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HOLOCAUSTO NAZI: FASCISMO, GENOCIDIO Y DESTRUCCIÓ N.

DERECHO A LA CONSCIENCIA EN BÚSQUEDA DE IGUALDAD.

ESCENA DE EL PIANISTA (2002) DIRIGIDA POR ROMAN POLANSKI


Rememorar el episodio más
oscuro, aberrante y perverso en la historia de la humanidad nunca es tarea fácil. Es por esta
razón que la mayor parte del mundo contemporáneo se empeña en pasar la página, la peor de
todas las que se han escrito, conservándola como referente nefasto de aquello que no puede
volver a ocurrir jamás. Sin embargo, las profundas transformaciones en términos éticos,
sociales, políticos y jurídicos que dejó la segunda guerra mundial como legado, nos exhortan a
conocer la historia para no repetirla, como dicta el viejo adagio. En consecuencia, el presente
texto aborda estas cuatro dimensiones a través de fragmentos históricos y artísticos que van
desde antes de la edad media hasta la declaración universal de los derechos humanos, pasando
por piezas esenciales como las leyes de Núremberg, el otro legado (también opaco) de la
primera guerra y por supuesto la lucha por el poder como probable raíz de todos los males que
aquejan a nuestra especie.

Este escrito, más allá del rigor y canon académico al que se da lugar y razón de ser, constituye
un manifiesto personal del autor para alzar su voz en el tema que dividió la historia en dos y
continúa repercutiendo sordamente en la vida cotidiana de los pueblos como un demonio que
no terminamos de exorcizar y deambula libre e impunemente muchas “sociedades de derecho”.
El origen de todos los conflictos humanos parece tener un origen común: la necesidad de
controlar al otro para garantizar el bienestar propio. Basados en esta premisa general,
rastreable a lo largo y ancho de nuestra historia, el entendimiento de nuestras repetitivas
desgracias se empieza a aclarar. Aún presumiendo de nuestras facultades de razonamiento y
lógica, los seres humanos seguimos teniendo intacto en nuestro ADN la habilidad innata de los
predadores para someter a sus inferiores. Ahora bien, los desarrollos del hombre han avanzado
en este complejo concepto de la igualdad gracias a las justas luchas reivindicatorias de muchos
grupos humanos. En palabras del pedagogo y defensor de DDHH, Dr. Manuel H. Restrepo
(2015): “La barbarie se reproduce para someter y acumular, despojar los bienes al otro,
individuos o pueblos, dejar víctimas para que se sepa que existen, para mantener el poder y
tener poder para mantener la hegemonía” (pág. 77). El holocausto nazi se enmarcó
perfectamente en esta fórmula casi matemática y la reacción (ahora sí lógica) del mundo estuvo
encaminada a defender sus derechos. El profesor Restrepo justifica esta y cualquier reacción
parecida: “No hay derechos si no hay pueblos que los luchen” (pág. 155).

La dignidad vendrá a jugar un papel protagónico en las diferentes guerras que ha soportado la
humanidad y significaron a su vez una oportunidad única para exigir, en la mayoría de los casos,
el irrefutable derecho a la vida, una vida que a falta de ser completamente digna en todas sus
dimensiones, debe por lo menos proporcionar las condiciones mínimas para tolerar la
complicada convivencia entre nosotros mismos. Referentes históricos como la carta magna
(primeros antecedentes documentados de inconformismo social generalizado), la revolución
francesa (valioso antecedente de la democracia “real” propuesta mucho antes por Pericles) y la
carta de derechos estadounidense, nos permiten observar la importancia del inconformismo en
la resolución de las injusticias sociales. Cabe resaltar aquí la importancia de estos tres referentes
por provenir de reinos y países poderosos cuyos modelos de vida han repercutido siempre en la
formulación de leyes y políticas públicas. De esta manera, la guerra y el poder parecen términos
interdependientes que alcanzaron su ápice en la primera mitad del siglo XX.

Baila conmigo por tu belleza tocando


un violín ardiente.
Baila conmigo a través del pánico hasta
que esté seguro en él.
Elévame como una rama de olivo y sé la
paloma que me lleve a casa.
Baila conmigo hasta el fin del amor.
- L EONARD
C OHEN

EN ALGUNOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓ N OBLIGABAN A TOCAR PIEZAS DE MÚ SICA CLÁ SICA A MÚ SICOS JUDÍOS
DURANTE EL TIEMPO EN QUE ASESINABAN EN LAS CÁ MARAS DE GAS Y CREMATORIOS A SUS COMPAÑ EROS .
Los campos de concentración nazi no fueron un arma genocida nunca antes vista por el hombre,
esta mentalidad de exterminio se empezó a forjar con el antijudaísmo cristiano en Europa que
crecía gracias a los esfuerzos de la iglesia católica por no perder su poderío. Es de esta manera
que las creencias religiosas empiezan a ser uno de los factores de conflicto social más
frecuentes y generalizados en el mundo mucho antes de la carta magna, conflicto aún vigente
en la actualidad y quizás con mayor vehemencia que antes.

El historiador y profesor de la Universidad Nacional, Dr. Roch Little, explica brevemente cómo el
antiquísimo y casi tradicional antijudaísmo sentó las bases de la persecución siglos después:
“Todo inició gracias al plurisecular antisemitismo que existía desde la Edad Media, pero el caso
alemán tenía la particularidad de que la rabia no se basaba tanto sobre el judío visible y
ortodoxo, sino el que se había asimilado” (2011). Si bien la semilla racista hacia los judíos
practicantes o descendientes de judíos tiene un origen religioso más antiguo, el profesor Little
acierta en señalar la edad media como el punto de inflexión que cambió el distanciamiento
ideológico por odio y rencor intransigente e irremediable.

BUSCANDO SOBRAS - LLAMADA A LISTA - COLGANDO Y COMIENDO


OBRAS DEL SOBREVIVIENTE DE AUSCHWITZ JAN KOMSKI

Una vez sentadas las bases ideológicas del racismo, validada por el cristianismo como “única fe
verdadera”, los mecanismos de discriminación y racismo vendrían por añadidura. Ya en tiempos
de la ‘carta magna de las libertades’, la iglesia católica instauraba la inquisición o tribunal de
excepción bajo el papado de Gregorio IX en 1231 para “combatir la herejía”. Este escenario,
totalmente legal en aquel tiempo sin separación de poderes, propiciaría y validaría de ahí en
adelante cualquier acto, manifiesto o intensión segregacionista, pues aún en nuestros días el
sesgo religioso sigue teniendo poder político (como se pudo observar con claridad en el
plebiscito del año pasado).
La primera guerra mundial nos mostró la creciente convulsión de los pueblos en contra de los
imperios, monarquías e imposiciones religiosas ortodoxas. Sin embargo, las enseñanzas de la
gran guerra parecieron ser muy reducidas en relación con lo que estaba por venir. El tratado de
Versalles propició la decadencia del imperio alemán en el orden político, económico y social,
situación suficiente para encontrar más adelante sentimientos e intensiones emancipadoras,
reivindicatorias y vengativas en todo el pueblo alemán. Como resultado aparece Adolf Hitler,
una persona de gran retórica, liderazgo, poder de persuasión y tendencias megalómanas que,
en palabras del psiquiatra Carl Jung: “Han existido dos tipos de hombres fuertes en la sociedad
primitiva. Uno era el jefe que era físicamente poderoso (en referencia a Mussolini), más fuerte
que todos sus competidores, y el otro era el chamán (en referencia a Hitler), que no era fuerte
en sí mismo, sino fuerte en razón del poder que la gente proyectaba en él” (1938).

Ya para la década de los treinta, el conflicto empezaba a ser inminente en lo que fue el imperio
alemán al adquirir un marco jurídico con las leyes de Núremberg. Más allá del trasfondo
antisemita que dio lugar a estos congresos nacionales, absolutamente decisivos en la guerra que
se avecinaba, la concepción del derecho terminaba por ser manipulada (como en toda época
que se recuerde) a favor de intereses específicos y no generales. De manera que el racismo
asumía aquí una tonalidad más de tantas otras que ha presenciado el mundo, desde conquistas
hasta guerras de todo tipo con la finalidad de siempre: el poder.
GRÁ FICO PUBLICADO POR EL GOBIERNO NAZI EN 1935 DE LAS LEYES DE NÚ REMBERG PARA EXPLICAR LOS ESQUEMAS
FAMILIARES QUE DETERMINABAN LA LIMPIEZA DE SANGRE Y SU SIGNIFICADO EN ESPAÑ OL

Así las cosas, el conflicto vino y se fue con gran escándalo, muchos estruendos y juramentos de
no repetición. Después de la tormenta llegó la calma o por lo menos algún esbozo de ella que
esperanzó a la humanidad con aprender la lección más incómoda de todas pero por el bien de la
civilización entera. Si bien el holocausto arrojó cifras inimaginables sobre nuestra xenofobia,
nuestra ambición e intolerancia y en síntesis sobre nuestra conducta instintiva que aún no nos
permite distanciarnos de las otras especies que con soberbia dominamos.
Una estimación oscilante entre 55 y 60 millones de muertes al final del conflicto, sumando otras
tantas ocurridas en la primera guerra, además de incontables vidas perdidas a causa de nuestra
lucha total por supremacía en tiempos modernos (perfectamente similar a la lucha por
supervivencia de cualquier especie animal), parecen cálculos vacíos en la actualidad. Las cifras
de inequidad social, hambruna y miseria superan hoy con creces cualquier cálculo anterior. Se
podría culpar aquí al crecimiento exponencial de la humanidad y decir que los recursos
empiezan a escasear, pero sería hipócrita olvidar las múltiples razones por las que hemos
llegado a esta mezcla económica inviable que ahora tratamos, en vano, de solucionar.
ESCENAS EMBLEMÁ TICAS DE LA VIDA ES BELLA (1997) Y EL GRAN DICTADOR (1940) QUE ALUDEN A LA
PARADÓ JICA TRAGICOMEDIA QUE ACOMPAÑ A CASI SIEMPRE EL DOLOR HUMANO

La destrucción y el genocidio han repercutido a tal punto en nuestra consciencia que hoy en día
vivimos con la guerra en cada uno de nuestros hogares como si fuera un familiar más. Los
medios de comunicación nos recuerdan incesantemente que el mundo es así y no podemos
hacer otra cosa que persignarnos o rendirnos a las grandes potencias abanderadas de la
“democracia” y la “libertad”. Estos mismos medios nos invitan a entretenernos más y dejar los
problemas en manos de los que entienden tanta terminología compleja. Ese fin que justifica los
medios del que hablaba Maquiavelo es evidente cada cierto tiempo (o quizá a tiempo completo)
en el mundo y la mejor idea es reír para no llorar ante la impotencia que tenemos como
sociedad, éticamente confundidos sobre lo que es o no justo y moralmente sometidos a falsos
políticos y jerarcas que controlan sus negocios y reinan en medio del caos generalizado.

¿Cómo podemos, entonces, progresar como humanidad hacia el tan mencionado bien común?
¿Qué se puede hacer para cambiar la historia violenta, no solo de un país como el nuestro sino
de nuestra raza entera? A continuación concluyo este escrito con unas cuantas palabras más a
modo de reflexión sobre un tema que, lejos de armonizar, ocupa cada vez más discordias y
desavenencias que nos preocupan e ignoramos casi en proporciones iguales:
DERECHOS HUMANOS PARA VIVIR EN PAZ
MÁS QUE UNA OPORTUNIDAD , UN DESAFÍO A NUESTRO INGENIO

TODA PERSONA TIENE LOS DERECHOS Y LIBERTADES PROCLAMADOS EN ESTA DECLARACIÓN, SIN
DISTINCIÓN ALGUNA DE RAZA, COLOR, SEXO, IDIOMA, RELIGIÓN, OPINIÓN POLÍTICA O DE CUALQUIER
OTRA ÍNDOLE, ORIGEN NACIONAL O SOCIAL, POSICIÓN ECONÓMICA, NACIMIENTO O CUALQUIER OTRA
CONDICIÓN.

ADEMÁS, NO SE HARÁ DISTINCIÓN ALGUNA FUNDADA EN LA CONDICIÓN POLÍTICA, JURÍDICA O


INTERNACIONAL DEL PAÍS O TERRITORIO DE CUYA JURISDICCIÓN DEPENDA UNA PERSONA, TANTO SI SE
TRATA DE UN PAÍS INDEPENDIENTE, COMO DE UN TERRITORIO BAJO ADMINISTRACIÓN FIDUCIARIA, NO
AUTÓNOMO O SOMETIDO A CUALQUIER OTRA LIMITACIÓN DE SOBERANÍA.

- DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

La DUDH, firmada justo después de la siniestra guerra mundial, encarna todas las luchas
humanas por superar sus orígenes primitivos, gozar de una consciencia más amplia de sus
posibilidades y así poder vivir en paz. Si bien muchos de los términos aquí empleados pueden
aparecer envueltos bajo un velo de dudas, apariencias, desinformaciones y malinterpretaciones
al servicio de las élites poderosas, la esencia misma de este hermoso documento sigue siendo
bella, así no trascienda todavía del papel a los hechos en todo el mundo por igual.

La declaración está perfectamente redactada y no deja nada a la imaginación, si bien es cierto


que muchas partes deberían estar mejor explicadas y hacer alusión a otros temas a los que dan
lugar hoy en día. Debemos considerar también que este documento es vacío e inútil si no lo
asumimos como una prioridad fundamental para cambiar el status quo del que no nos hemos
movido significativamente. Encarnar los derechos significa luchar por ellos, como escribió el
profesor Restrepo en el mencionado libro Parresía y no cesar en esfuerzos hasta que el
mejoramiento favorezca al conjunto de la sociedad y no solo a unos pocos, aún si fueron
relativamente pocos los que lucharon estos derechos.

Todas las guerras y conflictos anteriores a 1948 llegaron a este punto de esperanza y claridad
para demostrarnos que sí vamos en una cadena ascendente hacia el ideal ético, social, político y
jurídico que nunca antes se había formado por completo. Ahora por lo menos se ve la luz al final
de un largo túnel espiral en el que muchos han perecido pero quizás no fue vano si tenemos en
cuenta la necesidad que teníamos como especie de aprender a los golpes, quemándonos y
chocándonos una y otra vez con una verdad que por momentos parecía incomprensible: todos
los seres humanos somos iguales, igualmente humanos, igualmente dignos, igualmente capaces
de decidir conscientemente sobre nuestra vida, lo que es mejor para ella y lo que no sin
transgredir a los demás, que son en últimas, un espejo de nosotros mismos.

HOLOCAUSTO NAZI: FASCISMO, GENOCIDIO Y DESTRUCCIÓ N.


Y
DERECHOS HUMANOS PARA VIVIR EN PAZ

POR:

CÉSAR ÁLVARO CÁRDENAS BARBOSA

PRESENTADO A:

MANUEL HUMBERTO RESTREPO DOMÍNGUEZ PHD.


PEDAGOGÍA DE LOS DERECHOS HUMANOS
2017

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