Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
net/publication/338839204
CITATIONS READS
0 1,032
1 author:
SEE PROFILE
Some of the authors of this publication are also working on these related projects:
El concepto de experiencia estética en la didáctica de la lógica y en la formación de maestros de Matemáticas View project
All content following this page was uploaded by Mónica Moreno Torres on 30 January 2020.
Obras artísticas
© Mónica Moreno Torres. Ilustraciones: Daniel Sebastián Echeverry Arango
Primera edición impresa: 15 de septiembre de 2019. Colección Aula Abierta - Obras artísticas.
Impreso y hecho en Colombia / Printed and made in Colombia. Jefe CIEP: Jhony Alexánder Villa Ochoa.
Prohibida la reproducción sin autorización de Universidad de Antioquia. Coordinador de la colección: Jorge Ignacio Sánchez Ortega.
Fondo de publicaciones.
Teléfono: 2195708
9
prólogo
De un modo narrativo Alicia en el corazón de una cereza pretende ilustrar posi-
ciones fecundas desde las cuales asumir el conocimiento, sea como estudiante o
sea como maestro. El sentido de este texto se va decantando conforme se aterri-
za su carga simbólica.
Así como otrora estuvo en el espejo, ¿qué significa ahora que Alicia esté en el
corazón de una cereza? Esto plantea tres cuestiones principales: llegar al sitio des-
crito, por qué al corazón y por qué de una cereza. Llegar implica un cómo, un
método, la mejor manera de; estar en el corazón de algo es estar en su médula,
donde se concentran todos sus impulsos vitales, donde se puede sentir más; y una
cereza es lo más preciado, la guinda del pastel.
Para llegar a la cereza, símbolo en este caso del conocimiento, juegan un papel
fundamental la palabra, la experiencia y los personajes. La cereza misma encarna
una palabra cuyo sentido se desea conocer. A estas palabras no se tiene acceso
de cualquier manera sino que implican un aprestarse a ciertas vivencias de las
11
que se derivarán como mínimo sus nombres, sus ropajes fonéticos. Y a estas viven-
cias no se accede sin la intervención de un personaje, especie de guía iniciático
que aparece del reino de lo súbito o del sueño a ofrecer una respuesta a las más
ansiadas búsquedas.
12
que se fue y lo que se podría llegar a ser. El camino a un nuevo ser es lo que com-
porta aventura y peligro: quitar del pellejo las manías de una vida adulta cuesta,
en el piso firme aterra la posibilidad de un salto al sin-sentido. Mas si no hay salto no
hay posibilidad de encuentro consigo mismo y con ello se escurre toda posibilidad
de sentido. Aparecen en este punto dos preguntas: ¿por qué en la posibilidad de
encontrarse se signa el sentido de la vida?, ¿cómo ignorar el miedo?
13
Acompañar en un camino de aparentes sin-sentidos parece conjurar todos los
miedos. Esta compañía permite cruzar un umbral: adentrarse en el espejo o pasar
del borde al corazón de la cereza. Curiosamente esta compañía liberadora-aden-
tradora plantea un diálogo de palabras locas que hay que saber jugar, como si
nos dijeran que nuestro gran error siempre fue habernos querido comunicar, y que
solo a partir de concertar la incomunicación nos devendrá la belleza. Es decir,
apostando al extravío nos encontraremos, tocando la locura quedaremos cuer-
dos.
14
microrrelato
uno
La persuasión de la cereza
La cereza sobre el helado pone en silencio la boca. Hace que los ojos se abran.
Aguza los oídos para darle paso al fluido de la crema por la garganta. Ella, des-
liza inofensivamente sus manos hasta alcanzar el pequeño tallo que la sostiene.
La lleva hasta su boca, pero algo la detiene. Decide regresarla a la nube de es-
puma que la protege. La mira nuevamente y le incomoda su carnosidad. Con la
otra mano, alcanza el bonsái de cerezas que está a un lado de aquel montículo
espumoso. Otea las diminutas hojas hasta hacerlas caer sobre la mesa. Las aplas-
ta con las yemas de sus dedos. Sus dedos ahora son diez gajos de hojas verdes.
De las hojas del bonsái, solo queda el esqueleto de la estructura elíptica que las
sostenía. Extiende su cuerpo sobre la mesa. Levanta la cabeza y con sus manos,
17
pone el monte espumoso a lado y lado de sus pies. Deja caer su cuerpo en espiral
sobre la mesa. Cierra sus ojos para darle paso al fluir de la savia que yace entre las
yemas de sus dedos. Comienza a sentir el canturreo de las hojas. Se deja llevar por
las palabras que llegan hasta sus oídos. Algunas se quedarán huérfanas. Otras se
irán por un abismo. No faltarán aquellas que seguirán buscando sus cómplices en
otras hojas, en otros árboles, en otros libros. O posiblemente nunca las escuche o
las vea. Espera encontrar una palabra, un episodio, un personaje que le permita
llegar hasta la cereza.
microrrelato
dos
Palabras con bordes
Ella, convierte su cuerpo en cómplice de sus palabras. Las dichas, las calladas, las
ausentes, las impuestas, las que no pudo leer en ese momento, las censuradas. Es-
pera encontrar una expresión. La que sea capaz de poner su cuerpo a un lado de
la mesa, para llevarse aquella cereza hasta su boca. Sigue ojeando las palabras
que saltaron de las nervaduras de las hojas. Comienza a sentirse como una desco-
nocida que acaba de robar un libro y devora sus letras para salvarse de su inani-
ción. Sin ellas, el sentido de su existencia seguiría amenazado. Recuerda que hay
21
libros donde aparecen agujeros, túneles, máquinas encantadas, brujas y anima-
les. Asegura haberlos leído todos. Recuerda los nombrados por sus amigos y esto
le permite decir que también leyó sus historias, aunque no las conozca. Presume
de su capacidad lectora al argumentar la inocencia de algún personaje, cuando
la historia es enigmática. Se compara con la mirada indefectible de los animales
que aparecen en el libro de las fabulaciones de Alicia. Ellos, y por supuesto Alicia,
le recuerdan su niñez.
microrrelato
tres
La curiosidad de la aprendiz de maestra
Había algo que la hermanaba con Alicia; ¡su boca! Sí. Ambas debían abrirla para
sobrevivir a los otros o a su propio deseo. Ella, la Maestra, había escuchado en la
universidad un par de historias más de las experimentadas por Alicia. Pero Alicia
tenía la capacidad de aventurarse y dejarse sorprender; emociones que Ella ha-
bía olvidado. La trans/formación de aquella niña era, al mismo tiempo, la suya.
No podía creer que una exploradora y una cereza también fueran sus maestras.
Ese diminuto fruto rojo la impulsaba a tener una experiencia de lectura diferente.
Íntima, personal, sin guardianes de la imaginación. Alicia sería la salvadora de su
capacidad de invención, y de paso, la incitadora de una nueva palabra. Aventu-
rarse, preguntar y escuchar historias sin/sentido, eran actividades a las que estaba
25
acostumbrada aquella niña de goma. Esperaba encontrar nuevas sensaciones,
como las que pudo vivir caminando con Alicia. Esa pequeña aventurera se había
dejado seducir por la palabra “bébeme”. El saber de esa expresión, se convirtió
en el sabor de su primera salvación. Su contenido la llevó a contemplar lo que
estaba enfrente de su mirada. Comenzó a sentir el llamado del bosque. Fisgoneó
a través del pequeño vidrio lo que aparecía ante sus ojos. Contempló la luz que
caía sobre los arbustos, siguiéndola en espiral. Le pareció saber que, si los árboles
hablaban, las flores bailaban y las hojas estiraban sus lenguas hasta deslizarlas por
el pequeño vidrio que la separaba del bosque, no había ninguna duda. Ella los
necesitaba. Su indefensión la hizo prosternarse ante la grandeza de la naturaleza.
microrrelato
cuatro
Al lado del corazón
29
un arco iris. Se miró a través de aquel espejo celeste y le extrañó encontrarse con
un rostro que le era familiar. Sus ojos se cerraron al pasar por el claro-oscuro de la
tristeza. Al abrirlos sintió que un elefante había escuchado sus penas. Atravesó el
rojo y, al salir al otro lado de su corazón, sintió que un ruiseñor entonaba canciones
de amor. Degustó el sabor agridulce de la esperanza y sintió que un grillo hacía
cosquillas en su estómago. La Maestra recordó que el corazón también piensa.
¿El corazón sensible de Alicia la podría salvar? Esta pregunta era insulsa para la
Reina de corazones. Sus órdenes las dictaba sin ni siquiera levantar la vista. Tenía
un corazón de ébano que estaba custodiado por el Rey. Él era el encargado de
cortarle la cabeza a los seres que intentaran mostrarle a la soberana un corazón
alado, celeste o en forma de arco iris.
microrrelato
cinco
Un bestiario para jugar ajedrez
Alicia salió de la cueva del grillo saltando de alegría. Su euforia se fue apagando
al sentir una sombra que la perseguía. Levantó su mirada y, antes de que la Reina
profiriera la orden, le propuso una partida de ajedrez. Acordaron que la primera
en llegar al acertijo que estaba en la mitad del terreno de juego y lo descifrara
sería la ganadora. Las figuras del ajedrez no estarían en el campo de juego; cada
una las debía representar corporalmente. Comienza la partida…
33
—Alicia representó un director de orquesta, poniendo en movimiento sus
peones. La Reina personificó un domador de ratones, lanzándoles migajas
de queso.
34
imaginación montada en sus caballos. La Reina asumió la figura de un do-
mador de caballos. Los echó a andar y les indicó el camino a seguir.
—La Reina expandió su mandíbula, arqueó su cuerpo y abrió sus dedos, imi-
tando al rey de la selva.
35
Ahora debían llegar hasta el acertijo, descifrar el enigma y la ganadora cantaría
Jaque Mate. Observaron que, en medio del terreno de juego, flotaban pompas
de jabón. Del conjunto de colores que las representaban sobresalía el dorado. Sus
destellos dibujaban un girasol en forma de carta que flotaba en medio de aque-
llas volutas. Estiraron su cuello y metieron sus cabezas y manos en las pompas de
jabón. La Reina tomó entre sus manos la misiva. Rasgó el dorado que la protegía
y leyó en voz alta:
36
—Mi cabeza es de lana.
37
La Reina le dijo a Alicia que no estaba para más juegos. La niña de goma le dijo
que su imaginación la podía convertir en la ganadora. Esta posibilidad resonó en
la Reina. Comenzó a nombrar animales y puso en ellos palabras dulces, que jamás
se hubiera permitido conocer. Alicia hizo lo propio, sin encontrar la adecuada. Las
conjeturas se prolongaron hasta la media noche. Se quedaron dormidas sobre la
estela del juego. Al despertar estaban entrelazadas por sus bigotes. Sus cuerpos
eran transparentes. Cada una tenía una cabeza de lana. Solo quedaba una pom-
pa de jabón que las envolvía espejeando sus almas. Se miraron amorosamente y
soltaron una bocanada de sonrisas que provocó el estallido de la pompa. Juntas
habían descubierto el acertijo. Recuperaron sus cuerpos y emprendieron camino
por el bosque.
microrrelato
seis
El juego de la vida
La Maestra, había presenciado el juego entre Alicia y la Reina. Sus reglas fueron
respetadas hasta el final de lo que parecía ser un juego entre el Ser, el Saber y el
Poder. La experiencia lúdica les permitió mirarse de manera compasiva ante el
espejo del alma que son sus ojos. Los movimientos del ajedrez los dictaba la ima-
ginación. Cada una representó su Ser, mostrando los aprendizajes que habían
reconfigurado para sí y los recibidos de la sociedad. El blanco y el negro exhibie-
ron el característico movimiento pendular. Ninguna de las dos quería ser vencida
41
por su adversaria. ¡Oh sorpresa!, cuando el juego de los juegos las convocó a una
tercera vía. Cada una había transformado su cuerpo en busca de asociaciones
ingeniosas. Pero cuando el acertijo las reunió poniéndolas ante el espejo de la
vida, la opción fue reír a carcajadas. Este gesto de amor y solidaridad, estuvo
precedido de la mirada. Acariciaron silenciosamente lo que no pudieron decirse
para salvarse. Desapareció el miedo y la agresión. Se contemplaron a partir de
sus diferencias. Las acciones se concentraron en el gesto de la mirada. El tiempo
interior de las dos comenzó a desvanecerse en las fronteras de la vida.
microrrelato
siete
De regreso al bosque interior
45
sobre su cuaderno de lectura. Reconoció en la Maestra de manualidades de la
escuela, el desorden creativo que a veces la asistía cuando leía un cuento. Resal-
tó de sus compañeras del colegio, la mirada acuciosa de la juventud que todavía
conservaba. Honró a sus maestros de literatura, le habían permitido descubrir otros
mundos posibles. Se hizo semilla de diente de león con sus hijos; se enterneció con
los amores furtivos y amó a los incondicionales; se despidió agradecida de los
amigos alondra, como si se tratara de los lectores alondra de Cortázar. Y con los
indesmayables, esperaba envejecer para el asombro, como lo diría Chesterton.
microrrelato
ocho
Bocados de palabras
49
posible. Y el cuarto, era to. Le sabía al néctar del descubrimiento. Este sabor era el
saber que reclamaba su piel. Cada bocado se fue quedando en su cuerpo, hasta
formar una sola expresión en su alma. Luego se dispersaron por sus venas y anida-
ron en sus ojos. Ahora podía ver la trans/formación de su cuerpo. Se levantó de la
mesa y llegó hasta su jardín. Lo recorrió con la placidez de quien se interna en su
propia alma. Comenzó a bailar por entre los árboles, acompañada del canto de
los abedules, los álamos, los castaños, los cipreses y los cerezos.
microrrelato
nueve
Las manos del sendero
Los cerezos en flor estaban en la mitad del jardín, formaban una corona de pé-
talos que abrigaban con su luz a la Maestra y a los demás árboles. Sus ramas se
abrían y se cerraban en señal de bienvenida. Caían desde la copa del cerezo
meciendo el corazón en flor de las cerezas. Ella bailaba con los corazones que lle-
gaban hasta sus brazos, los ponía en su regazo y, luego, los soltaba regresándolos
al tallo madre. Uno de los corazones no se dejaba atrapar. Se detuvo a observar-
lo acariciándolo con sus ojos. De pronto, las corolas de la flor se abrieron y ¡zas!
algo se desgajó de aquel fruto. Tenía una forma globosa y carnosa de color rojo
negruzco. Creció hasta romperse y de allí brotó un cuerpo humano que cayó de
bruces en el piso.
53
Entonces, aquel cuerpo se puso boca arriba y se levantó del piso diciéndole:
—No puedo conocerte, pues tus sueños no son los míos. Además, una maes-
tra no puede soñar con una niña como yo. Si lo hicieras tendrías que apren-
der el juego de palabras locas que me enseñó Dumpty.
54
—Dumpty me dijo que el significado de una palabra dependía del sentido
que él le diera en ese momento. Cuando le pregunté si era el rey de los signi-
ficados diferentes, se enojó interrogando:
55
—Alicia levantó su rostro hacia el cerezo y le dijo:
Alicia miró a la Maestra con sus grandes ojos dulces, como alguna vez la había
mirado el Caballero Blanco, y le dijo:
La Maestra tomó a Alicia de las manos y comenzó a cantar con ella: Qué pase el
tren, qué ha de pasar…
59
La pompa de jabón lanzó una carcajada tan fuerte que terminó por estallarse.
Salió la cabeza de Cheshire, quien le dijo:
60
—¿Por cuál sendero comenzamos nuestra aventura?, volvió a preguntar
Alicia.
—Tengo una idea, dijo la Maestra: Ir juntos nos permitiría compartir el aro-
ma de la utopía, y caminar en soledad, será la oportunidad para reconocer
nuestros pasos por el sabor agridulce del horizonte anhelado. ¡Encontrémo-
nos donde nace el arco iris!
61
Alicia y Cheshire, conjuntaron sus manos con las de la Maestra y las levantaron
hacia el cielo. Luego las extendieron hasta el vórtice de los senderos para saber
cuál elegir para sí y en compañía de los otros.
microrrelato
once
El resonador naciente
—No se sabe cuánto tiempo duró la aventura, dijo Dumpty a sus estudiantes. Al-
gunos senderos los recorrieron juntos y otros en compañía de los seres del bosque.
65
—En mi recorrido por el bosque esta canción me acompañó:
Sendero, senderito,
Bosque de ajedrez
Sendero, senderito
Bosque de ajedrez
saltando al revés.
66
Sendero, senderito
Bosque de ajedrez
Sendero, senderito
Bosque de ajedrez
67
Sendero, senderito
Bosque de ajedrez
68
Cerezos en mi corazón
Tamborilero de amor
Cerezos en mi corazón
zumbido de abejas
dulces, doradas
69
Cerezos en mi corazón
canturreo de alondras
saltarinas, danzantes
Cerezos en mi corazón
balido de ovejas
70
Cerezos en mi corazón
canto de ranas
Dumpty cerró sus ojos por un momento y, al abrirlos, les dijo a sus estudiantes:
71
—Les leeré algunos senderos del texto de Babel y, cuando repita dos veces
la misma palabra, significa que los vórtices de ellas evocan en mí un vibrato de
senderos.
Los microrrelatos están inspirados en las obras de Alicia en el País de las maravillas. Lewis Carroll. Selección y compilación
de ilustraciones. Cooper Edens. Ediciones B 2002; y en Alicia en el País de las maravillas & A Través del espejo. Lewis Carroll.
Plutón Ediciones. 2016. Los vibratos del microrrelato once están inspirados en La Biblioteca de Babel. Jorge Luis Borges.
La Colección Aula Abierta promueve la producción artística y académica de maestros, maestras, profesores y profesoras,
interesados en divulgar sus creaciones y reflexiones en temas relacionados con la experiencia y la investigación en la edu-
cación, la pedagogía, la didáctica y el currículo. Acude a formatos impresos y electrónicos que son alojados en diferentes
plataformas. Las obras son evaluadas por pares con formación de alto nivel y amplia trayectoria.
Se ha incluido un código QR. Al escanearlo, usted accederá a la versión audiovisual de los microrrelatos y podrá usarlos en
las aulas de clase para el trabajo didáctico con la obra literaria.
Mónica Moreno Torres
Profesora de la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia.
Asesora de Prácticas Pedagógicas de la Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana.
Coordinadora del grupo de investigación en Didáctica de la Educación Superior.