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“Estamos en la misma Barca y vamos hacia el mismo Puerto” EG 99

Diócesis de Cabimas
Secretariado de Pastoral de Liturgia

Subsidio para rezar en el hogar,


(Iglesia Domestica)
Y en Familia este V domingo de Cuaresma

Marzo del 2020


“Estamos en la misma Barca y vamos hacia el mismo Puerto” EG 99

Considerando la actual situación sanitaria, en consonancia con las últimas actuaciones del
ejecutivo Nacional y de la Presidencia Episcopal Venezolana, con el fin de contribuir a la
lucha contra la expansión de la Pandemia Coronavirus Covid-19.

La pastoral Litúrgica propone un subsidio para que los fieles puedan compartir en familia
una celebración de la Palabra y así poder darle al hogar Iglesia domestica un espacio para
orar y pedirle a Dios por esta terrible situación que nos asedia. Se propone lo siguiente:

1.- Ambientación:

 Seleccionar un lugar especial en el hogar donde podrán reunirse todos en


familia.
 Preparar una mesa con mantel blanco, una vela, un crucifijo y la imagen de
la Santísima Virgen.

2. Rito de inicio:
El ministro o Familiar dice:

En el nombre del Padre, Y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos: Amén.

La paz esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

El ministro o Familiar:
Con toda humildad y confianza pongámonos en la presencia de Dios
preparándonos para rezar juntos.

Te alabamos, Padre, con todas tus creaturas,


que salieron de tu mano poderosa.
Son tuyas, y están llenos de tu presencia y de tu
ternura.

Alabado seas, Señor.

Hijo de Dios, Jesús,


por ti fueron creadas todas las cosas.
Te formaste en el seno materno de María,
te hiciste parte de esta tierra,
y miraste a este mundo con ojos humanos.
Hoy estas vivo en cada criatura
con tu amor y misericordia.

Alabado seas, Señor.


“Estamos en la misma Barca y vamos hacia el mismo Puerto” EG 99

Espíritu Santo, que con tu luz


orientas a este mundo hacia el amor del
Padre y acompañas el gemido de tu pueblo,
tu vives también en nuestros corazones
para impulsarnos al bien.

Alabado seas, Señor.

Señor Uno y Trino,


comunidad preciosa de amor infinito,
enséñanos a contemplarte
en la belleza del universo,
donde todo nos habla de ti.
Despierta nuestra alabanza y nuestra
gratitud por cada ser que has creado.
Danos la gracia de sentirnos íntimamente
unidos con todo lo que existe.
Dios de amor,
muéstranos nuestro lugar en este mundo
como instrumento de cariño
por todos los seres de esta tierra,
porque ninguno de ellos está olvidado ante ti.
Ilumina a los dueños del poder y del dinero
para que se guarden del pecado
de la indiferencia,
amen el bien común, promuevan a los
débiles, y cuiden de este mundo que habitamos.
Los pobres y la tierra están clamando:
Señor, tómanos a nosotros con tu poder y
tu luz,
para toda la vida,
para preparar un mejor futuro,
para que venga tu Reino
de Justicia, de paz, de amor y de
hermosura.

Alabado seas, Señor


Amén.
Ministro o familiar:
Hermanos, Dios está presente también en su palabra.
Dios nos quiere hablar con su palabra antes de escuchar la palabra de dios tomemos unos
momentos para pensar en nuestras faltas y pecados y pedirle perdón a dios y así nuestro
corazón recibirá ésta palabra con alegría.
“Estamos en la misma Barca y vamos hacia el mismo Puerto” EG 99

Ministro o familiar:
Tú que has sido enviado a sanar los
Corazones afligidos. Señor, ten piedad

TODOS: Señor, ten piedad

Ministro o familiar:
Tú que has venido a llamar a los
Pecadores. Cristo, ten piedad

TODOS: Cristo, ten piedad

Ministro o familiar:
Tú que estás sentado a la derecha del
Padre para interceder por nosotros.
Señor ten piedad

TODOS: Señor, ten piedad

Ministro o familiar:
Del profeta Ezequiel leemos hoy, no el famoso oráculo de los huesos que revivirán, sino
unas palabras esperanzadoras para los desterrados: "abriré vuestros sepulcros y os traeré a
la tierra de Israel... os infundiré mi espíritu y viviréis". Palabras que se corresponden muy
bien con el evangelio de la resurrección de Lázaro para este día.
A la lectura de Ezequiel respondemos con el salmo 129, poniendo nuestra confianza en
Dios, de quien viene la misericordia y nuestra redención. Responderemos todos:
Las afirmaciones que leemos hoy, de la carta de San Pablo a los Romanos, son ciertamente
valientes y nos dan un mensaje de esperanza de cara a la resurrección de los muertos, por el
Espíritu que habita en nosotros. Esta lectura nos prepara a la escucha posterior de la
resurrección de Lázaro, en el evangelio de hoy.
Escucharemos hoy, en el Evangelio de San Juan, el relato del último de los grandes signos
de Jesús que aceleró su muerte por la reacción de sus adversarios: la Resurrección de
Lázaro. Pongamos mucha atención, porque en Cristo está nuestra resurrección y nuestra
vida.

Escuchemos atentos...

1. Lectura. (Ez 37, 12-14)

Lectura del Profeta Ezequiel

Esto dice el Señor: Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros
sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel.

Y cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío,


sabréis que soy el Señor: os infundiré mi espíritu y viviréis; os colocaré en vuestra tierra,
“Estamos en la misma Barca y vamos hacia el mismo Puerto” EG 99

y sabréis que yo el Señor lo digo y lo hago.

Palabra de Dios
A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (Sal 129, 1-2. 3-4ab. 4c-6. 7-8)

V/. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.


R/. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.

V/. Desde lo hondo a ti grito, Señor; escucha mi voz: estén tus oídos atentos a la
voz de mi súplica.
R/. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.

V/. Si llevas cuentas de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?


Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto.
R/. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.

V/. Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más
que el centinela la aurora. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora.
R/. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.

V/. Porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
R/. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.

2. Lectura (Rm 8, 8-11)

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos

Hermanos: Los que están en la carne no pueden agradar a Dios.


Pero vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en
vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo.
Si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive
por la justicia. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en
vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros
cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.

Palabra de Dios.

A Te alabamos, Señor.
“Estamos en la misma Barca y vamos hacia el mismo Puerto” EG 99

Evangelio (Jn 11, 1-45)


Lectura del santo Evangelio según san Juan
A Gloria a ti, Señor
En aquel tiempo, [un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana,
había caído enfermo. (María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con
su cabellera: el enfermo era su hermano Lázaro). ]
Las hermanas le mandaron recado a Jesús, diciendo:
Señor, tu amigo está enfermo.
Jesús, al oírlo, dijo:
Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que
el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se
quedó todavía dos días en donde estaba.
Sólo entonces dice a sus discípulos:
Vamos otra vez a Judea. Los discípulos le replican: Maestro, hace poco intentaban
apedrearte los judíos, ¿y vas a volver allí?
Jesús contestó:
¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día, no tropieza, porque ve la luz de este
mundo; pero si camina de noche, tropieza, porque le falta la luz.
Dicho esto añadió:
Lázaro, nuestro amigo, está dormido: voy a despertarlo.
Entonces le dijeron sus discípulos:
Señor, si duerme, se salvará.
(Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño natural.)
Entonces Jesús les replicó claramente:
Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis.
Y ahora vamos a su casa.
Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos:
Vamos también nosotros, y muramos con él.
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. [Betania distaba poco de
Jerusalén: unos tres kilómetros; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para
darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su
encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús:
Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo
que pidas a Dios, Dios te lo concederá.
Jesús le dijo:
Tu hermano resucitará.
Marta respondió:
Sé que resucitará en la resurrección del último día.
Jesús le dice:
“Estamos en la misma Barca y vamos hacia el mismo Puerto” EG 99

Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que
está vivo y cree en mí, no morirá para siempre.
¿Crees esto?
Ella le contestó:
Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.
[Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja:
El Maestro está ahí, y te llama.
Apenas lo oyó, se levantó y salió a donde estaba él: porque Jesús no había entrado todavía
en la aldea, sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban
con ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía deprisa, la siguieron,
pensando que iba al sepulcro a llorar allí. Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo
se echó a sus pies diciéndole:
Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. ]
Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, sollozó y
muy conmovido preguntó:
¿Dónde lo habéis enterrado?
Le contestaron:
Señor, ven a verlo.
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban:
¡Cómo lo quería!
Pero algunos dijeron:
Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?
Jesús, sollozando de nuevo, llegó a la tumba. (Era una cavidad cubierta con una losa.)
Dijo Jesús:
Quitad la losa.
Marta, la hermana del muerto, le dijo:
Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.
Jesús le dijo:
¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?
Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo:
Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo
digo por la gente que me rodea para que crean que tú me has enviado.
Y dicho esto, gritó con voz potente:
Lázaro, ven afuera.
El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario.
Jesús les dijo:
Desatadlo y dejadlo andar.
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús,
creyeron en él.
“Estamos en la misma Barca y vamos hacia el mismo Puerto” EG 99

Palabra del Señor.


A Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión sobre el Evangelio:

En el Evangelio de San Juan (Jn. 11, 1-45) observamos el impresionante relato de la


llamada “resurrección” de Lázaro, el amigo de Jesús, quien -según palabras de su hermana
Marta- ya olía mal, pues llevaba cuatro días muerto.
Pero cabe preguntarnos ¿fue realmente lo de Lázaro una resurrección... o podríamos
llamarla más bien una “revivificación”?
Sucede que a Lázaro el Señor lo devolvió de la muerte a la misma vida que había
vivido antes.  Lázaro volvió para estar en este mundo, regresó al mismo sitio donde vivía. 
En efecto, San Juan Evangelista nos narra más adelante que, después de este milagro del
Señor, muchos judíos fueron a Betania -sitio donde había vivido Lázaro- no solamente
para ver a Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los
muertos (Jn. 12, 9).
Profundizando un poco más en este hecho extraordinario, consideremos -por
ejemplo- que Lázaro tuvo que volver a morir.  De hecho, San Juan nos dice que los jefes de
los sacerdotes pensaron en matar a Jesús y en matar también a Lázaro, pues por causa de
él, muchos los abandonaban y creían en Jesús. (Jn. 12. 11).
Un resucitado no vuelve a morir.  Un revivido sí vuelve a morir.  Entonces... ¿fue lo
de Lázaro “resurrección”? ...  Realmente no, pues la resurrección es algo muchísimo mejor
que revivir; es muchísimo mejor que volver a esta misma vida: resurrección es volver a una
vida infinitamente superior a la que ahora vivimos.
Y ¿en qué consiste realmente la resurrección?  Según el Catecismo de la Iglesia
Católica,  la muerte es la separación del alma y el cuerpo.  Con la muerte, el cuerpo
humano cae en la corrupción, mientras que su alma va al encuentro con Dios, en espera de
reunirse posteriormente con su cuerpo, pero será entonces, un cuerpo glorificado (cfr.
#997).
Es decir que en la resurrección nuestra alma se unirá a nuestro mismo cuerpo, pero
éste no será igual al que ahora tenemos -sino infinitamente mejor- pues será un “cuerpo de
gloria” (Flp. 3, 21).
Será un cuerpo que ya no volverá a envejecer, ni a enfermar, ni a sufrir, ni tampoco
que volverá a morir.   Será un cuerpo inmortal, que ya no estará sujeto a la corrupción ni a
ningún tipo de decadencia.  Será un “cuerpo espiritual”  (1Cor. 15, 44).
¿Cómo, entonces, van a ser nuestros cuerpos resucitados?  ¿Cómo es un cuerpo
glorioso?  Conocemos de dos: el de Jesús Resucitado y el de la Santísima Virgen María.
Jesucristo resucitó con su propio cuerpo.  En efecto, el Señor le dice a sus Apóstoles
después de su Resurrección: “Mirad mis manos y mis pies;  soy Yo mismo” (Lc. 24, 39).  
El “cuerpo espiritual” de Jesucristo era ¡tan bello! que no lo reconocían los Apóstoles...
tampoco lo reconoció María Magdalena.
Y antes de haber resucitado, cuando el Señor se transfiguró ante Pedro, Santiago y
Juan, mostrándoles sólo parte del fulgor de Su Gloria era ¡tan bello lo que veían!  ¡Tan
agradable lo que sentían! que Pedro le propuso al Señor hacerse tres tiendas para quedarse a
vivir allí mismo.  Así es un cuerpo resucitado.  Y el Señor nos promete que si obramos bien
hemos de resucitar igual que Él.
“Estamos en la misma Barca y vamos hacia el mismo Puerto” EG 99

Los videntes que dicen haber visto en alguna de sus apariciones a la Santísima
Virgen -y la ven en cuerpo glorioso como es Ella después de haber sido elevada al Cielo- se
quedan extasiados y no pueden describir, ni lo que siente, ni la belleza y la maravilla que
ven.  Así es un cuerpo resucitado.
Pero... ¿cuándo será nuestra resurrección?  Algunos creen que la resurrección
sucede enseguida de la muerte.  Pero no es así.   El Catecismo de la Iglesia Católica dice
que sin duda será en el “último día”; “al fin del mundo”... “cuando se dé la señal por la
voz del Arcángel, el propio Señor bajará del Cielo, al son de la trompeta divina.  Los que
murieron en Cristo resucitarán en primer lugar”  (1Ts. 4, 16)   (#1001).
Pero sucede que hoy día la gente anda encantada pensando en la re-encarnación.   Y
¿en qué consiste esta falsa creencia?
Recordemos, primero que todo que la re-encarnación está negada en la Biblia:
         Una sola es la entrada la vida, y una la salida (Sb. 7, 6).  Los hombres mueren una
sola vez y después viene para ellos el juicio (Hb. 9. 27)
Además, está condenada por la Iglesia Católica.  Sin embargo ese mito y lo
llamamos mito, pues es algo falso, imposible de realizarse contempla la vuelta a esta misma
vida como sucede en la revivificación, pero la diferencia está en que se cambia de cuerpo. 
¿Cómo?  Sí, los que creen en ese engaño piensan que se regresa a un cuerpo que no es el
mismo que se tenía antes, pero que -igual al anterior- se va a envejecer, a corromper, va a
volver a morir.  ¿Cuál es la gracia, entonces?
Si tenemos la promesa del Señor de nuestra futura resurrección, ¿cómo puede ser
que la gente de hoy, algunos inclusive cristianos y católicos, estemos pensando que es más
atractiva la re-encarnación que la resurrección que Cristo el Señor nos promete?
Aunque la re-encarnación no fuera un mito y fuera posible, ¿cómo nos puede
parecer más atractivo reencarnar en un cuerpo decadente, enfermizo, corruptible, sujeto a la
muerte -y que además no es el mío- que resucitar en cuerpo glorioso, como el de Jesucristo
y la Virgen, para nunca más morir, ni envejecer, ni enfermar, ni sufrir... para ser
inmortales?  Pensemos en estas cosas antes de dejar contaminar nuestra fe cristiana por
falsas creencias venidas del paganismo.  Son mentiras.  Son mitos.  Son patrañas.

Se dice Credo.

ORACIÓN UNIVERSAL
Ministro o familiar:
Hemos escuchado la palabra de Dios.
Elevamos ahora, hermanos como familia, nuestras súplicas y Oraciones al padre quien
siempre nos escucha:

1. Por la Iglesia, para que, encaminada hacia la celebración de la Pascua, siga


anunciándonos al que es la Resurrección y la vida. Roguemos al Señor
2. Por los que gobiernan las naciones, para que a los encaminados hacia la
Pascua, ese pasó de la muerte a la vida, promuevan leyes que defiendan la
vida desde el seno materno. Roguemos al Señor
“Estamos en la misma Barca y vamos hacia el mismo Puerto” EG 99

3. Por los que sufren la presión social y las acechanzas del demonio que les
impulsan hacia el aborto, para que valoren y dignifiquen la vida con valentía
heroica. Roguemos al Señor
4. Por los médicos y todos aquellos hombres y mujeres que luchan para cuidar
nuestra salud. Roguemos al Señor.
5. Por los que este día estamos reunidos en la casa de Dios, para que también
un día podamos disfrutar de la resurrección de Cristo y gozar de su presencia
en el cielo. Roguemos al Señor.

Luego el ministro o familiar prosigue diciendo:


Sabemos que nuestro dios es un Padre bondadoso y que está muy cerca de nosotros en la
salud y en la enfermedad. Por Eso le pedimos con confianza al padre con la Oración que su
mismo hijo nos enseñó:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.
“Estamos en la misma Barca y vamos hacia el mismo Puerto” EG 99

Ministro o familiar:
Llenos de la paz y el amor de Cristo, y llenos de su gracia hacemos nuestra
comunión espiritual diciendo:

Creo Señor mío


Que estás realmente presente en el
Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas y
deseo ardientemente recibirte
Dentro de mi alma; pero,
no pudiendo hacerlo ahora
Sacramentalmente, ven al menos
espiritualmente a mi corazón.
Y como si te hubiese recibido;
me abrazo y me uno todo a Ti;
Oh Señor, no permitas que
me separe de Ti.
Amén.
Ministro o familiar:
Llenos de la presencia y el amor de Cristo, dirijamos nuestra última oración a Dios:

Señor JESUCRISTO, te damos gracias por tu presencia entre nosotros y por el gran amor
que nos tienes. Quédate con nosotros, señor, en este día y todos los días porque Tú eres el
Camino, la Verdad y la Vida. Ayúdanos a vivir más estrechamente contigo y ayúdanos,
Señor, en el camino hacia tu Padre. Tú, que vives y reinas con Él y el Espíritu Santo por los
siglos de los siglos.

Todos: AMÉN

Ministro o familiar:
Que el Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.

Todos: AMÉN

Pidamos a la Virgen Madre de la Iglesia, por nuestra patria y por


el mundo entero con la oración del Papa Francisco:
“Estamos en la misma Barca y vamos hacia el mismo Puerto” EG 99

Oh María,
Tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de
esperanza.
Nosotros confiamos a ti, Salud de los enfermos, que bajo la cruz estuviste
asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación del pueblo, sabes que tenemos necesidad y estamos seguros que
proveerás, para que, como en Caná de Galilea, pueda volver la alegría u la
fiesta después de este momento de prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y
hacer lo que nos dirá Jesús, quien ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y
ha cargado nuestros dolores para conducirnos, a través de la cruz. A la alegría
de la resurrección.
Amén.

(Rezar el Ave María)

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