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Departamento
de Psicología
ISBN 978-956-9370-11-3
RPI 248574
Javier Bassi
Ilustraciones de Pablo Hernández
Prólogo de Manuel Canales
Edición al cuidado de Felipe Gálvez
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rarse especificaciones de esas dos variantes: el positivismo, el llamado
«pospositivismo» (que es un positivismo que no se anima a ser
constructivismo), algún tipo de constructivismo (desde Piaget hasta
Guidano, de Maturana a Varela, del cognitivismo a, si me apuran,
¡Kant!), la fenomenología, algún/una sistémico/a particularmente
preocupado por la epistemología (como Bateson o Watzlawick), la
Gestalt… Como se ve, hay teorías para dar y regalar. Lo importante
es, como dije, que sea una teoría de nivel epistemológico (en términos
de Sautu et al., un «paradigma») y que sea coherente con la posición
epistemológica asumida en el resto del proyecto.
Y, tras la explicitación de esta opción viene, como en cada pun-
to de este apartado, la justificación. ¿Por qué es que se ha optado
por esta perspectiva? ¿Qué la hace coherente con el problema de
investigación? Eso debe justificarse, explicarse, no basta con que sea
explicitado. Y esto es importante porque este primer apartado
define cómo se entenderá todo lo que viene: por ejemplo, si se
quiere ser mínimamente coherente, no se puede sostener que se
habla desde una perspectiva construccionista… y luego decir que «se
halló» tal o cual cosa… (pero se hace, y mucho).
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al parecer, la «abeja reina» de las investigaciones y Hernández
Sampieri et al. parecen considerar que las demás son degenera-
ciones de ella (por ejemplo, p. 109). En todo caso, sólo tienen
este «alcance» las investigaciones basadas en modelos experi-
mentales o cuasiexperimentales. Así, no hay investigaciones
cualitativas que puedan ser abejas reina…
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i. La agresividad (el concepto que se medirá) deberá representarse
como una variable: por ejemplo, la cantidad de veces que un/a
niño/a muestra tales y cuales conductas. Dichas conductas deben
estar claramente definidas, por ejemplo: empujar a otros/as
ii. El nivel socioeconómico de una familia, por su parte, podría quedar
definido (operacionalizado y variabilizado) como la suma en
pesos de los ingresos mensuales de todos sus miembros
B2.12.4. Método
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suelen comenzar con un manifiesto epistemológico, se inician con
una declaración de principios. Pero «van más allá»: precisan cómo
habrán de entenderse «los datos»: ¿como actitudes?, ¿como repre-
sentaciones sociales?, ¿como discurso?, ¿como narrativas?, ¿cómo
puntajes de tal o cual constructo? Podría pensarse que los métodos
son equiparables a las «teorías generales» de Sautu et al. También
«van más allá» en otro sentido: prescriben unas técnicas, es decir
(ahora sí), una cierta forma muy concreta de hacer las cosas.
Voy a los ejemplos para que quede claro de qué hablo. Son
métodos «cualis»: el análisis del discurso, el enfoque/método
narrativo, la teoría/método de las representaciones sociales, el
método biográfico, la observación participante/etnografía, la
investigación-acción participativa, la sistematización de experiencias,
la grounded theory, la actor-network theory y alguno más, como el
análisis clínico de casos.
¿Qué pasa con las investigaciones cuantitativas? En los modelos
cuantitativos, curiosamente (no, mentira, para nada curiosamente),
¡no se explicita un método! Se explicita un «diseño» como el del
punto anterior, es decir, la presentación de unas ciertas tipologías
que encuadran la investigación. Pero, por lo demás, se da por
supuesto que no hay que explicar el método. Estoy en desacuerdo,
claro: yo diría que el método cuantitativo es la comprensión cuantitativa
(variabilizada) del mundo y su tratamiento estadístico. ¡Y eso también
habría que decirlo!
Como puede verse, todos estos métodos proponen una forma de
entender el mundo social y, luego, medios (técnicas) para «descri-
birlo». Es ése, justamente, el sentido en que son métodos: proponen
una mirada del mundo y dicen cómo conocerla.
¿Cómo se opta por un método u otro? Si el problema de
investigación está bien diseñado… debería ser obvio. Sí, otra vez
aquello de la consistencia interna. A veces, lo que señala el camino
está en la pregunta de investigación misma: «¿Cuáles con las narrati-
vas…?», «¿Cuál es el discurso…?», «¿Cuáles son los relatos de vida…?»,
etc. No hay cómo perderse. A veces en el objetivo: «Proponer un
esquema teórico…» (o algo así, que remite a la grounded theory),
«Conocer la vida en la cárcel…» (o algo así, que podría remitir a
un modelo etnográfico). En modelos cuantitativos, por ejemplo,
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