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REDES, NODOS Y COMPORTAMIENTOS 1 Distrital cruzan el parque con su mundo de teodolitos y trípodes.

(Fragmento) Miden una vez más lo ya medido infinitas veces…

Juan Carlos Pérgolis 2 Una transversalidad: cuatro chicas de la vecina Universidad


Javeriana vienen del Museo Nacional, caminan con cuidado por el
[…] amplio andén del parque; no tienen muy claro de qué hay que
prevenirse, pero en el parque hay que cuidarse. La universidad, tan
Son las siete de la mañana en el Parque Nacional de Bogotá; cercana, ya no participa del parque; aunque alguna vez la red de
quienes hacen Tai Chi se mueven en lenta armonía en los claros estudiantes se desplegaba sobre el prado, en clases de dibujo, o
entre los árboles: la milenaria tradición oriental en una sabana andina volaba hasta la desaparecida Ciudad de Hierro con sus destartalados
a 2.600 m. de altura deja entrever lo lejano en lo cercano. En la parte juegos mecánicos.
alta, hacia la carrera quinta, los grupos de yoga permanecen
inmóviles mirando, sin ver, el flujo vehicular que desaparece en la A la una el parque se llena con los oficinistas de los edificios
curva de la 35. Hay gente trotando, gente haciendo flexiones. vecinos, que salen a almorzar. Hay algunos acercamientos gay en las
bancas más apartadas. Ocasionales ventas de droga al pie de una
Comienzan a destaparse los puestos de jugos de frutas, aumenta farola art decó o en alguna disimulada venta callejera. Sobre la 36
el tráfico por la carrera séptima: todos van al centro. Entre los hay todo tipo de ofertas de comida: viejos buses convertidos en
últimos destellos del rocío que se evapora, brilla un distintivo restaurantes móviles, fogoncitos humeantes y sombrillas de colores.
perdido: anoche estuvieron los skinheads –dice el señor que trota–: a Los olores se mezclan en la densa red de los almuerzos.
alguno se le cayó esto.
El Parque Nacional, fragmento bogotano, se rompe a su vez en
A las diez ya no hay deportistas, algunos taxistas se reúnen a mil comportamientos simultáneos que no se ven entre ellos, en mil
tomar jugo de naranja y el tránsito de la séptima se homogeneiza en redes que se superponen sin tocarse, aunque algunas veces se
los dos sentidos. Los practicantes de topografía de la Universidad descubren y otras se tocan. El encuentro es acontecimiento. Su
1 inversa es también válida: los acontecimientos son encuentros.
Publicado en la Revista Arte y Ciudad. Universidad Jorge Tadeo Lozano.
Facultad de Bellas Artes. Cuadernos Temáticos, No 2 de 1998 (pp 19-20). ¿Trabajas en Ecopetrol, verdad?, dice él. Sí, claro, te vi en la
2
Arquitecto, magíster en historia y teoría del arte y la arquitectura. Profesor en el buseta... en estos días.
postrado de Teoría e Historia de la Arquitectura y el Arte en la Universidad
Nacional de Colombia.
Otra transversalidad: llegó al parque una médica belga que está fugando de una, cruzando transversalmente otras. Las redes se
en la ciudad por los pocos días, tiene afición por los parques, los cruzan, interactúan; sus integrantes pasan, en un momento, de una a
recorre en todas las ciudades a donde la llevan sus congresos. Quiere otra; a veces se mueven en varias al mismo tiempo. Él le sigue
asociar, en sus recuerdos, el Parque Nacional con el Cerro de Santa hablando, como si temiera que el silencio disolviera la situación.
Lucía en Santiago de Chile y con Palermo en Buenos Aires. No lo Entonces vamos a tomas algo, dice.
logra. Lo local y lo global se mezclan –otra vez– por un instante.
Camina, nadie la ve, como la estela lenta de un meteorito ocasional La red de venta de droga, desplegada como la atarraya de la
atraviesa una a una –sin tocarlas– las diferentes redes; tras ella, su metáfora, ocupa el mismo espacio que antes ocuparon los almuerzos
traza se desvanece. y antes los deportistas. Superpuesta a esta red, la de los approches
homosexuales coincide en espacio y tiempo y ahora aumentan los
A las seis de la tarde, toda la carrera séptima fluye hacia el movimientos entre bancas. Se vieron al medio día, ahora van a
norte, desocupando el centro. El parque ya no es punto de buscarse, uno estaba en el parque, el otro trabaja en contaduría.
anodamiento de los oficinistas que se dispersan en los buses Línea de fuga de un elemento de una red que se incorpora a otra, el
ejecutivos y en las busetas. Cada quien guarda, hasta mañana, su ámbito del parque es mutante y los integrantes de las redes fluctúan.
sentido de pertenencia a la red. Te invito a cine, insiste él, Bajemos
en Chapinero. Los puntos fijos en las redes son lugares identificables y con
una gran capacidad simbolizante que los fija en la memoria. Calvino
Ya nadie recuerda los movimientos de los grupos de Tai Chi, ni dice que la ciudad existe porque la memoria es redundante. ¿Cuántos
la pasividad de los grupos de yoga. Se incrementan los compradores puestos de venta de fruta hay en el parque? En realidad poco
de droga. Alguno de ellos almorzó, con un compañero de oficina, el importa, porque la memoria los repite tantas veces como sea
sánduiche casero preparado la noche anterior en una casa de algún necesario para evidenciar su carácter de permanencias, de lugares, en
barrio bogotano, pero ahora se mueve en otra red y es parte de ella un ambiente donde las múltiples redes se superponen volviéndolo
por un instante. De allí regresa con el paquetico de marimba para la todo inestable, efímero. Los nodos, en cambio, son esos puntos de la
noche del viernes. Por un momento, el habitante de una de las redes red donde importan más los acontecimientos que las formas: son no-
fue parte de la otra y regresó; pero ¿qué ocurrió entre medio?, en el lugares, puntos móviles sin significado, pero con una enorme
silencio blanco entre los dos mundos ¿cuándo dejó de ser parte de capacidad para dar sentido a las redes y a la vida a través de ellas.
una red, para serlo de la otra?, o quizá, nunca dejó una en función de Porque el sentido aparece cuando la ciudad es capaz de satisfacer el
la otra y su vida se mueve entre estas dos y otras muchas redes,
deseo de sus habitantes; allí se produce un acontecimiento que se
expresa en un relato.

Hay un Parque Nacional-lugar en los planos de la ciudad y en


la memoria de cada uno de los habitantes; también en la memoria de
aquella visitante belga, que nadie vio y que a esta hora camina por el
Pincio, en Roma. También hay un Parque Nacional-nodo, que
amarra muchas vidas que se deslizan por redes distintas. Es el no-
lugar de las emociones en los acontecimientos, el semillero de
infinitos relatos. Quizá deberíamos llamarlo parque-satisfacción.

Quiero citar, otra vez, a Calvino: “… Debería decirte que es


una ciudad desteñida, sin carácter, puesta allí a la buena de Dios.
Pero tampoco esto sería verdadero: a ciertas horas, en ciertos
escorzos de caminos ves abrírsete la sospecha de algo inconfundible,
raro, acaso magnífico...”

[…] 3

3
Este texto corresponde a apartes del capítulo 4 de la investigación “Bogotá
fragmentada”, que se adelanta en la Universidad Nacional de Colombia.
Pertenece al capítulo III, “Redes, comportamientos y conductas urbanas”, del libro
Bogotá fragmentada. Cultura y espacio urbano a fines del siglo XX. Tercer Mundo
Editores, Bogotá, 1998.

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