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Robertazzi - Representaciones Sociales e Imaginario Social PDF
Robertazzi - Representaciones Sociales e Imaginario Social PDF
Introducción
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Este trabajo reproduce los contenidos sobre los que versó la clase de oposición para obtener el cargo de
Profesora Adjunta Regular en el Área de Psicología Social Comunitaria en el año 2005, en la Facultad de
Psicología, UBA. Más específicamente el tema de oposición fue “Comparar los conceptos de
representaciones sociales e imaginario social”.
procesos mentales de los seres sociales individuales y la perspectiva sociológica
posibilita analizar a los procesos mentales como productos culturales e
históricos.
En el marco de la Psicología Social actual se utilizan distintos conceptos con la
finalidad de ilustrar esas intersecciones o articulaciones, algunos de ellos se
aplican como si fueran intercambiables, pero no se trata justamente de
sinónimos, por lo que se requiere de mayor sistematización y análisis para
advertir sus diferencias y evitar la confusión.
Se pueden mencionar distintas expresiones con las que se intentó dar cuenta
del modo en que los aspectos individuales y colectivos se van intrincando, es
decir del modo en que se articulan dialécticamente la interioridad y la
exterioridad: actitudes colectivas, representaciones sociales, imaginario social,
ideología, habitus2, mentalidades.
En este trabajo se intentará discriminar y sistematizar los conceptos de
representaciones sociales e imaginario social, tal vez dos de los más utilizados
en nuestro país y en la actualidad por quienes se dedican al estudio de
fenómenos colectivos en psicología.
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El concepto de habitus se ha desarrollado en el material de cátedra titulado: “Elementos de Sociología
de la ciencia. Contribuciones a la Psicología Social. Controversias”.
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Serge Moscovici nació en 1928 en Rumania. Pudo dejar su país, donde padeció el antisemitismo, y
establecerse en Francia a partir de 1948, donde estudió Psicología en la Sorbona y donde desarrolló su
carrera académica y profesional. Hoy es uno de los más destacados representantes de la psicología social
europea actual. En el marco del paradigma de la interacción social, Moscovici redireccionó los estudios
sobre influencia social, abordando no sólo los problemas de la reproducción y la estabilidad sino
atendiendo al papel de las minorías para explicar el cambio social, postuló el modelo psicogenético
opuesto al modelo funcionalista y se interesó por la relevancia social de los estudios de psicología social.
Es además un activo participante del movimiento ecologista.
Emile Durkheim. Se trataba de una investigación en la que, mediante la
encuesta y el análisis de contenido de artículos de prensa, intentaba conocer
cómo la sociedad francesa había incorporado conceptos provenientes de la
teoría psicoanalítica y los había transformado en un tipo de conocimiento del
sentido común que resultaba útil para manejarse en la vida cotidiana.
Este investigador afirmó que la evolución de la Psicología Social podía pensarse
en tres grandes etapas, y que cada una de ellas se caracterizaba por poseer un
concepto muy bien definido: las actitudes sociales, las cogniciones sociales y,
finalmente, las representaciones sociales (Moscovici, 1985).
Entendía que la psicología social: “(...) se ha ocupado y sigue haciéndolo de un
solo y único problema: ¿por qué se produce el conflicto entre individuo y
sociedad? (...) Ninguna otra ciencia aborda este problema de forma tan directa,
ninguna siente una atracción tan profunda por ese conflicto” (Moscovici, op.cit.,
p. 18). En su perspectiva la disciplina es la ciencia de los fenómenos de la
ideología (cogniciones y representaciones sociales) y de los fenómenos de la
comunicación, incluyendo entonces diversos niveles de las relaciones humanas:
relaciones entre individuos, entre individuos y grupos y entre grupos.
Para el citado autor, a diferencia del anterior concepto durkheimniano de
representaciones colectivas, las representaciones sociales serían algo propio de
nuestra época, caracterizadas tanto por su función simbólica como por su papel
en la construcción de la realidad. Las representaciones sociales son sistemas de
valores, ideas y prácticas con una función doble; primero, la de establecer un
orden que les permita a los individuos orientarse en su mundo social material y
dominarlo, y segundo, la de facilitar la comunicación entre los miembros de la
comunidad, proporcionándoles un código para nombrar y clasificar los diversos
aspectos de su mundo y su historia individual y grupal.
Moscovici (1979) las define como constructos cognitivos compartidos en la
interacción social cotidiana que proporcionan a los sujetos un entendimiento del
sentido común de sus experiencias en el mundo. Este conjunto de conceptos,
afirmaciones y explicaciones se originan en la vida diaria, en el transcurso de
las comunicaciones entre los individuos y cumplen una función similar a la que
cumplían los mitos y las creencias en las sociedades tradicionales, serían la
versión contemporánea del sentido común.
Existen otros conceptos afines con los que, sin embargo, sostiene sus
diferencias, por ejemplo, opinión, actitud, imagen, todos ellos pueden ser
pensados como respuestas a un estímulo externo y son preparaciones para la
acción, mientras que la representación social incluye tanto al estímulo como a
la respuesta que provoca. Es bastante más que una guía para la conducta
puesto que remodela y reconstituye elementos del ambiente donde el
comportamiento tiene que desplegarse, de este modo le da sentido a la
conducta mientras la integra en un sistema relacional amplio. Al respecto decía
Moscovici (1979, p. 27):
Las representaciones sociales son entidades casi tangibles.
Circulan, se cruzan y se cristalizan sin cesar en nuestro universo
cotidiano a través de una palabra, un gesto, un encuentro. La
mayor parte de las relaciones sociales estrechas, de los objetos
producidos o consumidos, de las comunicaciones
intercambiadas están impregnadas de ellas. Sabemos que
corresponden, por una parte, a la sustancia simbólica que entra
en su elaboración y, por otra, a la práctica que produce dicha
sustancia, así como la ciencia o los mitos corresponden a una
práctica científica y mítica.
Son conjuntos dinámicos cuya característica es la producción de
comportamientos y de relaciones con el medio, es una acción que los modifica
a ambos y no una mera reproducción de esos comportamientos o relaciones, ni
tampoco una reacción a un estímulo exterior dado. Agrega el autor citado: “(...)
no las consideramos ‘opiniones sobre’ o ‘imágenes de’, sino ‘teorías’ de las
‘ciencias colectivas’ sui generis, destinadas a interpretar y construir lo real... es
un conocimiento que la mayoría de nosotros emplea en su vida cotidiana”
(Moscovici, 1979, p. 33). En esta misma perspectiva, Basabe, Páez y cols.
(1992) las denominan prototeorías del sentido común.
Distintas definiciones sobre representaciones sociales
Una recapitulación
La denominación representación más la calificación de social parece estar
uniendo conceptos pertenecientes a dos perspectivas y tradiciones diferentes.
Se ha mencionado ya el posicionamiento de la teoría de las representaciones
sociales en la intersección entre lo psicológico y lo social y, entre otros autores,
es Doise (1991) quien más acentúa las superposiciones y los entrecruzamientos
entre la psicología y la sociología, puesto que los límites no están demasiado
claros. La teoría de las representaciones sociales intenta dar cuenta de una
realidad cuya complejidad no puede ser explicada si se opta por posiciones
dilemáticas. Parece necesario no caer en reduccionismos, ni de uno ni de otro
polo, pues se estaría eliminando, de ese modo, la función articuladora de
distintos sistemas explicativos que poseen las representaciones sociales.
La concepción del citado investigador sobre la teoría de las representaciones
sociales como teoría general o gran teoría se opone activamente a las críticas
de ambigüedad o vaguedad que se hacen de la misma. Se trata de una teoría
general acerca de un metasistema de regulaciones sociales que interviene en el
sistema del funcionamiento cognitivo.
Esta posición es cercana a la que Jodelet sostiene cuando utiliza el concepto de
transversalidad para calificar este objeto de estudio. No puede dejar de
señalarse la innovación que el concepto aportó a la Psicología, la Sociología y
las Ciencias Humanas en general. La autora citada se refiere también a la
vitalidad del concepto, el que ha sido sumamente fecundo pues ha promovido
un uso generalizado en ciencias humanas respaldado por un gran número de
publicaciones en distintos países, en diferentes campos de aplicación y con
aproximaciones teóricas y metodológicas también diversas. Dicha vitalidad
también estaría en relación con las distintas interpretaciones y discusiones
generadas, lo que también ha sido productivo para el avance de la teoría.
Según el propio creador del concepto y del campo de estudio, el reciclaje del
concepto durkhemniano fue una reacción al estancamiento en el campo de la
Psicología Social, limitada en cuanto a sus objetos de estudio y a sus
paradigmas. Ese reciclaje permitió una innovación en la disciplina, a la vez que
resultó reunificador para las Ciencias Sociales: los desarrollos de historiadores
como Duby y Chartier, antropólogos como Héritier, sociólogos y cientistas
políticos como Bourdieu y Berger y Luckman permiten advertir la gran dinámica
que el concepto produjo.
El imaginario social
Lineamientos comparativos
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Véase para mayor información el Estudio Preliminar de Galtieri (1992) indicado como bibliografía
obligatoria en el programa de la materia.
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Véase Malfé (1994), texto obligatorio en el programa de la materia.
En cada período histórico se encuentran los productores de ideología y puede
considerarse que hay actos que son característicos de una determinada
mentalidad; pues para que haya representación algo debe estar presentado por
el sistema socio cultural e ideológico.
Junto con el discurso razonable o logos –discurso del orden, según Marí (1991)-
coexisten aspectos imaginarios o fantasmáticos, una gran cantidad de ficciones
que transmiten ideología. Sólo a modo de ejemplo puede citarse el estudio que
realiza Martín-Baró (1987) sobre el síndrome fatalista latinoamericano. La
perspectiva del “latino indolente” puede carecer de racionalidad para el
europeo, pero es indudable que el autor está describiendo un tipo de
subjetividad producido por la dependencia, que proporciona respuestas
razonables a determinadas condiciones de vida como las que existen en
Latinoamérica. Si bien puede analizarse representaciones sociales aisladas,
también es posible rastrear un relato argumental de esas representaciones, lo
que termina conformando una especie de novela o narrativa.
Junto con el nivel argumentativo, habrá otro de tipo argumental, especie de
fábula o mito que organiza el conjunto de representaciones.
Ocuparse de la génesis y de los efectos que tienen las determinaciones
estructurales-históricas para producir determinada subjetividad en determinado
momento histórico puede considerarse una de las principales tareas de la
psicología social.
La vida cotidiana transcurre en un contexto ideológico que nos impregna y que
no se percibe con facilidad. Es fundamental el análisis de esa dimensión
imaginaria en la constitución de las formas históricas de subjetividad, dado que
si bien lo imaginario aparece como lo más vago e indefinido, es lo que más
contundentemente nos determina, ya sea a actuar como a esperar
determinadas conductas de los demás. Es lo que damos por supuesto en la
representación del mundo en cada momento; las maneras de sentir, actuar y
pensar que son características de determinada época histórica.
Las sociedades producen, “inventan” sus propias representaciones o sus ideas-
imágenes, “(…) a través de las cuales se dan una identidad, perciben sus
divisiones, legitiman su poder o elaboran modelos formadores para sus
ciudadanos tales como el ‘valiente guerrero’, el ‘buen ciudadano’, el ‘militante
comprometido’, etc.” (Baczko6, 1991, p. 8). Este autor utiliza el concepto de
imaginario social para justamente referirse a ese conjunto de ideas-imágenes
de la sociedad global que legitiman, engrandecen y protegen todo lo referido al
poder.
Esas maneras de sentir, pensar, actuar –subjetividades- características de las
distintas épocas históricas permiten abordar lo que podría denominarse
identidades colectivas o socioculturales.
Ciertos aspectos de los dispositivos del imaginario social (mitos, rituales,
objetos emblemáticos, etc.) tienen vigencia en espacios institucionales de
distinta amplitud y que pueden encontrarse en todo tipo de contextos:
educativos, productivos, asistenciales, deportivos o de otra índole.
Bibliografía
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Una de las preocupaciones centrales en los estudios de Bronislaw Baczko es la de atender al modo en
que los regímenes totalitarios fabrican y manipulan los imaginarios sociales, dado que un aspecto central
del concepto está en dar sentido, es decir legitimar el poder, lo que potencia con creces el monopolio de la
fuerza y el poderío.
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