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1 Base de La Filosofia Cristiana
1 Base de La Filosofia Cristiana
Capítulo I Introducción
La palabra Filosofía viene del griego filos y sofía. Filos es un derivado del verbo
filein, que significa amar. Sofía quiere decir sabiduría. Por tanto, la Filosofía es el
amor a la sabiduría. En la antigüedad griega se llamó filósofo a todo aquél que
tenía afición o tendencia a los conocimientos más profundos acerca de la
naturaleza, el hombre y Dios.
La filosofía se preocupa por toda la realidad, su interés abarca todo cuanto existe o
puede existir. En cambio, las demás ciencias sólo se ocupan de terrenos limitados,
se refieren con exclusividad a cierto grupo de seres. Debido a esto, son llamadas
ciencias particulares.
La filosofía estudia todas las cosas, toda la realidad, todo ente (ente es todo lo que
existe o puede llegar a existir), tanto lo material como lo espiritual, lo orgánico
como lo inorgánico, lo mental y lo extramental, los seres naturales y los seres
creados por el hombre (artefactos, cultura, etc). A diferencia de las ciencias
particulares, que estudian las explicaciones inmediatas o causas directas de las
cosas, la Filosofía sólo se interesa por las causas supremas o explicaciones últimas
y definitivas de la realidad.
También puede ser traducido este pasaje de la siguiente manera: "Mirad que no os
tomen cautivos por una filosofía hueca y engañosa, que depende en tradición
humana y los principios elementales de este mundo en vez de en Cristo."
Observemos en primer lugar que la Biblia dice: "No os tomen cautivos por una
filosofía hueca" (Col. 2:8), sino "sean cautivados por Cristo" (2 Cor. 10:5). Es
claro que cuando habla de filosofía hueca está hablando de una filosofía que no
tiene substancia, que no ofrece consistencia, una filosofía que no puede resistir
ninguna clase de examen sin quedar expuesta. En segundo lugar, encontramos
"filosofía hueca . . . que depende en tradición humana y los principios elementales
de este mundo en vez de en Cristo." Esto nos aclara que no está en contra de toda
filosofía, sino de aquella que sigue la tradición humana en vez de a Cristo.
VI La Gracia Común
Como seguidores de Cristo, nosotros trabajamos en dos comunidades. Primero,
interactuamos con los seres humanos en general. En la esfera de la gracia común,
compartimos muchas cosas con otra gente, a pesar de nuestras diferencias en
convicciones religiosas. Vivimos en el mismo mundo físico, compartimos muchos
ideales culturales y trabajamos juntos hacia metas comunes. Aunque no debemos
ser presa de la corriente pecaminosa de este mundo, estamos involucrados con el
resto de la raza humana.
La mayoría de nosotros reconoce la necesidad de interactuar con la humanidad en
general. Raras veces averiguamos las convicciones religiosas del mecánico
automotriz. Sencillamente lo llamamos si tiene la reputación de ser honesto y
trabajador. El exterminador de plagas no tiene que ser cristiano. No pedimos hablar
con un policía cristiano cuando hablamos a la estación de policía. En la vida diaria
constantemente dependemos de personas que no comparten nuestras creencias. Por
lo tanto, no nos debe sorprender el que debamos interactuar también con
inconversos en el estudio de la realidad. Hombres y mujeres que no profesan fe en
Cristo, han hecho trabajos importantes en muchas áreas relacionadas con estos
estudios. Pero ¿Cómo es que los no Cristianos pueden tener ideas importantes
acerca de este asunto? ¿No están acaso desprovistos del Espíritu Santo quien es
esencial para la interpretación? Para responder a estas preguntas, debemos darnos
cuenta de que la Biblia presenta un perfil bipolar de los no creyentes. A veces la
Escritura los describe en términos de su sistema de incredulidad, sus lealtades
básicas y sus tendencias. Otras veces, la Escritura los representa en términos de sus
estilos de vida reales.
Por un lado, en sus advertencias a los Colosenses, Pablo revela la convicción
fundamental de los no cristianos: "Mirad que nadie os engañe por medio de
filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los
rudimentos del mundo, y no según Cristo" (Colosenses 2:8). Los incrédulos tienen
una lealtad básica a la tradición humana, o autonomía humana. Está lealtad básica
moldea la manera en que ellos piensan, actúan y sienten acerca de todas las cosas.
Ellos suprimen la verdad de la revelación general (Romanos 1:18); aman las
tinieblas y odian la luz (Juan 3:19); su entendimiento se ha envanecido y
entenebrecido (Efesios 4:17-18). Los efectos del pecado alcanzan aun los procesos
de pensamiento. En principio, la rebelión de los incrédulos en contra de Dios
remueve toda esperanza de entendimiento verdadero de Dios, del mundo y de la
humanidad. Mientras más consistentemente se adhieran a la autonomía humana,
más vanos y sin valor son sus esfuerzos.
Sin embargo, por otro lado, Dios no abandona a los incrédulos a su propia suerte.
En la gracia común El restringe sus intentos de vivir consistentemente en rechazo
de Cristo. Los no cristianos viven inconsistemente con sus convicciones básicas y
reflejan su carácter como imagen de Dios. Tal como Pablo dijo: "Porque cuando
los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos,
aunque no tengan ley, son ley para sí mismos" (Romanos 2:14). Todo incrédulo no
cumple totalmente su convicción hacia la autonomía humana. En cierto grado o en
otro, ellos consciente o inconscientemente se basan en "capital prestado", es decir,
puntos de vista y creencias importantes que sólo tienen sentido desde un punto de
vista cristiano. Estas inconsistencias son el resultado de las operaciones comunes,
no redentoras del Espíritu. Es por eso que los paganos gracias a la gracia común
pueden tener atisbos de la naturaleza de la realidad.
Los evangélicos se van a los extremos al considerar el trabajo de los incrédulos con
la Biblia. Por un lado, algunos de nosotros tenemos tanto miedo de sus ideas falsas
que evitamos todos sus comentarios y escritos teológicos. "Esos escritores no son
cristianos" decimos. "¡Manténte alejado de ellos!" Pero esto niega las obras
comunes del Espíritu. Consideremos el consejo de Calvino: "Si consideramos al
Espíritu de Dios como la única fuente de verdad, no debemos ni rechazar la verdad
en sí misma, ni despreciarla en dondequiera que aparezca, a menos que deseemos
deshonrar al Espíritu de Dios."
Por otro lado, sin embargo, algunos evangélicos olvidan que las lealtades básicas y
las convicciones religiosas hacen una marcada diferencia en la interpretación. Ellos
manejan las opiniones de incrédulos con muy poco examen minucioso. Pero las
predisposiciones del intérprete, especialmente su condición espiritual, influyen
profundamente sus interpretaciones. Nunca debemos olvidar que la adherencia a la
autonomía humana corrompe el trabajo de los incrédulos con la descripción de la
realidad.
Ninguno de estos dos extremos es apropiado. Debemos reconocer las aportaciones
valiosas de los incrédulos sin ignorar los peligros de sus puntos de vista. El
interactuar con incrédulos es como excavar buscando oro. "Pepitas" de
conocimientos valiosos están mezcladas con toneladas de lodo y piedras
inservibles. No debemos ser engañados por oro falso, pero tampoco debemos ser
tan tontos para pasar por alto oro genuino, sin importar donde lo encontremos.
En 2 Corintios 10:5 leemos que el deber del cristiano es llevar todo pensamiento a
la obediencia a Cristo. La persona redimida hace esto. El papel profético del pastor
es mostrar la distinción entre la mente de Cristo y la mala mente del mundo. Sólo
Dios está fuera de la influencia de un marco conceptual. Sólo él nos da una
verdadera opinión descriptiva de las cosas. La filosofía cristiana es un intento de
tener una verdadera descripción de la realidad. Tratemos de tener la mente de
Cristo para que podamos distinguir entre la mente de Cristo y la mente del mundo.
El estudio de la filosofía cristiana es indispensable si queremos vivir bien y tomar
las decisiones correctas. Vale la pena el esfuerzo.
IV. Estoicismo
Zenón de Citio y Epicteto fueron los principales representantes de esta escuela
filosófica cuyo nombre se deriva de una palabra griega que significa pórtico,
porque Zenón enseñaba bajo uno.
Los estoicos negaban la posibilidad de la suerte o el libre albedrío. todo ocurría
necesariamente. La libertad es sólo una ilusión. No hay nada que una persona
pueda hacer por alterar su futuro; no hay manera de evadir tu destino.
Todos los hombres están determinados por el logos (fuerza o razón universal
impersonal). Todos los eventos están determinados por el orden del universo, todo
ocurre de acuerdo a lo planeado. Por lo tanto, para los estoicos la palabra clave es
la apatía (ausencia de pasiones o emociones). La persona buena es aquella que sabe
que no puede cambiar su destino y en lugar de pelear contra él, lo acepta con
tranquilidad. Su propósito es vivir de acuerdo con la naturaleza, aceptando la
voluntad de su dios impersonal. La persona verdaderamente virtuosa elimina toda
pasión y emoción de su vida hasta que llega un punto en el que nada le afecta.
En resumen, un estoico es una persona que vive en un universo materialista
controlado por una razón impersonal. Es un esclavo de su destino que aprende el
secreto de la única vida buena posible: eliminar las emociones de tu vida y aceptar
lo que el destino de traiga.
V. Gnosticismo
La palabra Gnóstico viene de la palabra griega gnosis, que significa conocimiento.
Los gnósticos pretendían tener un conocimiento esotérico o secreto especial que les
ganaba la salvación. Podía llegar a tenerlo solamente el segmento de la humanidad
que era "pneumática" o espiritual. Solamente ellos eran llevados de regreso
inevitablemente al reino de la luz del Dios supremo. Había una segunda clase de
hombres, los que eran solamente "psíquicos" y no podían ir más allá de la fe. Una
tercera clase representaba a la abrumadora masa de la especie humana. Ellos eran
los "hílicos" personas que estaban sujetos a la materia. Este era uno de los peores
rasgos del gnosticismo, la elevación de un número limitado a una clase
especialmente privilegiada, y la consignación de la mayoría absoluta de la
humanidad a una destrucción de la cual no podía ser redimida.
Consideraban que la materia era mala y por lo tanto, Jesús no pudo haber tenido en
realidad un cuerpo sino que sólo tuvo la apariencia de tener un cuerpo
(Docetismo). El Cristo histórico era sólo un hombre, pero era poseído por el Cristo
celestial que era el más brillante de todos los aeones. Este Cristo celestial actuó en
el hombre Jesús, pero nunca se encarnó. El Cristo celestial regresó al cielo antes de
la crucifixión de tal manera que fue solamente un hombre el que murió en la cruz.
Es curioso, pero el calvinismo, precisamente por su énfasis en la educación y el
conocimiento, tiene una fuerte tendencia hacia el gnosticismo. Algunas veces,
parece que si no aprendes ya no puedes alcanzar la salvación y ésta se vuelve
propiedad de los intelectuales. Pero Pablo advierte contra los peligros de pensar de
esta manera, pues entiende que el Gnosticismo está equivocado. Aunque nadie
negar el hecho de que el evangelio posee un contenido que debe ser entendido y
aprendido, no es por conocer que uno alcanza la salvación, sino por depositar su
confianza en la obra salvífica de Cristo efectuada en la cruz.
VI. Hedonismo
Los hedonistas proponen el placer (en griego hedoné) como valor supremo y al
cual se han de subordinar todos los demás. La regla práctica es pues: "Procura el
máximo de placer, con el mínimo de dolor." Sus principales exponentes fueron
Epicúreo y Lucrecio.
Los hedonistas proponían el placer con el estándar del bien, pero que no todos los
placeres tienen el mismo valor. Ellos distinguían entre los placeres del cuerpo y de
la mente. También diferenciaban los placeres de acuerdo a su intensidad y
duración. Ellos concluían que los placeres más intensos eran transitorios y que
generalmente los placeres del cuerpo a la larga producen dolor. Aconsejaban
buscar los placeres de la mente que no son tan intensos son los más durables.
Aun cuando Epicúreo nunca proclamó el libertinaje, de hecho el hedonismo, en la
práctica, es el modo de vida más corriente entre el común de la gente, cuyo ideal
consiste en gozar el máximo de placeres, apartándose del dolor.
VII. Escepticismo
El escepticismo consiste en la duda acerca de todo. El escéptico prefiere abstenerse
de juzgar, oscila entre la afirmación y la negación.
Un escéptico no puede argumentar nada, pues, con eso, automáticamente se
traicionaría. Argumentar significa proponer alguna verdad con razones, y eso es
justamente lo que rechaza el escéptico: que podamos alcanzar la verdad.
Los escépticos notaban que los hombres que buscan la verdad pueden ser
clasificados en tres grupos. Primero, aquellos que piensan que han encontrado la
verdad (los dogmáticos); segundo, los que confiesan que no la han encontrado y
declaran que no puede ser hallada (también los consideraban dogmáticos);
finalmente, aquellos que se mantienen en la búsqueda de la verdad (los escépticos).
El escepticismo no es la negación de la posibilidad de encontrar la verdad ni es la
negación de los aspectos básicos de la experiencia humana, sino es un proceso
continuo de búsqueda en la que cada experiencia es cuestionada. En resumen, el
escéptico no puede estar seguro de nada.
VIII. Eclecticismo.
El eclecticismo consiste en conservar una postura abierta a todas las influencias, de
tal manera que, por principio, se evite la actitud cerrada ante ciertos autores y
corrientes filosóficas. El ecléctico sabe que la verdad puede ser poseída por todo
filósofo, y, por lo tanto, analiza y escoge las tesis que adoptará, entre los tantos
pensadores estudiados.
Por otro lado, el ecléctico puede ser la persona que sin ninguna unidad,
estructuración, o espíritu crítico, se dedica a estudiar y a mezclar cuantas corrientes
diversas va encontrando en los libros. Al final se halla en posesión de un cúmulo
de teorías sin organización ni coherencia interna. Históricamente se suele decir que
Marco Tulio Cicerón (106- 43 a. de C.) fue un típico caso de eclecticismo. De él se
comenta que "sería más filósofo si hubiera leído menos, y meditado más."
Dios
Para Agustín Dios es el ser supremo; no existe alguien más excelente o sublime
que él. Dios es el ser perfecto, lo cual significa que su existencia depende de él
mismo, es inmutable y eterno. Dios es descrito como ser puro, sugiriendo con ello
que en Dios no hay cambio de "no-ser" a "ser" o de "ser" a "no-ser".
Creación
La doctrina distintiva de Agustín fue que Dios creó todas las cosas ex nihilo, de la
nada. Agustín enfatizó que el mundo es el producto de los actos libres de Dios, por
medio de los cuales el hizo de la nada todas las cosas que componen el mundo.
Todas las cosas, entonces, deben su existencia a Dios. Sin embargo, existe una
gran diferencia entre Dios y las cosas que él creó. Agustín dice que Dios dio el ser
a cosas que no existían antes. Dios no pudo haber creado de una materia existente
porque la materia, aun en una forma primitiva, ya sería algo. Todo, aun la materia,
es el producto de la obra creativa de Dios. Agustín rechazó la noción de que
cualquier cosa en el orden de la creación puede ser intrínsecamente malo, pues
todo ha sido creado por la bondad de Dios.
Libre Albedrío
El hombre debe escoger entre volverse hacia a Dios o alejarse de él. El es libre.
Cualquier cosa que el hombre escoge lo hace con la esperanza de encontrar la
felicidad. El es capaz de dirigir sus afectos exclusivamente hacia cosas finitas,
personas o él mismo y se aleja de Dios. Agustín dice que "este alejarse no es algo
forzado sino voluntario". El mal o el pecado es un producto de la voluntad. A pesar
del hecho del pecado original, todos los hombres todavía poseen la libertad de su
voluntad. Esta libertad (liberum) de la voluntad no es lo mismo que la libertad
espiritual (libertas), porque la verdadera libertad espiritual ya no es posible en su
totalidad en esta vida. El hombre utiliza ahora su libertad para escoger el mal; pero
aun cuando el hombre escoge correctamente, no posee el poder espiritual para
hacer el bien que ha escogido. El tiene que ser ayudado por la gracia de Dios.
Mientras que el mal es causado por un acto de libre voluntad, la virtud, por el otro
lado, es el producto no de la voluntad libre del hombre sino de la gracia de Dios.
La ciudad de Dios
La raza humana puede ser dividida en aquellos que aman a Dios aquellos se aman
a sí mismos. Aquellos que aman a Dios, Agustín los llama la ciudad de Dios;
aquellos que se aman a sí mismos él les llama la ciudad del mundo. Esta división
no es idéntica con la división iglesia - estado.
Con Agustín la idea de la providencia divina hace su aparición en la Filosofía. Los
filósofos griegos habían sostenido el concepto de Dios demasiado trascendente,
que no se ocupa de los hechos humanos. Para Agustín, en cambio, Dios ordena los
hechos históricos hacia el triunfo final de su reino. La historia presente está
involucrada entre la tensión de la ciudad del mundo y la ciudad de Dios. Pero hay
que recordar que nada pasa sin estar sujeto a la providencia de Dios.
II. San Anselmo (1033-1109)
Anselmo no estaba tratando de descubrir la verdad acerca de Dios a través de la
razón exclusivamente, sino que quería emplear su razón para entender lo que ya
creía. Su método por lo tanto era la fe buscando entender; "No busco entender para
poder creer, sino que creo para poder entender." Dejó bien en claro que su empeño
en demostrar la existencia de Dios no podía ni siquiera empezar a menos que él
tuviera de antemano la creencia en Su existencia. La mente humana no puede
penetrar la profundidad de Dios. El decía: "Deseo sólo comprender un poco la
verdad que mi corazón cree y ama."
El Argumento Ontológico
Antes de presentar el argumento ontológico de la existencia de Dios, Anselmo pide
a sus lectores que "entren a los compartimentos internos de sus mentes y alejen
todas las cosas, excepto a Dios y cualquier cosa que pueda ayudarte en la búsqueda
de Dios". Claramente podemos ver que Anselmo está seguro de la existencia de
Dios antes de empezar su búsqueda. El decía: "A menos que crea, no entenderé."
Su argumento va de la siguiente manera. Anselmo dice, nosotros creemos que Dios
es el ser más grande que puede ser concebido. Es posible concebir tal ser en el
intelecto. Es más grande existir en la realidad que en el intelecto, por lo tanto, Dios
tiene que existir.
En el mismo escrito, un poco más adelante, Anselmo desarrolla lo que ha venido a
conocerse como el "argumento de necesidad". El dice: Dios es eso del que nada
más grande puede ser concebido. Es posible concebir un ser que no exista. Tal ser
no es el más grande que pueda ser concebido. Un ser que no pueda ser concebido
como "no-existente" es más grande que uno que pueda ser concebido como "no-
existente". El ser más grande que uno pudiera concebir, tendría necesariamente que
existir. Es necesario que observemos que para que esta prueba funcione se requiere
que Dios sea eso que nada más grande pueda ser concebido.
Fe y Razón
Aquino notaba diferencias específicas entre la Filosofía y la Teología, entre la fe y
la razón. La Filosofía comienza con los objetos captados por la experiencia y la
razón luego trabaja para forjar los principios hasta llegar hasta el concepto de Dios.
Por el otro lado, la Teología comienza con una fe en Dios e interpreta todas las
cosas como creación de Dios. Encontramos, pues una diferencia metodológica.
Mientras que el filósofo llega a sus conclusiones a partir de sus descripciones
racionales de la realidad, el teólogo respalda sus demostraciones en la autoridad de
las verdades reveladas. La Teología y la Filosofía no se contradicen, pero no todo
lo tratado en filosofía es importante para los fines religiosos del hombre. La
Teología estudia lo que el hombre necesita saber para ser salvo por medio de la
revelación. Algunas verdades de la revelación jamás hubieran podido ser
descubiertas sólo por medio de la razón, en tanto que otros elementos de la verdad
revelada pudieron haber sido descubiertos con tan solo la razón, pero fueron
reveladas para asegurar el que fueran conocidas. Por esta razón, existe cierto
traslape entre la Filosofía y la Teología. Sin embargo, casi en su totalidad la
Filosofía y la Teología son dos disciplinas separadas e independientes.
Dondequiera que la razón sea capaz de conocer algo, la fe, estrictamente hablando,
es innecesaria; y lo que la fe conoce únicamente a través de la revelación no puede
ser conocido sólo por medio de la razón natural.
El Hombre
Aquino tenía una concepción particular del hombre. El hombre es una substancia
física. Aquino insistía en mantener la unidad de la naturaleza humana. El alma del
hombre depende del cuerpo y el cuerpo del alma. El hombre es la unidad del
cuerpo y el alma. Sin el alma, el cuerpo no tiene "forma". Sin el cuerpo, el alma no
tendría sus órganos de sensación que requiere para conocer. Como substancia
física, el hombre está compuesto de alma y cuerpo. Los ángeles son inteligencia
pura y no tienen cuerpo, pero aunque el hombre también es una criatura racional,
su atributo especial es el existir y funcionar como hombre sólo cuando su alma y
cuerpo están unidos.
Capítulo 4 Epistemología
I. Racionalismo
Racionalismo significa literalmente filosofía de la razón. El racionalismo es una
postura epistemológica que trabaja preferentemente con la razón o con la
inteligencia, con el pensamiento y con conceptos para explicar el origen del
conocimiento humano. La esencia del racionalismo puede ser expresada así:
"Algunos conocimientos humanos no surgen de la experiencia sensorial."
A. Descartes (1596-1650)
René Descartes ha sido el más famoso genio del siglo XVII. Con él se coloca en la
Historia una primera piedra divisoria, con respecto al pensamiento antiguo y
medieval, y por eso se le suele llamar el "Padre de la Filosofía Moderna". Su idea
central es la creación de un sistema filosófico completamente incuestionable, libre
de las críticas de los pensadores subsecuentes y perfectamente garantizado en su
verdad y en su orden lógico, similarmente a lo que sucedía en las Matemáticas,
edificio mental sólidamente estructurado e inmune a las simples opiniones de
cualquier profano en la materia.
La duda Metódica.
Una vez establecido el método a seguir, Descartes se propone edificar una
Filosofía perfectamente estructurada, al modo de las ciencias matemáticas. Para
ello será necesario partir de una verdad absolutamente indubitable, y de la cual se
pueda derivar todo el edificio filosófico.
Para encontrar esa primera verdad, es preciso borrar, con anterioridad, todo
conocimiento que no esté debidamente fundamentado. Por lo tanto, hay que hacer
caso omiso, o mejor, dudar, de todo lo que percibimos por los sentidos y de todos
los conocimientos científicos.
La duda de que propone Descartes tiene como finalidad la fundamentación de la
nueva Filosofía sobre bases indubitables. Por lo tanto, no se trata de una duda
escéptica, en donde el fin es dudar por dudar. Es una duda metódica, puesta
solamente como un método o medio, para llegar a un principio completamente
evidente.
Sin embargo, Descartes insiste demasiado en los motivos para dudar. Finge la
hipótesis del "genio maligno". Supongamos, dice, que hay un espíritu malévolo
que está especialmente dedicado a inducirnos al error y ala ilusión de la verdad. Y
por otro lado, es un hecho que hemos caído en errores, sin darnos cuenta de ellos.
Y por último, ¿Cómo podríamos cerciorarnos de que lo que sucede ahora no es un
sueño?
En estas condiciones, Descartes se lanza a la búsqueda de su primer principio. El
reflexiona "Puedo dudar de todo menos del hecho de que estoy dudando." Si dudo
es que pienso, y si pienso, es que existo. De este modo llega a lo que parece su
primer principio fundamental: "Pienso, luego existo" (Cogito ergo sum). Todo el
mundo puede dudar sobre lo que quiera, pero no podrá dudar de su propia
existencia. Si duda, es que piensa, y si piensa, es que existe. Descartes pretende
erigir sobre esta verdad todo el cuerpo de verdades filosóficas. Su principio
funcionará a la manera de los axiomas de las ciencias matemáticas.
Dios
Descartes trata de probar la existencia de Dios basándose solamente en su
consciencia racional de su propia existencia y pensamientos internos. En resumen
podríamos resumir sus argumentos así:
1. Tengo una idea de un Dios infinito
2. Puesto que soy finito, no pude haber creado esta idea yo mismo.
3. Para cualquier efecto, la causa que lo produce debe ser tan real como el efecto
mismo.
4. Por lo tanto, la idea de un infinito tiene que ser causada por un ser infinito.
B. Spinoza (1632-1677)
El sistema de Spinoza, plenamente deductivo, es un descenso a las cualidades de
este mundo y del hombre, a partir de la intuición de una sola substancia infinita,
perfecta, que es Dios. En esa intuición se tiene ya todo el conocimiento posible.
Basta analizar ordenadamente el contenido de ese objeto infinito, y con eso se tiene
acceso a toda la realidad.
Mientras que Santo Tomás parte del mundo para llegar a Dios, y Descartes parte
del yo para llegar a Dios, Spinoza inicia la marcha directamente a partir de la
substancia divina. Spinoza afirma que existe una sola substancia, la divina, y todos
los entes que captamos como diferentes a ella, tan sólo son aspectos diferentes de
la misma substancia. Por lo tanto, no hay necesidad de explicar la comunicación de
substancias, puesto que todo es inmanente a una sola substancia, infinita, eterna,
perfecta. El hombre es también una manifestación de la substancia divina.
De esta perspectiva se infiere que no hay un auténtico libre albedrío en el hombre,
pues todo está rigurosamente determinado dentro de la substancia única. Lo que
llamamos libertad, no es sino la "necesidad comprendida". Un hombre capta las
leyes que lo rigen, las asimila, y entonces es libre. En cambio, el libre albedrío,
como poder de autodeterminación, es una pura ilusión, dice Spinoza, debido a la
ignorancia de las causas que nos mueven.
El fin de la Ética no es, por lo tanto, lograr que el hombre libremente escoja el
Bien, no es una ciencia práctica. Es una ciencia teórica que describe cómo es la
felicidad humana. La felicidad humana se logra cuando por medio de la intuición
disolvemos nuestra propia persona en el seno de la substancia divina, con una
conciencia de eternidad.
II. Empirismo
El Empirismo es la postura epistemológica que se resume así: "Todo conocimiento
humano surge de la experiencia sensorial." Los empiristas clásicos ilustraban su
postura diciendo que al nacer la mente humana es una tabula rasa, una mesa vacía.
Al nacer, la mente humana es como un pizarrón en totalmente en blanco. Es decir,
los seres humanos no nacen con ninguna idea o conocimiento innatos. A medida
que los seres humanos crecen y se desarrollan, los sentidos surten a la mente con
un creciente montículo de información.
A. Bacon (1561-1626)
Francis Bacon es el promotor del empirismo, que luego se continúa en Locke y
Hume. La idea central de Bacon es la crítica contra el silogismo y la apología de la
inducción.
Bacon proclama al método inductivo como la clave para hacer progresar a las
ciencias. Para construir la ciencia se debe proceder a base de experimentación, con
el fin de observar las causs de los fenómenos, y poder dominar a la misma
naturaleza. Para dominarla, primero hay que se dócil a ella.
B. Locke (1632-1704)
John Locke se dio a la tarea de investigar el origen, la certeza y la extensión del
conocimiento humano. El asumía que si podía describir de qué consiste el
conocimiento y cómo se obtiene, el podría determinar los limites del conocimiento
y decidir qué constituye certidumbre intelectual. Su conclusión fue que el
conocimiento se circunscribe a ideas, no las ideas o formas platónicas, sino las
ideas que son generadas por los objetos por medio de la experiencia. El origen de
las ideas es la experiencia, y la experiencia tiene dos formas, la sensación y la
reflexión. Sin excepción, entonces, todas nuestras ideas vienen por medio de
nuestros sentidos, a través de los cuales experimentamos el mundo externo, para
después reflexionar sobre ellas, lo cual constituye una experiencia interna. Lo que
Locke quería dejar claro es que no podemos tener experiencia de reflexión sin
haber tenido experiencia de sensación. Esto significa la mente de cada persona en
el principio es como una hoja de papel en blanco sobre la cual sólo la experiencia
puede subsecuentemente escribir conocimiento.
Locke rechazó la teoría de las ideas innatas. Para él esta doctrina era superflua
porque no aportaba nada que él no pudiera explicar en términos del origen
empírico de las ideas. Queda, pues, la experiencia (externa o interna) como la
fuente exclusiva de nuestros conocimientos. De aquí surge la regla de oro del
empirismo: Sólo es válido aquel conocimiento que esté debidamente apoyado en
una experiencia sensible.
C. Hume (1711-1776)
David Hume atacó lo supremacía de la razón humana tratando de demostrar que
ésta tiene límites definidos. Todos los que intentan llevar la razón humana más allá
de los límites llegan a caer en absurdos y contradicciones. Los Filósofos habían
sido demasiado optimistas al evaluar los poderes de la razón humana. La mayoría
de las cosas importantes que pensamos conocer, en realidad no las conocemos.
Nuestras creencias más importantes las tenemos debido al hábito, instinto y la
costumbre. Una especie de fuerza irracional nos compele a aceptar estas creencias.
Los juicios morales no se apoyan en la razón sino en la naturaleza no-racional del
ser humano.
La naturaleza, el instinto y el sentido común nos llevan a creer en la existencia del
mundo externo. De acuerdo con Hume, debemos ignorar los argumentos
racionalistas y confiar a nuestro instinto. El conocimiento especulativo sobre temas
de metafísica, teología y ética deben ser evitados. Tales temas deben ser aceptados
basándose en la fe, no en el conocimiento.
Hume creía en la existencia de una mente divina que era la responsable del orden
del universo. Pero el creía que no es posible conocer algo acerca de Dios, aunque
es totalmente natural el tener fe de que Dios existe. De hecho, la misma naturaleza
que nos compele a creer en muchas cosas nos lleva a creer en la existencia de Dios.
Pero la naturaleza no nos compele a ir más allá de una creencia en la existencia de
Dios y aceptar las declaraciones teológicas que los ortodoxos añaden a esta
creencia básica. Estas declaraciones deben ser rechazadas porque van más allá de
los límites de la razón humana.
Resumiendo, la meta de Hume con respecto a su discusión religiosa era demostrar
que la razón es impotente de convencer a alguien de la declaraciones religiosas. Su
preferencia personal parece ser el tener una fe no-racional en un dios que no puede
ser demostrado por la razón, la revelación, los milagros o cualquier tipo de
evidencia.
Hume, entonces, creó una especie de abismo. El abismo se forma cuando el
rechaza la posibilidad de conocimiento racional de Dios y el objeto de la fe
religiosa. Hume basaba la creencia en Dios en la naturaleza no-racional del
hombre. Como Kant, Hume estaba negando el conocimiento para dejar lugar a la
fe. Tanto para Hume como para Kant, la fe y el conocimiento no tienen nada en
común.
Algo parecido a lo que Hume proponía se está infiltrando en muchas iglesias
cristianas. Esto es evidente en el desprecio a los Credos, en la búsqueda de Dios a
través del emocionalismo dependiendo de una experiencia mística. Hume se
sentiría cómodo en muchas iglesias, en las que la verdad de Jesucristo se
reemplaza con una charla de lo bonito que es tener una experiencia con un dios del
que nada definitivo puede conocerse.
B. Marx (1818-1883)
La doctrina de Carlos Marx es un materialismo dialéctico. Y con ello en la base es
como se han originado las revoluciones comunistas. Sin embargo, el comunismo
ruso fue una interpretación de aquel marxismo, asimilado a las teorías de Engels y
pasado por el matiz de Lenin. Es tema de serias discusiones si acaso el comunismo
ruso fue fiel al espíritu marxista.
El Materialismo
El punto de partida del materialismo marxista es la pregunta: "¿Qué es primero, la
materia o el espíritu?" Engels analiza las dos respuestas posibles. Si se dice que el
espíritu es primero, y que la materia es producto del espíritu, tenemos la base de la
Filosofía idealista, como la de Hegel o como el cristianismo. Si se responde que la
materia es lo primero, y que el espíritu es un producto (refinado) de la materia,
tenemos entonces la base del materialismo. La Historia de la Filosofía, es una
lucha entre estas dos radicales posturas.
Claro está que los marxistas no niegan el pensamiento, la cultura, la belleza y la
inteligencia, pero todo lo espiritual es un derivado de la materia. En realidad, el ser
se reduce a materia. La materia es el ser objetivo, que existe independientemente
de la conciencia, se capta por los sentidos y produce nuestros conocimientos. La
conciencia y el pensamiento son calificados como inmateriales; pero en el fondo,
constituyen una propiedad y un producto de la materia. Esta reducción de todo el
ser a la calidad de materia, es la teoría monista del marxismo.
Lo que sí debe rechazarse desde el principio, es la teoría idealista que postula la
existencia de un espíritu puro (Dios) que es el creador de todo cuanto existe (la
materia). El materialismo se opone resueltamente a esa tesis, y sentencia así: No es
Dios quien ha creado a la materia, sino que es el cerebro humano (materia) el que
ha creado la idea de Dios.
Naturalmente, el enfoque propio de los marxistas, alrededor del materialismo, es su
aplicación a las cuestiones económicas. El materialismo es estudiado
principalmente como una teoría base y la raíz de las superestructuras culturales e
ideológicas, como la ciencia, la filosofía, la moral, la religión, la política y el arte.
Una persona, una sociedad, una clase, y un época poseen superestructuras que
dependen fundamentalmente de las condiciones imperantes de producción
económica (estructura). Una vez más, la estructura material es la que origina la
superestructura ideológica. Los descontentos y revoluciones sociales dependen de
la velocidad de evolución y desfasamiento de la estructura en relación con sus
correspondientes superestructuras.
La dialéctica
La influencia de Hegel sobre Marx se deja ver, sobre todo, en el método dialéctico,
que utiliza éste como ley fundamental del devenir de la materia.
El materialismo de Marx es diferente a los antiguos materialismos, porque éstos
son estáticos y mecanicistas, y el de Marx es dinámico y evolutivo, es decir,
considera a la materia en continuo devenir.
Con su postura dialéctica, los marxistas pretenden oponerse a todas aquellas teorías
"metafísicas", que habían considerado a la realidad de modo estático. Las
definiciones de esencias son fijas, y con eso matan lo más íntimo de la materia, que
es el cambio.
La dialéctica es la ley del cambio de la realidad, y esta evolución tiene lugar de
acuerdo con las tres etapas hegelianas que son: tesis, antítesis y síntesis. Una
primera etapa de cualquier proceso evolutivo recibe el nombre de tesis, pero allí
mismo está contenido un contrario, que poco después se manifiesta con mayor
énfasis: tenemos pues, la antítesis; enseguida, la lucha de esos dos contrarios
provoca una tercera etapa, que es la síntesis, o "negación de la negación".
La aplicación más importante de estas etapas dialécticas está en la interpretación
del devenir histórico como una continua lucha de clases. La sociedad siempre ha
tenido clases sociales en pugna; según predomina una u otra, tenemos la tesis y la
antítesis. La lucha armada acelera el proceso evolutivo, y se logra la síntesis. El
motor de la Historia es la lucha de clases. Como puede notarse, a partir de aquí la
justificación de la revolución resulta sumamente fácil.
La Alienación Religiosa
El marxismo pretende salvar al hombre de las alienaciones que sufre. Una
alienación, en general, es lo mismo que una enajenación, o supresión de algún
aspecto de la personalidad humana.
Uno de los ideales marxistas consiste, pues, en suprimir las alienaciones, es decir,
lograr que el hombre viva de acuerdo con el nivel que le corresponde como
hombre, sin las explotaciones, opresiones y tiranías a que ha sido sometido a lo
largo de la historia.
Entre estas alienaciones tiene lugar importante la alienación religiosa, que según el
marxismo, consiste en la elaboración mental de la idea de Dios a partir de lo mejor
que tiene el hombre, para luego "hipostasiar" dicha idea, es decir, conferirle
existencia real, y enseguida, vivir sometido a la pseudolegislación originada en tal
Dios, cuya existencia se cree real y verdadera. En una palabra, la religión es una
alienación porque el hombre se somete a leyes procedentes de un ser quimérico.
Entre religión y superstición no hay apenas diferencia. La religión es un producto
de la actividad psíquica del hombre en la que hombre se vacía de sí mismo, y adora
y obedece al Dios creado por la proyección psíquica de dicha esencia. La miseria
espiritual del mundo terminará cuando la religión desaparezca.
Pero todavía hay más: "La religión es el opio de los pueblos"; lo cual significa que,
si se ha propagado tanto la religión, y especialmente entre las clases trabajadoras,
es debido al consuelo que suele proporcionarles en medio de sus penalidades,
prometiéndoles una felicidad eterna, "en la otra vida", a cambio de resignación y
mansedumbre en esta vida.
El marxismo prosigue insistiendo en que no es extraño que el capitalista está
interesado en la propagación de tal religión entre sus obreros; de esta manera logra
sus fines con mayor presteza, pues la explotación que ejerce sobre ellos no tiene,
así peligro de reaccionar en su contra. La religión es como un sedante, que pacifica
y logra hacer el sufrimiento sin violencias ni reclamaciones. Es necesario, pues,
quitar la alienación religiosa.
La Alienación Económica
La propaganda comunista comienza, generalmente, delatando la explotación de
que son objeto los trabajadores, por parte de los capitalistas. Esa explotación, por
lo cual el trabajador es menospreciado en sus derechos, y obligado a vivir
materialmente en un nivel infrahumano, es la alienación económica.
En la base de esta alienación está toda una teoría sobre el valor económico. Según
Marx, el precio de una mercancía está medido en función del trabajo humano allí
plasmado. De acuerdo con "las horas de trabajo socialmente requerido" para
elaborar un artículo, es como se debe fijar el precio del mismo.
Ahora bien, el trabajador es el dueño natural de ese artículo que ha elaborado. Pero
en el sistema capitalista, el trabajador es quien no posee nada; recibe un salario de
hambre, quedando el producto en poder del empresario, quien lo vende con un
precio que incluye una plusvalía, o utilidad del capitalista, es decir, un salario no
pagado. Mientras el trabajador queda confinado en la clase proletaria,
absolutamente inerme, sin derechos, y sin energías para exigirlos, el capitalista, por
su parte, se va enriquecido a velocidades cada vez mayores, vive en medio de lujos
y derroches y aún tiene par acumular y amasar "sus ahorros" en nuevas inversiones
de capital.
El origen del capital es, pues, el ahorro forzado que ha sufrido el trabajador. Por lo
tanto, expropiar al capitalista no equivale a una usurpación de bienes, sino que es
un acto de justicia, por el cual se le devuelve a los obreros el salario no pagado, o
plusvalía del capitalista. En consecuencia, las empresas, fábricas y los capitales
productivos, en general, deben quedar en manos del proletariado, o de sus
representantes, como el Estado, por ejemplo. A partir de aquí surge la famosa tesis
de la propiedad colectiva de los bienes de producción, con la consiguiente
reprobación de la tesis de la propiedad privada de esos mismos bienes.
C. Comte (1798-1857)
Augusto Comte es el fundador del Positivismo. El Positivismo es la postura del
siglo XIX que corresponde al empirismo de los siglos XVII y XVIII. Nada más
que ahora se manifiesta aliado de las ciencias experimentales. La palabra
"positivismo" merece una explicación acerca de su sentido técnico, aquí empleado.
En primer lugar, el conocimiento positivo (según Comte) se refiere a lo real, a los
hechos, a lo que se constata con la experiencia sensible externa. Por lo tanto, su
objeto está en las leyes que rigen a los fenómenos. Por "ley" debe entenderse una
relación constante entre fenómenos. De paso, hay que señalar que el positivismo
no estudia causas, al estilo de la Filosofía tradicional. La palabra "causa" sólo
tiene, allí, un valor descriptivo, señala un fenómeno antecedente a otro; pero sin
que se pretenda que dicho fenómeno efectivamente ha producido al segundo.
Por lo tanto, el positivismo rechaza la Metafísica, en cuanto que ella pretende
estudiar algo no constatable, y que, por lo tanto, es vago y dudoso. La precisión y
la certeza son metas claras de la mentalidad positivista.
La segunda característica del positivismo es su intención práctica. Expresamente lo
señala su lema: "Saber para prever, prever para proveer". O también este otro:
"Ciencia, de donde previsión; previsión, de donde acción". Nuevamente, la
especulación abstracta, sin fines prácticos, como la de la Metafísica, no tiene
cabida en el positivismo.
Y por último, el positivismo quiere mantenerse dentro de un nivel relativo, y
rechaza el conocimiento absoluto, como una quimera. Textualmente, Comte
asevera: "El único principio absoluto es que todo es relativo."
Este triple carácter: realista (al modo empírico), práctico (de tipo utilitarista), y
relativista, le da al positivismo la facilidad que debe poseer todo sustituto de la
Filosofía. En efecto, el positivismo se instala como una Filosofía, consistente en la
síntesis y ordenación de los saberes adquiridos en las demás disciplinas.
E. Nietzche (1844-1900)
Friedrich Nietzsche escribió su filosofía más con la intención de provocar
pensamiento serio que con la intención de dar respuestas. No produjo ningún
sistema filosófico formal porque pensaba que para hacerlo se tenía que tener
verdades totalmente evidentes sobre las cuales construir el sistema. Pero era su
convicción que construir un sistema es falta de integridad, puesto que el pensador
honesto debe desafiar siempre precisamente esas supuestas verdades sobre las
cuales los sistemas se construyen. Uno debe involucrarse en la dialéctica y estar a
veces dispuesto para declararse opuesto a sus propias ideas previas.
Mientras que otros veían en la Europa del siglo XIX los símbolos del poder y la
seguridad, Nietzsche predijo el inminente colapso de los valores a los que el
hombre moderno se había sujetado. El ejército prusiano había hecho de Alemania
una potencia en el Continente, y el optimismo había despertado avances
asombrosos en la ciencia y la tecnología, sin embargo Nietzsche con denuedo
profetizaba que se avecinaban luchas políticas y guerras sucias en el futuro. Lo que
le hacía llegar a esta conclusión, no era el poder o la ciencia, sino el hecho de que
la creencia en el Dios cristiano había declinado al grado que se podía decir : "Dios
está muerto".
Aunque Nietszche era ateo, el consideraba la "muerte" de Dios con reacciones
mezcladas. Por un lado, estaba consternado por las consecuencias que vendrían
cuando todos tuvieran conciencia de la muerte de Dios, lo cual todavía no había
sido descubierto por el hombre moderno. Además al mismo tiempo consideraba el
colapso de la fe religiosa y el aumento en la creencia de la teoría Darwiniana de
que las especies evolucionan infinitamente. El podía ver en esta combinación de
eventos la destrucción de cualquier distinción que pudiera haber entre el hombre y
el animal. Lo cual traería guerras como nunca antes había visto la humanidad. Por
el otro lado, Nietzsche veía la "muerte" de Dios como un nuevo amanecer, un
nuevo día en el que la ética cristiana con su negación de la vida sería reemplazada
con una filosofía de afirmación de la vida. En la búsqueda de un nuevo fundamento
para los valores en un día cuando Dios ya no podía ser la meta y el criterio de la
conducta humana, Nietzsche se tornó hacia la dimensión estética de la naturaleza
humana para encontrar una alternativa muy buena en lugar de la religión.
Solamente como un fenómeno estético la existencia y mundo son justificados
eternamente.
El Superhombre
Ya hemos visto que Nietzsche rechaza el concepto de igualdad. También él afirma
que la moralidad debe ir de acuerdo con el tipo de hombre que sea (siervo o señor).
Ahora Nietzsche dice que la humanidad está en continua evolución, y vendrá la
época del "Superhombre" último producto de la evolución animal. Esto sucederá
cuando la humanidad tenga el coraje para revaluar sus valores y responder con
libertad a su voluntad de poder interna. "El hombre es algo que será sobrepasado"
y es el Superhombre quien representa el nivel más alto de desarrollo y la expresión
de la fuerza física, intelectual y emocional. El Superhombre será hombre libre
verdadero para quien nada está prohibido excepto aquello que obstruya su voluntad
de poder. El será la representación misma de la afirmación de la vida.
La humanidad actual tiene como objeto servir de puente entre la bestia y el
Superhombre. Para acelerar el advenimiento del Superhombre, es necesario
aniquilar a los débiles, a los enfermos incurables, a la gente inferior.
F. Pragmatismo
El pragmatismo emergió al final del siglo XIX como la contribución más original
del pensamiento americano a la empresa filosófica. Este movimiento comenzó
inicialmente con las formulaciones teóricas de Carlos Peirce (1839-1914); más
adelante William James (1842-1910) le dio popularidad con sus ensayos, y John
Dewey (1859-1952) le dio una aplicación práctica en la educación.
Peirce comenzó el pragmatismo como una teoría del significado. Decía: "Si quieres
saber lo que un concepto significa, considera entonces los efectos de tal concepto y
ese es su significado." Si efectuamos una operación con esa cosa, concepto,
obtenemos una sensación, un resultado. Esto es llamado definición operacional.
Por ejemplo: Si pones sal en tu lengua obtienes una sensación o diamante es algo
con lo que se pueden rayar los metales. Entonces, como vemos, el significado de
las palabras está atado a sus efectos. Si al efectuar una operación con algo tienes
una experiencia, la descripción de esa experiencia es el significado del término.
John Dewey
Para Dewey todo se centra en la relación siempre constante entre los humanos y su
ambiente. Pensar no es una búsqueda de alguna verdad que existe allá afuera
estática, independiente de nosotros. Pensar es un instrumento que usamos en
nuestro intento de resolver problemas. El pensamiento nunca ocurre sin estar
relacionado con problemas que necesitan ser resueltos. Entonces, las ideas son
instrumentos o planes de operación que nos ayudan en los intentos de resolver
problemas. Por lo tanto, para Dewey, la verdad es una idea que funciona, una idea
que nos ayuda a resolver un problema.
Dewey era relativista, secularista y naturalista. Para el no existía verdad absoluta,
no existía Dios ni el ámbito espiritual, y veía al hombre sólo en su capacidad como
organismo biológico. El subordinaba lo que otros consideraban como mental y
espiritual al aspecto físico y biológico.
Dewey, con su marco de referencia empírico creía que el método científico, no la
revelación divina era el árbitro final en todas las cuestiones de hechos. En la
aplicación de este método al asunto de la realidad transempírica, estaba tan opuesto
a los liberales como lo estaba a los conservadores en la comunidad cristiana. Se dio
cuenta que si uno admite la existencia de los sobrenatural, el cristianismo
evangélico tiene un caso razonable.
Partiendo de un punto de vista de la realidad centrado en el hombre, el pragmatista
no tiene dificultad en aceptar un punto de vista naturalista y evolutivo del origen de
las cosas. Aunque todos los hombres son diferentes, como cada aspecto de la
naturaleza es único (de allí el énfasis pragmatista en las diferencias individuales en
la educación), no hay nada del hombre (su intelecto, sus emociones, su voluntad)
que no sea de las mismas piezas que el resto de la naturaleza. El hombre es una
aspecto individualizado de la naturaleza. No tiene ninguna dimensión espiritual. El
"hombre total", a quien el pragmatista enfatiza tanto en la literatura sobre
educación, no tiene alma. Es simplemente, un organismo conductual que interactua
con otros organismo conductuales.
El hombre está encerrado en el mundo de su propia experiencia, interactuando con
otros seres humanos en un ambiente que cambia constantemente. Esa es la
realidad. Para tal persona, entonces, la meta en la vida es enriquecer su propia
experiencia y hacerlo de tal manera que de lugar a la posibilidad de
enriquecimiento posterior de su experiencia. La meta de la vida es la meta de la
educación. "Educación" decía Dewey, "debe concebirse como una reconstrucción
continua de la experiencia."
Otro principio básico del punto de vista pragmatista es que el método científico
debe ser aplicado a cada uno de los problemas del hombre. La vida del individuo
está en movimiento continuo. Mientras las cosas se deslicen suavemente, todo está
bien. Inevitablemente, el flujo de la experiencia en movimiento encuentra un
obstáculo o un problema. Este es un momento crítico porque encara a uno con la
ocasión de hacer una decisión y tomar una acción que afectará toda la experiencia
subsiguiente.
Cuando la experiencia de una persona ha sido interrumpida por un problema, si
actúa con inteligencia empezará por observar todos los hechos en la situación que
sean relevantes al problema. Hay un límite para la cantidad de datos que puede
coleccionar porque el problema brota de una necesidad sentida en una situación
particular, siempre cambiante. Debe actuar inteligentemente porque la experiencia
no se deslizará suavemente otra vez sino hasta que el problema esté resuelto.
La observación de los datos sugiere una solución o un patrón de soluciones para el
problema. La solución o hipótesis proyectadas es pesada contra otras soluciones
sugeridas, en términos de las posibles consecuencias. La solución es considerada
satisfactoria si causa que la experiencia fluya suavemente de nuevo, abriendo así el
camino para nuevas y crecientes experiencias.
El conocimiento obtenido de la aplicación del método científico a un problema
particular puede ser útil al encontrar problemas similares, pero no debe ser
considerado verdad absoluta. El conocimiento es tentativo y relativo y debe estar
sujeto siempre a la experiencia presente.
Más importante que el conocimiento obtenido por el uso del método científico es la
habilidad adquirida por el uso de ese método. Desde este punto de vista, el método
es más importante que la materia estudiada. En lo que al pragmatista concierne,
una de las más importantes funciones que una escuela puede ejecutar es proveer al
estudiante con la oportunidad de tener experiencia en la solución de problemas.
Los cursos de estudios deben ser arreglados de tal manera que traten con
problemas de aritmética, problemas de lectura, problemas de ciencias, etc.
H. Existencialismo
No existe una escuela existencialista uniforme, sin embargo, podemos resumir el
existencialismo en tres premisas básicas.
1. La Existencia precede a la esencia. El hombre está puesto en el mundo sin tener
esencia, solamente existe. Por lo tanto, no podemos hablar de naturaleza humana
universal.
2. El hombre tiene que escoger para definirse a sí mismo. El hombre está
condenado a la libertad; tiene que escoger, no hay manera de posponer la decisión.
Él se tiene que crear a sí mismo.
3. No hay guías racionales o teológicas para ayudarnos a escoger. No hay nada de
lo que podamos depender, estamos solos. Este es un pensamiento aterrador. Este
pensamiento produce angustia, desesperación, soledad y abandono. Camus, un
existencialista, decía que la realidad es absurda, sin sentido y sin propósito. No
solamente no hay naturaleza humana inherente, sino que tampoco hay sentido en la
estructura del mundo. Por lo tanto aconsejaba el suicidio. Los hombres para
sobrevivir ponen "colchones" entre ellos y el absurdo. Por ejemplo, el
materialismo, el alcohol, las drogas, la religión, la filosofía, etc.
Kierkegaard (1813-1855)
Soren Kierkegaard reaccionó violentamente contra el hegelianismo y contra todo el
que intentara reducir la vida a una fría sistematización. Pero no debe olvidarse que
lo hizo en nombre de la religión. El problema que trata es el de cómo se llega a ser
cristiano. No se nace ni se es cristiano: se llega a serlo. Pero entendámoslo bien, no
por el esfuerzo de la razón, porque el cristianismo no es pensamiento sino vida.
La especulación filosófica se desarrolla en el ámbito de la razón y no tiene
influencia sobre la vida. La verdad del cristianismo debe basarse en la vida total,
porque ella misma es vida, existencia como diríamos hoy. La verdad de la filosofía
es neutra, indiferente; la del cristianismo es una "verdad para mí". El ser abstracto
que quieren los filósofos no existe en ninguna parte, porque sólo se dan seres
existentes y concretos. De ellos, pues, debemos ocuparnos. En un sistema se tiende
a universalizar, a eliminar las diferencias. El individuo desaparece y con él
desaparece la libertad, que existe en lo particular y concreto y desaparece toda
religión que sólo se da para un individuo concreto.
La existencia se desarrolla en una de tres esferas: la estética, donde el individuo
vive para sí y busca su goce en la belleza o el placer; la ética, donde adopta las
normas generales y se universaliza; y la religiosa, donde vuelve a individualizarse,
adquiriendo su relación con Dios. Quiéralo o no, el hombre vive en esas esferas y
todo lo hace en relación a la que libremente ha escogido. La diferencia entre una y
otra no es cuantitativa, no es un conocimiento o una experiencia que se agrega sino
que es cualitativa, o sea que es algo completamente distinto. No se pasa
paulatinamente de una a otra, sino por medio de un "salto". Por eso, después de
saltar, el individuo pierde toda relación con su vida anterior. Kierkegaard resalta la
vida religiosa como la auténtica existencia humana. En ella el hombre, vive bajo el
signo de la fe bajo la mirada de Dios. La razón es absurda frente a los dictámenes
de la fe.
Kierkegaard adoptó la posición más extrema posible cuando dijo: "La subjetividad
es la verdad." El sólo se refería a la esfera religiosa de la existencia. En ese ámbito,
lo que vale para mí, es sólo lo que es "verdad para mí", lo que Dios me revela a mí.
Eso no quiere decir que esa verdad deba necesariamente ser distinta a la que se
presenta a otro, pero sí quiere decir que vale, no porque sirva a otro o a muchos,
sino porque me sirve a mí.
La verdad subjetiva es paradójica. No se puede entender sólo se vive. Se acepta por
medio de la fe. La fe es lo que nos permite dar el "salto" a la esfera religiosa, donde
entendemos lo que antes era una paradoja. La fe es el momento en que me juego
todo, en que hago libremente mi decisión absoluta; arriesgo en ello toda mi
existencia y doy el salto de fe.
Sartre (1905-1980)
El mismo Jean-Paul Sartre ha definido su existencialismo como la postura que
lleva hasta sus últimas consecuencias un franco ateísmo como punto de partida.
Sartre explica que el hombre es existencia. Con dicha existencia se va forjando su
propia esencia, que es su propia autobiografía. Así se entiende la tesis central del
existencialismo: "La existencia precede, y es superior a la esencia". El hombre no
tiene una esencia universal, la misma para todos, sino que se va fabricando su
propia esencia singular, su propia historia o autobiografía, que no coincide con la
de los demás.
El hombre no tiene libertad, sino que es libertad. Para Sartre no hay ser en
potencia, todo lo que existe está en acto. Con la libertad, el hombre se fabrica su
propia esencia y le da sentido a las cosas. El hombre no tiene naturaleza hecha; en
esto se distingue de cualquier objeto. Pero la libertad es el fundamento de la
esencia que el hombre se va formando.
El hombre que efectivamente vive su libertad, siente el peso aplastante de la
responsabilidad, y eso le produce angustia. Por tal motivo, la gran mayoría de la
gente prefiere evadir la existencia auténtica, que es libre, responsable y angustiada,
y se refugia en los valores y reglas ya hechas. De esta manera ya no tiene angustia
pero tiene una existencia inauténtica. Ni las leyes, ni los valores hechos, ni la
supuesta propia naturaleza o carácter, ni el inconsciente, se pueden constituir como
guías de la libertad. Esta es autónoma, o no es libertad.
Para Sartre no hay valores con validez universa. No es libertad la que ha depender
de los valores, sino al revés, son éstos los que surgen por la libertad. La libertad
crea valores, lo cual significa que el único valor es el mismo acto libre, y
precisamente en cuanto que es libre.
Sartre niega la existencia de Dios porque si Dios existiera el hombre ya no podría
ser libre, pues Él como ser infinito y creador, estaría en posesión de todas las
esencias que crea. El hombre sería, pues, una esencia ya hecha, determinada,
incompatible con la libertad. Puesto que hombre es libre, según Sartre, Dios no
puede existir.