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Análisis Económico del Derecho
Por ejemplo, ¿podrá mediante una ley decidir que la ley económica de la oferta
y la demanda se equiparen y el mercado funcione sin la presencia de elemento
alguno que distorsione esta ley? .En pocas palabras podrá, el Estado, haciendo
uso del poder que concentra, lograr el equilibrio, en una Economía de Mercado,
entre la demanda y la oferta? .O mejor, ¿podrá restablecer el desequilibrio
existente entre la oferta y la demanda para el logro de un mercado de
economía perfecta y pura?.
El tema nos trae a la memoria, las disgregaciones de Fernando de Trazegnies 3,
respecto al Derecho. Según este autor, es punto común, cuando se alude a lo
jurídico, identificar el estudio del Derecho con el análisis de los textos. Así se
afirma que es Derecho lo que la ley ordena. Por tanto, el estudio del Derecho
debe limitarse al estudio de las leyes, excluyendo cualquier consideración que
se encuentre más allá del Derecho por resultar impertinente, pues se trata de
una meta legal o meta jurídico o mejor extrajurídico.
Las dificultades de esta posición emparentada con el positivismo, encuentra
serias dificultades al llevarse a una aplicación práctica. Es decir, cuando se
abandona “el limbo” de las aulas y los Tratados y descendemos al Derecho
efectivamente vivido”, y nos encontramos que las relaciones jurídicas no son
tan “puras” como se pretende o se cree. Ello ocurre hasta en las áreas más
técnicas del Derecho.
Se constata, entonces, que la pureza, sólo es posible conservarla al abstraer la
norma de la realidad y se le analiza aisladamente “fuera del contexto de la
realidad en la que la norma se aplica”.
Según lo expuesto, los problemas que se presentan “”prima facie”, son dos: El
primero: Se le presentará al legislador, en el momento de promulgar una ley,
respecto a lo que puede legislar. Sobre ello, agrega que no queda claro, si todo
lo que ordena la ley “corresponde efectivamente al concepto que tenemos de
Derecho. Dicho en otras palabras, no es muy claro si el legislador puede
ordenar cualquier cosa, sino existen ciertas limitaciones “jurídica” – pero
anteriores a la ley – frente a su papel creador”. Nos recuerda que la realidad
nos permite descubrir las limitaciones que el legislador tiene al momento de
promulgar una ley. Las limitaciones que encuentra son de dos clases: La
primera es “natural”: porque no podrá ordenar que el día se haga noche,
como tampoco podrá derogar la ley de la gravedad. Sobre ello Bullard
González, Alfredo4 asevera que La segunda es social: porque “no lograría
hacer cumplir un mandato si nadie quiere cumplirlo”. El segundo problema: se
le presentará a los operadores del Derecho: Juez y Abogado, al momento de
aplicar o interpretar la norma jurídica, luego de su promulgación. Aquí el asunto
es también complicado, porque no toda solución se encuentra contenida en la
ley. Ellos encuentran al pretender resolver un caso, que de entre varias normas
aplicables, puede o deben escoger una o varias de ellas, complicándose el
problema cuando son diversas las maneras de solucionar el caso. De este
modo, cada uno lo hará a su manera. El Juez encargado de administrar justicia,
3
De Trazegnies Granda, Fernando: “Introducción a la Filosofía del Derecho y a la Teoría General del
Derecho”. Materiales de Enseñanza de la Facultad de Derecho. PUCP. Junio de 1998, págs. 7 y 8.
4
Bullard González, Alfredo: “Derecho y Economía”. El Análisis Económico en las Instituciones
Legales. Palestra Editores. Lima – 2006. 2da. Edición, pág. 24.
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Análisis Económico del Derecho
puede tener una visión totalmente diferente a la del abogado del demandante o
del demandado. Estos, a su vez, podrán aportar una solución distinta.
En línea con lo antes expuesto, respecto a las limitaciones naturales, Bullard
Gonzáles Alfredo, nos recuerda que: “Los abogados solemos caer en el fácil
error que la Ley lo puede todo. Olvidamos que la Ley sólo puede usar coacción
para modificar la conducta humana. Pero la Ley no puede cambiar el curso
natural de las cosas. Si mañana se decidiera derogar la Ley de la Gravedad las
cosas no se elevarían por los aires, mágicamente, por la simple publicación de
la norma en El Peruano”. Respecto a las consecuencias del cumplimiento de la
Ley que pretende tal regulación, nos dice: “El despistado ciudadano que salta
de un puente confiando que la Ley de la Gravedad ha sido derogada por una
Ley propuesta por algún alocado Congresista y aprobada por el pleno del
Congreso, sufrirá los costos de desafiar lo que no se puede derogar”.
Con relación a la limitación social, igualmente, Bullard señala que:”De la misma
manera, las leyes económicas tampoco pueden ser cambiadas ordenándole a
la economía que no les haga caso. Si la ley trata de ordenar que los precios
bajen en contra de las condiciones de oferta y demanda, o tendremos mercado
negro, o escasez, o, lo más probable, ambas cosas al mismo tiempo”. En este
caso, lo mismo que le ocurriría al despistado ciudadano que acata una ley que
pretende derogar la Ley de la Gravedad, le ocurrirá a “cualquier ciudadano que
crea que puede cambiar el rumbo de lo que las leyes económicas indican. Sólo
generará más costos para si y para otros”5 regular De la misma manera, las
leyes económicas tampoco pueden ser cambiadas ordenándole a la economía
que nos les haga caso. Si la ley trata de ordenar que los precios bajen en
contra de las condiciones de oferta y demanda, o tendremos mercado negro, o
escasez, o, lo más probable, ambas cosas al mismo tiempo”.
Sobre lo mismo insiste que: “Si la ley ordenara que las empresas invierten más
se logrará exactamente lo contrario, porque los inversionistas se irán con su
plata a otro lado. Si la Ley ordenara a los consumidores que compren los
productos nacionales más caros en lugar de los extranjeros más baratos, sólo
generaremos más contrabando”. “Nuestro sistema legal nos ofrece un catálogo
inmensamente rico (en realidad apabullantemente pobre) de tamaños
despropósitos. Poner salvaguardas para proteger a los industriales sólo llevará
a que los consumidores peruanos estén peor, se incentive el contrabando y la
aparición de “nuevas Chinas” (como Malasia), que al tener precios más
competitivos serán preferidos sobre los productos peruanos que no pueden
convencernos que son mejores y más baratos. El creer que limitar la inversión
extranjera en los canales de televisión y radios va a generar una “televisión
más nacional” es olvidar que la tecnología convierte esas supuestas barreras
en ridículas, mientras cada vez más peruanos tienen televisión por cable,
satelital o acceso a Internet. Creer que es bueno obligar a que la Copa América
se pase por el canal nacional para que la vean más peruanos es olvidar que
nadie puede apropiarse de lo ajeno sin pagar las consecuencias. ¿Quién va a
querer comprar los derechos para los futuros campeonatos si al Presidente de
turno le va a dar la gana de convertirlos en bienes públicos?. No se va a
generar más bienestar a los consumidores declarando que los precios de los
bienes y servicios son, a criterio del funcionario de turno, muy altos o abusivos.
5
Obra citada, págs. 25 – 26.
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Solo se conseguirá que el mercado carezca de las señales para que funcione
eficientemente. No se va a generar más empleo dando más estabilidad o
aumentando los costos del despido. El mercado responderá con subempleo o
desempleo, o simplemente, un crecimiento acelerado del sector informal”6.
Insiste Bullard que “Como no se puede engañar a las leyes físicas, no se puede
engañar a las leyes económicas. Podemos estrellarnos contra ellas y sufrir las
consecuencias de desafiarlas. Podemos quedarnos capturados en la ilusión
que podemos usar la coacción para ir contra la corriente. Pero la corriente
terminará imponiéndose. No podemos sacarle la vuelta”, concluye.
Tanto Trazegnies, como Bullard, son de opinión que el Derecho no lo puede
todo y por tanto tiene limitaciones “naturales” y “sociales”, tal y como se ha
graficado líneas arriba. Por ello, “el Derecho suena arrogante, ignorante y
abusivo. Arrogante porque, como el poder dictatorial, se siente con capacidad
para controlar todo, tiene complejo de omnipresencia y sus agentes desarrolla
una suerte de sensación de imperialismo intelectual”. “Suena ignorante porque,
en su absurda idea de comprender todo, olvida que hay cosas que escapan a
la comprensión de las herramientas que él mismo ha desarrollado.
Menosprecia y deja de lado otros conocimientos y otras herramientas
conceptuales, No visualiza que hay hipótesis distintas para explicar muchas
cosas”. “Y finalmente suena abusivo, porque tienen la posibilidad de tomar
decisiones e imponerlas”7.
Pareciera que el asunto, respecto a las limitaciones naturales que confronta el
Derecho, no queda duda. Sin embargo, con respecto a las limitaciones
sociales, sobre todo, respecto a las leyes de la economía, el asunto no queda
claro, si consideramos que la historia y la realidad nos evidencian las pocas o
casi nulas posibilidades que la ley de la oferta y la demanda nos procuren una
competencia perfecta, o mejor un mercado perfecto, que aporte bienestar
individual y colectivo. Por el contrario, se observa una progresiva acumulación
de riqueza a favor de sectores, cada vez más reducidos, generando más
insatisfacciones que satisfacciones, agrandando la brecha entre pobres y ricos
con su secuela de miseria y exclusiones que repercuten en la Democracia y el
propio sistema político y económico.
Es cierto y ello no puede negarse, que la economía de mercado tiene sus
propios y precisos objetivos. Según ella la búsqueda de cada productor y
consumidor de su máxima satisfacción y bienestar llevará al sistema
económico a óptimos resultados. Se exalta así el individualismo y el egoísmo,
pretendiendo que a partir de la satisfacción de las propias necesidades todos
nos beneficiaremos, de modo que los productores satisfacen las necesidades
de los consumidores a través del mercado. Son estos los que plantean sus
necesidades y aquellos los que las atienden, de manera que sólo ha de
producirse lo que el público pide y no otra cosa. Los precios serán fijados,
entonces, por los productores de los bienes de consumo, de acuerdo con la ley
de la oferta y la demanda, denominándose a ello LIBERTAD DE EMPRESA O
DE INDUSTRIA, cuyo accionar debe dejarse en libertad sin intervención del
Estado.
Se afirma, entonces, que la presencia de los productores en el mercado, no
6
Ibidem, pág. 26.
7
Bullar González, Alfredo: Obra citada, págs. 30 – 31.
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Análisis Económico del Derecho
permitirá el acaparamiento, así como tampoco fijar los precios que quiera. Sin
embargo, la historia nos prueba que es todo lo contrario. La competencia entre
productores genera la formación de monopolios, Las grandes corporaciones
transnacionales que existen en el mercado no pueden ser controladas por los
Estados, y son ellas que imponen “libremente” los precios y tanto los gobiernos
como los consumidores no tienen ninguna posibilidad de contraponer sus
decisiones. Se observa, que los espontáneos mecanismos de regulación de un
mercado libre desaparecen y son sustituidos por el control de los productores
monopólicos que capturan el mercado.
De otro lado, no es cierto que el consumidor libremente elija el producto que
más le conviene, toda vez que amplios sectores carecen de los recursos
económicos para satisfacer sus más elementales necesidades. Más aún, la
propaganda crea necesidades artificiales en la población que a la postre le
obligan a consumir lo que se produce de acuerdo con el interés del capital, que
se concentra en las grandes empresas, las que al obtener las más altas
utilidades están en mejores condiciones de invertir y diversificar su producción;
y por lo tanto, en mejores condiciones de cubrirse de los riesgos. Son las
empresas las que pueden efectuar grandes inversiones en nuevas y más
sofisticadas maquinarias que le permiten elevar su producción y productividad.
Ha sido, precisamente, esta realidad, la que ahora y en otros tiempos, posibilitó
la intervención del Estado en la economía, tal como ha sido admitido el propio
Bullard, al señalar luego de lo antes expuesto que: “Esto no quiere decir que la
Ley y la Economía deben recorrer caminos diferentes. Sin Ley no hay
economía que funcione. Corresponde a la Ley definir las reglas básicas de la
interacción humana, definir los derechos y titularidades, permitir que las
mismas se intercambien y corregir aquellos problemas que las decisiones
individuales y autónomas no puedan corregir. Pero es un Derecho, que
acompaña a la libertad, no que la niega y contradice, pues en el fondo es
contradecir la voluntad de millones”8
Sierralta Ríos, Aníbal, nos informa que “en la Roma de Julio César, después del
golpe de Estado y la guerra civil, el Gobierno intervino para, en el fabuloso
campo del Derecho Civil, condenar los intereses atrasados y disponer que se
aceptaran daciones en pago; asimismo, se reglamentó benignamente las
quiebras para liberar al ciudadano de la servidumbre de los deudores
insolventes. También hay intervencionismos estatal en los pueblos atrasados
cuando el hombre tiene que pedir autorización a la Asamblea para la
transferencia de bienes raíces, y en los más adelantados a través de la mera
autenticación”9.
En 1929, como consecuencia de la depresión, aparecen nuevas teorías que
asignan un rol intervencionista y más importante al Estado, dentro de la
actividad económica. John M. Keynes, economista inglés, propuso la
utilización, por parte del Estado, de determinados mecanismos económicos
(financieros, de inversión, de aliento y desaliento de la actividad económica, de
8
Obra citada, pág. 27.
9
Obra citada, pág. 52.
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Para el tratamiento de este tema, se dice que es preciso una previa aclaración
de conceptos, toda vez que es punto común, aludir, como si fueran sinónimos
los siguientes términos: Intervencionismo estatal o dirigismo estatal (Economía
dirigida). Entre uno y otro hay una diferencia de graduación, pues uno importa
una mayor intervención que otro. Para ello es necesario determinar las formas
que adopta cualquier intervención en la economía, nos dice Sierralta Ríos15.
El mencionado autor, nos informa que Lorenzo Mossa, precursor del Derecho
Económico, advierte tres formas de intervención, que para evitar distorsiones,
las tomaremos en forma textual de Sierralta Ríos16. Estas formas son:
- Fijación de “moldes típicos y abstractos” a que deben ajustar
los particulares sus acciones económicas: Es lo que podría
denominarse una economía de control de mercado, propiamente
economía dirigida.
- Consistente en el “control efectivo y concreto” de la
organización económica, defendiéndola de los abusos de la
economía: A través de ello se busca logar un efecto social. Es
intervencionismo estatal.
- Cuando el Estado se transforma en “organizador soberano
de la economía”: Aquí a diferencia de las anteriores formas, se
observa una “absorción absoluta de la economía por parte del
Estado, cuando la actividad nacional está sometida íntegramente
a un único plan”.
13
Obra citada, pág. 54.
14
Obra citada, pág. 55.
15
Obra citada, pág. 55.
16
Ibidem, págs. 55 a 60.
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17
Obra citada, pág. 56.
18
Obra citada, pág. 57.
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19
Obra citada, pág. 57 – 58.
20
Sierralta Ríos, pág. 58.
21
Obra citada, pág. 60.
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32
Sierralta Ríos, Aníbal: obra citada, págs. 69 – 70.
33
Obra citada, pág. 70.
34
Obra citada, pág. 70.
35
Obra citada, pág. 70.
36
Ibidem: pág. 68.
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37
Sierralta Ríos, Aníbal: obra citada, pág. 73.
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