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Inadecuación del contrato laboral

Tan injustificable me parece el contrato de trabajo de tipo mercantilista, propio


del capitalismo (trabajo alquiler de servicios), como aquel otro en el que la
propiedad colectiva de los medios de producción implica propiedad también sobre
el trabajo en cuanto control total sobre el rendimiento del mismo, ya que se ven
amenazadas libertades como la elección de trabajo y el derecho a la huelga.

Obviamente no podemos soñar con la utopía de una situación laboral de no


dependencia o no enmarcada en una organización, o no delimitada mediante un
contrato. Sería como diseñar un vergel en lugar de una ciudad o aspirar al
bienestar absoluto. En una sociedad como la actual, vista en su perfil propio,
valdría la pena intentar que el trabajo tuviera ese carácter de principio ordenador
forzando más a la propiedad privada a cumplir su función social. El capital debe
servir más y el trabajo lograr un influjo más determinante sobre el mecanismo de
los precios. La mayor productividad económico-social es requisito básico para una
política salarial. Pero dejemos este tema ahí donde quería llevarlo, es decir, al
punto de asegurar al trabajo siquiera los mismos derechos que a la propiedad.
Así, al menos, en una sociedad de mercado, el trabajo podría mejorar su
competitividad, acercándose a costos que podríamos denominar socialmente
necesarios, más naturales en cierto sentido y menos sometidos al criterio
mercantilista (Messner).

Sentido de las relaciones humanas


Además del quiebre de las relaciones de justicia en la consideración del trabajo y
sus contraprestaciones, hay que mencionar otro obstáculo al bienestar; el quiebre
de las relaciones humanas. Por desgracia no se inspiran en la confianza, en la
solidaridad, en el amor al prójimo. ¡Tanta insistencia en el amor en otros niveles
de la vida y tan poca en las relaciones laborales! Donde no hay amor hay vacío y
donde el amor inspira la convivencia, la relación laboral es más justa.

Lo verdaderamente útil es el trabajo, no simplemente lo que se hace o se logra.


Por eso todas las tareas, desde las manuales hasta las más intelectuales son
dignas de valoración porque si en ellas predomina lo humano, la dirección
inteligente al fin, se está alcanzando lo importante: trabajar para vivir (no vivir
para trabajar), para mejorar, para conseguir medios que lleven a fines más altos,
personales y sociales.
¿Qué son las relaciones humanas?

Las relaciones humanas son los vínculos que se generan entre las personas y pueden ser
interacciones espontáneas o vínculos permanentes. Las diversas habilidades interpersonales, como
la comunicación verbal y no verbal, la empatía y la capacidad de escuchar a otros determinan los
comportamientos necesarios para garantizar esas relaciones humanas.

Los humanos son seres sociales por naturaleza que necesitan vivir en comunidad y relacionarse
entre sí. A veces, un individuo puede sentirse muy solo a pesar de estar rodeado de muchas
personas. Por el contrario, una persona puede vivir sola y sentir que su vida está rodeada de
compañía.

Lo que determina ese sentimiento es el tipo de relación que tiene un individuo con el resto de las
personas. La naturaleza del “ser social” está vinculada con las relaciones que es capaz de generar,
no basta con vivir agrupados a mayor o menor proximidad física.

Las relaciones humanas se dividen en dos grandes grupos:

 Las relaciones primarias. Son los vínculos íntimos o cercanos del individuo, en los que no
hay un interés o una necesidad previa que haya dado lugar a esa relación, sino que los une el
amor, el afecto o el aprecio por su calidad humana. Por ejemplo, las relaciones amorosas, las
familiares o las amistades.
 Las relaciones secundarias. Son vínculos en los que no intervienen las emociones afectivas,
sino que los une una relación de conveniencia o de utilidad. Por ejemplo, la relación entre
un gerente y un empleado, un maestro y un alumno, un doctor y un paciente.

Ambos tipos de relaciones son necesarios y complementarios para el desarrollo de la vida del


individuo en sociedad.

Importancia de las relaciones humanas


Las relaciones humanas son tan importantes para el desarrollo de la vida que pueden condicionar la
propia existencia del individuo. Por eso, resulta muy importante la calidad de los vínculos que se
establecen, y no solo la cantidad.

Una persona que se rodea de un ambiente de respeto, tolerancia, honestidad y paz podrá desarrollar
mejores cualidades de su personalidad que una persona que se rodea de un ambiente de agresión,
violencia, mentira y escándalo.

“Las relaciones humanas tienen como objetivo el desarrollo del individuo para que pueda alcanzar
una mejor calidad de vida en sociedad. Un buen ambiente social no es aquel en donde no existe el
conflicto, sino que, a pesar de las divergencias, el individuo logra desenvolverse”.

Relaciones humanas en el trabajo


Una cultura de trabajo estable y placentera atrae a empleados mejor calificados.
Las relaciones humanas en el trabajo corresponden al proceso de formación de los recursos
humanos que atiende sus necesidades, asiste en la resolución de conflictos y fomenta una cultura de
trabajo estable y agradable. Los empleados suelen trabajar juntos en determinados proyectos, para
comunicar ideas o simplemente compartiendo el día a día laboral.

Esas relaciones humanas afectan los costos, la competitividad y la sostenibilidad del negocio. Por lo
tanto, resultan una parte importante para el éxito de la organización. Además, cuando la cultura de
trabajo resulta estable y placentera, la organización suele retener y atraer empleados mejor
calificados.

Nueva dimensión del trabajo


No es el sentirse bien en el trabajo lo que nos hace buenos. Más bien es el
volvernos buenos en el trabajo lo que nos hace sentirnos bien respecto de
nosotros mismos (O'Connor). Hoeffner lo define como "ejercicio, consciente, serio
y exteriorizado objetivamente, de las capacidades espirituales y corporales del
hombre para la realización de aquellos valores con los que el hombre cumple sus
fines y con los que presta un servicio a la sociedad". Sin este sentido no
podríamos concebir la profesión, el trabajo como un modo estable de vida,
reconocido socialmente, y como la forma inmediata al alcance de la persona para
cooperar al bien común. Si el trabajo no conduce al hombre a la plenitud, deriva
fácilmente hacia la vía estrecha del trabajo mercancía, del trabajo que explota al
hombre o en el que el hombre "explota" porque lo ve bajo el prisma negativo de
la disminución de personalidad, del agotamiento y del cansancio, de la rutina o
del aburguesamiento.

Trabajo y concepción del hombre


Aquello de que el hombre debe ser señor de su trabajo y que con el trabajo
participa en cierta manera de una nueva creación, es algo que pertenece al
patrimonio cristiano. El trabajo no puede ser un valor absoluto como no lo puede
ser la sociedad.
Como bien dice García Hoz, el trabajo justifica la vida, pero no es la justificación
de la vida. Hay unas palabras que para mí sintetizan el panorama del trabajo
humano como fundamento del bienestar: "El trabajo es testimonio de la dignidad
del hombre, de su dominio sobre la creación. Es ocasión de desarrollo de la
propia personalidad. Es vínculo de unión con los demás seres, fuente de recursos
para sostener a la propia familia, medio de contribuir a la mejora de la sociedad
en la que se vive, y al progreso de toda la humanidad" (J.Escrivá). El trabajo
-decía al comienzo- es compromiso total.
Este carácter de totalidad no significa, ni mucho menos, absorción de la
personalidad del trabajador por los mecanismos de orden tecnológico o por la
organización laboral.
Se refiere más bien a que el verdadero trabajador se entrega a la tarea con todas
sus fuerzas. Entre sus elementos están: la aceptación de una obligación de
realizar algo concreto, el sometimiento a unas normas objetivas para el uso de
instrumentos y métodos, su adaptación a condiciones espacio-temporales y el
tener que realizar un esfuerzo acomodado a las exigencias y dificultades que se
presentan (García-Hoz). Estos elementos se complementan con uno que es
indispensable en toda consideración del trabajo: la responsabilidad ante el
resultado de la actividad.

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