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ADN antropofágico

Para Marcos Mundstock

La fijación del progreso por medio de catálogos y aparatos de


televisión. Sólo maquinaria. Y los transfusores de sangre

Oswald de Andrade. Manifiesto Antropófago

Producciones culturales cruzan, intersectan el escenario del confinamiento. Memes, Live’s,


Streaming, nuevos perfiles en IG, conciertos liberados, acceso a filmotecas, bibliotecas. Las
industrias de la producción estética se han situado en la primera línea para hacernos más
“amable” el aislamiento. Consumimos mucho y de todo. Los historiales y las cookies se adaptan a
nuestras exigencias y demandas, pero al mismo tiempo, los reposteos ponen en circulación y nos
muestran nuevas constelaciones estéticas. Lo apocalíptico frente a lo integrado (y viceversa)
pareciera no tener ya mucho sentido. ¿Qué quedará de todo esto? ¿Cuál ha de ser su residuo?
¿Cómo afectará, en el tiempo posterior a la pandemia, los modos de creación, del proceder
artístico, nuestras maneras de percepción sensorial?

Buscando responder esas interrogantes, volvimos a la antropofagia y a ese viejo manifiesto que
sigue dando de qué hablar en la actualidad: “Tupí or not tupí that is de question” afirmaba Oswald
de Andrade en mayo de 1928. Nación caribe que todo lo consume pero que digiere con sus
propias reglas. Cervantes, Shakespeare, Faulkner, Joyce, todos ellos, corrieron la misma suerte que
Montaigne: fueron sazonados y devorados simbólicamente con una rítmica que rompe los
fragmentos y, al mismo tiempo, los unifica. De ella, nacieron Clarice Lispector, Enrique Bernardo
Núñez, Gabriel García Márquez, Pedro Lemebel y Carlos Monsiváis, por citar solo algunes.

Recorridos, instinto caribe: “Pregunté a un hombre que era el derecho. Él me respondió que era la
garantía del ejercicio de la posibilidad. Ese hombre se llamaba Gali Matías. Me lo comí”
(Manifiesto Antropófago). Si el barroco americano fue un arte de la contraconquista (Lezama Lima
dixit), la antropofagia (en el 92 aniversario de la publicación del Manifiesto) sigue transformando
los Tabúes en tótems.

La inquietud que experimentamos ahora, como diría el comunista Pablo Revilla de La Galera de
Tiberio, “es parecida a la inquietud que experimentamos ante las ruinas: en el fondo es una
inquietud por nosotros mismos. Nos damos cuenta entonces de que nuestra vida es como un rocío
suspendido en la rama de un árbol”. Desde MenteKupa, soltamos fragmentos para que cada quién
los unifique y los devore a su manera, como quien espera el retorno de la fuerza y la venganza del
Jabutí.

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