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Seminario Teológico Centroamericano.

Apuntes de Consejería en caso de Divorcio y Nuevo Matrimonio

Prof. Pablo Chávez. Octubre-Noviembre, 2020.

Tema 1- Perspectivas bíblicas del divorcio, separación y nuevo matrimonio

1. El juicio moral y espiritual de la Escritura acerca del divorcio

Claramente, en la Escritura el divorcio es la disolución de un matrimonio. El matrimonio existe cuando


ha habido una unión sexual en el contexto de un pacto de juramento. Efesios 5:22-33 expone el
contexto del pacto, y habla de la unión en una sola carne. El divorcio rompe o disuelve esa unión.
Malaquías 2:14 describe el divorcio como “deslealtad al pacto” y también como un acto que merece el
juicio de Dios porque ha sido roto el propósito de la pareja según la enseñanza de la fe bíblica. El
divorcio, en la Biblia, por tanto, es el reconocimiento público y formal de que la unión ha sido rota, y
el pacto está disuelto. Lo anterior implica que Dios aborrece el divorcio por varias razones (Malaquías
2:11-16):

Razón 1: Porque perjudica la oportunidad de los padres criar una descendencia piadosa (vrs. 15).
Uno de los propósitos principales del matrimonio es producir una descendencia piadosa.

Razón 2: Porque es el rompimiento de un pacto. Por tanto, niega el carácter fundamental de Dios
(Justo, Misericordioso y Fiel/Verdadero) y la manera en que se relaciona con su pueblo

Razón 3: Porque destruye la obra creadora de Dios. En Mateo 19:4-6 leemos: “¿No habéis leído que
el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre,
y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne;
por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”. Es como si Jesús dijera: “Lo que Dios creó,
¿cómo se atreve un simple humano a considerarse con permiso para separarlo?”.

La cita de Génesis 2:24 que Jesús usa es la misma a la que Pablo apela en Efesios 5 y se relaciona al
misterio de Cristo y la iglesia. El matrimonio humano es una ilustración de una realidad espiritual
mayor, una imagen de Cristo y su relación con la iglesia. El divorcio atenta contra esta magnífica
revelación del propósito salvífico de Dios reflejada en la unión matrimonial.

2. El divorcio a través de la Biblia

El único texto del AT que legisla sobre el divorcio está en Dt 24:1-4. Este conjunto no es propiamente
una ley que promulgue el divorcio o que lo legitime (en qué casos sí o en qué casos no). El escenario
es más ilustrativo.1 Es una limitación o regulación (“no podrá” v. 4), a la práctica ya existente y

1
Telford Work, Deuteronomy, Grand Rapids Brazos, 2009. 214. Las prescripciones acerca del divorcio
pertenecen al tipo de leyes sobre “costumbres” y no se equiparan a los mandamientos o deberes morales, como
el decálogo. Al respecto véase Jeffrey H. Tigay. The JPS Torah Commentary: Deuteronomy. Philadelphia, Jewish
Publication Society, 1996. 220.
2
descontrolada del divorcio, admitida pero aborrecida por Dios (cf. Mal 2:16).2 El texto se limita a
describir la situación que resulta de que un hombre repudie a su mujer que haya perdido su favor a
causa de alguna acción “indecente” o “incorrecta” comprobada en ella. No es del todo claro qué tipo
de acción inmoral puede incluirse acá.3 Puede argumentarse que, en caso de adulterio o inmoralidad
sexual, la ley de Moisés estipulaba la muerte por lapidación para la mujer y el hombre adúlteros
(Deuteronomio 22:22-24), y no el divorcio como alternativa.

En el tiempo de Esdras y Nehemías el divorcio de las esposas no judías se justifica como una forma de
conservar la pureza racial y, sobre todo, la identidad religiosa judía (Esd 10; Neh 13:23-29). Sin
embargo, no hay evidencia de que las medidas para conservar la pureza racial y religiosa hayan tenido
éxito alguna vez en la historia de Israel. El libro de Rut, donde una moabita se convierte en parte del
pueblo de Dios y en una antecesora del rey David, pudo haber sido escrito en esta época como una
reacción de protesta a esta política nacionalista de divorcios. Por esa misma época Malaquías denuncia
el divorcio como un acto de traición al pacto con el Señor (Mal 2:13-16).

Sin embargo, aunque existe la posibilidad del divorcio producido por una ofensa sexual, por una cosa
indecente, la Escritura exalta por encima de la venganza el principio de la misericordia, la
reconciliación y el perdón, ejemplificado en el trato de Dios para con su pueblo adúltero (Oseas 2). Es
decir, el divorcio en ningún lugar se considera un deber o una necesidad.

En la época del NT, el tema del divorcio es objeto de una fuerte discusión y división dentro del
judaísmo, sobre todo por la interpretación que ha ido desarrollándose de Dt 24:1. Allí, el divorcio en
sí mismo se limita a una sola razón, “una cosa indecente”. Pero esta frase se había interpretado de
manera diferente. El debate estaba representado principalmente en los seguidores de Shammai y Hillel.
Los primeros creían que el divorcio sólo era permitido cuando había adulterio o alguna ofensa sexual
y los otros permitían el divorcio casi por cualquier razón, incluso cuando la comida se le quemaba a la
esposa.4 En la práctica, ambas escuelas coincidían en otorgar al esposo el derecho al divorcio (las
mujeres no podían divorciarse), lo que variaba era cuáles motivos estaban justificados y cuáles no. 5
Sobre este contexto se deben interpretar las referencias al divorcio en Mr 10:1-12 y Mt 5:31-32; 19:1-
12; Lc 16:18. El texto más completo se halla en Mt 19:1-12

2
Juan Luis DeLeón Azcarate, Comentarios a la Nueva Biblia de Jerusalén. Deuteronomio, Desclée de
Brower, 2009. 223. De hecho, aunque admitido, no parece que el matrimonio con una mujer repudiada de su
marido se viera sin reparo, como muestra la prohibición expresa a los sacerdotes de casarse con cualquier
mujer repudiada (Lv 21:7; Ez 44:22).
3
El significado literal de la frase hace referencia a los genitales, la desnudez o a una “cosa vergonzosa”.
Sin embargo, se ha especulado que este rasgo desagradable de la esposa hacia el esposo pudo tratarse de un
defecto físico, infertilidad, un estado de impureza demasiado prolongado, un comportamiento molesto o una
duda razonable de adulterio, aunque no comprobada. Aquí se opta por entender que se trataba de una conducta,
no de un rasgo físico. En Gn 34:7 y Lv 18 claramente el término significa inmoralidad sexual, pero es difícil
establecer un solo tipo de conducta específica bajo este concepto.
4
Keener, 463. Podría pensarse que la halakáh que Jesús expone en Mt 19 se encauza en la línea de
Shammai. Sin embargo, no es así. La exégesis que hace Shammai de “cosa indecente” puede incluir quedarse
mirando a un hombre, o coquetear con él u otro acto que parezca sexualmente sugerente. Todo ello es
suficiente para llevar a una esposa al punto del divorcio (Git. 50d; Sot16b). Además, Shammai nunca argumentó
que un hombre comete adulterio en un acto sexual con una mujer divorciada, que es la implicación de Mt 19:9;
Shammai nunca prohibió la poligamia, y no hay evidencia de que permitió que una mujer se divorciara si su
esposo le era infiel, a diferencia de lo que pensaba Filón. Véase Sigal, 142-143.
5
Todos los intérpretes conocidos de Dt 24:1 aceptaron una variedad de motivos para el divorcio, que
van desde la promiscuidad sexual a la inconstancia masculina en gusto por las mujeres. Véase Sigal, 140-141.
3

A) Jesús demuestra que los fariseos han pasado por alto el espíritu de la ley y que están
manipulando las Escrituras:
“¿No habéis leído?” (Mt 19:4)
“¿Entonces por qué mandó (ἐνετείλατο) Moisés dar carta de divorcio y repudiarla?”
“Debido a la dureza del corazón… Moisés les permitió (ἐπέτρεψεν) repudiar…” (Mt 19:7-8)

B) Al evocar el diseño original de la creación en Gn 1:26-27 y 2:24, Jesús muestra el orden


correcto del plan divino hacia el cual hay que encaminarse en la nueva era de justicia que él ha
venido a inaugurar en el que la ley debe regir el corazón de los discípulos. “No penséis que he
venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mt
5:17). El divorcio es a causa de la “dureza del corazón” que refleja más bien, la actitud de
rechazo hacia el consejo de Dios.6 Especialmente véase la denuncia del AT en Dt 10:16 y Jr
4:4.7

C) La cláusula final de concesión del divorcio, “salvo por causa de inmoralidad sexual”, implica
que Jesús no derogó la regulación de Deut 24:1, sino que hace exégesis de ella, trayéndola de
nuevo, por un lado, a su sentido antiguo testamentario. Jesús entiende el texto en sentido
limitativo, caracterizándolo como producto de la dureza de corazón del pueblo. Es cierto que
Dios odia el divorcio, pero permite a las personas desligarse de sus cónyuges que viven en
“inmoralidad sexual”.8

Finalmente, en 1 Corintios 7:10-15 el apóstol Pablo regula el divorcio o separación entre esposos
cuando uno es creyente y el otro no lo es, basado en su propio criterio pastoral y en la sabiduría del
Espíritu (No cita directamente algún texto de las Escrituras).

 Si un no creyente casado con un creyente concuerda en seguir viviendo con él o ella, no debe
el creyente divorciarse o separarse. Deben buscar la unidad. El creyente es responsable.

 Si el no creyente se separa, el creyente no está obligado a tratar de salvar el vínculo (En este
caso, la mujer podía pedir el divorcio en la cultura greco-romana).

 Si se separa el creyente es mejor que no se case, a menos que su necesidad de satisfacción


sexual sea muy fuerte. Este es el consejo de Pablo, pero él también concede la posibilidad de
un nuevo matrimonio en el Señor.

6
El pensamiento hebreo utiliza una serie de metáforas propias del contexto cultural para referirse a la
obstinación del corazón: “Prepucio del corazón” (Dt 10:16; Jr 4:4), “hacer pesado el corazón” (Éx 10:1),
“dureza” (Jr 3:17; 7:24), “engrosar o engordar el corazón” (Is 6:10), “(tener) corazón de piedra” (Ez 11:19;
36:26). Pese a la variedad señalada, el término generalizado “dureza de corazón” se ha utilizado en la traducción
de varios pasajes para dar a entender la actitud obstinada y rebelde del corazón humano, cf. Dt 10:16; 29:19; Sal
81:12; 95:8-9; Jr 3:17; 7:24; 9:13; 16:12; 18:12.
7
En ambos textos de la LXX la expresión entera “prepucio del corazón” se traduce con el sustantivo
σκληροκαρδίαν; otros textos usan la forma verbal σκληρύνω para referirse a la acción de “endurecer” el
corazón (Éx 7:3, 22; 9:35; 14:4; Sal 94:8; Is 63:17).
8
Sigal, 112. Véase Gottfried Fitzer, “πορνείᾳ” en Hosrt Balz y Gerhard Schneider, Eds. Diccionario
Exegético del Nuevo Testamento Tomo II, Salamanca, Sígueme, 1998. 1086. El término describe, en sentido amplio,
la inmoralidad sexual.
4

3. ¿Hay alguna base para la separación y quedarse sin divorciar?

Hay cristianos que, por tener una visión del divorcio como un pecado grave, estigmatizador o casi
“imperdonable” aceptan la idea de separarse de su cónyuge, pero sin llegar al divorcio legal. Un
diccionario define esta separación como "Interrupción de la vida en común de dos personas casadas, por
común acuerdo o por decisión de un tribunal, sin que se rompa definitivamente el matrimonio". De
hecho en los códigos civiles de los países occidentales se mantiene la obligación de guardar
fidelidad al cónyuge del que uno se ha separado. Es evidente que en la sociedad actual solo las
personas de firmes convicciones morales o religiosas mantienen esta fidelidad. Muchas personas
separadas sin divorciarse legalmente terminan cohabitando o “acompañándose” con una pareja marital.
Tenemos ese tipo de situaciones a menudo en nuestras iglesias. Los cristianos que consideran la idea
de separarse sin divorcio, apelan a 1ª de Corintios 7: 11-12: "...y si se separa, quédese sin casar,
o reconcíliese con su marido"

Sin embargo, el contexto nos muestra que la separación no es el estado ideal ni la voluntad de Dios
para un matrimonio cristiano, la propuesta del apóstol es la búsqueda de una reconciliación, siguiendo
el espíritu de la enseñanza del Antiguo Testamento y de la enseñanza de Jesús. Por otra parte, una
lectura desde el contexto cultural nos muestra que el matrimonio aún no se hallaba bajo todas las
regulaciones e implicaciones legales del tiempo actual. En aquel tiempo la separación equivalía al
divorcio, por eso Pablo dice específicamente “quédese sin casar”, invitando al divorciado o separado a
una vida de castidad al servicio de Cristo (cf. vrs. 27-32). Pero, si el cónyuge no creyente decide
separarse y abandonar la vida en común, el texto indica con toda claridad que esto es posible y que en
ese caso el lazo del matrimonio ha sido disuelto (vrs. 15).

4. Síntesis:

1. La práctica del divorcio y el debate sobre el motivo válido para el mismo refleja la dureza del
corazón y la falta de amor, misericordia y fidelidad. El divorcio equivale al adulterio.

2. El discípulo está llamado a mirar el diseño original de Dios y comprender los propósitos para la
pareja humana. Allí está la respuesta para prevenir el divorcio y responder a los conflictos o
disfuncionalidades de pareja.

3. Pero a causa de la misma dureza del corazón existe la concesión del divorcio. Casos ilustrativos
en los que se permite el divorcio o separación, y por tanto, el nuevo matrimonio, son:
Inmoralidad sexual, rechazo a la fe cristiana por el cónyuge no creyente. “A paz nos llamó el
Señor”. ¿Existen otros motivos válidos, dentro de este principio de que fuimos llamados a vivir en
paz? (Maltrato, violencia, drogadicción, alcoholismo, conducta irresponsable).

4. La respuesta para quienes atraviesan la difícil situación de un divorcio siempre debe ser un
llamado a mostrar la gracia y el amor compasivo de Dios. El consejero debe actuar como un
agente del amor misericordioso, restaurador y reconciliador de Jesucristo, aún en aquellos casos
en que el divorcio y la separación ocurran inevitablemente. El principio de la “paz” (bienestar) del
Señor aplica en la manera de muestras de amor perdonador (1 Corintios 7:15).
5
5. El trabajo de consejería desde la iglesia respecto al tema de separación, divorcio y nuevo
matrimonio debe enfocarse principalmente en la educación, la formación espiritual y la
prevención de situaciones de infidelidad conyugal, divorcio y separación. Es responsabilidad de la
iglesia como tal, trabajar pastoralmente los propósitos del matrimonio:

 Reflejar la imagen de Dios: Su santidad, su gracia, sus atributos (Génesis 1:26-27; Efesios
5:21-33).

 Complementarse mutuamente en compañerismo (Génesis 2:18; 1 Corintios 11:11)

 Formar una descendencia digna de Dios (Génesis 1:28; Efesios 6:1-4)

 Señorear la creación en representación de Dios (Génesis 1:28b).

Preguntas para seguir reflexionando.

1. ¿Debe un pastor prohibir a un creyente divorciarse, aun cuando su matrimonio no represente un


ambiente de paz y amor? ¿O, lo contrario, puede el pastor aconsejar a un creyente divorciarse?

2. ¿Cómo se debe tratar pastoralmente el adulterio?

3. ¿Qué ocurre si un creyente se separa, pero queda sin divorciarse? ¿El vínculo aún existe ante
Dios?

4. ¿Cómo puede un consejero cristiano o pastor acompañar desde la consejería a quienes se están
divorciando? ¿No será esto una forma de consentir o participar de su “pecado”?

5. ¿Cuál es la manera más sabia y constructiva de acompañar desde la consejería a los que se
divorcian, cuando la decisión del divorcio es inminente?

6. ¿Pueden volver a casarse los divorciados? ¿Ofrecería un proceso de consejería a personas


divorciadas que quieren casarse de nuevo o celebraría su matrimonio (como pastor)?

7. ¿Pueden tener privilegios en la iglesia personas divorciadas y participar de todos los ministerios y
ordenanzas?

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