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Eje Temático: 1. Movimientos Sociales, proyectos populares y democracia en América Latina.

Autoras: Lic. Lucrecia Basso; Lic. Marina Cappello; Lic. Lucila Fornetti.; Lic. Carolina
Mamblona; Lic. Valeria Redondi; Lic. Lorena Sciarrotta.
Institución: Universidad Nacional de La Plata, docentes de la Licenciatura en Trabajo Social de la
Facultad de Trabajo Social.
Correo electrónico: cmamblona@yahoo.com.ar/ varedondi@yahoo.com
Teléfono de referencia: 0221-4513076
Título: “Movimientos sociales que viven del trabajo”
“Movimientos Sociales que viven del trabajo”

Introducción:

El presente trabajo parte de recuperar un análisis de los principales Movimientos Sociales


demarcados por la identidad del trabajo en sus múltiples formas de precarización, inestabilidad,
desocupación temporaria y permanente en la Argentina.
Se pretende complejizar el análisis en particular sobre el “Movimiento de Trabajadores
Desocupados”, comprendiendo cómo las formas contemporáneas del trabajo en el marco de la crisis
de la sociedad salarial intensifican su carácter de alienación y explotación a la misma vez que
aparentemente se debilitan la posibilidades “emancipatorias”.
En este marco es necesario incorporar la creatividad de las “nuevas formas políticas”, o
múltiples identidad/es que construyen los desocupados como parte de la resistencia de la clase
trabajadora, resignificando su posición objetiva y subjetiva para enfrentar las consecuencias
destructivas de la dinámica capitalista actual.
Se buscará problematizar algunos de los aspectos coyunturales a los que se enfrentan estos
Movimientos Sociales en la actualidad. Particularmente se indagarán aspectos relativos a la
reproducción social en la trama cotidiana de sus integrantes, quienes se encuentran atravesados por
la conformación de cooperativas de trabajo.

Se incorporará el análisis que los actores realizaran sobre los planes o subsidios al
desempleo, en sus distintos formatos, y las actuales cooperativas, entendiéndolas a partir de la
relación contradictoria concesión–conquista, entre la lucha de los sectores subalternos y el Estado,
delimitándose así las políticas sociales para el sector. Para ello se recuperará la categoría trabajo
como fundamental para entender la trama y organización de los Movimientos Sociales
contemporáneos y específicamente los debates en torno al “trabajo genuino”.
El conjunto de reflexiones recoge las experiencias desarrolladas desde el equipo docente
de la materia de Trabajo Social del último nivel de la carrera de Licenciatura en Trabajo Social de la
Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de La Plata, con distintas expresiones
regionales de los Movimientos Sociales, como así también lo trabajado e investigado en proyectos
de extensión e investigación que se anclan en ese territorio material y simbólico de los Movimientos
Sociales.
Cambios en el trabajo en la etapa actual del capitalismo: escenario de la
desocupación estructural.

Ricardo Antunes (2005) al analizar las transformaciones acaecidas en el mundo del trabajo
plantea que debido a la reestructuración productiva del capital asistimos a una etapa marcada por
una tendencia frecuente hacia la reducción del proletariado fabril, tradicional, manual, estable y
especializado, típico del modelo Taylorista-Fordista. En la actualidad asistimos a la expansión
occidental del “Toyotismo”, de las formas de horizontalización del capital productivo, de la
flexibilización, de la desconcentración –desterritorialización del espacio físico productivo- debido a
la introducción de máquinas informatizadas, de la introducción de la telemática junto a nuevas
formas de “trabajo productivo a domicilio”.
Para este autor el mundo se encuentra sumergido en una crisis que entre otras consecuencias
provocó “que el capital implementase un vastísimo proceso de reestructuración, con vistas a la
recuperación de su ciclo de reproducción que (…) afectó fuertemente el mundo del trabajo”. Esto se
tradujo para nuestro país en la adopción del programa Neoliberal (reestructuración productiva,
privatizaciones aceleradas, achicamiento del Estado, políticas fiscales y monetarias acordes al FMI
y BM, desmantelamiento de los derechos sociales de los trabajadores, combate a sindicatos de
izquierda, cooptación de dirigentes sindicales) como única salida posible en un escenario mundial
“globalizado” y abonado por la llamada “crisis del Socialismo Real”.
La explotación lejos de modificarse como rasgo esencial de la acumulación capitalista,
cobra características distintivas en este período, que para obtener la recuperación de los lucros hizo
crecer el desempleo y la desigualdad social a niveles exponenciales. David Harvey explica el
fenómeno afirmando que “la sobreacumulación en un territorio dado implica un excedente de mano
de obra (paro creciente) y excedentes de capital (que se manifiesta en un mercado inundado de
bienes de consumo a los que no se puede dar salida sin pérdidas, en una alta improductividad y/o
excedentes de capital líquido carente de posibilidades de inversión productiva). El mismo autor
agrega como rasgos distintivos del “imperialismo”1 a mecanismos “nuevos de acumulación por
1
Para el mismo autor y para otros como Atilio Borón: la palabra “globalización” se impuso allí donde debió
decirse “imperialismo”, disimulando, atenuando, disfrazando la ferocidad de la lucha de clases para declarar al
desposesión” “... patentes y registros, el material genético, las semillas y todo tipo de productos
pueden ser usados contra poblaciones enteras…los recursos genéticos en vía de beneficiar
únicamente a un puñado de multinacionales junto al marcado agotamiento de los recursos naturales
comunes (tierra, agua, aire) y la creciente degradación del hábitat como formas de mercantilización
de la naturaleza junto a la mercantilización de formas culturales…”
Bajo estas medidas implementadas a partir de la década de los años 70`, que se denomina
modelo de acumulación flexible, y se ve afectado gravemente el trabajo. Se trata de deslocalizar la
producción hacia nuevos espacios de “deconstitución de la clase obrera”, según agrega Pablo
Dávalos.
Antunes (2005) afirma que esto trae como consecuencia al interior de la clase trabajadora en
una doble dirección: “reducción cuantitativa del proletariado industrial tradicional, (…) alteración
cualitativa de la forma del ser del trabajo, que por un lado impulsa hacia una mayor calificación del
trabajo, y por el otro impulsa a una mayor descalificación”.
Todas las formas de precarización y flexibilización laboral son ensayadas en el marco del
Estado y de las empresas privadas donde se intensifican las formas de explotación con marcos
regulatorios también flexibilizados a partir de desmontar la legislación laboral producida por las
conquistas del movimiento obrero.
Para Antunes “el resultado más brutal de estas transformaciones es la expansión sin
precedentes en la era moderna del desempleo estructural, que abarca a todo el mundo, a escala
global. Se puede decir de manera sintética, que hay un proceso contradictorio que, por un lado
reduce al proletariado industrial y fabril; y por el otro aumenta el subproletariado, el trabajo
precario, o los asalariados del sector servicios. Incorpora al sector femenino y excluye a los más
jóvenes y a los más viejos. Por lo tanto hay un proceso de mayor heterogenización, fragmentación y
complejización de la clase obrera”. (Antunes: 2001)
El mismo autor afirma que las relaciones sociales contemporáneas son más fetichizadas que
en épocas anteriores, reafirman e intensifican la lógica destructiva del sistema productor de
mercancías y de la consecuente vigencia del trabajo extrañado. Este rasgo no superado, se da

capitalismo no sólo como el sistema que ha ganado definitivamente la contienda, sino también para declararlo el
“mejor”, vertiginosamente virtual donde ya no hay fronteras.
porque…“esa forma de producción flexibilizada busca la adhesión de fondo por parte de los
trabajadores, que deben asumir el proyecto del capital. Se procura una forma de aquello que llamé
involucramiento manipulatorio llevado al límite, donde el capital busca el consentimiento y la
adhesión de los trabajadores en el interior de las empresas para viabilizar un proyecto diseñado y
concebido según los fundamentos exclusivos del capital. Se trata de una forma de alienación o
extrañamiento, que diferenciándose del despotismo fordista, lleva a una interiorización aún más
profunda del ideario del capital, avanzando en el proceso de expropiación de los saberes del
trabajo”
El autor recupera a Lukács cuando afirma que el extrañamiento es entendido como “la
existencia de barreras sociales que se oponen al desarrollo de la individualidad en dirección a la
omnilateralidad humana, la individualidad emancipada. (…) “Al mismo tiempo que el desarrollo
tecnológico puede provocar “directamente un crecimiento de la capacidad humana”, puede también
“en este proceso, sacrificar a los individuos (y hasta incluso clases enteras)”
Pero eso no impide la centralidad del trabajo que según afirma Lukács al considerarlo como
fenómeno originario porque en el trabajo “se hallan contenidas in nuce (en germen) todas las
determinaciones que, constituyen la esencia de lo nuevo dentro del ser social” (Lukács: 2004)
Por lo tanto, “el trabajo sigue siendo central para la definición del capitalismo, y el aumento
de la desocupación no niega esa centralidad. En todo caso, señala, del grado mayor de acumulación
del capital, ya que históricamente a mayor acumulación de capital ha correspondido un más alto
porcentaje de desocupación por su relación, entre otros factores, con los cambios en la composición
orgánica del capital.”2 Como afirmábamos más arriba, se trata de una magnificación del ejército de
reserva confinando a enormes masas a la extinción o más bien de enormes poblaciones sobrantes
que tal vez nunca volverán al circuito de trabajo salariado.

2
CAMPIONE, DANIEL; RAJLAND BEATRIZ. “Piqueteros y trabajadores ocupados en la Argentina de 2001 en ade-
lante. Novedades y continuidades en su participación y organización en los conflictos. EN: CAETANO GERARDO
(comp). Sujetos sociales y nuevas formas de protesta en la historia reciente de América Latina. CLACSO. Buenos Aires.
2006.
La importancia de los Movimientos de Trabajadores Desocupados en Argentina:
uno de los principales Movimientos Sociales que enfrenta los cambios ocurridos
en el mundo del trabajo desde la implementación de Programas Neoliberales.

“El protagonismo social y político que han desarrollado las organizaciones piqueteras,
esa innegable centralidad, tan perturbador y a la vez irritante,
viene a decirnos una y otra vez que ninguna sociedad con aspiraciones de integración y justicia social puede
constituirse sobre la base de la exclusión de una parte de ella.”
Maristella Svampa

 Algunos elementos históricos y coyunturales:

Desde 1993 hasta el 2002 se abre un ciclo ascendente de la protesta social en la Argentina
que algunos autores caracterizan como un proceso abierto en la pueblada de Santiago del Estero
(Santiagazo 1993) y que va a cerrarse después de las jornadas de 2001. En este período las formas
de organización fueron adquiriendo mayor sistematicidad dejando el escenario local para adquirir
protagonismo a nivel nacional. El historiador Nicolás Iñigo Carrera afirma que en las jornadas del
19 y 20 de diciembre de 2001 están contenidas todas las formas de rebelión desarrolladas como
proceso de resistencia a la política del gobierno de Carlos Menem. Para el autor, se trata de un ciclo
de protesta inaugurado en 1993 donde “reaparecen las formas más elementales y primitivas en que
3
se manifiestan los explotados”.
Tres rasgos comunes identifican el piquete, el estallido, y el saqueo: “la exterioridad
respecto de las relaciones salariales clásicas, el anclaje territorial y una nueva relación con el

3
Para entender el espacio social que comienzan a ocupar los Movimientos de Trabajadores Desocupados es
necesario analizar los índices de desocupación de la década del 90-2000: la desocupación en 1990 era del 6%, mientras
que en 1996 trepó al18.5%, llegando a un pico en octubre de 2002 de 24 %. En las localidades petroleras del interior
alcanzó en el mismo período el 60% de la fuerza de trabajo. Por lo tanto no es una casualidad que las primeras
manifestaciones de los desocupados se dieran en dos provincias petroleras (Neuquén y Salta) a partir de 1996, mientras
que el conflicto se extiende al gran Buenos Aires al año siguiente donde se ubica el cordón industrial desmantelado más
grande de Argentina.
Estado, basada en el conflicto por la distribución de una ayuda social cuyos recursos son tan
indispensables como escasos e insuficientes.” 4
Los movimientos sociales alcanzaron un protagonismo central en el escenario del conflicto
social, recuperando y resignificando métodos de protesta desplegados por la clase trabajadora
(piquetes, cortes de ruta, tomas, asambleas) en su devenir histórico.

Para Svampa-Pereyra “desde sus orígenes el movimiento piquetero nunca fue uno ni
homogéneo, sino que estuvo atravesado por diferentes tradiciones organizativas y corrientes
político-ideológicas. Estas pueden comprenderse a partir de tres lógicas principales que están
presentes, con peso desigual, en todos los grupos que se constituyeron en los últimos años: una
lógica sindical, una político partidaria y una lógica de acción territorial”. Al mismo tiempo los
autores señalan la heterogeneidad de las bases sociales de los movimientos de desocupados, donde
comprenden “un triple clivaje, a la vez social, generacional y de género.”5 Los autores vienen
trabajando alrededor de las dos vertientes que aportan al surgimiento de este movimiento: una
proveniente de la experiencia de trabajadores vinculados a la empresa estatal petrolera (YPF)
quienes componían un sector de la clase altamente calificado y con una vasta experiencia de
sindicalización, característicos de los puebladas del norte y sur de país, donde se produjeron las
privatizaciones que afectaron a poblados en casi su totalidad y otra vertiente que origina el
movimiento en el conurbano bonaerense vinculado a una tradición de inserción territorial. Se
constituye así un abanico de movimientos de un amplio espectro político, de varias tendencias
ideológicas, de izquierda revolucionaria, sectores clasistas y reformistas en una primera etapa y
sectores de los partidos burgueses tradicionales que también, tardíamente, se sumaron a armar sus
bases desde la identidad de desocupados.
La proyección de este movimiento alcanza el pico más alto, según lo describen varios

4
MERKLEN, DENIS. Pobres ciudadanos. Las clases populares en la era democrática (Argentina, 1983-2003). Edicio-
nes Gorla. Bs. As. 2005.
5
SVAMPA, MARISTELLA; PEREYRA, SEBASTIAN. “La política de los movimientos piqueteros.” EN: NAISHTAT,
FRANCISCO (Y OTROS) Tomar la palabra: estudios sobre protesta en la Argentina contemporánea. Ed. Prometeo. Bs.
As. 2005
autores, entre ellos Daniel Campione y Beatriz Rajland.6 , en 2002 siendo la etapa en la que los
movimientos en su conjunto, llegan a administrar entre los años 2002-2003 cerca de 200.000
planes sociales o de empleo a nivel nacional,7 sobre un número toral de 2 millones. Svampa la
denomina “etapa de engorde de las organizaciones”. Este número fue bajando progresivamente,
principalmente por las tácticas de control del conflicto social empleadas por el gobierno de Néstor
Kirchner y Cristina Fernández a partir de 2003 hasta la actualidad. Esto es producido a partir de la
intervención espacial y política de los dos últimos gobiernos, sostenida por “… una política
explícita de cooptación que ofreció a sectores del movimiento piquetero y otras organizaciones
(junto a su incorporación) a una participación en la gestión estatal, y la inclusión en proyectos
políticos tendientes a ampliar las bases de sustentación de la gestión presidencial”(…) “Se
mostraron decididos a construir alianzas con parte de los nuevos actores, a condición de que
moderaran la modalidad y frecuencia de sus protestas, y asumieran un grado de compromiso con
la gestión pública.”8

Según refiere Maristella Svampa, la política de masificación de la ayuda social iniciada


durante la presidencia de Duhalde continuó bajo la presidencia de Néstor Kirchner, quien retomó la
iniciativa de “recuperar el espacio perdido por el peronismo en manos de las nuevas organizaciones
de tipo territorial. Así, la política asistencial fue la punta de lanza para “demonizar” a las
organizaciones piqueteras y apuntar a su flanco más débil (la dependencia respecto del Estado),
acusándolas de supuestos manejos clientelares y manipulación política”9

El proceso de traspaso de los Planes Jefes y Jefas de Hogar Desocupados al Plan Familias,
debilitó la capacidad de control de las organizaciones respecto a esta ayuda social, fortaleciendo el

6
Resulta significativo que durante las jornadas de protesta de junio de 2002 son asesinados dos dirigentes piqueteros
“Darío Santillán y Maximiliano Kosteki”, bajo responsabilidad del aparato represor estatal en el gobierno de Duhalde,
lo que le implicó a este último adelantar el llamado a elecciones y deponer su candidatura presidencial.
7
Se denomina planes sociales a distintos planes como el ‘Trabajar’, ‘Plan de Empleo y Capacitación’, ‘Barrios Bonae-
renses’, y ‘Jefes y Jefas de Hogar Desocupados’ que fueron implementados con fondos nacionales o provinciales como
una política social orientada a hogares pobres con miembros sin trabajo. Esta política se masifica durante el año 2002
debido a una presión sostenida de las distintas organizaciones al gobierno de Duhalde.
8
CAMPIONE, DANIEL; RAJLAND BEATRIZ. “Piqueteros y trabajadores ocupados en la Argentina de 2001 en ade-
lante. Novedades y continuidades en su participación y organización en los conflictos. EN: CAETANO GERARDO
(comp). Sujetos sociales y nuevas formas de protesta en la historia reciente de América Latina. CLACSO. Buenos Aires.
2006.
9
SVAMPA, MARISTELLA. Cambio de Época. Movimientos sociales y poder político. Siglo XXI. Buenos Aires, 2008
papel del Estado en términos de asignación de este recurso institucional, en una relación directa, -es
decir sin la mediación de las organizaciones sociales-, con las familias destinatarias. La política de
Kirchner apuntó a encapsular a las organizaciones piqueteras críticas y reorientar los recursos hacia
organizaciones piqueteras que apoyaran el proyecto político nacional.

En el año 2009 la presidenta Cristina Fernández lanza el “Programa de Inclusión con


Trabajo: Argentina Trabaja”, dependiente de Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Los
objetivos que traza el programa apuntan a “la inclusión social, a través del trabajo; capacitación
desde una perspectiva integral y promoción de la organización cooperativa”10

Los destinatarios del programa son definidos como “personas pertenecientes a hogares en
situación de alta vulnerabilidad social, que no cuenten con otro ingreso proveniente de trabajo
registrado, pensión, jubilación, programa social nacional o provincial incompatible.

La metodología propuesta se basa en la “aplicación del índice de ‘criticidad’ y distribuidor


combinado: NBI, desempleo, población en villas y asentamientos, capacidad de gestión y logística.”
Participa el INAES para la constitución de las cooperativas y está previsto el asesoramiento del
Ministerio de Trabajo en nociones generales de obras, salud y seguridad en la construcción.11

En primer término, surge claramente que se trata de una política de pasaje y sustitución de
los planes sociales hasta entonces implementados, hacia el mencionado programa. Tal como
aparece en la formulación, los destinatarios no podrán ser beneficiarios de ningún otro programa
vigente. Recibirán un ingreso de $ 1200 mensuales, suma inferior al salario mínimo acordado para
2010; contarán con aportes jubilatorios y obra social y deberán conformar cooperativas de trabajo.
Por otra parte, se mantiene un carácter focalizador, debido a que la posibilidad de acceso deriva de
la aplicación de una conjunción de criterios, que no contempla al universo de trabajadores
desocupados y subocupados del país que, de acuerdo a datos del INDEC (2009), asciende al 19, 2 %
de la población económicamente activa, un total de 2.233.807 de habitantes.

Se puede afirmar también que, de acuerdo a los conceptos presentes en la formulación del
programa predomina la idea de política social, en su sentido redistributista, -no resulta un dato

secundario que dependa del Ministerio de Desarrollo Social-, y donde el Estado actúa como
10
Extraído de la Pagina WEB, Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
11
Idem
compensador de desigualdades que serían provocadas por el mercado.
De esta manera la dimensión redistributiva, -la política social como prestadora de
servicios- , es colocada por sobre otras dimensiones, la política y económica.

Queda oculta su función económica -que se refiere fundamentalmente al abaratamiento de la


fuerza de trabajo y a través de la socialización de los costos de su reproducción y a la intervención
del aumento de la demanda efectiva, y su función política, en tanto legitima las relaciones sociales
vigentes.
Hasta el momento las tareas que han desarrollado las cooperativas de trabajo, distan de la
propagandizada generación de empleo. Sus integrantes, en su mayoría, realizan tareas de zanjeo,
mantenimiento de espacios públicos, refacción y mejoramiento de instituciones estatales y de
viviendas cuyas familias cuenten con algún integrante con un problema de salud crónico.
Las primeras tareas mencionadas refieren a actividades laborales que eran realizadas por
empleados municipales. La actividad que hoy realiza un trabajador desocupado reemplaza al
empleado público y el Estado “se ahorra” una suma importante de dinero, si se toma como
referencia el salario mínimo. Tampoco garantiza estabilidad laboral, porque el programa ha fijado
un límite de duración.
En cuanto a las mejoras de viviendas, estas actividades podrían entenderse como acciones
solidarias hacia la comunidad. De hecho así se presentan. En realidad encubren, la
desresponsalización del Estado en garantizar, de manera prioritaria, condiciones habitacionales
básicas para población con enfermedades respiratorias, cardíacas, etc, que durante meses y en
muchas ocasiones años demandan la efectiva concreción de un derecho.
En cuanto al papel de la “persona, la familia, el barrio, la comunidad organizada y su
participación social” aparecen como actores necesarios para legitimar la política social. Esto
implica que son ubicados en un lugar activo en la esfera de la recepción de esa política, pero no son
reconocidos en tanto actores sociales protagónicos del proceso de conquista de esos derechos
sociales.
En el caso de los Movimientos de Trabajadores Desocupados, con posiciones críticas frente
al gobierno, su incorporación al programa fue problemática y se fue dilatando en el tiempo. La
prioridad la tuvieron las organizaciones cercanas a la gestión nacional y bajo el control de las
autoridades municipales de cada distrito.

La necesidad de organizar un espacio donde confluyen múltiples organizaciones de


trabajadores desocupados, algunas de ellas de alcance nacional, denuncia este mecanismo
nuevamente, ahora confluyendo como “Cooperativas de Trabajo Sin punteros; por Trabajo,
Dignidad y Cambio Social”. Ellos afirman que “Mientras tanto las cooperativas que dependen de
los punteros del PJ han sido otorgadas con una rapidez y eficacia sorprendente, demostrando una
vez más el manejo clientelar de este gobierno, (…) esto constituye una burla a las miles de familias
que hoy vivimos en condiciones de vida por debajo de las necesidades básicas y que demandamos
desde hace años el derecho a un trabajo y a una vida digna.” “Lejos estamos de la promesa de este
gobierno de crear 100 mil puestos de trabajo.”

“A falta de experiencia laboral, y por ende, a causa del desdibujamiento de la cultura del
trabajo, las organizaciones piqueteras proponen otros lugares de producción de la disciplina y la
solidaridad: por un lado, a través del trabajo comunitario, ligado más estrechamente a la satisfacción
de las necesidades más inmediatas (huertas comunitarias, comedores, roperos, entre otros); por el
otro, a través de la experiencia asamblearia.” “En la experiencia de autogestión, varias
organizaciones apuntaron a encontrar un sustituto del trabajo asalariado. (…) “.La inclusión de los
planes hizo que cada una de las organizaciones se dieran debates o tomara decisiones respecto de
suS formas organizativas, de las claves de sus inscripciones territoriales y, fundamentalmente, de la
manera en que se tematizaba o retematizaba la noción de trabajo. Pero, para la mayor parte, la
fuerte herencia de la sociedad salarial –en su impronta fabril- marca todavía la concepción de
trabajo genuino y el horizonte de su reconstrucción”. 12 La pelea por volver a obtener trabajo
genuino, es decir retornar a la esfera de la producción y los servicios bajo la figura de trabajo
asalariado, es decir “volver a ser un explotado”.
Aparecen aquí elementos para pensar que el proyecto de la clase trabajadora está también
dinamizado –a partir de este período- por el “desocupado” posibilitando en clave política la
multiplicación de la lucha de otros sectores. Se trata de parte de la clase trabajadora que no se
reconoce como “excluido” sino como un trabajador “desocupado” o “sin empleo”. Esta visión les

12
SVAMPA, MARISTELLA; PEREYRA, SEBASTIAN: “La experiencia piquetera: dimensiones y desafíos de las or-
ganizaciones de desocupados en Argentina”. EN: REVISTA: Sociedad Brasilera. Economía política Nº 15. PP 88-110.
Río de Janeiro. Diciembre de 2004.
adjudicó el poder potenciar su lugar para exigir los derechos de los trabajadores, en este caso
reclamar por trabajo genuino y aumento del monto de los planes sociales, en un inicio y la
conformación de cooperativas de trabajo en esta etapa.

A diferencia de otros movimientos sociales, constituyen los trabajadores sin trabajo, aquellos
que tienen a disposición su fuerza viva para la venta en el mercado y no lo pueden concretar, o lo
hacen temporariamente. Por esta razón la organización de esta parte de la clase trabajadora, actual-
mente en crisis, tiene un potencial claramente anticapitalista. La ubicación estructural y su re-cons-
trucción como sujeto colectivo le permitió actuar políticamente junto a los trabajadores ocupados y
a partir del despliegue de la lucha pudo “tomar conciencia” que para resolver este problema que le
afecta, se debe poner en jaque al sistema capitalista. Ya no se trata de una falta de autoestima o debi-
lidad para obtener trabajo. Para decirlo con palabras de un referente del MTD “Aníbal Verón”: “Si
nos hubiera tocado pelear tres décadas atrás, lo hubiéramos hecho como delegados de fábricas,
desde nuestros puestos de trabajo. Hoy peleamos por nuestra inclusión en el sistema”. 13

“Los movimiento sociales que viven del Trabajo”: están haciendo la historia en
el presente…

En función de lo presentado, para Antunes “en Argentina estamos presenciando nuevas


formas de confrontación social, como la explosión del movimiento de trabajadores-desempleados,
los piqueteros, “cortan rutas” para parar la circulación de mercancías (ayudando a dificultar la
producción) y para mostrarle al país el flagelo del desempleo. (…) Esta, como la lucha en torno a
las empresas “recuperadas” (…) fueron respuestas decisivas al desempleo argentino y apuntaban a

nuevas luchas sociales del trabajo”.14

13
En este testimonio se evidencia por inclusión, la necesidad de “volver a ser un explotado”, poder reinsertarse en el
mercado de trabajo. Entrevista realizada en el marco del Proyecto de Investigación: “El Movimiento de Desocupados
desde la Perspectiva del Trabajo Social. Especificidad Profesional, problema social y actor social”. F.T.S. U.N.L.P (T
052), dirigido por el Dr. Antonio López.
Si en un momento el capitalismo necesitó de la desocupación como factor de regulación de
salarios, “ejército de reserva”, hoy la superabundancia de desocupados y su grado de
desespecialización los convierte en riesgosos aún para el propio sistema. Los desocupados, privados
de inserción, son empujados de a millones cada vez más lejos del estándar de vida que el grado de
civilización alcanzado permitiría acceder, por esto atentan contra el factor determinante de la
burguesía, la propiedad privada.
Los desafíos de los Movimientos de Trabajadores Desocupados, para aquellos que aspiran
con osadía a la emancipación humana, se enfrentan a una situación grave y compleja de resolver.
Como augura Germán Pérez, se necesita “pasar de posiciones declarativas y defensivas a la
construcción de una alternativa política capaz de revelar nuevas formas de sociabilidad”
Creemos que una posibilidad de retorno a un camino que enfrente con toda su fuerza el
proyecto dominante debe afirmarse en una construcción clasista, en una superación de los
programas concretos e inmediatos para una reapropiación de horizontes emancipatorios, claramente
anticapitalistas. La necesidad de consolidar proyectos colectivos que evidencien que es posible
volverse para la sociedad como totalidad, sin que esto le reste espacio a lo inédito que adquirirán las
formas de enfrentamiento. Siempre recuperando la historia, las luchas de la clase obrera que
materializó sus aprendizajes organizándose aún en los tiempos más adversos.
Se vuelve necesario pensar un proyecto abarcador y no por ello asfixiante de las diferencias,
debido a que el proyecto de dominación mundial tiene una tendencia “guerrerista, de localización
espacial y de aspiración totalizante”.
Por ello es fundamental volver a analizar la categoría trabajo para comprender a los
Movimientos Sociales que viven del trabajo15 en la dinámica de la lucha de clases y como parte
ineludible de la clase trabajadora en pos de fortalecer una identidad que preserve rasgos comunes
aún en la heterogeneidad en la que se haya subsumido el movimiento de trabajadores. Resulta
clarificador pensar desde “una noción ampliada de clase trabajadora --que- incluye entonces, a

todos aquellos y aquellas que venden su fuerza de trabajo a cambio de un salario, incorporando,
14
ANTUNES, RICARDO. “Al final, ¿quién es la clase trabajadora hoy?” EN: Revista Herramienta Nº 36. Bs. As.
2007.
15
Nos referimos principalmente a los Movimientos de Trabajadores Desocupados junto al Movimiento de Fábricas Re-
cuperadas en sus distintas formas organizativas; y a los trabajadores rurales, campesinos e indígenas integrantes de Mo-
vimientos Sociales que luchan por la Tierra, por Trabajo, la Soberanía Alimentaria y los Bienes Naturales.
además del proletariado industrial, a los asalariados del sector servicios; y también al proletariado
rural , que vende su fuerza de trabajo para el capital. Esa noción incorpora al proletariado
precarizado, o subproletariado moderno o, part –time (…); a los asalariados de la “economía
informal, además de los trabajadores desempleados, expulsados del proceso productivo y del
mercado de trabajo por la reestructuración del capital y que hipertrofian el ejército industrial de
reserva en la fase de expansión del desempleo estructural o clase-que-vive-del-trabajo.” (Antunes:
2005)
En tal sentido el trabajo no perdió su potencialidad onto-creadora de la capacidad humana
-praxis- de transformar la naturaleza y no sólo a esta, para el caso que venimos tratando de quienes
como actores políticos expresan uno de los cambios fundamentales en el mundo laboral: la
desocupación estructural. 16
Si tal como afirma el investigador Iñigo Carrera las clases se constituyen en los enfrenta-
mientos sociales y donde la clase obrera se hace presente “a partir de que una parte de la sociedad, el
conjunto humano formado por aquellos que, expropiados de sus condiciones materiales de existen-
cia, que solo pueden satisfacer sus medios de vida bajo la forma de salario (lo obtengan o no), toman
algún grado de conciencia de su situación (de aparentes propietarios de fuerza de trabajo o de expro-
piados de su vida misma) y luchan por modificarla”. 17 ¿Qué sucede en estas condiciones con el ele-
mento central para la construcción de conciencia de lo que Hobsbawn denomina “la colectividad, el
predominio del –nosotros- sobre el –yo-”?
Como afirmara Marx, “El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la
vida social, política e intelectual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser,
sino, por el contrario, es su ser social el que determina la conciencia”.18 Estos conceptos en la
expresión de la particularidad del Movimiento de Trabajadores Desocupados, se evidencian como
procesos contradictorios. Una experiencia de colectivización novedosa que también reprodujo una

profunda fragmentación producto de la heterogeneidad de su génesis, señalada por Svampa.

16
Resulta indispensable que este rasgo es “nuevo” en su magnitud de afectación estructural amplias masas de trabajado-
res, pero su origen como la forma de acrecentar la plusvalía en la sociedad capitalista se relaciona con el fenómeno de
“ejercito de reserva”.
17
IÑIGO CARRERA, NICOLÁS. La centralidad de la clase obrera en el pasado y presente de la Argentina. (CONICET,
FCH-UNCPBA, PIMSA). 2004.
18
MARX, CARLOS; ENGELS, FEDERICO. La ideología alemana. Ediciones Pueblos Unidos. Cartago. BS. AS.
1985.
Se trata de seguir reflexionando cómo en el despliegue político del Movimiento de
Desocupados es posible registrar, incorporar, hacer para sí, un plan político que supere las instancias
del movimiento para articular con las aspiraciones de todos los desocupados; volver la mirada para
el movimiento social más amplio, para unificar los reclamos con otros movimientos sociales que
centran su política en enfrentar la precarización y el deterioro en las condiciones materiales de
existencia.
La vinculación de los trabajadores desocupados con la clase trabajadora en general busca poner en
relieve la no separación del trabajador desocupado de la clase trabajadora, la vigencia de la categoría
trabajo como la capacidad onto-creadora del ser humano y el análisis de las formas orgánicas que
construyeron los trabajadores desocupados. Si le compitió a la organización sindical (sindicatos
obreros) en los siglos XIX y XX la capacidad de expresión y representación de los intereses de los
trabajadores (movimiento social como movimiento obrero) resulta necesario pensar cómo se
sustancia y hacia donde se dirige en la actualidad, el programa de los Movimientos de Trabajadores
Desocupados como parte constitutiva de la clase trabajadora y en articulación a todos los
movimientos que viven del trabajo.
Porque “No se contraponen los nuevos movimientos sociales con ese rol político e histórico
de la clase obrera, sino que son parte de un mismo torrente”
Y como afirma Fausto Bertinotti, “el trabajo en la sociedad capitalista es siempre, al
mismo tiempo y de forma contradictoria, lugar de explotación y de alienación (y, por lo tanto, de
fatiga y de malestar) y lugar de construcción de identidad, de formación de consciencia colectiva y
terreno de lucha para la emancipación y liberación.” 19

19
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