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¡Vuelve el jazz a Toledo!

*Ana M.ª Jara

23 Festival Internacional de Jazz “Ciudad de Toledo”.


Sábado 19 de septiembre, 20.30 horas
Colina, Carmona, Serrano y Barrueta.

Por fin jazz, por fin música en directo de nuevo. Las experiencias vividas en los últimos meses han
dejado huella en una sociedad que sentía que su realidad se desmoronaba por un virus. Todos nos
hemos aferrado al arte como vía de escape de un encierro. El leer, escuchar, contemplar, pintar,
garabatear suponía un regalo. Si bien el arte era considerado por los griegos clásicos como la
medicina del alma, aceptemos al menos que es un analgésico que nos permite vivir en plenitud.

Vuelvo a asistir a un concierto en directo después de muchos meses y pesar de la distancia de


seguridad, la sensación es de unidad al saber que estamos recuperando el momento de entregar una
entrada y disfrutar de música en vivo. Por unos momentos se nos olvidan otras preocupaciones,
escuchamos como niños que descubren algo nuevo.

Los conciertos que alberga el Festival se han generado a partir del talento de músicos toledanos que
han traspasado fronteras y que vuelven a la Plaza del Ayuntamiento para compartir con su ciudad lo
aprendido en sus dilatadas trayectorias. Después de escuchar los días pasados a grandes músicos
como Diego Sánchez,Manuel Machado, ya sabíamos que nos enfrentábamos a otra velada de swing,
fusión y ritmos asincopados de gran calidad. La expectación del concierto era comprobar cómo la
unión de músicos formados en el jazz y el flamenco, con referencias a Paco de Lucía, también a
Bebo Valdés y estrechamente vinculados a Pepe Habichuela, iban a fluir juntos.

El grupo Colina, Carmona, Serrano y Barrueta presentó su nuevo proyecto titulado Veinte-veinte.
La razón de que la agrupación se denomine con los apellidos de cada músico tiene mucho sentido.
Son cuatro músicos con carreras diferentes y juntos han creado un nuevo estilo fusionando distintos
géneros. También todos supieron darse su espacio y permitir que el talento individual fuera recibido
en una música colectiva. Javier Colina al contrabajo es el ejemplo del interés autodidacta que
consigue crear una técnica depurada y un estudio concienzudo de ritmos de jazz y que junto a
Josemi Carmona a la guitarra consiguió crear giros flamencos que se encajaban perfectamente con
el ritmo swing, porque sus lenguajes eran de verdad. De creación y convicción propia, defendían
sus discursos con autoridad. Juntos han sido capaces de darle una arista más al poliedro del swing.
Antonio Serrano a la armónica fue un derroche de coordinación y musicalidad en un instrumento
que a priori no parece tener tantas posibilidades. Quedó demostrado que no es cierto. La sonoridad
de la armónica y la precisión con la que se introducía en las obras hizo que se ganara un puesto
relevante en la agrupación. En unos meses Serrano estrenará una adaptación del Sombrero de Tres
Picos de Falla con la orquesta de Almería. No hay límites gracias a Serrano. Completa el grupo
Borja Barrueta en la percusión. Imprescindible unos ritmos firmes que generen la base sobre la que
todo se construye. Solista virtuoso y afianzando el pulso, Barrueta fue un referente de fluidez y
estabilidad rítmica.

Además, las propuestas de esta 23 edición del Festival se han completado con actividades paralelas
como la charla en los jardines de la Iglesia de San Lucas del director Jaime Chávarri, los
interesantes paseos musicales coordinados por Miguel Ángel Nava dedicado a estudiantes del
Conservatorio Profesional y de la Escuela de Música. Porque el jazz está presente también en las
aulas. El camino para convertirse en un experto tiene muchos senderos que elegir, muchas
bifurcaciones y muchos estilos distintos. Nunca se deja de aprender porque las opciones son casi
infinitas. Las improvisaciones como las escuchadas en el concierto del sábado son una muestra de
dominio armónico, sentido estético, organización melódico y agrupación rítmica. Para tener ese
control es necesario conocer muy bien el lenguaje, dominarlo y estudiarlo para crear en conjunto.
Ya lo hacían los grandes compositores de la historia musical en todas las épocas, glosaban e
improvisaban con la destreza del que conoce y reconoce su medio de comunicación.

El Festival Internacional de Jazz Ciudad de Toledo ha realizado el esfuerzo de adaptarse a unas


medidas rígidas de seguridad. Las reglas del juego han cambiado, pero demos gracias de que
podemos seguir jugando. La organización del festival así como otras agrupaciones culturales de la
ciudad están llevando a cabo una labor titánica de reconversión y por ello podemos beneficiarnos
de que la cultura sigue a nuestro lado. Nunca nos abandonó y ahora la contemplamos a través de
mascarillas, con geles y distanciamiento social. La percepción es otra, la que corresponde al
momento que vivimos pero nos nutre y nos da energía para seguir.

*Ana M.ª Jara, musicóloga y profesora en el Conservatorio Profesional de Música de Toledo

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