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MAQUINACIONES

Desde la edad de piedra al Internet

Por Raúl Allain (*)

Desde la aparición del ser humano en la prehistoria, toda su energía ha estado


dedicada a sobrevivir y a buscar los medios para dominar el mundo, controlar las
fuerzas de la naturaleza y trascender más allá de esta vida, incluso más allá de la
muerte, tal como lo demuestra el delicado arte funerario presente en las culturas
ancestrales, por ejemplo en el Perú o en Egipto.
El “homo sapiens” es por naturaleza un inventor y un descubridor. Desde la
fabricación de puntas de proyectil hechas en piedra –que hoy se exhiben como
piezas de arte lítico en los museos–, el ser humano no solo se contentó con ser un
cazador y recolector, sino que siempre aspiró a más.
En el camino descubrió el fuego, la agricultura, y obviamente esa maravillosa
herramienta sin la cual la organización social sería impensable: el lenguaje oral,
que permitió comunicar su ser interior, relacionarse con los demás y transmitir el
conocimiento. La escritura, desde una rudimentaria pictografía, se consolidó con
los años en una herramienta poderosa para el arte y la ciencia, así como para
perpetuar la historia de todos los pueblos.
Pero también el ser humano oscila entre el bien y el mal. Víctima de sus pasiones
y sus conflictos, desde los albores de la historia descubrió métodos para hacer
daño a sus semejantes: la pólvora, las armas de guerra, la bomba atómica, las
armas químicas..., sofisticando cada día su poder letal.
Para Marshall McLuhan la invención de los medios de comunicación ha sido una
manera de ampliar la función de los sentidos corporales como la vista, el tacto, el
oído: la electricidad, la imprenta, la fotografía, la cinematografía, la radiofonía, la
televisión, la computadora, el Internet, el Wi-Fi.
Hoy que vivimos inmersos en la llamada “sociedad de la información”, es muy
necesario reflexionar sobre el uso que estamos dando a estas herramientas
tecnológicas, creadas para mejorar la comunicación, pero que también se usan
para desinformar, manipular, confundir y alienar a los individuos. Ya se sabe que
más de la mitad de lo que circula por Internet y las redes sociales es “basura
informática”.

(*) Escritor y sociólogo. Presidente de IPJ y director de Editorial Río Negro.

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