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SOBRE EL USO Y ABUSO DE AUTORIDAD

Publicado el mayo 8, 2020 por unidoscontralaapostasia

Ángel Bea

Si hay una cosa


que ha causado un gran daño a las iglesias esa ha sido y es el abuso de autoridad. El deseo
de mando y el control de otros pareciera que es consustancial a muchos que, en busca de
identidad (“ser algo/alguien”) o de un puesto del cual vivir, no les importa empequeñecer
y/o aprovecharse de otros con tal de escalar ellos a puestos de “autoridad”. (Mrc. 9.33-37;
10.35-45)

Si el abuso de autoridad se pudiera denunciar como delito (que en muchos casos lo es, de
forma evidente) las cárceles estarían llenas de personas que, creyendo que hacen la
voluntad de Dios, solo hacen la suya propia. El asunto es que, el campo conocido como
“evangélico” es propicio para que se den dichos abusos. Y lo más peligroso es el hecho de
que, a menudo se tiene un concepto equivocado de lo que es la autoridad espiritual y el
ejercicio de ella. Razón por lo cual dicho error “calza” perfectamente con aquel (o aquella)
que tiene pretensiones de “ser algo” o “alguien” a quien apetece mandar y ordenar a otros.

Por esa razón, allí donde los fieles escuchen tal cosa como esta: “Tú me tienes que
obedecer a mí como si obedecieras a Dios”. No le escuchéis; no le hagáis caso. El
verdadero pastor de Dios enseña con claridad, con amor, con mansedumbre y si hiciera
falta, con ruegos y lágrimas; pero nunca exige obediencia como si de un mando militar se
tratara. Porque de esa manera, una vez que las personas se convencen de que es así como
funciona la vida cristiana, estarán dispuestas a hacer cosas de las cuales no están
convencidos, pero las hacen porque creen que es Dios es que se lo demanda a través de “su
siervo ungido”. Pero después es posible que tengan que lamentarlo el resto de sus vidas. O
que permanezcan bajo ese régimen de esclavitud pseudocristiano. Porque, otras de las cosas
que cierran el círculo de ese falso ejercicio de autoridad es el clásico: “Al ungido no lo
toquéis”. O sea, nadie podrá protestar ni decir nada en contra. La trampa es mortal.

Esta realidad de apetencia por el ministerio pastoral, no se da solamente en personas poco


preparadas y en contextos de gente poco preparada. No. También se da en personas con
cierta preparación pero con escaso discernimiento de lo que es el llamado divino, la
autoridad espiritual y el ejercicio del ministerio cristiano. Así, si tienen el campo abierto, el
grupo que se forma viene a ser como una secta en pequeño. El daño que se hace producirá
heridas, a veces muy difíciles de sanar.

El verdadero siervo de Dios no lo es más en autoridad y espiritualidad por estar hablando


siempre de “autoridad espiritual” “el Espíritu Santo” “la Biblia dice”, etc., etc. Mi querido
hermano y amigo, Pedro Gelabert Garrido, me dijo hace unos 50 años: “Cuando veas a un
pastor que habla mucho de su autoridad espiritual, es que no tiene ninguna”. Nunca lo
olvidé.

Al respecto, parece que al Espíritu de Dios no se le olvidó dejarnos un ejemplo de lo que no


debe ser y las advertencias sobre dichos malos ejemplos. (3ªJ.9-10; Hech.20.27-31)
También nos dejó de forma clara las señas de identidad de aquellos que ejercen una
verdadera autoridad y ejemplos verdaderamente cristianos (1ªTes.2.4-7; 1ªTi.3.1-7; 1ªP.5.1-
4)
(NOTA: Aunque lo que menciono no está generalizado en nuestro contexto evangélico, lo
digo pensando en aquel donde pudiera darse. Y desde luego, dado el daño que se hace a las
almas, no lamentaría para nada si a alguno le rompo “sus esquemas” y hace que tiemble “su
chiringuito”)

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