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En 1549, el capitán Juan Núñez de Prado fue premiado por el Virrey del Perú. Pocos años antes los
dominios españoles en los territorios incas habían sufrido una grave crisis. Tras las denuncias de
Fray Bartolomé de las Casas, el Emperador Carlos V dictó nuevas leyes que daban grandes
derechos a los indios: se prohibía el esclavizarlos, torturarlos, convertirlos forzosamente al
cristianismo, y enajenar sus tierras. También se prohibía la transmisión de encomiendas por
herencia. Esto generó la Gran Rebelión de Encomenderos, en la que a duras penas el gobierno real
pudo imponer los nuevos derechos para los indios. Por su destacada labor, Juan Núñez de Prado
recibió la autorización para ocupar y gobernar las tierras del Tucumán.
Al año siguiente (1550) Juan Núñez de Prado y sus compañeros fundaron la ciudad de El Barco.
Esto generó una protesta por parte de Francisco de Aguirre, que reclamaba todo el Tucumán como
parte de la Capitanía de Chile: en 1553 De Aguirre logró su cometido, y trasladó a los pobladores
fundando la ciudad de Santiago del Estero del Nuevo Maestrazgo. Según los estudios de Narciso
Binayán Carmona, tres siglos más tarde la totalidad de los criollos en el Norte de la Argentina sería
descendiente de alguno entre los 103 miembros de la expedición de Núñez de Prado.
Los españoles buscaron consolidar el dominio en la región fundando ciudades en puntos clave: