La pobreza de Colombia no es un hecho, es una idea, pensamiento y cultura
que se ha venido creando a partir de la historia del país y ha venido evolucionando hasta el día de hoy. El legado que dejo esta historia en la mente de los colombianos es que el éxito, la plata y adquisiciones materiales se logra fácil y rápido “la ley del menor esfuerzo”. Agregando a este legado que nuestra sociedad radica del Individualismo, que es el bienestar propio sin importar los demás, por esto, nuestro país es violento e intolerante, no sabe convivir ni vivir en una sociedad. El principio fundamental para el buen funcionamiento de una sociedad debe ser El RESPETO. Siendo el respeto el principio fundamental en la sociedad se vería el desarrollo social al que se podría llegar, sería un sociedad más tolerante, justa y equitativa dándose así oportunidades para todo el mundo por igual, cambiando el pensamiento cultural del individualismo a un pensamiento colectivo. Reflejándose en sociedades del primero mundo como lo es Japón y Suiza, que, sin tener la riqueza y recursos naturales propios, su avance se a desarrollado en la disciplina colectiva, pensando en la superación como sociedad. Demostrando al mundo a que lleva la disciplina, el trabajo en equipo y que es tener el pensamiento de país grande, dando prioridad a su mayor riqueza que es la gente invirtiendo en su formación y bienestar. Como joven colombiano pienso que somos los que tenemos el poder de decisión del cambio de este país, como primera instancia es conocer nuestra historia para poder proyectarnos como una sociedad. Ser conscientes de aprovechar nuestros recursos humanos y naturales que han sido hasta ahora mal administrados generando injusticia e inequidad, como consecuencia tenemos la violencia e intolerancia que es el pan de cada día en nuestro querido país. “Nadie podrá llevar por encima de su corazón a nadie, ni hacerle mal en su persona, aunque piense y diga diferente”. Traducción de los indígenas Wayuu del Art.12 de la Constitución Política de Colombia. “Si ustedes, los jóvenes, no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvarlo. ¡Nadie!”. Jaime Garzón