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Marcelo L. Valko
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I) UN Noivrmuz nacumuwrz
“Anquin-Cruz
Camunicadc por el cura Miguel Gamez de Aimogasta
Cuento de un paisano viejo de San Blas de los Sauces
Todos las viajeras que transitan par dic/10 lugar han de levantar una piedra
a cierta distancia de Anquin Cruz para tirarla en un mantén de piedras que alli se
f0rman’. N0 se sabe que l0s viajeros hayan ofrendada algunas atras casas.
El cadaver del feroz gaucho Cruz Chumbita fue enterrado er: el sitio
denomirzado Ariqui Cruz, doride mas tarde se coloco una cruz con uri pororigo
para que los viajeros depositararz en el las limosnas para el bien de su alma.
Limosna que no faltaba algun viajante vivo o algurz comprador de jrutas picaro
que agarrando las chirolas del porongo exclamaba, Dios te haya perdonado
tanto crimerzes como has cometido.
Desde erztonces ese lugar se llama Anquin Cruz o sea aca yacen los
restos del feroz caudillo de los gauchos Cruz Chumbita.
I-lasta aqui el relat0 de Boman. Resulta evidente que hace un sigl0, cuand0
este pi0ner0 de la arqueologia recorrié la zona, el término ya p0seia una entidad
significativa, de ahi su decisi0n de levantarlo después de haber hecho grandes
investigaciones, especialmente c0n gente de edad avanzada. Si 0bservam0s el
c0ntenid0 del manuscrito c0n detenimiento, y mas alla que se encuentra tef1id0
de un sin fin de acontecimientos y descripciones localistas que le 0t0rgan
verosimilitud (c0menzand0 p0r l0s nombres de pueblos 0 la minuciosa descripcién
de la vestimenta del gaucho), l0 primero que salta a la vista es que se trata de una
narracion légica, quizas demasiado raci0nal para ser merecedora de tanto revuelo,
dado que el asalt0 a un vendedor en un camin0 s0litari0 n0 es un event0
especialmente fantastico 0 sobrenatural. P0r el c0ntrari0, es mas bien trivial.
Ademas, resulta curi0s0 que fuese un simple y paciiico vendedor de ques0s
quien no s0l0 evita el r0b0, sin0 que terrnina matando al terrible f0rajid0 de un
puntazo, en lugar de que sucediera a la inversa, dada la fama de cuchillero del
feroz gaucho. P0r 0tra parte, el relat0 presenta secuencias temporales precisas y
pautadas, que n0 se prestan a las usuales c0nfusi0nes y salt0s temporales c0m0
sucede en las narraciones 0rales. Probablemente el sacerdote de Aimogasta que
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asociarlo con ninguna otra pista dej ada por el sueco. Nunca sabremos cual habria
sido el analisis o el énfasis teorico que le hubiese impreso Boman al caso. Lo que
resulta incuestionable es: a) la antigiiedad y continuidad simbolica que Anquincruz
tiene para una porcion del imaginario riojano; b) su evidente relacion con la
muerte; y c) su capacidad para producir geograiia sagrada como se observa en
principio por el cumulo de piedras que los viajeros de la ruta vieja depositaban
sobre la tumba, llegando al metro y medio de almra. Estas referencias se robustecen
con las observaciones dejadas por Adan Quiroga cuando menciona la sorpresa
de los viajeros al observar las apachetas a la vera del viejo camino al norte de
Aimogasta, y que explica como un culto a la Pachamama que acrecienta cada
viajero que por pasa por alli (Quiroga, 1896: 505). La observacion de Quiroga es
interesante en varios sentidos. En principio, deja constancia de la existencia en
aquel lugar de las apachems. Utiliza el plural, es decir no se trata de una apachera
sino de un grupo, circunstancia que indica lo extendido del ritual. Si recordamos
la definicion de Lafone Quevedo sobre Anqui como "monticulo alto", advertimos
que nos hallamos con una concordancia entre la apacheta de piedras levantada al
pie de la tumba del gaucho y el tennino indigenaAnquin al que luego se le anadio
la equivoca palabra Cruz, que hace las veces de apellido del muerto y también de
signo indicativo de una tumba o punto religioso, en ambos casos delimita una
geografia no humana, una geografia sagrada. Si bien no ignoramos ciertas
objeciones lingiiisticas efectuadas a determinados analisis de Lafone Quevedo,
pensamos que en este caso la concordancia existente entre la traduccion
"monticulo alto" dada por Lafone Quevedo, y la apacheta a la que alude el
manuscrito de Boman, al que sumamos el testimonio de Quiroga sobre el grupo
de apachetas son bastante elocuentes. En lo que respecta a la efectiva existencia
de la apacheta de Anquincruz, no consegui entrevistar a nadie que la haya visto
efectivamente e incluso la busqué personalmente de manera infructuosa, aunque
esto no signiiica que no exista. Por otra parte, no deja de ser llamativo que
Boman, en su unica nota al pie del manuscrito, mencione que fue observada por
uno de sus informantes que paso por aquel camino, en lugar de suministrar su
propia observacion pese a las precisas referencias dadas en su manuscrito.
Tengamos presente que el arqueologo sueco debio pasar forzosamente por aquel
camino viejo cuando prospecto la zona". Una hipotesis plausible es que exista
un segundo camino. Esto explicaria la vision directa de las apachetas por parte
de Quiroga y la necesidad de recurrir a un informante por parte de Boman.
RUNAXXV12006: 205-224
Notas
Un siglo después de las Guerras Calchaquies, para 1768 el obispo del Tucuman,
Manuel Abad Illana, brinda un estremecedor testimonio sobre la exterminacion de
las comunidades que habitaban la zona: "Hepasad0 a pie y a caballa el paraje en
donde segun el histariadar Herrera estaban pabladas las diaguitas. Y aunque
hablé mucho de dicha paraje can t0d0s las sujetas practicas en él, nadie me
t0m0 en boca a las Diaguitasu. 6Qué se ha hecha Seriar de tantas indias? 6 Y0
pregunta, le0 e inquiera y no pueda hallar sina sus n0mbres?" (Citado por
Raftino, 1988:231).
Los otros tres nombres que aparecen en las narraciones son: Jorgelius Sintisis; el
Rey Carlos III y Gilanco.
El sitio fue ocupado por distintas entidades culturales desde el 900 aC hasta el
siglo XVII, cuando Jeronimo Luis de Cabrera en 1633 construye un presidio para
paciticar el valle de Pacipas.
Cacercs Frcyrc dcja cntrcvcr una sombra dc duda sobrc cicrtos proccdcrcs dc
Boman. Por cjcmplo, mcnciona "la poca fortuna" dcl succo cn sus cxcavacioncs
cn cl yacimicnto dc Bafrado dc los Pantanos pcsc a habcr acampado "c0m0 dicc"
durarntc 21 dias. Por su parte Caceres Freyre hallo valioso material en el mismo
yacimiento, sin que en ninguna de sus cuatro campaias permaneciera alli mas de
5 horas seguidas por ser un lugar desprovisto de sombra y agua potable (Caceres,
1937: 108).
BIBLIOGRAFIA
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