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Cuenta el cronista fray Diego Felipe de Alcaya, que cuando gobernaba esta gran nación el cacique
Grigotá, un mandatario como tuvieron los cesares en Roma o los faraones en Egipto, incursionaron
en sus territorios desde el Este los chiriguanaes y por el Oeste los incas, con quienes hicieron un
pacto de paz y les permitieron construir unas fortificaciones y viviendas en los alrededores de la
piedra tallada. La permanencia inca en la zona, según los arqueólogos no pasó de 30 años, y como
lo relata el mismo cronista fueron expulsados, los guaraníes organizaron pacientemente un
ejército con el que sorprendieron y derrotaron a los incas y sus aliados Chanés, apropiándose de
ese vasto territorio. Sobre los mismos hechos relatados por Alcaya, el cronista peruano Garcí Lazo
de la Vega en sus ‘Comentarios Reales’, afirma que fue el inca Túpac Yupanqui quien ordenó a sus
capitanes incursionar en las provincias de los chiriguanaes, situadas en Los Antis, al levante de los
Charcas, y al no conseguir someterlos, resuelve retirar a sus soldados para ocuparlos ‘en otras
jornadas de más provecho’. Ello ocurría hacia el año 1500 de nuestra era y se mantuvo hasta la
llegada de los españoles que fundaron Santa Cruz de la Sierra en 1561, siendo su mismo fundador,
el Cap. Ñuflo de Chaves que en su viaje previo desde Asunción a Lima para entrevistarse con el
virrey, los encuentra por primera vez en 1549, empoderados de sus nuevos dominios y en proceso
de expansión hacia el oeste andino.
Se sabe que en el periodo de dominio español hacia el año 1585, en que gobernaba Santa Cruz de
la Sierra el general Lorenzo Suárez de Figueroa, se les declara la guerra a los chiriguanaes para
expulsarlos de los valles y cordillera, porque impedían el libre tránsito hacia el Perú, y es durante
esas jornadas, que uno de sus capitanes llamado Fernando Cazorla de Narváez, por orden de
aquel, establece un fuerte militar provisorio en las inmediaciones de Samaipata, que vendría a ser
el primer establecimiento español transitorio en ese valle. Posteriormente en un expediente de
empadronamientos de 1645, emitido en la ciudad de Jesús de Vallegrande por el teniente Alonso
López de Zárate, aparece el licenciado Pedro de Peralta como propietario de la estancia llamada
Samaipata, que parece indicar que este sea el primer vecino español permanente en el lugar.
Las primeras descripciones gráficas de La Piedra Tallada, fueron realizadas por el científico Francés
Alcides D’Orbigny, quien pasó por Samaipata el año 1832, posteriormente Leo Pucher en 1930
hace un relevamiento de detalle del petroglifo, evidenciando los grabados en alto y bajo relieve de
las figuras zoomorfas descritas, además de otras edificaciones y grabados que no existen en la
actualidad. Recientes estudios Arqueológicos han determinado que lo círculos grabados con
perfecta proporcionalidad en el ’coro de sacerdotes’, constituyen un calendario cósmico preciso,
lo cual denota el grado avanzado de conocimientos en matemáticas y astronomía que poseía la
cultura Chané.
E.S.G.B.-2020