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TRINIDAD
INFORME DE LECTURA
LIBRO: EL DIOS DE NUESTRA FE, DIOS UNO Y TRINO; CELAM
MAXIMINO AÑAS REYERO
LECCION PRIMERA
Sumario
El auténtico punto de partida para conocer a Dios es creer en él. Pero esta misma
fe impulsa al creyente a entender lo que cree. Con la reflexión no desaparece la fe
ni se convierte en razón. Se muestra más y más la belleza de creer.
La fe, aunque se represente algunas veces con los ojos vendados, no es ciega y
mucho menos irracional^. "Deseé con la inteligencia comprender lo que vi", dice
San Agustín. Hay un conocimiento del corazón, un conocimiento afectivo. Y lo que
es más, hay un conocimiento inspirado por Dios, revelado. Dios se da a conocer al
hombre, de una manera que sólo a él le es propia.
La pregunta por Dios tiene una doble cara: es también, al mismo tiempo, una
pregunta por el mismo hombre. El creyente se encuentra siempre entre estos dos
polos: Dios y el hombre. Si pregunta por Dios es porque no puede concebir al
hombre sumergido en una desconcertante historia sin sentido, sin principio ni fin.
Cuando el hombre pregunta por sí mismo, cuando se hace la pregunta ¿quién es
el nombre?, ;por qué existe?, ¿cómo ha de vivir y hacerse?, ¿hacia dónde ha de
orientarse?, su respuesta no llega a tocar fondo si no incluye la pregunta por Dios.
Dos preguntas hay que el hombre no puede evitar: ¿Quién soy yo? y ¿quién es
Dios?.
A la larga "no se puede creer en Dios "porque sí", por una opción arbitraria,
caprichosa, infundada, tomada con conciencia de que igualmente podría uno
tomar la opción contraria. Creer ' porque sí" es en definitiva, creer en su propia fe,
y esto ya no es creer en Dios: es creer en sí mismo".
1.2. La pregunta del no creyente
¿Puede hacer esta pregunta el no creyente? Es claro que muchos hombres no
creyentes hablan y tratan de las cosas de Dios. Hay investigadores de la historia
de la religión, de la fenomenología de la religión, de la filosofía religiosa. Se
preguntan más que por Dios, por las ideas que el hombre, a lo largo de su historia,
se ha ido haciendo de lo que se llama Dios. Existe, sin embargo, el no-creyente en
búsqueda. Existen, sin duda, aquellos que no "apartan voluntariamente de su
corazón a Dios", los que no "soslayan las cuestiones religiosas", pero no pueden
aceptar a un Dios tal y como se les presenta15. De estos dice el Concilio Vaticano
II que "carecen de culpa"16. ¡Qué gran misterio y qué gran dolor! No pocas veces
se encuentran hombres y mujeres que desean creer, pero que no son capaces de
dar intelectual o afectivamente el paso a la fe y a la confesión de fe. La historia de
San Agustín se repite en nombres y mujeres de toda clase y condición.
¿Y el ateo positivo? El que mantiene que Dios no existe, no puede hablar de Dios.
Nadie puede hablar de quien no conoce, de quien afirma que no existe. "Puede
decir que aquello que los creyentes llaman Dios no lo es realmente, sino que es
sólo un fenómeno -quizá interesantísimo- de orden psicológico, social, cultural o
quien sabe qué"17.
La Teología tiene por tarea la de hacer que la fe comprenda lo que cree. Está al
servicio de la fe. También es necesario reflexionar la fe, para ayudar a otros
creyentes a profundizar y plenificar su fe. Esta es la labor que realizan los
catequistas, los formadores y animadores de comunidades, los teólogos.
La fe y el diálogo
El creyente que pregunta por Dios sabe de los límites de su pregunta. Por eso
tiene una comprensión amplia y tranquila de la situación del ateo. Comprende las
razones que puede tener el que niega a Dios. El ateísmo, el nihilismo, el
agnosticismo y escepticismo son fenómenos de nuestro tiempo. El creyente ha de
entrar en contacto y en diálogo con los hombres implicados en estos fenómenos,
con amplitud de corazón y sin esa agresividad, que es signo de debilidad e
inseguridad. ¿No ha experimentado acaso el creyente las ficciones y el engaño?
¿Qué es el corazón del creyente sino un corazón humano?23.
El creyente ha de hacer un esfuerzo para mostrar, desde la misma realidad
humana, la posibilidad de iniciar un camino que lleve al reconocimiento de la
existencia de Dios y de algunas de sus cualidades.
La fe y el silencio de la adoración
El cristiano sencillo vive su fe, la mayor parte del tiempo, razonablemente, pero en
un silencio religioso. El silencio de la adoración, de la admiración, es muy
frecuente, cuando se llega a la playa cansado de bracear en el misterio insondable
de Dios. Existe un conocimiento íntimo, recóndito, gozoso y sosegado de Dios en
muchos cristianos sencillos.
TRABAJOS
CRISTIANO ANÓNIMO
Puesto que el hombre es salvado en Cristo es cristiano; pero, porque aún no ha
llegado a la confesión consciente y querida de la fe, es un cristiano anónimo, es
decir, no puede identificarse como cristiano ante sus propios ojos ni ante la mirada
de la iglesia.
Cualquier persona que lucha por la justicia es un cristiano, aunque no
explícitamente.
CRISTIANISMO ANÓNIMO
Existe un cristianismo anónimo realmente relacionado con la concreción de la
historia de la salvación y, por lo tanto, con Jesucristo, formado por todos aquellos
que acogen incondicionalmente su propia existencia en obediencia al Dios de la
absoluta autocomunicación.