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La función de planificación intenta crear un puente entre la situación real actual y una situación
futura deseable, para lo cual es necesario seleccionar, de entre diversos cursos futuros de acción
posibles, aquéllos más convenientes para la empresa como un todo y para cada unidad de la
misma. Se traduce en concreto, en la selección de los objetivos empresariales y de las metas
departamentales, y en la determinación de las acciones más oportunas para lograrlos, después de
realizar un análisis de la información relevante, pasada y presente, junto con una previsión de la
posible o probable evolución futura, en vista de lo cual puede establecerse un curso de acción
(plan) que conduzca a la empresa a lograr sus fines, a través del logro de un conjunto de objetivos
establecidos.
eficiencia de un plan puede medirse, por lo tanto, comparando el grado en que sirve de apoyo a la
consecución de los objetivos con los costes en que se incurre en su desarrollo.
Los objetivos son fines concretos, cuantificables y con un horizonte temporal determinado,
hacia cuyo logro se orienta la actividad de una organización. Los objetivos son la concreción de
los principios expresados en la misión, y por lo tanto deben ser congruentes con la misma. Una
vez establecidos, se desglosan en subobjetivos o metas específicas para cada unidad
departamental o nivel organizativo de la empresa. Unos objetivos bien marcados permiten a los
directivos establecer prioridades, disponer de unos estándares con los que se puedan comparar
posteriormente los resultados obtenidos, y unificar los esfuerzos de todos los miembros de la
organización en torno a esos objetivos. Las empresas suelen establecer objetivos respecto a:
mercados, rentabilidad, productividad, innovación, recursos físicos y financieros, personal,
responsabilidad social, etc. (ej. incrementar la cuota de mercado un 10% en los próximos 3 años,
obtener una rentabilidad sobre el capital invertido del 8%, etc.).
Una vez que la empresa ha formulado su misión y desarrollado sus objetivos, es decir,
sabe a dónde quiere ir, la siguiente tarea de la dirección consiste en elaborar un diseño para
llevarla ahí, en definitiva, una estrategia.
La estrategia es un término de origen militar, cuyo sentido original era el de un plan que
establecía una línea de acción determinada a la luz de la conducta esperada de un rival. Tiene,
por lo tanto, un matiz marcadamente competitivo. De forma más elaborada, podemos decir que la
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estrategia es un modelo de decisión que revela la misión y objetivos de la organización, así como
los planes y políticas para lograrlos, de modo que defina su posición competitiva respecto de en
qué negocio está o quiere estar y qué quiere ser.
Las políticas son líneas guía generales que persiguen orientar el pensamiento y la acción
en la toma de decisiones. Son una respuesta concreta o una guía para pensar y decidir respecto a
una situación dada o a un problema específico, de forma que permita obtener la solución prevista.
Constituyen declaraciones explícitas o implícitas que guían y orientan a la hora de tomar
decisiones. Con ellas se pretende que exista una cierta consistencia entre las decisiones que se
toman en los distintos ámbitos de la empresa. Contienen un cierto margen de libertad, es decir,
admiten cierta discrecionalidad por parte del directivo, fomentando su participación en la toma de
decisiones. Las políticas son una manifestación del sistema de valores de la empresa, de la
filosofía directiva y la cultura organizacional (ej. política de promoción interna, política de
autofinanciación, política de remuneración en función de la experiencia o de la antigüedad, política
de descuentos, etc.).
Los procedimientos son mucho más limitativos que las políticas. Se trata de una
secuencia cronológica de acciones requeridas para operar con problemas estructurados.
Establecen guías para la actuación que señalan la forma exacta en que las actividades han de
realizarse, y no permiten el menor grado de discrecionalidad. Si las políticas constituyen guías
para pensar y decidir, los procedimientos son guías para actuar (ej. procedimiento de aprobación
de gastos, solicitudes, proceso de matrícula, etc.). En las empresas, las críticas a los
procedimientos son frecuentes, porque los empleados los acusan de ser responsables de
pérdidas de tiempo, y de un exceso de burocracia y papeleo. Sin embargo, el propósito de los
procedimientos es ayudar a la dirección y a los empleados para que el trabajo se realice con
eficacia.
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Las reglas son aún más estrictas que los procedimientos. Se trata de instrucciones
taxativas que ordenan se siga o no un determinado curso de acción o una acción específica. No
admiten la menor discrecionalidad. Son la expresión más elemental de un plan, pero a la vez se
erigen en mecanismos de control, ya que ajustan totalmente la actuación de todos los empleados.
Pueden estar integradas dentro de procedimientos, pero se diferencian de ellos en que no
implican una secuencia cronológica, sino una acción aislada.
La planificación como todo proceso, consta de una serie de etapas que la configuran.
Generalmente se aceptan las siguientes fases del proceso:
de la empresa, así como las oportunidades que se abren ante ella y las amenazas que la
acechan.
2. Especificación de objetivos. Los objetivos de la empresa determinan la dirección de los
planes principales, y los objetivos de todos los departamentos de la empresa. Por consiguiente,
habrá que determinar los objetivos globales, para posteriormente desagregarlos jerárquicamente
para cada período, para cada unidad organizativa y para cada persona. Los objetivos deben
responder siempre a las características que hemos señalado en el apartado anterior.
3. Determinación de los cursos de acción alternativos. Ésta es una fase creativa, en la que lo
que se pretende es identificar las alternativas más prometedoras, que no siempre coinciden con
las más evidentes. Es necesario evitar proponer un número excesivamente reducido de
alternativas, porque se piense que la solución del problema es evidente, o establecer un número
demasiado elevado, que dificulte su valoración.
4. Evaluación de las alternativas. Supone la valoración de cada una de las alternativas,
mediante el estudio de las ventajas e inconvenientes que se derivan de su implantación (costes,
periodos de recuperación de la inversión, riesgos, etc.), así como el grado en que se ajustan a las
premisas y objetivos organizacionales, permite discriminar entre ellas con vistas a facilitar la
elección.
5. Elección de un curso de acción. En esta fase se toma la decisión respecto al plan a seguir.
6. Formulación de planes derivados, que tienen como propósito servir de respaldo al plan
principal.
7. Presupuestación. Consiste en especificar los planes en términos cuantitativos, sean éstos
monetarios o no. Además de las fases que hemos mencionado, la planificación requiere un
proceso de retroalimentación continua para facilitar el seguimiento y control de los planes, que ha
de llevarse a cabo con el fin de lograr una planificación flexible y adaptativa. Es importante señalar
también que la separación en etapas que acabamos de mostrar tiene una finalidad
fundamentalmente pedagógica. En la realidad, es difícil distinguir unas de otras. Con frecuencia
se mezclan entre sí, y a veces no siguen la secuencia que hemos indicado.
A lo largo de todo el proceso, el compromiso del factor humano es clave. Dado que los
canales de autoridad, por lo general, serán insuficientes para conseguir la integración de todos los
componentes de la unidad empresa, deben establecerse enlaces y relaciones multidireccionales y,
sobre todo, introducirse una cultura corporativa, fuertes valores asumidos por el grupo humano
que permitan superar tensiones, recelos y fricciones.
La técnica PERT surgió como consecuencia del esfuerzo tecnológico realizado durante la
guerra fría con el objetivo de terminar lo antes posible la construcción de los primeros submarinos
nucleares (serie Polaris). El empleo de este método, creado en colaboración entre la marina
norteamericana, la empresa aeronáutica Lockheed y la firma de consultores Booz-Allen &
Hamilton, permitió reducir en dos años el período estimado de terminación de los submarinos.
Los grafos PERT están formados por dos elementos. Los nodos o vértices representan
los distintos estados de progreso que atraviesa el proyecto a medida que se van completando las
diversas actividades. Los vértices se unen unos a otros mediante flechas o aristas, que
representan cada una de las actividades que integran el proyecto. Los dos vértices unidos por una
arista representan los estados del proyecto antes y después de la realización de la actividad
correspondiente.
Para representar un grafo PERT suele ser útil partir del diseño de los grafos parciales, que
se deducen de la tabla de prelaciones. Existen cuatro tipos básicos de prelaciones:
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Prelaciones lineales: se presentan cuando para realizar una actividad solo es necesario que se
haya llevado a cabo previamente una única actividad.
Prelaciones de convergencia: cuando para que se lleve a cabo una actividad es preciso que
previamente se hayan completado dos o más.
Prelaciones de divergencia: cuando es necesario completar una sola actividad para que puedan
comenzar a ejecutarse varias otras.
Prelaciones de convergencia y divergencia: cuando es necesario que se concluya un conjunto
de actividades para que pueda comenzar otro conjunto de ellas.
Una vez que se han construido los grafos parciales, todos ellos deben de ser unidos para
formar el grafo PERT. Además, deberán de numerarse los vértices. Para este propósito, deben de
respetarse los siguientes principios:
Principio de designación sucesiva: se nombra a los vértices según los números naturales, de
manera que no se les asigna número hasta que han sido nombrados todos aquellos de los que
parten aristas que van a parar a ellos.
Principio de unicidad del estado inicial y el final: se prohíbe la existencia de más de un vértice
inicial o final. Sólo existe una situación de inicio y otra de terminación del proyecto.
Principio de designación unívoca: no pueden existir dos aristas que tengan los mismos nodos
de origen y de destino. Normalmente, se nombran las actividades mediante el par de vértices que
unen. Si no se respetara este principio, puede que dos aristas recibieran la misma denominación.
Para cada una de las actividades existe una estimación respecto a su duración. Las
duraciones se representan junto a cada una de las aristas del grafo.
actividades sucesivas. El tiempo early no es más que la duración del camino más largo que une
el nodo inicial con aquel que estamos considerando. Los tiempos early se van calculando de
izquierda a derecha, según el orden directo de los números que hemos asignado a los nodos.
El tiempo last de un vértice se define como el momento más tardío en el que es admisible
alcanzar la situación que representa el nodo, sin que todo el proyecto incurra en un retraso. Los
tiempos last se calculan en sentido inverso a los early. Se parte del nodo final para ir
retrocediendo. El tiempo last del último vértice ha de ser igual al early. El tiempo last de cada
vértice se calcula como la diferencia entre el tiempo last del último nodo y la duración del camino
más largo que conduce, en orden inverso, desde el nodo final al que estamos considerando. Si un
vértice tiene distintos tiempos early y last, parece claro que existe un cierto margen entre el
momento más temprano en que es posible alcanzar esa situación, y el más tardío en que puede
lograrse sin que el proyecto incurra en retrasos. Se define la oscilación de un nodo como la
diferencia entre su tiempo last y early. A la sucesión de actividades desde el nodo inicial hasta el
final de mayor duración se le denomina camino crítico y, consecuentemente, las actividades que lo
forman son conocidas como actividades críticas. En buena lógica para la identificación del camino
crítico bastaría con buscar aquella sucesión de actividades de mayor duración de forma intuitiva,
no obstante, el proceso puede ser arduo y sin garantías de hallar la solución correcta. Para
simplificar el proceso de identificación de actividades críticas calcularemos las holguras de las
actividades de la forma que explicamos a continuación. Una vez calculadas las holguras, serán
actividades críticas todas aquellas cuya holgura total sea cero. A simple vista, podemos designar
como actividades candidatas a formar parte del camino crítico todas aquellas que estén
comprendidas entre nodos con oscilación cero.
Las actividades que no son críticas tienen un cierto margen u holgura a la hora de ser
realizadas. La magnitud de la holgura dependerá de cuando se alcance el vértice de origen y de
destino de la actividad. Se distinguen tres tipos de holguras:
HT = Lj - Ei - dij
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Holgura libre, HL, es el margen de tiempo sobrante, suponiendo que al vértice de origen se llega
lo más rápido posible, y que el de destino se alcanza también en el menor plazo.
HL = Ej - Ei – dij
HL = HT - Oj
Holgura independiente, HI, es el margen que sobra suponiendo que al vértice de origen se llega
lo más tarde que es admisible, y que el de destino se pretende alcanzar cuanto antes mejor.
HI = Ej - Li – dij
HL = Hl - Oi
La holgura libre puede calcularse restando la oscilación del nudo de destino a la holgura
total, y la independiente restando a la holgura libre la oscilación del nodo de origen. Puesto que
las oscilaciones no pueden ser negativas, la holgura total ha de ser mayor o igual que la libre, y
ésta, a su vez, mayor o igual que la independiente.
Ht>= Hl>= Hi
Mediante el proceso de control, los directivos regulan, miden y rectifican, las actividades de
la empresa, para asegurar que se cumplan los objetivos formulados y se desarrollen
correctamente los planes creados para su consecución. Como sistema, observa y comprueba, en
primer término, cómo responde el proceso de funcionamiento de la empresa a los acuerdos de
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gestión adoptados; después, revela los resultados de la influencia directiva sobre dicho
funcionamiento y las desviaciones respecto de las exigencias de lo planificado y de los principios
vigentes de organización y regulación. Al explicitar las desviaciones y sus causas, determina las
maneras para corregir la organización vigente, con el fin de superar las desviaciones y suprimir los
obstáculos que entorpezcan el funcionamiento óptimo de la misma.
Como señalaba Fayol (1916), el control en una empresa consiste en verificar si todo se
realiza conforme al programa adoptado, a las órdenes impartidas y a los principios admitidos.
Tiene la finalidad de señalar las faltas y los errores, a fin de que se puedan reparar y evitar su
repetición. Se aplica a todo, a las cosas, a las personas y a los actos. En este contexto, señalar
que el output final del proceso de control, la información, admite distintos destinatarios. Desde los
individuos o unidades controladas, hasta los directivos de tales unidades o los directivos de
niveles superiores.
1.- Establecimiento de estándares, señalando criterios y normas de evaluación. Los mejores serán
aquellos que fijen metas evaluables en términos cuantitativos o cualitativos, especificados en
términos reales (unidades de producto, horas-hombre, horas-máquina, etc.) monetarios (volumen
de costes, ingresos, salarios, gastos financieros, impuestos etc.) o en forma de baremo (en
términos absolutos o en porcentajes). Unos estándares referidos a cualquier aspecto vital para la
empresa: recursos físicos y financieros, cuota de mercado, innovación, productividad, rentabilidad,
resultados y desarrollo de directivos y actitudes de los empleados, responsabilidad social, etc.
Atendiendo a la procedencia de estos estándares, puede hablarse de: externos o derivados de
otras empresas o unidades de la propia empresa; predeterminados en el proceso de planificación;
técnicos o ingenieriles, referidos al funcionamiento de las máquinas; de la línea de producción,
establecidos en función del análisis de tiempos y movimientos; subjetivos, fijados
discrecionalmente por persona competente autorizada.
2.- Medida y comparación de resultados con estándares, es decir, entre lo que es y lo que debería
ser. Debe realizarse con cierta periodicidad, no sólo al término del período de la planificación, para
detectar y corregir cualquier posible desviación. Las comunicaciones facilitadas en el proceso de
control a los directivos se sustentan en el principio de dirección por excepción, y se facilitan sólo
cuando los resultados difieren significativamente del plan o de los estándares.
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3.- Corrección de las desviaciones. No necesariamente todas las desviaciones han de ser
negativas; es posible, también, obtener superávit sobre los hechos planificados. De ahí que pueda
hablarse de acciones contractivas, reductoras de la actividad, y acciones expansivas,
amplificadoras de la actividad, para alcanzar los objetivos prefijados dentro de los niveles
deseados. Dentro del ámbito directivo, a modo de ejemplo, podrían introducirse desde
reasignaciones de recursos o tareas, replanteamiento de planes o modificaciones de metas, hasta
la utilización de una asesoría adicional o el desarrollo de una mejor dirección o liderazgo.
Con todo, la efectividad del control puede reducirse, debido a la existencia de problemas
tales como:
a) Asignación de una excesiva importancia a factores fácilmente medibles, frente a una escasa
atención a los que presentan relativa dificultad: volumen de ventas a clientes versus nivel de
satisfacción o vinculación a la empresa.
b) Falta de ajuste en el sistema de control, al modificarse factores internos o externos. Existen
muchos tipos de control. Entre las distintas clasificaciones que se barajan cabe hacer mención
de las siguientes:
§ Según los medios empleados para llevarlo a cabo se diferencia entre control automático y
control humano.
§ Según el momento de actuación, los controles se clasifican en: control previo o a priori (control
de nivel de pedido de inventarios), control a posteriori (resumen estadístico de un ejercicio) y
control permanente (examen mensual de la productividad de un empleado o del ratio de liquidez o
del volumen de ventas). El primero persigue una finalidad de previsión, el segundo evalúa los
resultados e informa cuándo aparecen como diferentes a los deseados, y el tercero ajusta las
actividades que se están desarrollando con los estándares establecidos.
Para finalizar con el control, destacar que todo sistema de control debe cumplir, por lo menos, los
siguientes requisitos para ser efectivo:
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1. Ser entendible. Las partes involucradas en el proceso de control deben comprender qué se
pretende con él. Para ello, el sistema de control debe diseñarse de acuerdo con el personal
disponible y los objetivos, estrategias y planes de la organización. Un sistema de control que es
difícil de comprender puede ocasionar errores innecesarios, empleados frustrados y, con el
tiempo, ser eventualmente ignorado.
2. Seguir el patrón de la organización. El diseño del sistema de control debe considerar la
estructura organizativa. En particular, a medida que se descienda en la jerarquía, menor debe ser
el grado de complejidad del sistema.
3. Efectividad y rapidez. Las desviaciones deberán ser detectadas lo más rápidamente posible y la
información deberá llegar al punto que se requiera, en el momento oportuno, con el fin de
posibilitar alcanzar los objetivos.
4. Ser flexible. El sistema de control no debe constreñir la actividad empresarial. Por ello, se
aconseja la incorporación de mecanismos capaces de adaptarse a las exigencias de entornos
dinámicos.
5. Ser económico. El coste del sistema no debe superar a los beneficios que del mismo se
derivan.
6. Continuidad. El control debe realizarse de manera continuada.