos de Lutero, Wesley, Spurgeon, Moody y Finney.

Así como existen muchos símbolos de Cristo, así también los hay del Espíritu Santo, tales
como el viento, la respiración, el agua y el fuego. He aquí algunos comentarios útiles:

El señor Adam Clarke en su comentario, dice lo siguiente: “El Espíritu Santo es


respresentado bajo la forma del fuego, porque su misión consistía de iluminar y purificar el alma,
penetrar en todas sus partes, a fin de que el todo se asemeje a su propia naturaleza.” Mateo 3:11.

“El apóstol Juan, asimismo, al presentar el contraste entre el bautismo en agua y el bautismo
en el Espíritu Santo y fuego, pone en evidencia la superioridad del ministerio y poder de Cristo
sobre el suyo. De la misma manera que el Espíritu y el fuego poseen más poder, penetración y
agudeza que el agua, así también la obra de Cristo es de carácter más elevado, más espiritual, más
penetrante y escrutadora que la de Juan, consumiendo la hez y produciendo una vida espiritual de
más elevado nivel, con sus correspondientes frutos y bendiciones.” Comentario escrito por el
señor W. Clark.

El Espíritu Santo. “Se trata de la fuerza más poderosa del universo para la renovación del
corazón y la creación del reino de Dios. Sería más fácil crear una primavera sin el sol que
producir el reino de Dios sin el Espíritu Santo. Y fuego. El fuego es el símbolo del Espíritu Santo.
El sol es fuego, el origen de la luz y del calor, purificante, saludable, la fuente de belleza,
comodidad, vida, fruto y de todo aquello que nos fortalece y alegra. El fuego se manifestó en
forma visible el dia de Pentecostés, como símbolo de la operación perpetua pero invisible del
Espíritu Santo en el corazón del hombre.” Comentario sobre el libro de Mateo, por Peloubet.
Traducción.

Por su parte el señor A. Maclaren ha dicho lo siguiente: “El fuego del Espíritu de Dios no es
energía punitiva que provoca el dolor y la muerte, sino omnipotencia misericordiosa que trae luz,
gozo y paz. El Espíritu que es fuego es el Espíritu que imparte vida … Cristo viene al mundo para
crear en el corazón del hombre una llama de amor entusiasta y divino, el cual jamás ha sido
presenciado por el hombre, e inspirarle de intenso fervor que ablandará los corazones de granito,
y que hará olvidar los intereses personales para dar lugar al renunciamiento de sí mismo y a la
consagración.” Sermones de la Biblia. Traducción.

En su libro “Exposición de las Sagradas Escrituras” el mismo escritor dice lo siguiente: “He
aquí el poder que produce el fervor interior sin el cual la virtud es únicamente nominal y la
religión un yugo. He aquí un contraste, no solamente con el bautismo de Juan, sino con todas las
religiones mundanas, con el formalismo inerte, que pretende esconderse tras el manto del decoro.
He aquí la consagración acompañada del entusiasmo. No se trata del fanatismo ignorante,
sombrío, sino una antorcha viva de naturaleza luminosa, que arde porque ha sido encendida por el
fuego inextinguible del amor de aquél que se dió a sí mismo por nosotros.” “El os bautizará en
Espíritu Santo y fuego.”

En el discurso de despedida del Señor, el Espíritu Santo es denominado Paracleto, o sea


Abogado, o Consolador, nombre masculino en el griego. El Espíritu es el otro Abogado que
vivirá con nosotros para siempre. Tiene todos los atributos y poderes de la personalidad divina, a
saber: Habla, Hechos 1:16; realiza milagros, Hechos 8:39; nombra misioneros, Hechos 13:2;
dirige consejos, Hechos 15:28; dirige a sus obreros, Hechos 8:29; ordena y prohibe, Hechos 16:6,
7; pone pastores en las asambleas, Hechos 20:28; atestigua, Romanos 8:26; nos ayuda en la
oración e intercesión, Romanos 8:26; predice, Hechos 20:22, 23; y nos revela los misterios
profundos de Dios, 1 Corintios 2:9–12. ¿ Puede acaso una influencia o poder impersonal realizar
todo esto? La pregunta es tan absurda que no requiere respuesta. El libro denominado
simplemente Hechos de los Apóstoles ha sido llamado con propiedad Hechos del Espíritu Santo.

La Comunión del Espíritu:

1. El Espíritu de Vida: Nuestra Regeneración.

2. El Espíritu de Santidad: Nuestra Santificación.

3. El Espíritu de Gloria: Nuestra Transfiguración.

A. J. Gordon, en su gran libro intitulado El ministerio del Espíritu, 1894.

“En su unión íntima con el Hijo, el Espíritu Santo es el único agente por intermedio del cual
Dios quiere comunicar al hombre su propia vida, la vida sobrenatural, la vida divina, en otras
palabras, su santidad, su poder, su amor, su felicidad. Para este fin el Hijo opera exteriomente, y
el Espíritu interiormente.” G. F. Tophel.

3. JESUS ENVIO LA PROMESA DEL PADRE. Juan 14:15–17. “Si me amáis,


guardad mis mandamientos; y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que
esté con vosotros para siempre: al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir,
porque no le ve, ni le conoce: mas vosotros le conocéis; porque está con vosotros y será
en vosotros.” Y nuevamente el versículo 26 nos dice: “Mas el Consolador, el Espíritu
Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os
recordará todas las cosas que os he dicho.”
4. EL SEÑOR CONSIDERO DE TANTA IMPORTANCIA EL DESCENSO DEL
ESPIRITU SANTO QUE DIJO: “Empero yo os digo la verdad: Os es necesario que yo
vaya: porque si yo no fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si yo fuere, os le
enviaré.” Juan 16:7. Muchos creyentes hablan con ligereza del don del Espíritu Santo.
Esto es un insulto al Espíritu, a Jesús—que sacrificó su vida para que tuviéramos el
derecho de gozar de la presencia permanente del Espíritu Santo en nosotros—y al Padre
—quien en el nombre de Jesús nos otorga este Don Supremo—. Sin la ayuda del Espíritu
Santo, no podremos vivir como debemos ni hacer lo que nos corresponde.
5. EL APOSTOL PEDRO NO HACE DISTINCION ENTRE LA PROMESA DEL
ESPIRITU SANTO Y EL DON DEL ESPIRITU SANTO. Hechos 2:38, 39. “Y Pedro les
dice: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para
perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la
promesa, y para vuestros hijos y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor
nuestro Dios llamare.” En Hechos 11:16, 17, el don del Espíritu y el bautismo en el
Espíritu Santo son idénticos.
6. PEDRO NOS DICE QUE LA PROMESA ES PARA TODOS LOS CREYENTES,
y no solamente para los apóstoles o para los ciento veinte. “Porque para vosotros”—los
presentes—“es la promesa, y para vuestros hijos,”—los que estaban ausentes—“y para
todos los que están lejos”—nos incluye aquí a nosotros. Los capítulos 10 y 11 de los
Hechos nos demuestran que el don era tanto para los gentiles como para los judíos.
7. EL APOSTOL PABLO SE REFIERE DOS VECES AL DON DEL ESPIRITU
SANTO EN CALIDAD DE SELLO. En Efesios 1:13 leemos lo siguiente: “En el cual
esperasteis también vosotros en oyendo la palabra de verdad, el evangelio de vuestra
salud: en el cual también desde que creísteis, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la
promesa.” Por otra parte, en 2 Corintios 1:21, 22, leemos lo siguiente: “Y el que nos
confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios; el cual también nos ha
sellado, y dado la prenda del Espíritu en vuestros corazones.” La unción y revestimiento
del Espíritu Santo experimentado por el creyente se trasunta en su rostro, se observa en
sus acciones, se oye en su voz y se experimenta al estar con él. Ese sello está impreso en
su cuerpo, su alma y su espíritu.
8. EL DON DEL ESPIRITU SANTO CONSTITUYE UN ANTICIPO DE
NUESTRA HERENCIA PERFECTA EN CRISTO. Lea los versículos citados en la
proposición anterior. El don del Espíritu Santo constituye una prueba positiva de que
somos aceptados en el Amado, y de que somos co-herederos con él. Lea también
Romanos 8:16, 17.
9. JUNTO CON EL BAUTISMO EN EL ESPIRITU SANTO DESCIENDE EL
PODER PARA SERVIR AL SEÑOR. El creyente no recibe el Espíritu Santo como un
lujo espiritual, o para satisfacción y goce personales, sino como un revestimiento de
poder para ser un testigo efectivo de las grandes verdades salvadoras del evangelio. Esto
fué establecido con claridad por el Señor Jesús, mientras caminaba con dos de sus
discípulos hacia Emmaús. “Y díjoles: Así está escrito, y así fué necesario que el Cristo
padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el
arrepentimiento y la remisión de pecados en todas las naciones, comenzando de
Jerusalem. Y vosotros sois testigos de estas cosas. Y he aquí, yo enviaré la promesa de mi
Padre sobre vosotros: mas vosotros asentad en la ciudad de Jerusalem, hasta que seáis
investidos de potencia de lo alto.” Lucas 24:46–49. Asimismo en Hechos 1:8 se nos dice
lo siguiente: “Mas recibiréis la virtud del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros; y me
seréis testigos en Jerusalem, y en toda Judea, y Samaria, y hasta lo último de la tierra.”
Pedro y Juan recibieron orden del concilio judío de no hablar o enseñar más en el
nombre del Señor Jesús. Después de ser amenazados y luego liberados, se trasladaron a
los suyos, quienes elevaron al unísono su voz, y oraron pidiendo valor para hablar la
Palabra de Dios con valentía. “Y como hubieron orado, el lugar en que estaban
congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo—llenos de nuevo—y
hablaron la palabra de Dios con confianza … Y los apóstoles daban testimonio de la
resurrección del Señor Jesús con gran esfuerzo; y gran gracia era en todos ellos.” Hechos
4:18–33. En varios otros pasajes leemos con respecto al hecho de que los creyentes
recibieron una nueva unción, o fueron llenos de nuevo con el Espíritu para una labor
especial. El evangelio debe ser propagado por el poder del Espíritu Santo, el cual es el
único que puede convencer al hombre de su pecado, Juan 16:8, haciéndole remorder la
conciencia, como ocurrió en Pentecostés, Hechos 2:37. Compare Zacarías 4:6.
10. CON FRECUENCIA SE RECIBEN JUNTO CON EL BAUTISMO EN EL
ESPIRITU SANTO DONES ESPECIALES. El día de Pentecostés, Hechos 2:5–11, el
don de lenguas fué ejercitado transitoriamente.1 En Efeso los doce hombres que Pablo
encontró allí no solamente fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaron en lenguas, sino
que profetizaron, Hechos 19:1–7. Nueve dones especiales o manifestaciones del Espíritu
Santo se describen en 1 Corintios 12:1–31. En el capítulo 13, se demuestra la
superioridad del amor santo y divino—el fruto del Espíritu—. En el capítulo 14 Pablo nos
suministra reglamentos con respecto al ejercicio de los dones del Espíritu Santo. En
Hebreos 2:3, 4, el apóstol demuestra de qué manera eran empleados estos dones para la
extensión del evangelio: “¿Cómo escaparemos nosotros, si tuviéremos en poco una salud
tan grande? La cual, habiendo comenzado a ser publicada por el Señor, ha sido
confirmada hasta nosotros por los que oyeron; testificando juntamente con ellos Dios,
con señales y milagros, y diversas maravillas, y repartimientos del Espíritu Santo según
su voluntad.” Estas palabras concuerdan exactamente con la narración que tenemos en
Marcos 16:20, que dice: “Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, obrando con ellos
el Señor, y confirmando la palabra con las señales que se seguían.” Todo el libro de los
Hechos constituye un comentario de esta verdad.
11. EL BAUTISMO EN EL ESPIRITU SANTO ES SEGUIDO NATURALMENTE
POR LOS FRUTOS DEL ESPIRITU. En Gálatas 5:22 Pablo menciona las partes que
comprenden el precioso fruto: “Mas el fruto del Espíritu es: caridad, gozo, paz,
tolerancia, benignidad, bondad, fe.” ¡Cuán maravilloso es observar la abundancia de
frutos en la vida de creyentes llenos del Espíritu Santo en quienes el Espíritu reproduce la
vida y características del Señor Jesús! Lea 2 Corintios 3:18. En 1 Corintios 13 la enorme
superioridad del amor santo y divino brilla por sobre las lenguas, ciencia, fe y profecía y
otros dones del Espíritu. Estos dones pueden convertirse en innecesarios y por lo tanto
cesar “cuando venga lo que es perfecto,” mas los frutos de la fe, la esperanza y el amor
permanecerán para siempre, y el más hermoso y maravilloso de todos es el AMOR.
12. SE LE DAN NUMEROSOS NOMBRES AL ESPIRITU SANTO EN LAS
ESCRITURAS, que convienen a su relación con la Trinidad y a los oficios que
desempeña. Es el Espíritu de Dios, Efesios 4:30; el Espíritu de Cristo, Romanos 8:9; el
Espíritu de verdad, Juan 14:17; el otro Consolador, Juan 14:16. Es nuestro Guía, Juan
16:13; nuestro Maestro, Juan 14:26; nuestro Revelador, 1 Corintios 2:10; nuestra Ayuda,
Romanos 8:26; quien nos hace recordar, Juan 14:26 y quien nos transforma, 2 Corintios
3:18.

11 Con respecto a la diferencia entre la evidencia y el don de lenguas, léase el


capítulo ocho de este libro.
13. “EL OS BAUTIZARA EN ESPIRITU SANTO, Y EN FUEGO.” Tanto el agua
como el fuego constituyen símbolos del Espíritu Santo y manifiestan el ministerio de
Cristo bajo aspectos distintos. El agua limpia o purifica mediante el lavado, mientras que
el fuego purifica al quemar lo impuro, separando el oro de la escoria, Malaquías 3:2, 3.
Isaías no solamente fué purificado sino inspirado para el ministerio mediante el carbón
encendido tomado del altar y colocado sobre los labios. Isaías 6:6, 7. El fuego transforma
el hierro negro y frío en rojo primero, rosa luego y por último blanco y reluciente. De la
misma manera el Espíritu Santo puede ablandar el corazón del hombre, y dar calor a su
naturaleza apagada, iluminándole e inspirándole, y puede hacerlo, como a Juan, “una
antorcha que ardía y alumbraba,” Juan 5:35. Juan brillaba porque ardía dentro de su ser el
fuego del Espíritu Santo, como había ardido en los cientoveinte en el aposento alto. ¿Qué
sería de Pentecostés sin el fuego del Espíritu Santo?
14. EXISTE MUCHA CONFUSION CON RESPECTO A LA PERSONALIDAD
DEL ESPIRITU SANTO. En parte se debe a la falta de comprensión en lo que se refiere
a la doctrina bíblica de la Santa Trinidad. El Espíritu Santo es una personalidad divina, y
posee todos los atributos y poderes de tal. El Espíritu Santo habla, Hechos 1:l6; realiza
milagros, Hechos 8:39; designa misioneros, Hechos 13:2; dirige concilios, Hechos 15:28;
encamina a sus obreros, Hechos 8:29; ordena y prohibe, Hechos 16:6, 7; establece
pastores en las asambleas, Hechos 20:28; testifica, Romanos 8:26; predice, Hechos 20:22,
23; nos ayuda en la oración e intercede, Romanos 8:26; nos revela los misterios
profundos de Dios, 1 Corintios 2:9–12.

8. LA EVIDENCIA DEL BAUTISMO EN EL ESPIRITU SANTO


El bautismo de los creyentes en el Espíritu Santo queda confirmado por la evidencia inicial
de hablar en otras lenguas, según el Espíritu da la facultad de expresarse. Hechos 2:4. El hablar
en lenguas en este caso es lo mismo en esencia que el don de lenguas, 1 Corintios 12:4–10, 28,
mas distinto en lo que respecta a su propósito y uso.

8. LA EVIDENCIA DEL BAUTISMO EN EL ESPIRITU SANTO


Notemos que no se trata del bautismo del Espíritu Santo, porque ello haría del
Espíritu Santo el agente bautizador. Mas Juan dijo lo siguiente: “El os bautizará en el
Espíritu Santo …” lo cual constituye una traducción literal del griego. El Espíritu es el
elemento en el cual somos bautizados.
1. MUCHOS CREYENTES DISFRUTAN DE UNA PROFUNDA UNCION DEL
ESPIRITU SANTO SIN HABER RECIBIDO LA PLENITUD DEL BAUTISMO. En
Juan 20:22, leemos con respecto al Cristo crucificado lo siguiente: “Y como hubo dicho
esto, sopló, y dí joles: Tomad el Espíritu Santo.” No cabe duda que recibieron un
revestimiento muy especial del Espíritu Santo, mas no se trataba del bautismo en el
Espíritu Santo, pues en la última reunión del Señor con sus once discípulos, les ordenó
que esperaran en la ciudad de Jerusalem hasta recibir la promesa del Padre. En dicha
oportunidad el Señor Jesús les dijo: “… Mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu
Santo no muchos dias después de estos.” Hechos 1:4, 5. Si los discípulos hubieran sido
bautizados en el Espíritu Santo, el Señor no les hubiera ordenado que esperaran el don
prometido.
Se puede calentar el agua a ochenta, noventa y noventa y cinco grados, pero hasta que
no llegue a los cien grados decígrados, no hervirá. De la misma manera el hombre puede
recibir diversas unciones del Espíritu, mas hasta que no haya recibido la plenitud, no
habrá experimentado el bautismo en el Espíritu Santo.
2. EL BAUTISMO EN EL ESPIRITU SANTO NO DEBE CONFUNDIRSE CON
LA SANTIFICACION, como lo hacen muchos, pues en Juan 15:3 leemos lo siguiente:
“Ya vosotros sois limpios por la palabra que os he hablado.” El bautismo en el Espíritu
Santo presupone que el creyente es limpio a los ojos de Dios, y la santificación se
diferencia del bautismo en el Espíritu Santo de la misma manera que el proceso de
limpiar una copa se diferencia del proceso de llenarla. Y en el bautismo en el Espíritu
Santo el creyente es llenado de la presencia divina.
3. ESTE MARAVILLOSO ACONTECIMIENTO EXPERIMENTAL
DENOMINADO BAUTISMO EN EL ESPIRITU SANTO ES ACOMPAÑADO DE
UNA PRUEBA SOBRENATURAL COMO LO FUE EN LA EPOCA DEL NUEVO
TESTAMENTO. Tal como se expresa en la declaración doctrinal que encabeza este
capítulo, el bautismo en el Espíritu Santo es acompañado del hablar en otras lenguas,
según el Espíritu da la facultad de expresarse.… Hechos 2:4. La mera expresión de gozo
exuberante y de abandono a la voluntad de Dios no es prueba suficiente, porque todo esto
puede ser experimentado con frecuencia antes de recibir el Espíritu Santo. Mas cuando el
Espíritu Santo desciende en su plenitud para habitar en el creyente, Juan 14:16, 17, toma
posesión del espíritu del hombre, como así también de su alma y cuerpo, los cuales se
sujetan entonces a su voluntad y poder, y el Señor emplea así la lengua en forma
sobrenatural. Esta prueba es generalmente muy convincente tanto para los creyentes
como para los incrédulos, mas independiente del sentir de los demás, el que ha recibido el
Espíritu Santo sabe fuera de toda duda que sus órganos vocales estaban bajo el dominio
del Espíritu Santo.
4. CUANDO PEDRO PREDICO EN LA CASA DE CORNELIO, y el Espíritu Santo
descendió sobre todos aquéllos que habían escuchado la Palabra, los creyentes judíos se
vieron precisados a admitir, casi contra su propia voluntad, que el Espíritu Santo había
descendido sobre los gentiles “porque los oían que hablaban en lenguas, y que
magnificaban a Dios.” Hechos 10:46. Tanto para Pedro como para el resto de los
cristianos judíos que estaban presentes allí el hablar en lenguas constituía una prueba
suficiente de que Dios le había dado a estos gentiles el mismo don que había otorgado al
comienzo a los cientoveinte. Los hermanos en la ciudad de Jerusalem solicitaron a Pedro
un informe con respecto a su predicación a los gentiles, y luego aceptaron las palabras del
apóstol que dijo: “Entonces me acordé del dicho del Señor, como dijo: Juan ciertamente
bautizó en agua; mas vosotros seréis bautizados en Espíritu Santo.” Hechos 11:26.
5. EN EFESO PABLO HIZO LA SIGUIENTE PREGUNTA a ciertos discípulos:
“¿Habéis recibido el Espíritu Santo desde que creísteis?” Ella nos sugiere que había
creyentes que no habían recibido el bautismo en el Espíritu Santo, lo cual era un
acontecimiento experimental de tal magnitud, que el creyente sabía si lo había recibido o
no. La respuesta nos indica que los interrogados estaban en ignorancia con respecto al
bautismo en el Espíritu Santo, a semejanza de muchos en la actualidad. Y después que
Pablo los bautizara en agua y les impusiera las manos, el Espíritu Santo descendió sobre
ellos de manera que hablaron en lenguas y profetizaron. Hechos 19:1–7. Si alguien les
hubiera preguntado entonces si habían recibido el Espíritu Santo, habrían respondido
afirmativamente, sin vacilar. Y si se les hubiera inquirido cómo sabían que habían
recibido el bautismo en el Espíritu Santo, sin duda habrían contestado: “Porque hablamos
en otras lenguas, como el Espíritu nos dió facultad.”
6. EN EL GRAN AVIVAMIENTO QUE OCURRIO EN SAMARIA no se nos dice
que los creyentes hablaron en lenguas, mas empero ocurrió algo tan maravilloso que
Simón el mago ofreció una suma considerable por el poder de otorgar el Espíritu Santo.
Si los creyentes que habían recibido el Espíritu Santo no hubieran expresado más que
gozo, es probable que Simón no hubiera ofrecido dinero por este don sino más bien por el
de la sanidad. Además, los creyentes habían experimentado gozo profundo aun antes de
recibir el bautismo en el Espíritu Santo, Hechos 8:8. Por lo tanto creemos que lo
experimentado por los discípulos en Samaria al recibir el Espíritu Santo fué lo mismo que
experimentaron los discípulos en Jerusalem y en Efeso.
7. EN LOS HECHOS 9:17 TENEMOS LA HISTORIA DE PABLO EN
CIRCUNSTANCIAS QUE RECIBE LA VISTA Y ES LLENO DEL ESPIRITU SANTO
CUANDO ANANIAS VINO y le impuso las manos, diciendo: “Saulo hermano, el Señor
Jesús … me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno de Espíritu Santo.” No se
menciona aquí que Pablo hablara en lengua desconocida, o que se registrara otra
manifestación alguna, mas en 1 Corintios 14:18 Pablo nos dice: “Doy gracias a Dios que
hablo lenguas más que todos vosotros.” Es razonable considerar entonces que comenzó a
hablar en otras lenguas cuando fué lleno del Espíritu Santo.
8. EN HEBREOS 2:4 LEEMOS LO SIGUIENTE: “TESTIFICANDO
JUNTAMENTE CON ELLOS DIOS, con señales y milagros, y diversas maravillas, y
repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.” En Marcos 16:17 el Señor Jesús
dice lo siguiente: “Hablarán nuevas lenguas.” No tenemos información alguna de que los
discípulos hablaran en nuevas lenguas antes del día de Pentecostés, mas es evidente, a
juzgar por lo que se nos dice en 1 Corintios 14 y otros pasajes, que el hablar en lenguas
constituía una manifestación frecuente entre los creyentes; tan frecuente en realidad, que
fué necesario que Pablo reglamentara su uso en las reuniones públicas, 1 Corintios 14:27,
como está reglamentado en la actualidad en algunas congregaciones pentecostales. El
autor de la presente obra predicó durante treinta y un años antes de oír hablar en lenguas,
y nunca le fué necesario referirse a este versículo para limitar el ejercicio del mencionado
don.
En virtud de una información errónea con respecto a los creyentes que han recibido el
bautismo en el Espíritu Santo y hablan en lenguas, y a causa del desconocimiento de lo
que enseñan las Sagradas Escrituras al respecto, muchos creyentes en la actualidad tienen
prejuicios contra el hablar en lenguas, y prohiben el ejercicio de este maravilloso don del
Espíritu Santo, en contraposición al mandamiento específico de Pablo que dice: “Y no
impidáis el hablar lenguas” 1 Corintios 14:39; “quisiera que todos vosotros hablaseis
lenguas,” ver. 5, “doy gracias a Dios que hablo lenguas más que todos vosotros.” Ver. 18.
El énfasis que ponemos en el don del Espíritu Santo, en las pruebas de carácter
bíblico relativas a su venida para habitar en el corazón del hombre, y en la necesidad de
obedecer el mandamiento del Señor de esperar hasta ser lleno del Espíritu Santo, nos
distingue de otros grupos de creyentes. Estimamos de tal manera este don que estamos
dispuestos a sufrir el menosprecio y pérdidas de cualquier naturaleza por el privilegio de
recibir este maravilloso Espíritu Santo de la forma que lo recibieron los cientoveinte en
Pentecostés.
La primera vez que se habló en lenguas fué en el aposento alto, donde unas ciento veinte
personas esperaban recibir el Espíritu Santo. Todos hablaban el mismo idioma y se entendían
entre sí sin la necesidad de hablar otros idiomas. El propósito de esta manifestación del Espíritu
no fué para hacer entender el evangelio a pueblos de diferentes idiomas. Fué la evidencia del
bautismo del Espíritu. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras
lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen. Hechos 2:4. El Señor Jesús dijo lo siguiente:
“Hablarán nuevas lenguas.” Marcos 16:17. Parece que los discípulos se trasladaron
inmediatamente donde se hallaban congregadas las multitudes, y se produjeron allí las primeras
manifesta ciones del don de lenguas. En esta oportunidad los idiomas fueron entendidos por los
diversos grupos que rodeaban a los distintos discípulos. A juzgar por lo que se nos dice en 1
Corintios, es evidente que el don de lenguas fué ejercitado en las asambleas donde todos
entendían el idioma materno, y que estos mensajes en lenguas requerían interpretación, o de lo
contrario nadie entendía lo que se decía. Por ello se explica el don de interpretación, 1 Corintios
12:10; 14:2–23. Aunque se han registrado muchos casos en épocas recientes en que el idioma fué
entendido por algunos que escucharon el mensaje, por lo general los mensajes son en lenguas
desconocidas como en el caso de Corinto.

9. COMPLETA SANTIFICACION
Las Sagradas Escrituras enseñan en sus páginas que el hombre debe vivir una vida de
santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mediante el poder impartido por el Espíritu Santo,
podremos obedecer el mandamiento que dice: “Sed santos, porque yo también soy santo.” Dios
desea que el creyente experimente completa santificación, y dicha santificación debe procurarse
seriamente mediante la obediencia al Señor. Hebreos 12:14; 1 Pedro 1:15, 16; 1 Tesalonicenses
5:23, 24; 1 Juan 2:6.

9. COMPLETA SANTIFICACION
Cierto escritor de mucho talento dijo en una oportunidad lo siguiente: “Si la
regeneración corresponde a nuestra naturaleza, la justificación a nuestra situación,1 y la
adopción a nuestra relación,2 luego la santificación tiene que ver con nuestro carácter y
conducta. Mediante la justificación se nos declara justos, a fin de que lleguemos a serlo
en la santificación. La justificación es lo que el Señor hace por nosotros, mientras que la
santificación es lo que hace en nosotros. La justificación nos coloca en relación justa con
Dios, mientras que la santificación exhibe los frutos de dicha relación, o sea una vida
separada del mundo pecaminoso y dedicada a Dios.”
1. LA SANTIFICACION TIENE UN SIGNIFICADO DOBLE: (1) Separación del
mal; (2) devoción a Dios. 1 Tesalonicenses 4:3. “Porque la voluntad de Dios es vuestra
santificación: que os apartéis de fornicación.” Lea asimismo 2 Crónicas 29:5, 15–18; 2
Timoteo 2:21; Exodo 19:20–22. En la santificación debemos limpiarnos de toda
inmundicia de carne y de espíritu y al mismo tiempo perfeccionar la santidad en el temor
de Dios. 2 Corintios 7:1. Mas no es suficiente separarse del mal, sino que aquello que ha
sido santificado debe ser dedicado al uso y al servicio de Dios. De esta manera leemos
con respecto a la santificación de una casa a fin de que fuera santa para el Señor; y la
santificación de un terreno para uso del Señor. Los primogénitos debían ser santificados
para Jehová, y hasta el mismo Jesús fué separado—santificado—por el Padre para que
cumpliera su voluntad en el mundo. Lea Levítico 27:14–16; Números 8:17; Juan 10:36.
2. EN UN SENTIDO LA SANTIFICACION ES UNA OBRA INSTANTANEA. “Y
esto erais algunos: mas ya sois lavados, mas ya sois santificados, mas ya sois justificados
en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.” 1 Corintios 6:11. “En la
cual voluntad somos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una sola
vez.” “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.”
Hebreos 10:10, 14. Cuando creemos en el Señor Jesucristo y le aceptamos como nuestro
Salvador, somos justificados por la fe en él y nos presentamos ante Dios sin condenación
alguna en el alma. Somos regenerados, es decir, nacidos de nuevo por intermedio de la
operación del Espíritu Santo y la Palabra de Dios, y nos hemos convertido en nuevas
criaturas. “Mas si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión entre nosotros,
y la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado” 1 Juan 1:7, y por nuestra propia
voluntad nos separamos para servir a Dios, y Cristo es ahora nuestra “sabiduría, y
justificación, y santificación, y redención.” 1 Corintios 1:30. Por esta razón, todos los
creyentes son denominados “santos” en el Nuevo Testamento, y Pablo escribe a los
creyentes corintios, que están lejos de ser perfectos, denominándolos “santificados.” 1
Corintios 1:2.
3. EN OTRO SENTIDO, LA SANTIFICACION ES UNA OBRA PROGRESIVA,
QUE POR INTERMEDIO DEL ESPIRITU SANTO el Señor mismo lleva a cabo en
nuestro ser, hasta lograr en nosotros una semejanza perfecta con é1. Cuando creemos, la
santidad del Señor Jesús nos es imputada y estamos así “cumplidos” en el Señor,
Colosenses 2:10—o completos, según la Versión Moderna—contando en nuestro haber
con toda su justicia. Lea también Colosenses 1:28. Mas otra cosa es hacer que la santidad
11 Este término se refiere a nuestra situació n ante el Tribunal de Dios, es decir, se
nos considera justificados.
22 Este vocablo se refiere a nuestra relació n o lazo de parentesco en la familia divina.
Somos hijos.
del Señor se convierta en una realidad en nuestra vida.
Quizá sea éste un largo proceso durante el cual el creyente tenga que pasar por
muchas situaciones de diversa índole, algunas de las cuales envuelvan el castigo corrector
del Señor. En Hebreos 12:10 se nos dice con toda claridad que Dios nos castiga para el
propósito específico de que seamos partícipes de su santidad. Pablo nos exhorta: “creced
en la gracia y conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.” 2 Pedro 3:18. En 2
Corintios 3:18 tenemos un texto muy dilucidador que demuestra la forma cómo Cristo
opera en nosotros por intermedio del Espíritu Santo, para transformarnos gradualmente
hasta obtener su gloriosa imagen. En 1 Tesalonicenses 5:23, 24, Pablo ora por estos
cristianos de Tesalónica, diciendo: “Y el Dios de paz os santifique en todo; para que
vuestro espíritu y alma y cuerpo sea guardado entero sin reprensión para la venida de
nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os ha llamado; el cual también lo hará.”
4. EL PROCESO DE SANTIFICACION ES REALIZADO POR AGENTES
DIVINOS Y HUMANOS. “Y el Dios de paz os santifique en todo.” 1 Thes. 5:23a. El
Señor Jesús dijo a su Padre lo siguiente: “Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad.”
Juan 17:17. Dios purifica con la fe nuestros corazones. Hechos 15:9. Cristo ha sido hecho
“justificación” para el creyente, 1 Corintios 1:30, y por el sacrificio de sí mismo en la
cruz, santifica a los creyentes de una vez para siempre, Hebreos 10:10. “Cristo amó a la
iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla limpiándola en el lavacro del
agua por la palabra.” Efesios 5:25, 26.
Nuestra santificación no se realiza en nosotros sin la obra del Espíritu Santo. 1 Pedro
1:2. “Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu.” El
Espíritu Santo viene a nuestro ser para hacernos partícipes de la santidad de Dios, y al
enseñarnos la verdad, tal como está presentada en las Sagradas Escrituras y aclarar
nuestra percepción espiritual, de manera que podamos contemplar al Señor, ese mismo
Espíritu crea en nuestro corazón el anhelo profundo de parecernos a nuestro Maestro.
Romanos 15:16.
5. NECESITAMOS COOPERAR AMPLIAMENTE CON LA TRINIDAD PARA
OBTENER NUESTRA COMPLETA SANTIFICACION. Somos santificados por la fe
en Cristo. Lea Hechos 26:18. Debemos limpiarnos de toda inmundicia de carne y de
espíritu, perfeccionando la santificación en temor de Dios. 2 Corintios 7:1. Por su parte el
apóstol Juan nos dice. “Muy amados, ahora somos hijos de Dios, y aun no se ha
manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él apareciere, seremos
semejantes a él, porque le veremos como él es. Y cualquiera que tiene esta esperanza en
él, se purifica, como él también es limpio.” 1 Juan 3:2, 3.
En Filipenses 3:12–14 Pablo afirma que no ha logrado aún la perfección absoluta y
que trata de alcanzar el objetivo para el cual había sido llamado por el Señor y añade:
“Hermanos, yo mismo no hago cuenta de haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago:
olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo
al blanco, al premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús.”
6. DIOS HA PROPORCIONADO MEDIOS QUE ESTAN A NUESTRO ALCANCE
PARA OBTENER COMPLETA SANTIFICACION. “Santifícalos en tu verdad: tu
palabra es verdad.” Juan 17:17. El estudio de las Sagradas Escrituras, acompañado de la
oración y del oír atentamente los mensajes de la Palabra de Dios predicados por siervos
ungidos del Espíritu Santo está destinado a ser un medio hacia nuestra santificación.
Efesios 4:11, 12 nos demuestra que el Señor dió apóstoles, profetas, evangelistas,
pastores y maestros a la iglesia, para el propósito específico de perfeccionar a los santos.
En Hebreos 12:14 se nos aconseja seguir “la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” En
el mismo capítulo se nos dice que el castigo es administrado por el Padre amoroso a fin
de producir en nosotros “fruto apacible de justicia.” (v. 11). En Romanos 6 y en 2
Corintios 6, y en otros numerosos pasajes se le exhorta al creyente a separarse de todo
mal y a dedicarse a Dios y su obra sin reserva alguna, cooperando de esta forma con Dios
en su santificación, a fin de obtener la medida de la plenitud de Cristo. Efesios 4:13.

Col. 3:5–14
“La santificación en la vida del creyente se produce cuando se ha consagrado completamente
al Señor. Vivamos por la fe, reconociéndonos muertos al pecado y vivos para Dios por intermedio
de Jesucristo, nuestro Señor, Romanos 6:11. Considero que la parte débil de la iglesia
pentecostal, cuando se trata de predicar la santificación, reside en el hecho de que se enseña la
doctrina de manera tan vaga que muchos no alcanzan a ver algo definido, que pudiera
experimentar en sus vidas. Me parece que si enseñamos que en lo que a posición respecta, fuimos
santificados cuando fuimos salvos, y que gradualmente somos santificados, y que finalmente
seremos santificados por completo en la gloria, la gente lo considerará como un proceso vago,
mientras que a mi entender la Biblia nos enseña que el pecado no tendrá dominio sobre nosotros,
y que tenemos el privilegio de vivir en todo momento una vida victoriosa, al considerarnos
muertos al pecado, mas vivos para Dios por Jesucristo nuestro Señor. Mientras que por un lado
sabemos que la santificación es progresiva, por otro lado quisiera que se pusiera más énfasis en la
vida victoriosa, al ocupar vuestra posición en Cristo.” Ernesto S. Williams, en una carta dirigida
al autor.

10. LA IGLESIA
La iglesia es el cuerpo de Cristo, la habitación de Dios por intermedio del Espíritu Santo,
designada por decreto divino para el cumplimiento de la gran comisión. Cada uno de los
creyentes, nacido del Espíritu Santo, forma parte integral de la asamblea general e iglesia de los
primogénitos, quienes están inscriptos en el cielo. Efesios 1:22, 23; 2:22; Hebreos 12:23.

10. LA IGLESIA
La palabra “iglesia” tiene diversos significados en el lenguaje moderno. Se la aplica a
un edificio, a una congregación, a una denominación y al cristianismo en general. Varios
de estos significados no aparecen en el Nuevo Testamento, en donde el vocablo iglesia no
se refiere nunca a un edificio, ni a una denominación ni al cristianismo en general.
Designa por lo general a una congregación local, organizada para adorar a Dios y para
observar las ordenanzas del evangelio y ejecutar los mandamientos del Señor. Mas unas
pocas veces se refiere a asambleas y con más frecuencia a todo el cuerpo de verdaderos
seguidores de Cristo, y en Hebreos 12:23, a los redimidos del cielo y de la tierra.
1. LA PALABRA IGLESIA, EMPLEADA EN SENTIDO UNIVERSAL, DESIGNA
EL CUERPO DE CRISTO. Efesios 1:22, 23; Colosenses 1:18, 19. La iglesia universal
invisible, de la cual Cristo es la cabeza, no es una organización, sino un organismo, pues
en cada uno de sus miembros palpita la vida de nuestro Señor Jesucristo, el cual dirige el
movimiento de todo el cuerpo en general y de cada creyente en particular, y comunica a
cada uno de los miembros del cuerpo su sabiduría, justicia, santidad, vida y poder. 1
Corintios 1:24, 30; Juan 6:32–35. Es así que mediante la unión vital con Cristo todo
creyente, aunque humilde o aislado, forma parte con los demás redimidos de un
organismo en el que vibra el amor y la gracia de nuestro Señor Jesús, de cuya plenitud
todos hemos recibido, Juan 1:14, 16. Cada uno de los miembros de este cuerpo, por
insignificante que sea, tiene su parte en este gran organismo, y aquel miembro del cuerpo
que ocupa una posición prominente no debe despreciar al que ocupe un lugar más
humilde y obscuro, porque todos los miembros son necesarios para el bien común, como
lo afirma Pablo en forma tan categórica en 1 Corintios 12 y en Romanos 12.
La palabra “iglesia” del Nuevo Testamento corresponde al vocablo griego “ekklesia” que
procede de una forma que significa “llamados.” Esta palabra se aplica siempre a una
congregación, y nunca a edificios. En castellano se emplea a veces la palabra “asamblea” en el
mismo sentido.

2. LA ASAMBLEA UNIVERSAL SE DESCRIBE BAJO LA FIGURA DE UN


TEMPLO, 1 Corintios 3:9–17; 6:19; Efesios 2:20–22; 1 Timoteo 3:15; 1 Pedro 2:4, 5;
Apocalipsis 21:3. Los apóstoles y profetas constituyen el cimiento de este edificio,
mientras que Cristo es la piedra fundamental. El Señor es quien sostiene todo el edificio.
Ni la madera, o el heno o la hojarasca—que representan a la naturaleza no regenerada—
formarán parte de sus muros, que deberán ser de oro, plata y piedras preciosas,—o sea
símbolo de los verdaderos hijos de Dios, 1 Corintios 3:12, 13. En Efesios 2:20–22 Pablo
considera a los creyentes hijos verdaderos de Dios, componentes de la familia divina,
todos unidos en Jesús, la piedra fundamental, formando un templo santo de Dios para que
él lo habite por intermedio del Espíritu Santo. Pedro por su parte designa a los creyentes
con el nombre de piedras vivas, las cuales forman el templo, una casa espiritual edificada
con el propósito de ofrecer sacrificios espirituales a Dios, 1 Pedro 2:4, 5.
3. LA ASAMBLEA UNIVERSAL ES LA ESPOSA DE CRISTO, 2 Corintios 11:2;
Efesios 5:25–27; Apocalipsis 19:7; 22:17. Jesús mismo es el esposo, Juan 3:29; Mateo
25:6. La iglesia se prepara ahora para unirse al Cordero, Apocalipsis 21:2, y jamás será
separada de su Señor, 1 Tesalonicenses 4:17.
4. LA ASAMBLEA LOCAL DEBIERA DE COMPONERSE SOLAMENTE DE
MIEMBROS REGENERADOS, es decir, personas nacidas del Espíritu Santo y llenas de
él, que realizan la voluntad de Cristo, y que forman parte de la asamblea local, miniatura
de la gran asamblea universal. Cualquier diferencia o falta de cooperación obstaculiza la
labor de la asamblea, y por lo tanto, la obra de Cristo en la tierra.
5. PARA LA PERFECCION DE LA ASAMBLEA UNIVERSAL, de cada una de las
asambleas locales y de los miembros individualmente, Cristo dió apóstoles, profetas,
evangelistas, pastores y maestros cuando ascendió al cielo. Efesios 4:8, 11.
6. EL ESPIRITU SANTO OPERA EN LA ASAMBLEA Y POR INTERMEDIO DE
ELLA, revistiendo a los creyentes de poder, guiándolos a toda verdad, revelándoles a
Cristo, cambiándolos si son sumisos a su voluntad, de una gloria o otra superior, hasta
que lleguen a obtener la semejanza de Cristo, 2 Corintios 3:18; Efesios 4:12–17.
7. LA VERDADERA IGLESIA DE DIOS NO CONOCE A OTRO LEGISLADOR
QUE CRISTO y descubre que su gozo más elevado de la tierra consiste de saber su
voluntad y hacerla, y su gloria mayor del futuro será ser semejante a su Señor, 1 Juan
3:1–3. Vestida de la justicia de Cristo, llena de su amor, revestida de su Espíritu, y
cumpliendo su voluntad, la iglesia eleva sus ojos al cielo esperando el retorno de aquél a
quien ama, 1 Tesalonicenses 1:9, 10.
Fué con respecto a esta asamblea que el Señor Jesús dijo lo siguiente: “Edificaré mi
iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.” Mateo 16:18.

11. LA EDIFICACION DE LA IGLESIA Y LA


EVANGELIZACION
Un ministerio llamado por voluntad divina y ordenado de acuerdo a ¡as Sagradas Escrituras
ha sido proporcionado por el Señor con un doble propósito: (1) La evangelización del mundo, y
(2) la edificación del cuerpo de Cristo. Marcos 16:15–20; Efesios 4:11–13.

11. LA EDIFICACION DE LA IGLESIA Y LA EVANGELIZACION


La iglesia visible es un organismo y asimismo una organización. En lo que respecta a
organismo, constituye la expresión de la vida de Cristo implantada en cada uno de los
individuos, Gálatas 2:20; Colosenses 3:3, y en todo el grupo como su cuerpo místico,
Romanos 12:4, 5; 1 Corintios 12:12, 13, 27; Efesios 1:22, 23; Colosenses 1:18, 19. En lo
que respecta a organización, cada uno de los miembros tiene un deber o función
particular, ejercita un don o emplea su poder para el bien común. Esta verdad se expresa
claramente y se discute e ilustra en 1 Corintios 12. Por razones de claridad y énfasis
presentamos las siguientes proposiciones:
1. CRISTO ES LA CABEZA DE LA IGLESIA. En Efesios 1:22, 23 vemos que Dios
“sometió todas las cosas debajo de sus pies, y diólo por cabeza sobre todas las cosas a la
iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que hinche todas las cosas en todos.”
Lea también Efesios 5:23. De la misma manera que la cabeza dirige las actividades de
todo el cuerpo, o de cada uno de los miembros de éste, así también Cristo dirige las
actividades de cada uno de los miembros de su cuerpo espiritual, la iglesia. 1 Corintios
12:4–6. Es el Señor y Legislador. Está capacitado para dirigir aun los detalles más
ínfimos de nuestras vidas, y cualquiera que se niega a reconocer esta autoridad y
desobedece o desconoce su voluntad en sus ocupaciones diarias, jamás podrá conocer la
dulzura de la vida cristiana.
2. CUANDO CRISTO ASCENDIO AL CIELO, DIO CIERTOS DONES A SU
ASAMBLEA, Efesios 4:9–16. Estos dones constituyen los dirigentes de la iglesia,
divinamente designados para tal cargo. Casi no se puede concebir algo más indefenso que
un rebaño de ovejas sin su pastor, y la asamblea se compara con un rebaño de ovejas,
Juan 21:16, 17. La palabra “pastor” aparece varias veces tanto en el Antiguo Testamento
como en el Nuevo.
3. DEBEMOS DISTINGUIR ENTRE LOS DONES DEL ESPIRITU Y LOS DONES
DE CRISTO. El don del Espíritu Santo, Hechos 2:38; 11:17, es el revistimiento del
Espíritu mismo que viene a habitar en el hombre para siempre. Lea Juan 14:16, 17. Este
acontecimiento experimental es el bautismo en el Espíritu Santo, Hechos 1:5; 2:1–4. Los
dones del Espíritu son gracias, poderes y habilitaciones otorgados por el Espíritu Santo
que habita en el creyente, 1 Corintios 12. Los dones de Cristo son funcionarios o
dirigentes especialmente llamados, autorizados y capacitados por Cristo, el Jefe de la
iglesia, para dirigirla, alimentarla, instruirla y disciplinarla para su propio bien y
desarrollo y para la extensión del reino de Dios sobre la tierra, 1 Corintios 12:28; Efesios
4:11; 2 Timoteo 4:1, 2; Hebreos 3:7, 17. Lea también Juan 15:16.

Heb. 13:7, 17
El apóstol Pablo mencionó repetidamente que el Señor le había llamado al ministerio, y que
le había hecho apóstol. Hechos 26:16–18; Romanos 1:1; 1 Timoteo 1:12; 1 Corintios 9:16, 17.

4. EN EL GRAN TEMPLO ESPIRITUAL DE DIOS, CRISTO ES LA PIEDRA


ANGULAR, Y LOS APOSTOLES Y PROFETAS CONSTITUYEN LAS PIEDRAS
QUE FORMAN EL CIMIENTO. Efesios 2:20. El apostolado y la profecía, en este orden,
constituyen los dos ministerios que son mencionados en primer lugar por Pablo en la lista
de dones que Cristo otorga a la asamblea. Efesios 4:11. El tercer ministerio es el del
evangelista. Su labor especial consistía de predicar en lugares donde el evangelio no
había sido conocido aún. El cuarto lugar se le da a los pastores y maestros. Estas dos
funciones figuran juntas porque el obispo o pastor debe estar capacitado para enseñar 1
Timoteo 3:2, y podríamos añadir que el maestro debe estar capacitado para predicar. La
necesidad urgente de la hora es de personas que tengan un ministerio bíblico de
enseñanza. Pentecostés no puede vivir sólo de manifestaciones, como tampoco podrá
perdurar por las doctrinas y enseñanzas únicamente. He aquí una promesa misericordiosa
proporcionada a Israel: “Y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten de
ciencia y de inteligencia.” Jeremías 3:15.
5. LAS PALABRAS “PASTOR” U “OBISPO” DENOTAN EL MISMO CARGO.
La palabra “obispo” es una traducción de un vocablo griego que significa “veedor.” En
algunas iglesias había más de un obispo, Filipenses 1:1; Hechos 20:28. Los requisitos
para este llamado tan santo como elevado se especifican en las cartas de Pablo a Timoteo
y Tito. Ni el estudio, por extenso y profundo que sea, ni la habilidad natural, ni la
afabilidad o la elocuencia o los conocimientos intelectuales capacitarán al ministro de
Jesucristo para desempeñar sus tareas tan arduas como pletóricas de responsabilidad. Ni
aun los tres años de enseñanza especial bajo la dirección personal, instrucción y ejemplo
del incomparable Maestro pudieron preparar de manera adecuada a los apóstoles para los
servicios que iban a prestar. Se les recomienda con gran énfasis esperar el revestimiento
especial, que recibieron luego en Pentecostés, Lucas 24:49; Hechos 1:4–8. Es evidente
que necesitamos en la actualidad ese mismo bautismo para ejercer la labor cristiana. Ni
aun el Señor Jesús comenzó su grandioso ministerio antes de recibir la poderosa unción
para su labor, Mateo 3:16, 17; Lucas 4:14–21. Si queremos que nuestro ministerio sea
una prolongación del suyo, Juan 14:12, 13, debemos poseer un revestimiento similar de
poder.
6. EL PROPOSITO DEL MINISTERIO DIVINAMENTE ORDENADO ES
DOBLE, a saber: (1) Evangelizar el mundo, y (2) edificar la asamblea de creyentes. Mas
es necesario formar las asambleas antes de poder edificarlas. Nuestra organización
necesita hoy con urgencia a hombres y mujeres con la capacidad y el espíritu de sacrifico
que se requiere para predicar en regiones olvidadas tanto en el país como en el extranjero,
y establecer obras que puedan convertirse en asambleas poderosas y que se transformen
en centros de actividad como los de Antioquía y otros de no menos importancia de la era
apostólica. Se necesitan más pastores y maestros divinamente ordenados que contribuyan
al desarrollo de estas asambleas mediante la enseñanza y la preparación, pastores que
amen y cuiden su rebaño, lo protejan de los peligros y mantengan alejados a los lobos que
si pudieran dividirían, dispersarían y finalmente devorarían a las ovejas.
7. UNA RESPONSABILIDAD PESADA RECAE SOBRE EL MINISTERIO
EVANGELICO. El ministro de Dios es una atalaya sobre las murallas de Sión. Ve el
peligro, y debe advertir a los pecadores de la ira que se aproxima, o de lo contrario será
considerado responsable por la pérdida de estas almas. Lea de nuevo Ezequiel 33:1–16.
El pronunciamiento más terrible con respecto a los pastores sin fe, sumidos en el nefasto
sueño de la desidia, la avaricia, la embriaguez y la glotonería se encuentra en Isaías 56:9–
12 que dice: “Todas las bestias del campo, todas las bestias del monte, venid a devorar.
Sus atalayas ciegos son, todos ellos ignorantes; todos ellos perros mudos, no pueden
ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir. Y esos perros ansiosos no conocen hartura;
y los mismos pastores no supieron entender: todos ellos miran a sus caminos, cada uno a
su provecho, cada uno por su cabo.” El versículo 12 los acusa de borrachera y glotonería.
(Lea asimismo la censura a los pastores infieles de Jeremías 6:13, 14; 23:14; 50:6;
Ezequiel 34:2–16.)
8. ASI COMO LA RESPONSABILIDAD DEL MINISTRO DE JESUS ES
GRANDE, ASI TAMBIEN LO ES PROPORCIONALMENTE SU RECOMPENSA.
Marcos 10:28–31. En 1 Pedro 5:1–4 se lee lo siguiente: “Ruego a los ancianos que están
entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de las aflicciones de Cristo, que
soy también participante de la gloria que ha de ser revelada: apacentad la grey de Dios
que está entre vosotros, teniendo cuidado de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no
por ganancia deshonesta, sino de un ánimo pronto; y no como teniendo señorío sobre las
heredades del Señor, sino siendo dechados de la grey. Y cuando apareciere el Príncipe de
los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.”

12. LA SANIDAD DIVINA


La sanidad divina forma parte de la expiación, y constituye el privilegio de todo creyente.
Isaías 53:4, 5; Mateo 8:16, 17.

12. LA SANIDAD DIVINA


El señor Juan Wesley, al comentar las enseñanzas de Santiago 4:14, 15, dice en las
páginas brillantes de su libro intitulado “Notas relativas al Nuevo Testamento,” lo
siguiente: “Este don único y visible que Dios confió a sus apóstoles, Marcos 6:13,
continuó en la iglesia mucho después que otros dones milagrosos desaparecieran de ella.
En realidad nos parece que estuviera destinado a continuar para siempre, pues Santiago
instruye a los ancianos—los únicos que tenían dones o los que más tenían—para que lo
administraran. Este don era la única medicina de la Iglesia Cristiana, hasta que se
perdió por la incredulidad … “Y la oración de fe sanará al enfermo …” Lo sanará de su
enfermedad, y si algún pecado fuera el motivo de su enfermedad, se le perdonará.” Juan
Wesley anotó en su Diario no menos de doscientos cuarenta casos de sanidad divina en
relación con su ministerio. Si este don divino se perdió por la incredulidad, es razonable
esperar que solamente será restituído por la fe.
Desde la época de los apóstoles hasta nuestros días han existido personas que han
confiado implícitamente en el Señor Jesús para la sanidad de sus cuerpos, y allí donde ha
habido fe, se han operado milagros en el nombre del Señor Jesús, semejantes a los que se
registran en las páginas sagradas del Nuevo Testamento.
Hacia fines del siglo pasado unos cuantos creyentes, cual luminarias en la noche,
predicaron y atestiguaron con respecto a la gracia sanadora del Señor Jesucristo, pero no
fué sino hasta después del derramamiento del Espíritu Santo en este siglo que el número
de testigos fué lo suficientemente grande como para atraer la atención del público en
general. Durante el decenio pasado la sanidad divina ocupó un lugar de preponderancia, y
por cada uno que creía en dicha doctrina hace medio siglo, son miles los que creen en ella
en la actualidad.
Los creyentes pentecostales aceptan por unanimidad la doctrina de la sanidad divina y
casi todos ellos la han experimentado y muchos que no son pentecostales creen sin
embargo en la sanidad divina de los enfermos mediante la oración de fe, y se suscribirán
sin vacilación a las siguientes proposiciones:
1. LA ENFERMEDAD Y LA MUERTE HAN DESCENDIDO SOBRE LA
FAMILIA HUMANA DEBIDO AL PECADO. Romanos 5:12.
2. NI LA ENFERMEDAD NI LA MUERTE SON BENDICIONES, sino maldiciones
permitidas por Dios sobre el hombre a consecuencia del pecado y la desobediencia.
Exodo 15:26; Deuteronomio 28:15–68.
3. NO ES DIOS, SINO EL DIABLO EL AUTOR DE LA ENFERMEDAD Y LA
MUERTE, mas Dios es el Autor y el Dador de la vida y la salud, y el Señor Jesús vino
para destruir las obras del diablo. Esto queda demostrado en el libro de Job y en otros
muchos pasajes bíblicos. Lea Hechos 10:38; Lucas 13:11–17; Hebreos 2:14, 15; 1 Juan
3:8.
4. CRISTO FUE HECHO MALDICION POR NOSOTROS, a fin de que quedáramos
liberados de la maldición del pecado. Gálatas 3:10–14.
5. EN LA EXPIACION SE ESTABLECE UNA ESTIPULACION AMPLIA PARA
NUESTRA SANIDAD FISICA, como así también para nuestra liberación de la
culpabilidad, penalidad y poder del pecado. Isaías 53:4, 5; Mateo 8:17; 1 Pedro 2:24.
6. LOS BENEFICIOS DE LA EXPIACIÓN SE OBTIENEN únicamente por la fe. En
Marcos 10:51 el Señor hace la siguiente pregunta: “¿ Qué quieres que te haga?” Y
asimismo expresa: “Conforme a vuestra fe os sea hecho.” Mateo 9:29.
7. LA SANIDAD DIVINA ES PARTE INTEGRAL DEL EVANGELIO. Lucas 4:18,
19; Mateo 10:7, 8; Lucas 10:9; Marcos 16:15–20.
8. DIOS QUIERE SANAR A TODOS LOS ENFERMOS, pues se nos dice que tanto
el Señor Jesús como los apóstoles sanaron a todos aquéllos que se les acercaron
solicitando la salud. Mateo 8:16; Hechos 5:12–17.
9. EL SEÑOR JESUCRISTO ENCOMENDO EL MINISTERIO DE LA SANIDAD
PRIMERO A LOS DOCE, LUEGO A LOS SETENTA, MAS TARDE A TODA LA
IGLESIA Y FINALMENTE A CADA CREYENTE EN PARTICULAR. Lea los textos
mencionados bajo la proposición número siete. Lea también Juan 14:12, 13.
10. LAS ULTIMAS PALABRAS DEL SEÑOR JESUS, antes de ascender al cielo, de
acuerdo a Marcos 16:18, constituyen una promesa permanente relativa a su poder
sanador. Dice así: “Sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.” Según las
instrucciones finales dadas a los creyentes por intermedio de Santiago 5:14, éstos deben,
cuando son atacados por la enfermedad, llamar “a los ancianos de la iglesia,” quienes
deben ungirlos y orar por ellos. Luego añade la hermosa promesa que dice: “Y la oración
de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará.”
11. NINGUN HOMBRE, IGLESIA, REY O POTENTADO TIENE DERECHO
ALGUNO A REVOCAR LAS ORDENES DEL SEÑOR. Apoc. 22:18, 19.
12. EL SEÑOR JESUCRISTO SANA A LOS ENFERMOS EN LA ACTUALIDAD.
Toda vez que se cumplen sus mandatos, se manifiestan las obras extraordinarias del
Señor Jesús.
“Y en la misma hora sanó a muchos de enfermedades y plagas, y de espíritus malos; y
a muchos ciegos dió vista. Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, dad las nuevas a Juan de lo
que habéis visto y oído: que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados,
los sordos oyen, los muertos resucitan, a los pobres es anunciado el evangelio.” Lucas
7:21, 22.
Seamos discípulos fieles de Jesús y proclamemos por doquiera las verdades relativas
a la sanidad y a la salvación.

13. LA BENDITA ESPERANZA


La resurrección de los que han muerte creyendo en el Señor y su traslación, junto con
aquéllos que aún vivan cuando retorne el Señor constituye la esperanza bendita de la iglesia, la
cual creeasimismo que el cumplimiento de dicha esperanza es inminente. 1 Tesalonicenses 4:16,
17; Romanos 8:23; Tito 2:13; 1 Corintios 15:51, 52.

13. LA BENDITA ESPERANZA


“Porque la gracia de Dios que trae salvación a todos los hombres, se manifestó,
enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este
siglo templada, y justa, y píamente, esperando aquella esperanza bienaventurada, y la
manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo, que se dió a sí mismo
por nosotros para redimirnos de toda iniquidad, y limpiar para sí un pueblo propio, celoso
de buenas obras.” Tito 2:11–14.
¿A qué esperanza se refiere este pasaje, y por qué la denomina bienaventurada? Es la
esperanza de la traslación o segunda venida de Cristo. Esta esperanza se funda en las
promesas de Cristo mismo, tan sencillas como positivas, las cuales han sido repetidas con
frecuencia y elucidadas por los escritores inspirados de la Palabra de Dios. Lea al
respecto Lucas 21:36; Juan 14:2, 3; 1 Tesalonicenses 4:13–16; Romanos 8:23–24 y 1
Juan 3:1–3.
Mas ¿por qué se elige esta esperanza y se la denomina bendita? Porque tiene
profundo significado para el verdadero hijo de Dios. Mencionaremos a continuación, en
forma somera, algunas de las bendiciones encerradas en esta esperanza:
1. LA TRASLACION NOS SALVARA DE LA GRAN TRIBULACION. “Velad
pues, orando en todo tiempo, que seáis tenidos por dignos de evitar todas estas cosas que
han de venir, y de estar en pie delante del Hijo del hombre.” Lucas 21:36. “Porque has
guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la tentación
que ha de venir en todo el mundo, para probar a los que moran en la tierra.” Apocalipsis
3:10.
2. EL RETORNO DE CRISTO, EN BUSCA DE LOS SUYOS, CONSTITUYE
NUESTRA “ESPERANZA BIENAVENTURADA.” No esperamos ver al Anticristo ni
pasar por la tribulación. Empero mantenemos el oído atento con el fin de oír el llamado
de nuestro Libertador. Nuestra mirada recorre los cielos, “esperando aquella esperanza
bienaventurada, y la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo.”
Tito 2:13. Anhelamos y esperamos al Hijo de Dios que vendrá desde los cielos. 1
Tesalonicenses 1:10. “Así también Cristo fué ofrecido una vez para agotar los pecados de
muchos; y la segunda vez, sin pecado, será visto de los que le esperan para salud.”
Hebreos 9:28.
3. COMO PARTE DE LOS PREPARATIVOS QUE PRECEDERAN A LA
TRASLACION, EL DIABLO Y SUS HUESTES SERAN EXPULSADOS DEL CIELO.
El arcángel Miguel despejará los cielos de todos los enemigos espirituales del hombre,
Efesios 6:12. De la misma manera que los israelitas se libraron para siempre de los
egipcios al cruzar el Mar Rojo, así también nosotros nos habremos librado para siempre
del diablo y sus huestes, que actualmente infectan el aire, y afligen a los hombres. Esta
verdad se expresa en forma gráfica en Apocalipsis 12:7–12. Practiquemos el coro de la
victoria, a fin de estar preparados para tomar parte cuando llegue la hora del triunfo.
¡Esperanza bienaventurada!
4. EN LA TRASLACION, LOS SANTOS QUE HAN MUERTO RESUCITARAN
PRIMERO. “Porque el mismo Señor con aclamación, con voz de arcángel, y con
trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.” 1
Tesalonicenses 4:16. “Primero,” es decir, antes de que se haya hecho nada por los santos
que viven aún. En 1 Corintios 15:52, el apóstol Pablo nos dice lo siguiente: “Porque será
tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción.” Con respecto al
cuerpo de resurrección dice en el mismo capítulo, versículos 42–44: “Así también es la
resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, se levantará en incorrupción; se
siembra en vergüenza, se levantará en gloria; se siembra en flaqueza, se levantará con
potencia; se siembra cuerpo animal, resucitará espiritual cuerpo,” es decir, un cuerpo
adaptado para vivir en el mundo espiritual.
5. EN LA TRASLACION, LOS SANTOS CON VIDA SERAN
TRANSFORMADOS. “He aquí, os digo un misterio: Todos ciertamente no dormiremos,
mas todos seremos transformados, en un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta;
porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros
seremos transformados.” 1 Corintios 15:51, 52. En Filipenses 3:20, 21, Pablo aclara este
cambio que el creyente experimentará, diciendo: “Mas nuestra vivienda es en los cielos;
de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el
cuerpo de nuestra bajeza, para ser semejante al cuerpo de su gloria, por la operación con
la cual puede también sujetar a sí todas las cosas.” Por su parte, Juan nos dice lo
siguiente: “Muy amados, ahora somos hijos de Dios, y aun no se ha manifestado lo que
hemos de ser; pero sabemos que cuando él apareciere, seremos semejantes a él, porque le
veremos como él es.” 1 Juan 3:2. Esta transformación del cuerpo de los redimidos que
han muerto y de los que aún viven a la venida del Señor Jesús, es denominada por Pablo
en Romanos 8:23 “la redención de nuestro cuerpo.”
6. EN LA TRASLACION, LOS CREYENTES REDIMIDOS QUE AUN VIVEN AL
RETORNO DEL SEÑOR ASCENDERAN CON LOS REDIMIDOS QUE HAN
MUERTO, QUIENES FUERON LOS PRIMEROS EN RESUCITAR EN
INCORRUPCION. “Luego (es decir después de la resurrección de los que murieron
confiando en Cristo) nosotros, los que vivimos, los que quedamos, juntamente con ellos
seremos arrebatados en las nubes a recibir al Señor en el aire.” 1 Tesalonicenses 4:17.
Esta traslación se denomina “nuestro recogimiento a él,” en 2 Tesalonicenses 2:1.
¡Bienaventurada reunión y bienaventurada esperanza!
7. LA TRASLACION CAPACITA A LOS CREYENTES EN CRISTO, TANTO
VIVOS COMO MUERTOS, PARA TRIUNFAR SOBRE LA MUERTE Y LA TUMBA.
“Y cuando esto corruptible fuere vestido de incorrupción, y esto mortal fuera vestido de
inmortalidad, entonces se efectuará la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte con
victoria.” 1 Corintios 15:54. Este pensamiento inspiró al apóstol Pablo a escribir esta
estrofa, imitando las maravillosas palabras de Oseas 13:14:
“¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?
¿Dónde está, oh sepulcro, tu victoria?
Ya que el aguijón de la muerte es el pecado,
y la potencia del pecado, la ley.
Mas a Dios gracias, que nos da la victoria
por el Señor nuestro Jesucristo.”
1 Corintios 15:55–57.
8. LA TRASLACION LIBERTARA PARA SIEMPRE AL CREYENTE DEL
DOLOR, LA ENFERMEDAD Y LA TRISTEZA. Rogamos que el lector lea las
emocionantes palabras de las Sagradas Escrituras en Oseas 13:14; Apocalipsis 7:16, 17;
14:13; 21:4. En un instante el creyente se verá transportado de una tierra azotada por la
pobreza y el sufrimiento, por la locura y la miseria, por la tristeza y el dolor, por guerras
y calamidades, por lágrimas y lamentos quejumbrosos, por la muerte y la desolación, a un
cielo donde la vida, la felicidad, la paz y el gozo son eternos. Allí “Dios limpiará toda
lágrima de los ojos de ellos,” Apocalipsis 7:17, y “retendran el gozo y alegría, y huirá la
tristeza y el gemido.” Isaías 35:10. ¡Qué cambio! ¡Qué bendita esperanza!
9. EN LA TRASLACION LOS CREYENTES SERAN RECOMPENSADOS DE
ACUERDO / SU LABOR. “Y he aquí, yo vengo presto, y mi galardón conmigo, para
recompensar a cada uno según fuere su obra.” Apocalipsis 22:12. El contemplar su rostro
recompensara miles de sacrificios. Su “bien hecho” retribuirá con creces todo nuestro
trabajo, y su “entra ahora en el gozo de tu Señor,” inundará nuestro corazón de un gozo
jamás experimentado.
¡Bendita esperanza! Fondeadero del marino azotado por el mar tempestuoso, estrella
que guía al cansado peregrino. Contemplemos a través de las lágrimas la estrella de la
esperanza, hasta que aparezca la estrella de la mañana. “Y así estaremos para siempre con
el Señor.” 1 Tesalonicenses 4:17. “Yo en justicia veré tu rostro: seré saciado cuando
despertare a tu semejanza.” Salmo 17:15. “Hartura de alegrías hay con tu rostro; deleites
en tu diestra para siempre.” Salmo 16:11. ¡Bendita esperanza!

14. EL REINO MILENARIO DE JESUS


La revelación o aparición del Señor Jesucristo desde el cielo, la salvación de la nación de
Israel, y el reino milenario de Cristo sobre la tierra constituyen las promesas bíblicas y la
esperanza del mundo. 2 Tesalonicenses 1:7; Apocalipsis 19:11–14; Romanos 11:26, 27 y
Apocalipsis 20:1–7.

14. EL REINO MILENARIO DE JESUS


La palabra “milenio” se deriva de dos términos latinos que significan mil y año. Se
refiere en general a un período de mil años, y en particular al reino de Cristo sobre la
tierra, el cual durará por el período de mil años. El pasaje central de este tema se
encuentra en el capítulo veinte del Apocalipsis, versículos uno al diez. En los primeros
siete versículos de este capítulo, el período de mil años es mencionado seis veces.
1. EXISTEN DOS ESCUELAS O SISTEMAS DE INTERPRETACION
RELATIVAS AL MILENIO. Podríamos llamar post-milenaria a la una y pre-milenaria a
la otra. La escuela post-milenaria sostiene que se producirá el milenio mediante la
predicación del evangelio y por las fuerzas que actualmente están en actividad en el
mundo, y que Cristo no vendrá sino después del milenio, cuando aparecerá para juzgar a
los vivos y a los muertos y fijar su estado eterno. Hasta hace unos cincuenta años este
punto de vista era mantenido por casi todas las iglesias ortodoxas, y hombres tales como
Carlos H. Spurgeon, Dwight L. Moody, J. Wilbur Chapman, A. J. Gordon y A. B.
Simpson y otros que no aceptaban este sistema de interpretación era considerados raros, y
peligrosas sus enseñanzas. Los modernistas adoptan el sistema post-milenario de
interpretación, o niegan por completo el retorno de Cristo.
La escuela de interpretación pre-milenaria, sostenida por las iglesias denominadas
fundamentales, en contraposición con las modernistas, afirma que el hombre de este
siglo, como el de todos los que precedieron, será un completo fracaso y que el mundo, en
vez de mejorar, empeorará paulatinamente, y por lo tanto no podrá alcanzar el milenio
por medio de la evolución o transformación progresiva. El sistema de interpretación pre-
milenaria afirma que no podrá haber milenio, ni lo habrá hasta tanto Cristo no aparezca
personalmente con los ángeles santos y todos los redimidos para ejecutar juicio o
castigo sobre sus enemigos, Judas 14, 15, para destruir todo aquello que hace pecado,
para aniquilar todo vestigio del reino de Satanás y del Anticristo, Mateo 13:41; Daniel
2:34, 35. Esta es una de las doctrinas cardinales de las Asambleas de Dios.

Eze. 36:24, 28
Nota: Los investigadores más piadosos de la profecía afirman que los judíos retornarán a
Palestina en incredulidad, como está ocurriendo ahora. Expresan asimismo que el Anticristo hará
un pacto con ellos, para luego repudiarlo y que concentrará a las naciones con el fin de destruir
completamente a los judíos. Afirman también que cuando los judíos se vean confrontados con la
destrucción completa y la extinción, comprenderán que han caído como nación en el terrible
pecado de la incredulidad, que han rechazado a Jesucristo, y llorarán y se lamentarán entonces
con profundo dolor, y clamarán a Dios para que envíe de vuelta a su Hijo para que se constituya
en el Libertador, y que le recibirán como el Salvador y Rey.

Se podrían mencionar muchos versículos para apoyar este punto de vista. Aquéllos que
deseen profundizar sus conocimientos en este tema deben leer el libro Jesús viene, escrito por
Blackstone y Daniel y Revelación, de la pluma de la señora Sunshine L. de Ball.

2. LOS JUDIOS RETORNARAN A PALESTINA, Ezequiel 36:24–28. Se procederá


a la reconstrucción del templo en Jerusalem, y la citada metrópoli será el centro o sede de
la administración del Señor, Jeremías 3:17; Miqueas 4:8. El Señor reconstruirá de nuevo
el tabernáculo de David, que ha caído, Amós 9:11, 12; Hechos 15:16, 17.
3. NUESTRO SEÑOR, DURANTE EL MILENIO, REVOCARA LA MALDICION
QUE PESA SOBRE EL HOMBRE, Y SOBRE LA CREACION ANIMAL E
INANIMADA, y toda la tierra disfrutará de extraordinaria fertilidad, y será muy
fructífera. Romanos 8:19–23; Ezequiel 36:30, 34; Isaías 35:1, 2.
4. DURANTE EL MILENIO EL MUNDO DISFRUTARA DE MIL AÑOS DE PAZ,
bajo el reinado pacífico del Príncipe de Paz. Serán innecesarios entonces los ejércitos y
las marinas y los campos de adiestramiento militar. Las armas de guerra serán
transformadas en implementos para la agricultura. Oseas 2:18; Isaías 2:4; Miqueas 4:3.
5. DURANTE ESTE GLORIOSO PERIODO EL TERMINO MEDIO DE VIDA
DEL HOMBRE SERA CONSIDERABLEMENTE EXTENDIDO, y la muerte será la
excepción más bien que la regla. Isaías 65:20–23. Satanás será atado y preso. No
tendremos entonces tentador. Apocalipsis 20:1, 2.
6. EL ESPIRITU SANTO SERA DERRAMADO SOBRE TODA CARNE. Joel 2:28,
29. Una nación nacerá en un día, Isaías 66:8, y los gentiles estarán bajo el justo y glorioso
reinado de Cristo, Isaías, capítulos 55 y 60.
7. TODA LA HUMANIDAD CONOCERA AL SEÑOR, desde el más joven hasta el
más anciano, y toda la tierra será llena de la gloria del Señor, el cual será Rey sobre toda
la tierra, Zacarías 14:9; Isaías 2:2.
Así lo ha decretado Dios; lo ha enseñado Jesús; lo han predicho los profetas; lo han
cantado los salmistas; lo han anunciado los ángeles; fué prefigurado en la transfiguración;
lo predicaron los apóstoles y lo confirmó la cruz.
¡Día venturoso! anhelado por millones de creyentes. ¡Día venturoso! por cuyo
advenimiento han clamado los oprimidos, los tristes, los que sufren; por el cual gime la
creación animal y es esperado por la naturaleza toda. Se trata del reinado glorioso y
personal de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, acompañado de los redimidos por su
sangre y de los santos ángeles. ¡Oh día glorioso para el pueblo de Dios! Los hijos del
reino brillarán entonces cual el sol de medio día, Mateo 13:43. El diablo será dominado y
preso, eliminado el pecado, y habrá desaparecido el dolor, junto con las tristezas y las
lágrimas. ¡Día glorioso! Te saludamos desde lejos. “Amén, sea así. Ven, Señor Jesús.”
Apocalipsis 22:20.

15. EL LAGO DE FUEGO


El diablo y sus ángeles, la bestia y el falso profeta, y cualquiera cuyo nombre no se
encuentra en el Libro de la Vida, sufrirá el castigo eterno en el lago que arde con fuego y azufre,
el cual es la muerte segunda. Apocalipsis 19:20; 20:10–15.

15. EL LAGO DE FUEGO


El castigo de los pecadores impenitentes está descripto en un lenguaje tan terrible que
provoca escalofríos en toda persona reflexiva. Las Sagradas Escrituras nos enseñan con
claridad que espera una suerte terrible al pecador que muere sin esperanza en Cristo, y las
descripciones más gráficas relativas a los tormentos de los perdidos proceden de los
labios mismos del Salvador amoroso. El Señor no podía equivocarse. Y su sentido de la
justicia no le permitía engañarnos. Además, el Señor Jesús era demasiado bondadoso
como para ocultar de nosotros la verdad y dejar de advertir con respecto al inminente
castigo que espera a los perdidos.
Esta materia no ha sido aclarada en parte debido al hecho de que algunos traductores
de la versión castellana no supieron distinguir la diferencia entre las palabras griegas
“hades” y gehenna,” y las tradujeron con el vocablo infierno. El término hades designa
“el sitio de los espíritus que han partido,” tanto buenos como malos, mientras que
gehenna es el infierno propiamente dicho o lago de fuego.
1. LA PALABRA HEBREA “SHEOL” DEL ANTIGUO TESTAMENTO HA SIDO
TRADUCIDA INDISTINTAMENTE SEPULCRO E INFIERNO EN LA VERSION
CASTELLANA DE VALERA.
2. LOS SETENTA, QUE VERTIERON LAS ESCRITURAS HEBREAS AL
GRIEGO, dos o tres siglos antes de la venida de Cristo, tradujeron la palabra hebrea
sheol por la griega hades. En el Nuevo Testamento en griego la palabra hades aparece en
Mateo 11:23; 16:18; en Lucas 10:15; 16:23; y en Hechos 2:27, 31; también en
Apocalipsis 1:18; 6:8; 20:13, 14. El significado de la palabra original es el del “sitio de
los espíritus que han partido,” tanto buenos como malos. Se componía de dos secciones,
separadas por un gran abismo o sima de Lucas 16:26. Los muertos justos estaban en el
paraíso, denominado también “seno de Abraham.” Esta designación procede del Talmud.
Fué adoptada por el Señor Jesús en Lucas 16:22. La referencia está relacionada con una
antigua costumbre de reclinarse en las fiestas, y el lugar de honor era junto a Abraham, el
padre de los fieles.
3. EL PARAISO FUE TRASLADADO DESDE LAS PARTES INFERIORES DE
LA TIERRA A UN LUGAR SITUADO CERCA DEL TRONO DE DIOS, y este cambio
se produjo durante la ascensión de Cristo. Esta afirmación parece estar en concordancia
con las palabras de Pablo en Efesios 4:8–10, en las cuales se refiere al descenso a los
lugares inferiores de la tierra realizado por Cristo, quien a su ascenso “llevó cautiva la
cautividad.” Los muertos en Cristo están ausentes del cuerpo y presentes con el Señor, 2
Corintios 5:3. Pablo fué “arrebatado al tercei cielo … al paraíso,” 2 Corintios 12:1–4. Las
palabras “arrebatado al paraíso” indican que fué cambiado el lugar del paraíso. Pablo
deseaba partir y estar con Cristo. Los que murieron en sus pecados están en las regiones
inferiores de la tierra, pero no en el infierno propiamente dicho. Esta declaración,
contraria a la creencia general, no se hace con el propósito de restar importancia a los
horrores y sufrimientos de los impenitentes, pues nuestro Señor describe en los términos
más horripilantes el tormento de las almas perdidas en las regiones inferiores de la tierra.
Lea de nuevo la historia familiar que se encuentra en Lucas 16:19–31 y la declaración
que sigue, demostrando que no tratamos de evadir las enseñanzas bíblicas con respecto al
castigo futuro.
4. “GEHENNA” ERA UN LUGAR EN EL VALLE DE HINNOM, DONDE EN LA
ANTIGÜEDAD SE REALIZABAN SACRIFICIOS HUMANOS, 2 Crónicas 33:6;
Jeremías 7:31. Esta palabra griega ocurre en Mateo 5:22, 29, 30; 10:28; 18:9; 23:15, 33;
Marcos 9:43, 45, 47; Lucas 12:5; Santiago 3:6. Con la excepción de la última cita, que
pertenece a Santiago, todas las demás expresiones relativas a la gehenna parten de los
labios del Señor Jesús y encierran en sí una terrible advertencia. Podemos decir que la
gehenna y el infierno propiamente dicho son lo mismo que el lago de fuego, Apocalipsis
19:20; 20:10, 14, 15. La muerte y hades o los lugares inferiores de la tierra, traducidos
infierno, serán arrojados al lago de fuego, que es el verdadero infierno. Los sufrimientos
de los perdidos en el lago de fuego se describen como la muerte segunda. Apocalipsis
20:14, 15; 21:8. Lea también Apocalipsis 20:6. El lago de fuego será la prisión final del
diablo, que “fué lanzado en el lago de fuego y azufre, donde está la bestia y el falso
profeta; y serán atormentados día y noche para siempre jamás.” Apocalipsis 20:10.
5. LA DURACION DEL CASTIGO, SEGUN VARIOS PASAJES, PARECE NO
TENER FIN. Las palabras “fuego eterno” de Mateo 25:41; “fuego que no puede ser
apagado,” Marcos 9:43 y el tormento que dura “para siempre jamás,” Apocalipsis 20:10,
y muchas otras expresiones similares, nos obligan a pensar que el castigo de los que
murieron en sus pecados, que comparten con el diablo y sus ángeles la rebelión contra
Dios, compartirán también el fuego eterno que fué preparado para el diablo y sus ángeles.
Mateo 25:41.
6. EL INFIERNO PROPIAMENTE DICHO, O EL LAGO DE FUEGO, como lo
indican los pasajes que acabamos de citar, no fué preparado para el hombre, sino como
castigo del archienemigo de Dios y del hombre, y para los demonios que están aliados
con él. El hombre no va al infierno por la voluntad de Dios, pues el Señor llama
continuamente al pecador diciéndole: “Volveos, volveos de vuestros malos caminos: ¿ y
por qué moriréis, oh casa de Israel?” Ezequiel 33:11.
7. NO PODEMOS EXPLICAR A SATISFACCION DE TODOS LA SEVERIDAD
DEL CASTIGO ETERNO DE DIOS, ni tampoco podemos sondear las profundidades de
su amor y misericordia, demostradas hacia los pecadores perdidos, que no merecen otra
cosa que el castigo, y sin embargo, por la gracia de nuestro Señor Jesucristo, son elevados
para sentarse con él en lugares celestiales. Romanos 11:22; Efesios 2:6. Comprendemos,
por la magnitud de los sufrimientos de Cristo, que el castigo que recibirá el hombre
impenitente será tan terrible que nadie puede siquiera imaginarlo. A ningún hombre se le
obliga ir al infierno, mas a todos se les ruega tener misericordia de sus almas y huir a
Cristo en busca de refugio. El hombre no va al infierno porque es pecador, mas porque no
quiere ser salvo. Juan 3:36. “El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; mas el que es
incrédulo al Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.”
“Estando pues poseídos del temor del Señor, persuadimos a los hombres.” 2 Corintios
5:11. “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio
nuestro; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.” Corintios 5:20.

16. LOS NUEVOS CIELOS Y LA NUEVA TIERRA


Nosotros “esperamos cielos nuevos y tierra nueva, según sus promesas, en los cuales mora
la justicia.” 2 Pedro 3:13; Apocalipsis, capítulos 21 y 22.

16. LOS NUEVOS CIELOS Y LA NUEVA TIERRA.


En el capítulo XIV estudiamos con respecto al reino milenario de Cristo, mas nada se
dijo con respecto a la terminación de dicho reino. Pablo nos dice que Cristo deberá reinar
hasta que haya abolido todo gobierno, autoridad y poder, y haya colocado a sus enemigos
debajo de sus pies, y que el último enemigo que será destruído será la muerte, y que
cuando la conquista y dominio del diablo y sus huestes aliadas sea completo, Cristo
entregará el reino a Dios, el Padre, 1 Corintios 15:24–28. De la misma manera que esta
edad dará lugar a otra—el milenio—así también la edad milenaria se fusionará o
transformará en otra edad cuando Dios sea “todas las cosas en todos,” edad que será muy
superior al milenio. Es con respecto a esta “edad de las edades” que estudiaremos en este
capítulo, que corresponde al último artículo en la Declaración de Verdades
Fundamentales. Tratemos de ampliar y aclarar esta doctrina.
1. AL COMIENZO DEL MILENIO, SATANAS ES ARROJADO A LA PRISION Y
ATADO POR MIL AÑOS. Al terminar el milenio, es liberado por un corto tiempo y se le
permite engañar a las naciones y dirigir un poderoso ejército contra las huestes de Dios y
la amada ciudad. Es entonces cuando descenderá fuego del cielo para destruir este
ejército de malvados, y Satanás será arrojado al lago de fuego, para ser atormentado “día
y noche para siempre jamás.” Apocalipsis 20:1–10.
2. AL COMIENZO DEL MILENIO LOS MUERTOS EN CRISTO
RESUCITARAN,—“resurrección de vida,” Juan 5:29—los creyentes de aquella época
que viven aún serán transformados, y ambos ascenderán para recibir al Señor en el aire. 1
Tesalonicenses 4:13–17. Al fin del milenio, aquéllos que murieron en sus pecados, sin
aceptar la gracia salvadora de Dios también resucitarán—“resurrección de condenación,”
Juan 5:29—serán juzgados y arrojados al lago de fuego para morir de muerte segunda,
Apocalipsis 20:11–15; 21:8. La muerte y hades—traducido infierno en la versión de
Valera—serán arrojados al mismo lago de fuego, Apocalipsis 20:14. Esta verdad
concuerda con las palabras del apóstol Pablo que dice: “Y el postrer enemigo que será
deshecho, será la muerte.” 1 Corintios 15:26.

Apoc. 20:11–15
* Se cree en general que la traslación de la iglesia se producirá antes de que Cristo retorne a
la tierra para establecer su reino milenario.

3. DURANTE EL MILENIO, CRISTO REINARA SIN RIVAL, mientras que en la


“edad de las edades” Cristo entregará el reino a Dios el Padre, el Gobernante Supremo.
4. DE LA MISMA MANERA QUE ENOC, SEPTIMO DESDE ADAM, PREDIJO
LA VENIDA DE JESUS CON SUS SANTOS PARA EJECUTAR JUICIO, Judas 14, 15,
e iniciar así el milenio, así también Pedro extiende su vista más allá del milenio y
contempla la destrucción del antiguo orden y la aparición de los nuevos cielos y la nueva
tierra, “en los cuales mora la justicia.” 2 Pedro 3:5–13. Juan ve la conquista realizada por
el Señor Jesús, su victoria sobre todos sus enemigos, incluso el diablo, la resurrección de
los que hicieron mal y la sentencia de muerte segunda pronunciada contra ellos. Estas
cosas ocupan su atención hasta el fin del capítulo veinte del libro del Apocalipsis.
Extiende su vista más allá del milenio y ve la gloriosa consumación, o sea la “edad de las
edades.” Y luego dice: “Y vi un cielo nuevo, y una tierra nueva: porque el primer cielo y
la primera tierra se fueron, y el mar ya no es. Y yo vi la santa ciudad, Jerusalem nueva,
que descendía del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y
oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y
morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y el mismo Dios será su Dios con ellos.”
Apocalipsis 21:1–3.
5. “HASTA QUE PEREZCA EL CIELO Y LA TIERRA,” dijo el Señor Jesús en el
versículo 18 del capítulo 5 de Mateo. Pedro nos dice que “los elementos ardiendo serán
deshechos.” 2 Pedro 3:10. Esto no significa aniquilación, sino la reconstrucción del
universo material, para purificarlo de todo pecado y adaptarlo a las nuevas condiciones.
“La palabra redención significa recobro o recuperación, y ese recobro será completo,”
nos dice el Dr. W. B. Riley. Isaías previó todo esto cuando dijo: “He aquí yo crío nuevos
cielos y nueva tierra.” Isaías 65:17. Sin duda alguna la nueva tierra será superior a la
antigua, porque Dios mismo hará de ella su residencia.
6. ASI COMO EL ESTADO DE LOS PERDIDOS PARECE EMPEORAR
GRADUALMENTE, ASI TAMBIEN EL ESTADO DE LOS SALVOS MEJORARA
PROGRESIVAMENTE. De una vida de pecado, tristeza y derrota, pasamos a una vida
de paz, gozo y victoria. Luego entraremos en el milenio, donde los sueños dorados serán
reales y verdaderos. Avanzaremos después con el Señor más allá del milenio, hasta una
época cuando Dios el Padre será el todo en todo, la gloriosa consumación de las edades,
el triunfo completo de nuestro Dios.
7. EL LENGUAJE HUMANO ES DEMASIADO IMPERFECTO PARA
DESCRIBIR ESTE ESTADO FINAL DEL CREYENTE. Ninguna descripción de la
ciudad celestial será más esplendorosa o resplendente que el cuadro que nos presentan los
capítulos veintiuno y veintidós del Apocalipsis. Mediante la carta a los Hebreos, vemos
que aún Abraham, que vivió hace unos cuatro mil años, por fe miró más allá de nuestra
época y más allá del milenio, a la edad de las edades, a una ciudad eterna y su reino.
Escuchemos lo que nos dicen las Escrituras Sagradas: “Por la fe Abraham, siendo
llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir por heredad; y salió sin saber
dónde iba. Por fe habitó en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en cabañas
con Isaac y Jacob, herederos juntamente de la misma promesa: porque esperaba ciudad
con fundamentos, el artífice y hacedor de la cual es Dios. Por la fe también la misma
Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir simiente; y parió aun fuera del tiemop de
la edad, porque creyó ser fiel el que lo había prometido. Por lo cual también, de uno, y
éste ya amortecido, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena
innumerable que está a la orilla de la mar. Conforme a la fe murieron todos éstos sin
haber recibido las promesas, sino mirándolas de lejos, y creyéndolas, y saludándolas, y
confesando que eran peregrinos y advenedizos sobre la tierra. Porque los que esto dicen,
claramente dan a entender que buscan una patria. Que si se acordaran de aquella de donde
salieron, cierto tenían tiempo para volverse: empero deseaban la mejor, es a saber, la
celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos: porque les había
aparejado ciudad.” Hebreos 11:8–16. Esta es “la ciudad del Dios vivo, Jerusalem la
celestial” “el reino inmóvil.” Hebreos 12:22, 28.
8. “COSAS QUE OJO NO VIO, NI OREJA OYO, NI HAN SUBIDO EN
CORAZON DE HOMBRE, SON LAS QUE HA DIOS PREPARADO PARA
AQUELLOS QUE LE AMAN. Empero Dios nos lo reveló a nosotros por el Espíritu.” 1
Corintios 2:9, 10. “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios
con los hombres, y morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y el mismo Dios será su
Dios con ellos. Y limpiará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y la muerte no será
más; y no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor: porque las primeras cosas son pasadas. Y
el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me
dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y dí jome: Hecho es. Yo soy
Alpha y Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré de la fuente del agua
de vida gratuitamente. El que venciere, poseerá todas las cosas; y yo seré su Dios, y él
será mi hijo.” Apocalipsis 21:3–7.

APENDICE

LA EPOCA DE LA TRASLACION
1. El arrebatamiento o traslado de la iglesia se conoce con el nombre de traslación. El
término arrebatamiento procede de las palabras del versículo que se encuentra en 1
Tesalonicenses 4:17.
2. Hasta época reciente, todos los grupos religiosos, incluso el pentecostal, que se
adherían a las enseñanzas de los santos se produciría antes de la gran tribulación,
fundamentales de la Biblia, afirmaban que la traslación Las Asambleas de Dios, en una
reunión general de presbíteros, celebrada en el año 1932, recibió un informe de que en
cierta parte del país algunos hermanos predicaban y enseñaban que los creyentes debían
de pasar por la gran tribulación, y lo hacían con tal énfasis que habían provocado
perturbaciones, divisiones y hasta la separación de algunos. Después de considerable
discusión, los presbíteros generales aprobaron por unanimidad la siguiente resolución:
“Que afirmamos nuestra posición respaldando en forma amplia la Declaración de
Verdades Fundamentales, y la declaración en ella expresada en el sentido de que creemos
en el retorno personal e inminente de nuestro Señor Jesucristo, como la bendita esperanza
de la iglesia y que desaprobamos la doctrina propugnada por algunos de nuestros
ministros, en el sentido de que los creyentes deban pasar por la gran tribulación.” Se
sacaron copias de esta declaración, las cuales fueron enviadas a todos los ministros
pertenecientes al Concilio. Los presbíteros generales, en la asamblea realizada en el año
1935, reafirmaron la medida adoptada en 1932.
3. La posición adoptada por las Asambleas de Dios se basa, en términos generales, en
lo siguiente:
(a) La palabra “inminente,” a que nos referimos más arriba, empleada en la
Declaración de Verdades Fundamentales—artículo 5, sección 13 intitulada “La Bendita
Esperanza,”—ha significado para nosotros que la traslación está próxima y que puede, en
lo que a nosotros respecta, ocurrir en cualquier momento. Aun en la época de Pablo la
iglesia estaba en actitud de expectativa, esperando “a su Hijo de los cielos.” 1
Tesalonicenses 1:9, 10; 1 Corintios 1:7. Pablo se coloca a sí mismo entre los creyentes
que quizá se encuentren en la tierra en la época de la traslación. “Luego nosotros, los que
vivimos, los que quedamos …” 1 Tesalonicenses 4:17. “Todos ciertamente no
dormiremos, mas todos seremos transformados.” 1 Corintios 15:51. Las señales de su
venida se cumplirán antes del retorno visible del Señor, mas no necesariamente antes de
su retorno secreto en busca de los suyos. “Y cuando estas cosas comenzaren a hacerse,
mirad, y levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca.” Lucas 21:28.
Nuestra redención se completará durante la traslación, la cual, como todos lo admiten, se
producirá antes de la revelación o aparición visible de Cristo.
(b) Si decimos que la traslación se producirá después de la tribulación, no podremos
“levantar nuestras cabezas,” y “esperar a su Hijo desde el cielo,” porque estaremos
esperando primero el comienzo de la tribulación. De esta manera la tribulación puede ser
inminente, mas la traslación remota, o por lo menos lo suficientemente distante como
para ocurrir después de la tribulación, que según algunos durará 7 años y otros tres años y
medio. Si la tribulación no ha llegado todavía, no podemos comenzar a “esperar a su Hijo
desde el cielo,” porque sabremos que el Señor no vendrá por lo menos por tres años y
medio. Este punto de vista no podrá armonizar jamás con la inminencia de la traslación.
(c) No negamos que los creyentes quizá tengan que sufrir la persecución, porque
Cristo dijo que sus seguidores serían perseguidos, y que en el mundo tendrían
persecución y tribulación, Mateo 10:21–25, 34–36; Juan 16:33. En la actualidad, el
pueblo de Dios sufre grandes persecuciones en diversas partes del mundo, y algunos
están sellando su testimonio con su propia sangre, otros languidecen en prisiones, o
consumen su existencia en la lejana Siberia. Mas esto no es la gran tribulación de la que
hablaba nuestro Señor, Mateo 24:21, 29. En Apocalipsis 7:14 la versión castellana se
refiere a la “grande tribulación,” que en el original griego indica LA TRIBULACION
GRANDE por excelencia. Se trata entonces de algo más que las tribulaciones que la raza
humana ha tenido que soportar desde los albores de la historia, Hebreos 11:33–38. Es de
esta tribulación que el Señor promete liberar a su pueblo. “Porque has guardado la
palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la tentación que ha de venir
en todo el mundo, para probar a los que moran en la tierra.” Apocalipsis 3:10. “Velad
pues, orando en todo tiempo, que seáis tenidos por dignos de evitar todas estas cosas que
han de venir, y de estar en pie delante del Hijo del hombre.” Lucas 21:36.
Nota: Ni la versión castellana de Cipriano de Valera ni la del rey Jacobo I en inglés escriben
con letra mayúscula los pronombres referentes a la Deidad. A veces aparece en ambas versiones
con minúscula la palabra Espíritu, cuando este vocablo se refiere al Espíritu Santo. Se ha
preguntado qué reglas se emplean en los idomas griego y hebreo para el uso de mayúsculas. El
hebreo consta solamente de letras mayúsculas. En lo que al griego respecta, muchos de los
manuscritos antiguos aparecen redactados en letras mayúsculas únicamente, mientras que en
algunos se observa un limitado número de letras minúsculas. De ahí que los traductores de la
Biblia tuvieran que determinar por el significado de las palabras, el uso de mayúsculas o
minúsculas.

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