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La Historia de Susana, puede ser definida como un breve cuerpo de texto independiente
comúnmente asociado al Libro de Daniel. Es un caso similar a la Historia de Bel y el
Dragón en el mismo libro. Forma parte de la versión griega de la Biblia conocida como
Septuaginta, cuyo origen se remonta al Siglo III a.C., aunque agunas partes pueden ser
posteriores.
En las Biblias actuales usadas por los fieles y adeptos de esas tradiciones, estos dos
documentos han sido agregados como parte integrante del Libro de Daniel; si bien, ya
desde Henry Barclay Swete y Alfred Rahlfs, todos los estudiosos y editores de los escritos
bíblicos, han venido observando que, en realidad, se trata de dos cuerpos de texto
completamente independientes entre sí, así como del Libro de Daniel.1
El nombre de Susana procede del hebreo שושנה, shoushannah, pasando por el griego
σουσαννα, sousanna, que puede traducirse al español como el cono del cuerpo de ciertos
instrumentos musicales de viento (como el de la trompeta), y también como el cono
formado por la disposición o la articulación de pétalos de flores de ciertas variedades.
Actualmente se usa, de forma consensual, para hacer referencia a la flor de azucena, la flor
de lirio blanco, un símbolo ancestral de la pureza, y de la castidad e integridad sexual de la
mujer.
Índice
1 Canonicidad
2 Manuscritos
3 Contenido
4 Lengua original
5 Historicidad
6 Reminiscencias mitológicas
7 Ideas preliminares
8 Susana en el arte
9 Notas
10 Véase también
Canonicidad
Entre los padres de la iglesia, y los apologistas cristianos de los primeros Siglos, Orígenes2
defendió la canonicidad de la Historia de Susana, y ésta fue citada como Escritura por
Ireneo de Lyon,3 Hipólito de Roma4 Cipriano de Cartago5 y Cirilo de Jerusalén.6 Jerónimo
de Estridón incluyó las Historias de Susana y de Bel y el Dragón al final de su propia
versión al latín del Libro de Daniel, mas colocó ante ellos una breve nota advirtiendo que
ellas no habían sido encontradas en versiones hebreas, y que él las transcribía siguiendo la
Versión de Teodoción.
Las distintas iglesias de Oriente, que incluyen las iglesias cristianas ortodoxas, cópticas y
siríacas, así como la iglesia católica romana en Occidente, avalan ambos textos al
reconocerlos como parte integrante del Canon de sus Biblias, y los han acogido entre los
documentos deuterocanónicos. Algunas tradiciones los asocian de lleno al Libro de Daniel,
como si se tratase de otros dos capítulos de dicho documento, aun cuando los llaman por
nombres muy distintos, de acuerdo con las distintas tradiciones.
Los grupos protestantes,7 y otros grupos cristianos con ideas diferentes de los antes
citados,8 rechazan estos textos, así como los otros deuterocanónicos, que ellos desconocen,
y que han llamado apócrifos.
Manuscritos
Contenido
Susana, una bella mujer, esposa de Joaquín, un rico e influyente judío en el Exilio
Babilónico, es vista y deseada por dos ancianos que habían sido nombrados jueces entre los
judíos en el exilio en Babilonia. Los dos viejecillos se ponen de acuerdo para sorprender a
solas a Susana y así abusar de ella.
En su versión tardía de este documento, el judío Teodoción agrega unos detalles que
indican que Susana se estaba preparando a recibir un baño con aceites y esencias
aromáticas en el justo momento de ser interceptada por los dos viejecillos. Los detalles del
"baño de Susana", que enuncia Teodoción en su Versión tardía, causaron gran impacto a
través de los Siglos en la mentalidad de múltiples artistas, músicos y escritores del Mundo
Occidental, que siguieron de cerca la saga del relato de acuerdo con la tardía versión de
Teodoción.
El texto Griego Antiguo del Libro de Daniel asentado en la Biblia Griega de los LXX,
bastante más temprano, sin embargo, no dice que Susana fuera a tomar un baño en ese
instante. Y dice, simplemente, que, un día en que Susana pasea por el vergel13 de su
marido, los viles viejecillos la sorprenden, y entonces la presionan, e intentan convencerla
de que se les entregue sexualmente. Susana los enfrenta, y les responde:
«Sé que, si hiciere esto, muerte es para mí; y que, si no lo hago, no escaparé de vuestras
manos. Más bello, sin embargo, para mí, caer en vuestras manos, no habiendo hecho esto,
que pecar ante el rostro de SEÑOR...» —Historia de Susana [Daniel 13], Versos 22-23.
Los dos ancianos jueces, al verse rechazados, acusan a Susana de adulterio, y ésta es
llevada a juicio, donde los dos ancianos testifican falsamente en su contra haberla visto
reposando con algún jovenzuelo en algún cierto paraje del vergel de su esposo. En su
Versión tardía, Teodoción intenta conferir al relato elementos dramáticos, y dice que
Susana, levantando sus ojos al cielo, lloraba a grandes voces al clamar la intervención
divina. Por contraposición casi perfecta, el texto original de los LXX, siempre más
reservado, más libre de detalles excesivos, dice sencillamente que Susana, inclinada,
lloraba en su interior mientras clamaba la intervención divina.
Y, tal como sucede en los procesos en los que se implementa dicho procedimiento, los dos
falsos testigos incurren en tremenda inconsistencia o contradicción en sus declaraciones
cuando el jovencillo les pregunta bajo qué árbol vieron a Susana recostada con su supuesto
amante. Uno de ellos dice: "Debajo de un lentisco." Y el otro de ellos dice: "Debajo de una
encina." Ante la evidencia del falso testimonio de los jueces, la bella y noble dama es
exonerada de todos los cargos que habían sido afincados en su contra, y los dos viejecillos
mueren ejecutados en lugar de Susana.
Lengua original
Los manuscritos griegos de la Historia de Susana son la fuente de las traducciones a otros
idiomas. Los expertos discuten si el griego fue el idioma original, o si los manuscritos
griegos, tanto de los "LXX", como de Teodoción, son traducciones del hebreo o del
arameo. Canton ha estimado que este documento pudo ser escrito en la primera parte del
Siglo I a.C.14
En favor del origen griego, se argumenta por ejemplo, que el uso de parónimos griegos para
construir un juego de palabras entre él árbol que escoge cada falso testigo y la sentencia que
pronuncia Daniel para cada uno: el primero responde que fue bajo un σχινον, "skhinón", el
cuál es traducido como acacia o lentisco, y Daniel le responde que un ángel "σχισει σε
μεσον", "skhiséi se meson", "partiráte a mitad"; el segundo responde que fue bajo un
"πρινον", "prinón", el cuál es traducido como roble o encina, y Daniel le responde que un
ángel "πρισαι σε μεσον", "prisái se meson", "trozaráte a mitad".15
Sin embargo es posible que una traducción se esfuerce en mantener figuras literarias
encontradas en un original, tal como en este caso hace la traducción inglesa de The Anchor
Bible contrasta "yew" (tejo) con "hew" (tajar) y "clove" (clavero) and "cleave" (quebrar).
Algunos estudiosos sugieren que los juegos de parónimos habrían sido un aporte del
traductor al griego.
Historicidad
Los Versos 1-5 dan algunos detalles sobre el contexto histórico, social y cultural de este
relato; entre ellos, la riqueza e importancia de Joaquín entre los desterrados, y el hecho de
que dos malos ancianos, acerca de los cuales hubiera dicho Dios algunas cosas, hubieran
sido electos como jueces "durante ese año".
Estos cinco Versículos no existen en el texto de la Biblia LXX. Teodoción los agrega en su
Versión tardía (hacia el Siglo II) recurriendo a los textos del Libro de Jeremías. En efecto,
el Versículo 4 relata que, a la casa que Joaquín poseía en Babilonia, solían acudir de forma
cotidiana numerosos judíos, por tratarse del "más distinguido de todos"18 los judíos. Esto
representa una clara —aun cuando discreta—, forma de decir que el Joaquín de esta historia
no es ninguno otro sino el rey Joaquín hijo de Joacim, último rey judío, que había sido
llevado cautivo hacia el Exilio Babilónico por Nabucodonosor II de Babilonia, hacia el 606
a.C., durante el mes tercero de su breve reinado.
No se hace referencia de lleno a su realeza porque el pueblo judío evitaba referirse a
cualquier hecho tocante a su teocracia en cualquier contexto ajeno a la comunidad judía
avecindada en la llamada Tierra Santa (Cf. Salmos 137:5), así como también, de alguna
forma, sucesos cualesquiera tocantes a la historia de la nación judía acontecidos fuera de
dicha Tierra Santa. Confróntese, al respecto, la gran laguna histórica existente entre la
conclusión del Libro [1 y 2 ]de las Crónicas, y el mucho más temprano reinicio del relato
de la historia judía, tal como se presenta al inicio del Libro de Esdras[ y Nehemías], y que
se identifica, con toda propiedad, en el breve resumen relatado en 2 Crónicas 36:20-21;
donde se sintetiza, en sólo dos Versículos, todo lo acontecido a la nación judía durante los
70 años que durara el Exilio Babilónico.
Por cuanto se refiere a aquella otra expresión que reza textualmente que acerca de los viejos
«había dicho SEÑOR que había salido maldad de Babilonia, de los ancianos jueces que
parecían gobernar al pueblo», ciertos escrituristas han hecho observaciones referentes al
hecho de que esta expresión no es la cita textual de ningún otro texto bíblico conocido.
Mas, cuando se examina de forma cuidadosa, salta a la vista el hecho de que, en realidad, se
trata de una forma irónica y sarcástica de referirse al texto en que el profeta Jeremías coloca
unas palabras similares en boca de Yahveh: «[...] vosotros habéis dicho: "Yahveh ha
suscitádonos profetas en Babilonia"» (Jeremías 29:15). Un poco más abajo, Jeremías
denuncia a dos pseudoprofetas amantes de acostarse con esposas de sus conciudadanos
exiliados (Jeremías 29:21-23).
Acerca de estos hechos, el célebre erudito judío ruso americano Isaac Asimov, en su Guía
de la Biblia, declara lo siguiente: «Los "ancianos", o viejecillos, probaron ser malvados, y
la tradición judía los identificó, por ello, con dos profetas denunciados como falsos por
Jeremías. Pero como Susana es generalmente considerada una obra de ficción, una
identificación tal necesita no ser tomada seriamente.»19
Esta postura escéptica hacia todo posible, presunto o presumible carácter histórico de este
documento, sin embargo, refleja la postura parcialmente sesgada de un hombre de ciencia
de orígenes judíos; quien, consecuentemente, solía ver al Tanaj, y no a la Septuaginta,
como la norma básica del Canon de los libros tenidos por sagrados entre los israelitas.
Refleja, así mismo, el muy profundo impacto que ciertos cristianismos de líneas
protestantes llegaron a causar en la mentalidad del pueblo americano —la nación adoptiva
del Dr. Asimov a su exilio de Rusia— durante su paso, del Siglo XVII al Siglo XX.
Es justo enfatizar, por otra parte, que, fuera de las series de criterios con bases en los cuáles
los judíos excluyeron del canon del Tanaj, sistemáticamente, todos los documentos
Deuterocanónicos, no hay argumentos sólidos para desestimar o cuestionar, de manera
tajante, el valor o el carácter histórico y moral de dichos documentos.
Aun cuando queda claro que, a nivel exegético, ha sido ciertamente muy laxa y muy escasa
la labor realizada por exégetas bíblicos de todos los contextos; ya que, en pleno Siglo XXI,
a más de 20 Siglos de la Era Cristiana, aún no se ha estudiado, de forma concienzuda y
ordenada, profunda y detallada, y no comprometida con alguna postura confesional
concreta, hechos muy importantes relativos a varios de estos documentos (los
Deuterocanónicos).
Reminiscencias mitológicas
No menos sugestiva y fascinante, sin embargo, se antoja la moción de ver en esta historia
claras reminiscencias de mitos orientales de diosas o deidades femeninas de la fertilidad, y
la fecundidad y exuberancia del reino vegetal: el nombre de Susana es la forma semítica del
nombre de una flor, concretamente la azucena, o flor de lirio blanco; por otra parte, la
alusión al paraíso, jardín, vergel, pomario o huerto del marido, y la presencia en este de
árboles de nueces, tales como la encina y el lentisco, parece una muy clara referencia al
cultivo de los huertos, los campos, y los árboles frutales.
Desde esta perspectiva, Susana guarda algunos sumamente importantes aspectos en común
con Ceres o Deméter, una deidad agrícola, patrona y protectora del cultivo de campos de
gramíneas, espigas o cereales, así como también de la sacralidad, respeto y observancia de
las leyes, así como también del matrimonio, los cuáles son conceptos que este documento
vincula a la figura de Susana de múltiples maneras directas e indirectas.
De la misma manera, Susana guarda rasgos en común con Flora o Cloris, señora de las
flores, como la referencia, claramente floral, del nombre de ambas damas, la eterna
juventud de la deidad pagana, y la extrema lozanía y delicadeza de la joven Susana. Flora
era la esposa del viento favorable, y Susana gozaba del favor de ser la esposa de un rey de
los judíos. La diosa Flora era un símbolo ancestral de la renovación del ciclo de la vida, al
cuál, en cierta forma, se refiere la Historia de Susana al contrastar la gracia, pureza e
inocencia de los niños con la degradación y degeneración moral de ancianos pervertidos.
Y, muy especialmente, Susana guarda rasgos en común con alguna deidad oriental asociada
a la diosa romana Pomona, señora de los frutos, las bayas y las nueces, (tales como el
pistache y la bellota, las nueces de la encina y el lentisco), casada con Orduño, el señor de
los huertos, (¿tal vez representado por Joaquín, con su vasta extensión de tierras repobladas
de vida vegetal?). Pomona era una diosa eternamente joven, (como joven Susana), y que
era asediada en el campo por los viejos y feos guardianes de la fauna silvestre: los faunos y
los sátiros, (¿tal vez representados por los dos viejecillos que fungían como jueces del
pueblo?). Y, como dato extra, algunas tradiciones acusan a Pomona de haberle sido infiel a
su marido, al haber sostenido amoríos con Pico, una deidad profética romana, (de forma
sospechosamente paralela a las imputaciones de adulterio sufridas por Susana).
Aparte de estos hechos, todas estas deidades femeninas paganas eran representadas como
bellas señoras que solían recorrer los campos y cultivos, recogiendo, a su paso, en su
regazo, espigas de gramíneas o cereales (Ceres), flores y capullos (Flora), o frutos de muy
amplias variedades, incluyendo las bayas, las drupas y las nueces (Pomona). La Historia de
Susana, por su parte, nos dice que Susana tenía como hábito salir a recorrer el vergel del
marido al caer de la tarde (Verso 7).
Ideas preliminares
Todos estos detalles cobran gran importancia desde una perspectiva antropológica, pues
hacen que la Historia de Susana parezca la fusión o sincretismo de varios de estos mitos en
un solo relato, cuya protagonista, para el caso, Susana, representaría un papel parecido a
nuestra concepción moderna occidental de la denominada Madre Naturaleza.
Aun cuando este hecho pudiere hoy parecer algo muy incorrecto desde una perspectiva
religiosa cristiana, la acción de colocar a dioses y deidades paganas en el papel de víctimas
que necesitan ser salvadas por un poder mayor, fue, entre los judíos y otros pueblos
antiguos, un hecho muy frecuente que tuvo el objetivo, bastante bien logrado en su
momento, de demostrar que incluso las deidades paganas se hallaban a merced unas de
otras, y que necesitaban todas ellas recurrir al arbitrio, poder y protección de un solo ser
supremo, como este documento nos dice que Susana habría recurrido en este caso a
SEÑOR, el Dios que veneraban las tribus israelitas (Versos 42-44).
Si bien, es oportuno señalar que asumir sin reservas como un hecho el carácter mitológico
de este documento, resulta sumamente anticipado, en vista de la falta de estudios detallados
al respecto, y debido a que, aparte de los escritos bíblicos, se ignora los detalles de los
hechos históricos vividos por las comunidades judías en el exilio.
En tanto los exégetas se animan a intentar dilucidar posibles relaciones contextuales de este
interesante documento con hechos mitológicos, o bien, historiográficos, subyacentes al
mismo, la Historia de Susana podría representar, por una parte, el relato de hechos que eran
muy frecuentes y habituales entre las sociedades y contextos geográficos e históricos de
todo el Mundo Antiguo; y, por otra, un clarísimo ejemplo de la penetración de sincretismos
de tipo religioso en los contextos bíblicos, y en la mentalidad del pueblo de Israel, el pueblo
que, de acuerdo con la historia, se diera a la tarea de redactar la Biblia.
Objeciones aparte, un ejemplo aún más claro de estos sincretismos de tipo religioso ha
quedado asentado en el Libro de Ester, donde lo que se cuenta, no es una gesta histórica del
pueblo de Israel, sino que, en realidad, el texto es una auténtica teogonía escatológica,
relato de la guerra escatológica librada y suscitada entre los dioses del panteón babilónico,
al mando de Marduk (o Mardoqueo) y de la diosa esposa reina Ishtar (o Ester), en contra de
los dioses del panteón elamita, lidereados por dioses depuestos de la mentalidad y de las
simpatías del culto popular, como Vasti y Amán.
(Esto explica el hecho de que el texto hebreo del Libro de Ester jamás haya llegado a
vincular estos supuestos hechos de la "historia" de la nación judía, a la moderación, gestión
o intervención del Dios de los judíos. El texto griego, en cambio, relata pormenores y
detalles, redactados y agregados de manera tardía, con el expreso fin de ubicar a SEÑOR,
el Dios de los judíos, por encima de todos los dioses de los pueblos circundantes, como
aquel que dirime y decide en las disputas de todas las deidades de los pueblos paganos.)
Susana en el arte
Rembrandt
Rubens
Artemisia Gentileschi
Lorenzo Lotto
Albrecht Altdorfer
Anthonis van Dyck
Tintoretto
Veronese
Guercino
Domenichino
Francesco Hayez
Franz von Stuck
Lovis Corinth
Bartolomeo Altomonte
Lukas Vorstermann
Johann Spillenberger
Susana ya ha sido, así mismo, un tema recurrido de la literatura popular, citado y asentado,
por ejemplo, en el poema Daniel, escrito en 1331 por un autor anónimo. En 1577 se estrenó
el drama Susanna de Nicodemus Frischlin. La tragedia de Paul Rebhun Ein Geistlich Spiel
von der Gotfürchtigen und keuschen Frauen Susannen se imprimió en 1536. El poeta lírico
bohemio, Hugo Salus, publicó Susana en el baño, en 1901.
Notas
1.
Cousin, Hugues (1992) "Daniel"; La Biblia Griega. Los Setenta. Estella: Verbo
Divino, p.p. 105-107.
Canton, Dan W. (2003) "Dating the Story of Susanna: a proposal; Journal for
the Study of Judaism 34(2):121-140."
19. ASIMOV, Isaac; Asimov's Guide To The Bible, Volume One, The Old
Testament; Page 620; Random House, USA, 1967-1981.
Véase también
Deuterocanónicos
Septuaginta
Historia de Bel y el Dragón
Libro de Daniel
Daniel (profeta)
El Horno Ardiente
El Sueño de Nabucodonosor
Biblia
Antiguo Testamento
Libros Proféticos
http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_Susana
APENDICE
PARTE DEUTEROCANONICA
Capítulo 13
Historia de Susana
Capítulo 14
Historia de Bel y el dragón
1 Reunióse Astiages con sus padres, sucediéndole
en el reino Ciro el persa.
2 Era Daniel uno de los comensales del rey y el más
honrado de todos sus amigos.
3 Tenían los babilonios un ídolo llamado Bel, que
cotidianamente consumía doce artabas de harina,
cuarenta ovejas y seis metretas de vino.
4 El rey le veneraba e iba cada día a adorarle, pero
Daniel adoraba a su Dios. Díjole el rey: ¿Por qué
no adoras a Bel?
5 A lo que Daniel respondió: Porque yo no adoro
ídolos hechos por manos de hombres, sino al Dios
vivo, Hacedor del cielo y de la tierra y soberano de
toda carne.
6 El rey le replicó: ¿Crees que Bel no es un dios
vivo? ¿No ves cuánto come y bebe cada día?
7 Le contestó Daniel, riendo: No se deje engañar el
rey; éste, que por dentro sólo es barro y por fuera
sólo bronce, no ha comido jamás.
8 Encolerizado el rey, llamó a los sacerdotes y les
dijo: Si no me decís quién consume todas estas
provisiones, moriréis;
9 pero, si me hacéis ver que es Bel quien las
consume, morirá Daniel por haber blasfemado
contra Bel. Contestó Daniel al rey: Hágase según
tu palabra.
10 Setenta eran los sacerdotes de Bel, fuera de sus
mujeres e hijos. Vino el rey con Daniel al templo
de Bel,
11 y le dijeron los sacerdotes: Nosotros saldremos
fuera, y tú, rey, pondrás los alimentos y el vino
mezclados y cerrarás la puerta y la sellarás con tu
anillo,
12 y si al venir por la mañana no hallamos que los
alimentos han sido consumidos por Bel,
moriremos; en caso contrario, Daniel nos habrá
calumniado.
13 Estaban ellos muy confiados, porque debajo de la
mesa habían hecho una entrada secreta, por la
cual se introducían siempre para consumir las
provisiones.
14 Pero así que salieron ellos y el rey colocó las
provisiones, ordenó Daniel a sus siervos que
trajeran ceniza, y en presencia del rey solo, la
extendieron por todo el pavimento del templo.
Después salieron y cerraron las puertas; luego de
sellarlas con el sello real, se retiraron.
15 Por la noche vinieron, como de costumbre, los
sacerdotes con sus mujeres e hijos y comieron y
bebieron todas las provisiones.
16 Madrugó el rey muy de mañana, y Daniel con él,
17 y dijo el rey: Daniel, ¿están intactos los sellos?
Daniel contestó: Intactos, rey.
18 Abrió luego las puertas y miró el rey a la mesa, y
dijo en alta voz: Grande eres, Bel, y no hay en ti
engaño alguno.
19 Se sonrió Daniel y deteniendo al rey para que no
entrase dentro, le dijo: Mira el pavimento y ve de
quién son estas pisadas.
20 Respondió el rey: Veo pisadas de hombres, de
mujeres y de niños. E irritado el rey,
21 hizo prender a los sacerdotes, a sus mujeres e
hijos, que le mostraron la puerta secreta por la
que entraban a consumir lo que se colocaba sobre
la mesa,
22 y los mandó matar. Después entregó Bel a Daniel,
que lo destruyó, así como su templo.
23 Había también un gran dragón, muy venerado de
los babilonios.
24 Dijo el rey a Daniel: ¡No dirás de éste que es
hecho de bronce! Mira que está vivo y come y
bebe; de éste no podrás decir que no es dios vivo.
Adórale, pues.
25 A lo que Daniel contestó: Al Señor, mi Dios,
adoraré, porque El solo es Dios vivo.
26 Si tú, rey, me lo permites, yo mataré a este
dragón sin espada ni palo. Respondióle el rey: En
tu poder está.
27 Y tomando Daniel pez, grasa y pelos, lo hirvió
todo junto, e hizo unas bolas, que luego dio al
dragón, el cual las comió, reventando con ellas. Y
dijo: Mirad lo que venerabais.
28 Cuando esto oyeron los babilonios, se irritaron
sobremanera y se amotinaron contra el rey,
diciendo: El rey se ha hecho judío. Ha derribado a
Bel, ha matado al dragón y ha degollado a sus
sacerdotes.
29 Y llegándose al rey, le dijeron: Entréganos a
Daniel; si no, te mataremos a ti y a tu casa.
30 Y viéndose el rey muy acosado, les entregó a
Daniel a la fuerza,
31 y le arrojaron al foso de los leones.
Daniel, otra vez en el foso de los leones
32 Había allí siete leones y allí estuvo Daniel siete
días. Daban a los leones cada día dos cuerpos
humanos y dos ovejas. Pero durante aquellos días
no les dieron nada, para que devorasen a Daniel.
33 Vivía entonces en Judá el profeta Habacuc, el
cual, cocida la comida y moj ado el pan en la
cazuela, se iba al campo para llevarlo a los
segadores.
34 Pero el ángel del Señor dijo a Habacuc: Lleva la
comida que tienes preparada a Daniel, que está
en Babilonia en el foso de los leones.
35 Y contestó Habacuc: Señor, nunca he visto a
Babilonia y no sé qué es el foso de los leones.
36 Y tomándole el ángel del Señor por la coronilla,
por los cabellos de su cabeza, le llevó a Babilonia,
encima del foso, con la velocidad del espíritu.
37 Y gritó Habacuc: ¡Daniel, Daniel! toma la comida
que Dios te envía.
38 Y contestó Daniel: En verdad, ¡oh Dios!, te has
acordado de mí, pues no abandonas a los que te
aman.
39 Y levantándose, comió, y al instante el ángel de
Dios restituyó a Habacuc a su lugar.
El rey da gloria a Dios
40 Al día siguiente vino el rey a llorar a Daniel, y,
llegando al foso, miró y vio a Daniel sentado.
41 Entonces, levantando la voz, dijo: ¡Grande eres,
Señor, Dios de Daniel, y no hay otro fuera de ti!
42 Y le sacó del foso y arrojó en él a los causantes de
su condena, que al instante, en su presencia,
fueron devorados.
43 Entonces el rey dijo: Teman todos los moradores
de la tierra al Dios de Daniel, porque es el
verdadero salvador, que hace milagros y
maravillas en la tierra y ha librado a Daniel del
foso de los leones.
http://www.cristoraul.com/SPANISH/LaBiblia/AntiguoTestamento/Profetas/Daniel/X
IV.htm