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Anatomía de una epidemia

Todos los psicofármacos producen una anormalidad en el funcionamiento del cerebro,


de las vías neuronales del cerebro. Ni a un depresivo le falta serotonina ni un psicótico tiene
demasiada dopamina. Producimos un estado anormal ya que son drogas, para intentar
producir un cambio terapéutico, un estado anormal neuroquímico “mejor”.

Antidepresivos

En cuanto una neurona presináptica libera serotonina en la hendidura sináptica, debe


ser retirada rápidamente para que pueda concluir sucintamente la señal. Una enzima
metaboliza una pequeña cantidad; el resto se bombea hacia atrás, volviendo a la neurona
presináptica por el canal de transportador de serotonina (SERT). Los ISRS bloquean este
canal por lo que se acumula la serotonina en la sinapsis. Así, el cerebro activa un mecanismo
de retroalimentación. La neurona presináptica tiene autorreceptores en la membrana
terminal que controlan el nivel de serotonina en la sinapsis. Si los niveles de serotonina,
como ocurre, son demasiados altos se desconecta. Comienza a funcionar un bucle de
realimentación diseñado por la evolución para mantener el sistema en equilibrio.

A nivel presináptico, pasa a liberar en la sinapsis niveles de serotonina mucho más


inferiores. A nivel postsináptico, se estima que a las 4 semanas la densidad de los receptores
disminuye un 25 %, pero se estima que con el tratamiento crónico puede disminuir un 50 %
en algunas zonas cerebrales. Estas neuronas se insensibilizan al mensajero. El cerebro
responde pulsando el freno, es la resistencia sináptica.

Posteriormente, en las primeras semanas disminuyen el número de autorreceptores


lo que elimina la respuesta de realimentación y se atenúa el mensaje de desconecta la
máquina de serotonina. Las neuronas presinápticas comienzan a segregar de nuevo a una
velocidad normal e incluso cada vez más, al menos durante un tiempo que no se sabe
estimar. La vía serotoninérgica funciona de forma anormal.

Antipsicóticos

La mayoría de los antipsicóticos funcionan bloqueando del 70-90 % de todos los


receptores D2 del cerebro. Las neuronas presinápticas empiezan a bombear más dopamina y
las neuronas postsinápticas aumentan en un 30 % o más la densidad de sus receptores D2.
Es decir, intenta compensar así los efectos del fármaco.

Pero al cabo de unas 3 semanas el mecanismo de realimentación comienza a fallar, y


las presinápticas envían mensajes irregulares y se vuelven inactivas. Con el tiempo, liberan
menos dopamina y las postsinápticas tienen una densidad anormalmente elevada de esos
receptores.

Con el tiempo y el mantenimiento del fármaco, los canales de dopamina se hacen


disfuncionales a nivel límbico (empeoramiento de síntomas psicóticos, psicosis tardía),
ganglios basales (discinesias tardías) y prefrontal (deterioro cognitivo: desconexión
emocional, deterioro psicosocial, menos memoria y retención visual, menor capacidad
aprendizaje). Se atascan en ese estado hiperactivo. Se produce entonces,). La solución es
pautar el propio agente causal.

De forma general, para que se normalice la densidad de los receptores una vez se
suspende el fármaco hace falta el doble de tiempo aunque llega un momento en que se hace
irreversible el aumento.

Psicosis de hipersensibilidad Los fármacos mantenidos de forma crónica, nos vuelven


más vulnerables a desarrollar psicosis. Al aumentar los receptores postsinápticos se vuelven
más hipersensibles a la dopamina, así por ejemplo al suspender la medicación de golpe. En
este caso, el freno de la dopamina se suelta de golpe mientras sigue activado el acelerador.
Se puede sufrir psicosis (región límbica), tics extraños y otros trastornos motores (ganglios
basales).
Los siguientes fármacos fueron significativamente más efectivos que haloperidol. En
orden de efectividad: clozapina, perazina, sertindol, placebo, olanzapina, quetiapina,
asenapina, aripiprazol, tioridazina, amisulpride, iloperidona, brexpiprazol, paliperidona,
ziprasidona, risperidona, lurasidona, zotapina y  clorpromazina. 

Los niveles de prolactina elevados (de menor a mayor: 4·47–48·51) se asociaron


mayormente a olanzapina, asenapina, lurasidona, sertindol, haloperidol, amisulpride,
risperidona y paliperidona

Clozapina, amisulpride y olanzapina se asociaron significativamente a mayor reducción


de síntomas depresivos en comparación con el resto de antipsicóticos.

Clozapina, amisulpride, olanzapina y risperidona  se asociaron a una mayor disminución


de síntomas negativos en comparación con los demás.

Clozapina, amisulpride, olanzapina y risperidona se asociaron a mayor reducción de


síntomas tanto negativos como positivos. 

Se confirma la hipótesis de que los antipsicóticos difieren más en los efectos adversos
que en su efectividad.

Benzodiacepinas

El síndrome de abstinencia está relacionado con el tiempo que se ha usado el


fármaco, la potencia de este y la rapidez del proceso de reducción del consumo. Un mes o
dos no hay dificultades; pero una persona que lo haya tomado bastante tiempo quizá
necesite 1 o 2 años. A algunas personas le ocurre el síndrome de abstinencia prolongado, se
mantienen aquejados de niveles elevados de ansiedad durante muchos meses después de
haber dejado de tomarlas.

Al funcionar a través del GABA, amplifica la inhibición que este realiza sobre la
neurona. El cerebro reduce como respuesta su producción de GABA y disminuye la densidad
de sus receptores. Con el tiempo, el sistema de frenado del cerebro pasa a mantenerse en
un estado fisiológicamente deteriorado. Por lo que cuando se retira la pastilla el cerebro ya
no es capaz de inhibir la actividad neuronal y se activan sus neuronas a un ritmo atropellado.
Se debe hacer de forma gradual, pero a algunas personas que tienen síntomas de forma
crónica implica que ha habido una alteración estructural sobre estos receptores.

Metanfetaminas

Los fármacos metanfetamínicos actúan igual que la cocaína, pero el metilfenidato


desaparece mucho más lentamente de lo que lo hace la cocaína por lo que bloquea durante
más horas la recaptación de dopamina. Es decir, son inhibidores de la recaptación de
dopamina que a niveles terapéuticos lo hacen al 70 % El cerebro del niño como reacción
realiza adaptaciones.

La densidad de receptores en las postsinápticas disminuye y el cerebro segrega


menos dopamina a nivel presináptico. Por otra parte, las densidades del receptor de
serotonina y norepinefrina disminuyen y la producción de estas dos sustancias se altera
también.

A largo plazo, no se traduce en un éxito en los estudios. Estimula el rendimiento en


tareas rutinarias y repetitivas que exigen atención sostenida, pero no influye positivamente
en razonar, resolución de problemas y aprendizaje. De hecho, puede que influya
negativamente en funciones cognitivas complejas como la flexibilidad para la resolución de
problemas o pensamiento divergente.

0-2 años: Terapia vincular M/P e hijo

3-9 años: Terapia de juego

9-12 años: Juego reglado, dibujo

Más de 12 años: Psicoterapia individual o grupal

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