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I. INTRODUCCIÓN ..................................................................................................... 3
IV. POBREZA........................................................................................................... 10
IV.a Brecha Rural-Urbana.............................................................................................. 11
IV.b ¿Qué pasa con el campo? ..................................................................................... 12
VIII. DESPLAZAMIENTO............................................................................................. 21
Este debate busca encontrar respuestas a la pregunta formulada entre los hacedores de la
política, los congresistas y una serie de reconocidos expertos en este tema. No es solo una
discusión de control político sino un análisis franco que permite identificar los avances y
retrocesos que se requieren para llegar a concluir si es necesaria una continuidad en el
primer caso, o si se necesitan cambios definitivos. Colombia no puede continuar siendo
identificado como uno de los países más desiguales de América Latina, región que a su
vez, carga el penoso título de la peor distribución del ingreso en el planeta. Es el momento
adecuado para abrir este debate porque hoy, la calidad de vida de la población es una
preocupación mundial y es el gran reto de los latinoamericanos. Cuando la región se
encuentra en la búsqueda de su modelo de desarrollo dentro de este mundo global, se
reconoce que amplios sectores que han esperado por siglos, deben tener de inmediato
mejores oportunidades. Llegó la hora de encontrar el esquema que garantice una
sociedad que responda por ese mínimo vital para todos, sin excepciones. Sin este
requisito no habrá verdadera democracia.
Pero es la política social donde el resultado es realmente lamentable. Los beneficios del
desarrollo logrado en estos últimos años se han concentrado en el 10% de la población
más rica. Creció la participación de las utilidades de las empresas en el ingreso nacional,
mientras la de los salarios y de los ingresos de los trabajadores informales decreció. Es así
como, de acuerdo a las cifras disponibles, la clase media fue la gran perdedora en este
período de auge económico, para no mencionar la situación desesperada de los 3 millones
de desplazados y de los millones de víctimas del conflicto. Ahora bien, si estos son los
resultados en épocas de bonanza, ¿qué sucederá ahora que se inició el ciclo descendente
de la economía?
Sin duda, en los últimos 4 años la tasa de crecimiento promedio de la economía del 6,2%
ha generado avances en algunos indicadores sociales pero éstos, no se compadecen con lo
que debería haber sucedido. El desempleo descendió de los niveles de la crisis de 1999,
15%, pero se mantiene en el 12%. Según el Gobierno, la pobreza bajó de más del 50% al
45% pero, sigue siendo una de las más altas de la región y, se han ampliado las coberturas
en educación y salud pero sin haber logrado romper la mala costumbre de proveer
educación y salud pobre para los pobres. Sin embargo, y este es el propósito de este
debate, es necesario plantear si la dinámica actual permitirá, en el corto plazo y con
niveles inferiores de crecimiento económico, verdaderas mejoras en la vida de casi la
mitad de la población colombiana y además, abordar la crisis humanitaria de 3 millones de
desplazados y de otras víctimas cuyo número ni siquiera se conoce. Como se verá a lo
largo del texto, muchísimas realidades dolorosas no encuentran salida, como la
desnutrición infantil que en algunas regiones se compara con situaciones en el África; la
mortalidad materna que no logra mejoras sustanciales; la caída de la vacunación; la poca
generación de empleo decente; la bajísima cobertura de la seguridad social y los
profundos desequilibrios regionales que impedirán construir un país moderno y
competitivo.
Pero el tema de fondo es el que se deduce de los siguientes cuadros. En este período de
alto crecimiento, 2004-2007, superior al histórico en Colombia, que siempre ha girado
1
DANE. Dirección de Censos y Demografía. Estimaciones 1985-2005 y Proyecciones 2006-2020 anualizadas
por sexo y edad.
Entre los países considerados en el gráfico 2, solo tres han empeorado su distribución del
ingreso: Colombia, República Dominicana y Panamá. Todos los demás han mejorado
significativamente. Un análisis de 10 países de la región confirma lo anterior y plantea algo
aún más serio: dentro de los países más significativos de América Latina, Colombia es el
único que cambió de categoría al pasar de desigualdad alta a desigualdad muy alta, pobre
honor que comparte con Bolivia que no empeoró su GINI, y con Brasil que aunque
permanece en esa categoría tuvo una leve mejoría en este indicador (Ver Cuadro 1).
Pero aún hay más, entre 1999 y el 2005, el 40% más pobre perdió participación en el
ingreso total. Lo mismo sucede con el 30% siguiente. Pero lo más relevante es la pérdida
de la clase media, cuya participación en el ingreso se redujo del 26% al 25,4%, mientras el
10% más rico la aumentó del 40,1% al 41,0%.
En otras palabras, cuando se entra en crisis probablemente pierden más los ricos que los
pobres pero, cuando se expande significativamente la economía, los beneficios son
fundamentalmente para los ricos. Esto es lo que se denomina un modelo pro-rico que es
la característica del modelo de desarrollo de este gobierno. Se confirma entonces la tesis
de que el crecimiento económico es necesario pero insuficiente para mejorar la
distribución del ingreso. ¿Qué ha permitido que en los últimos años de alto crecimiento,
en vez de mejorarse relativamente el ingreso de los pobres, se hayan aumentado las
diferencias en una sociedad tan desigual como la colombiana?
Para corroborar esta realidad basta con mirar el comportamiento de las utilidades de los
empresarios y compararlas con los salarios de los trabajadores y con los ingresos de los
sectores informales (Gráfico 4). Mientras las utilidades de las empresas tienen una clara
tendencia creciente, los salarios y los ingresos de los trabajadores informales van en
franca caída. La participación de la remuneración de los trabajadores asalariados, desde
1999 hasta 2006, perdió 5 puntos porcentuales, mientras que durante el mismo periodo,
las ganancias de los empresarios aumentaron en 8 puntos su participación en el PIB. ¿Se
requiere más información para afirmar quiénes han sido los ganadores y quiénes han sido
los perdedores de la Seguridad Democrática y la confianza inversionista?
Sin embargo, al tomar las cifras del régimen subsidiado en salud, los datos son otros. Se
supone que solo pueden acceder a este nivel de atención los sectores más pobres del país,
Sisbén 1 y 2. Mientras el régimen subsidiado ha crecido del 2002 al 2006 en un 43,08%,
alcanzando aproximadamente 20,1 millones de afiliados, aún falta afiliar 7 millones de
personas que se encuentran por fuera del sistema y que son obviamente pobres. Esto
2
Departamento Nacional de Colombia (2007). Estimaciones de pobreza en Colombia 2006. Bogotá, Marzo de
2007.
3
Procuraduría General de la Nación. Balance Social. Rendición de Cuentas. Bogotá, Agosto de 2008.
No solo son graves el nivel de pobreza y la falta de claridad de las cifras sino también, las
profundas diferencias entre el campo y la ciudad. La brecha rural-urbana en términos de
pobreza, constituye uno de los problemas más serios del desarrollo social colombiano. Así
lo demuestran las cifras. Mientras la pobreza urbana en el 2002 era del 50,4%, la rural era
del 70,1%, una diferencia de 19,7 puntos porcentuales. Para el año 2006, la pobreza en los
centros urbanos era del 39,1% y en el campo era del 62,1%, una diferencia de 23 puntos
porcentuales (Ver Gráfico 5).
4
López Montaño, Cecilia. “Los colados de Palacio”. Septiembre de 2008.
¿Por qué no se logra dinamizar el campo después de más de 16 años desde la crisis de
1992, cuando la economía ha crecido significativamente y cuando la Seguridad
Democrática ha tenido éxitos innegables? Solo cuando se logre responder esta pregunta,
se podrá diseñar una verdadera e impostergable transformación del campo.
Se ha señalado que una de las posibles causas del rezago rural era la imposibilidad de los
empresarios de ir a sus fincas por razones de seguridad, lo que dificultaba su
administración y mermaba su productividad. Hoy nadie niega que el poder volver a las
fincas, el debilitamiento de las FARC y de los paras son logros de la Política de Seguridad
Democrática. Sin embargo, el rezago rural continúa porque ese, no era el diagnóstico
adecuado.
Para transformar el campo, lo primero que debe cambiar es la forma de mirarlo porque
nunca se ha visto como un territorio, heterogéneo, con posibilidades diversas, donde
conviven empresarios con sesgos pre-capitalistas con campesinos que subsisten sin la
5
Leibovich, José et. Al. 2006. Caracterización del mercado laboral rural en Colombia. Banco de la República.
Bogotá.
Para transformar el campo, lo primero que debe cambiar es la forma de mirarlo porque
nunca se ha visto como un territorio, heterogéneo, con posibilidades diversas, donde
conviven empresarios con sesgos pre-capitalistas con campesinos que subsisten sin la
protección de la ley. Todo es segmentado: la política agropecuaria, el accionar de los
gremios, la competitividad por producto y solo se identifican los agentes de manera que
las regiones no son de nadie. Y así como no se analiza holísticamente al sector rural,
tampoco se proyecta y se planea el futuro. Solo se mira el pasado y por ello no existen
metas ambiciosas que implicarían verdaderas revoluciones no solo en la política
productiva sino en infraestructura, en tecnología, en política social. ¿Por qué no se ha
hecho? Porque persiste en el campo y en muchos ejecutores de políticas, una mentalidad
feudal que hace de la tierra un mecanismo más de poder que de producción; porque no se
ha resuelto la tensión entre el capital y el trabajo que ha sido la semilla de la violencia;
porque la industria no se acerca a sus fuentes de insumos y porque los gremios no se han
convertido en verdaderos motores de un cambio que involucre, no solo a los empresarios,
sino a esa población campesina que tanto lo necesita.
6
Cabrera, Mauricio. El empleo en la economía de Uribe. Diario Portafolio. Bogotá, 26 de Agosto de 2008.
VI. EDUCACIÓN
Sin duda se han logrado avances en el área de educación, pero muchas cifras reflejan los
grandes retos que aún enfrenta este sector de la política social. En Colombia no se ha
logrado hacer de la educación un pilar para lograr mayores niveles de igualdad social. No
obstante los esfuerzos de muchos gobiernos, es en este sector donde más se identifican
los tres pisos que impiden la construcción de una sociedad igualitaria. No obstante la
Además no se han podido resolver todavía las debilidades de los dos extremos de la
pirámide educativa y la brecha rural-urbana. La primera infancia sigue muy desprotegida y
la educación pre-escolar tiene muy bajas coberturas. Y en el otro extremo, hay serios
indicios de calidad y cobertura en la educación superior, para no hablar de las profundas
diferencias entre el campo y la ciudad que alejan cada vez más estos sectores. Pero es el
tema de la calidad en todos los niveles el que constituye el mayor reto del sector. Las
comparaciones internacionales dejan al país y a su sistema educativo, muy lejos en
campos críticos como las ciencias, las matemáticas y los idiomas.
Con respecto a los años promedio de educación para personas entre 15 y 24 años, el total
nacional en 2005 fue de 7,9 pero, la diferencia entre el sector rural y el urbano es
preocupante porque este indicador es de solo 5 años de educación promedio en el campo
colombiano mientras en las ciudades es de 8,9 años. Los departamentos con la menor
cantidad de años promedio de educación en 2005 fueron: Chocó (6,9 años), Caquetá (7,3)
y Cauca (7,7). Por el contrario, Bogotá alcanzó 10,4, Atlántico 9,8 y Quindío 9,5 en años
promedio. Lo grave es que ni siquiera en Bogotá se ha alcanzado la meta de 11 años de
educación, que permitiría reducir la posibilidad de caer debajo de la línea de pobreza. La
tasa de deserción nacional en 2005 fue de 6%, inferior en 1,6 puntos porcentuales con
respecto a la presentada en 1997. Los grados de escolaridad que registran las mayores
tasas de deserción son 1º con 9,4% seguido por 2º y 6º con una tasa de 7,4%. A su vez, los
departamentos con las más altas tasas de deserción son: Vaupés con 18%, Vichada con
14,3% y Guainía con 14,1%. Los que presentan menor deserción son Bogotá con una tasa
de 3,3% San Andrés con 3,4% y Atlántico con 3,5%.
7
Departamento Nacional de Planeación. La educación en cifras. Diciembre de 2007.
8
Corporación Andina de Fomento. Colombia. Plan Decenal de Educación 2006 – 2015: notas de política. Julio
de 2007.
Para la educación superior la cobertura en 2007 fue de 31,8%. Sin embargo, el número de
graduados ha disminuido y, se ha reducido la participación de las matrículas universitarias
mientras que, la de carreras tecnológicas y técnicas ha aumentado. En el año 2004 se
graduaron aproximadamente 146 mil personas de todas las clases de educación
considerada superior, mientras que en 2006, cayó a 133 mil graduados, una disminución
de 8,98%.
En 2005, La atención institucional del parto alcanzó un 96,4% de los casos. Sin embargo, la
tasa de mortalidad materna todavía es alta: 83 casos por cada 1.000 nuevos partos. La
meta relacionada con los Objetivos de Desarrollo del Milenio es llegar a 45 casos por cada
1.000 partos en 2015. Por otra parte, la tasa de mortalidad infantil en menores de 5 años
es de 19,4 casos por cada 1.000 nacidos vivos, y la meta es tener una tasa de 14 casos en
2015. La desnutrición para menores de 5 años es del 7%, mientras la disponibilidad de
calorías es de 2.745 por día, frente a 2.957 disponibles en el promedio para América Latina
y el Caribe. La mortalidad por malaria alcanza los 84 casos por cada 1.000 habitantes de la
población en riesgo de contraer la enfermedad y por dengue 101 casos por cada 100.000
habitantes.
9
En el indicador desarrollado por el docente de la Universidad Nacional se contemplaron seis variables: bajo
peso en menores de cinco años, mortalidad en menores de cinco años, mortalidad por malaria en niños de
0–4 años, mortalidad por malaria en la población general, partos atendidos por personal especializado y
cobertura de vacunación contra sarampión.
De acuerdo con el investigador, el índice entre 2000 y 2005 evidencia que el país
ha tenido un comportamiento estable con referencia a equidad en salud, con
valores entre 0.25 y 0.3
Con base en el estudio, el peor indicador para Colombia es la desnutrición para menores
de 5 años. El valor extremo se encuentra en la Guajira con un 15% en 2005 mientras que
en 1998, era de 11%. Cabe resaltar que ningún departamento estuvo en cero.
VII.c Pensiones
Después de 15 años de haber sido expedida la Ley 100, es evidente que no se lograron los
propósitos en materia de pensiones. Sus objetivos eran superar los bajos niveles de
cobertura del sistema sin establecer metas específicas para su cumplimiento; sin
embargo, a diciembre de 2006 no se percibían avances significativos. Además, se buscaba
Contrario a lo previsto en la Ley 100 y una de sus justificaciones, la cobertura del Sistema
Pensional ha bajado desde comienzos de la década de los noventa; en ese momento el
29,6% de la Población Económica Activa (PEA) cotizaba al sistema mientras que a finales
de 2006, apenas lo hacía el 25,5% de la PEA10. Adicionalmente, en la actualidad sólo el
25% de las personas en edad de pensión reciben su mesada. El restante 75% de los
adultos mayores no tiene la debida protección pensional. Sin embargo, hasta ahora no
existe un compromiso por parte del Gobierno para enfrentar esta situación. Ni el Ejecutivo
ni el Legislativo han producido en los últimos 5 años, una reforma real que aborde esta
crisis que afecta a un considerable grupo de personas en situación de vulnerabilidad.
Vale la pena destacar que el 13% de los cotizantes en el régimen contributivo también
están afiliados al sistema general de pensiones y que un 30% de los trabajadores formales
no están vinculados a una Aseguradora de Riesgos Profesionales para sus labores
cotidianas, un riesgo aún mayor para esta población.
10
Contraloría General de la República. Desafíos del Sistema de Seguridad Social Integral de Seguridad Social
en Colombia. Bogotá, 2007.
11
Comisión de Seguimiento a la política Pública sobre el Desplazamiento Forzado (2008). Proceso Nacional
de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada. Enero de 2008.
Del total de encuestados, un 36,8% no tiene acceso a todos los servicios públicos.
Además, asegura la investigación que más de la mitad de la población desplazada
no tiene acceso a acueducto en todo momento. Existen también problemas de
hacinamiento: el 15,3% de los encuestados comparte una misma vivienda con uno
o más hogares y en el 51,2% de los casos se presenta hacinamiento crítico, es decir
más de 3 personas por cuarto.
12
Ibáñez, Ana María et. al. (2006). Hacia una política proactiva para la población desplazada. Facultad de
Economía. Universidad de los Andes. Mayo de 2006.
13
CODHES. Aumentan pobreza y hambre, revela la segunda encuesta de verificación sobre población
desplazada. Boletín de Prensa. Bogotá, septiembre de 2008.
IX. VIVIENDA
El problema del déficit habitacional en Colombia se manifiesta por el crecimiento de los
hogares que no es compensado por el incremento de las viviendas construidas. El déficit
estimado actualmente es de 1,5 millones de hogares. De acuerdo con Planeación
Nacional, el incremento del déficit habitacional es de aproximadamente 90 mil unidades,
teniendo en cuenta que anualmente se conforman 200 mil nuevos hogares y solamente se
construyen 110 mil viviendas. El otro cálculo hecho con las cifras recientes de construcción
y cálculos preliminares basados en el Censo de 2005 arroja un crecimiento del déficit de
aproximadamente 23 mil viviendas anuales.
14
López Montaño, Cecilia. Carimagua. Un Modelo Desplazador. Julio de 2008.
15
CERAC (2008). Evolución del déficit habitacional en Colombia 1993-2005. Abril de 2008.
Por fortuna, para responder a la pregunta sobre quienes ganaron y quienes perdieron,
empieza a hacer carrera la necesidad de evaluar simultáneamente la política macro-
económica y las políticas sociales. La economía no es neutra en términos de equidad y
puede borrar fácilmente los esfuerzos sociales cuando se concentran beneficios fiscales en
los sectores más ricos y cuando no se genera el empleo necesario ni en términos de
cantidad ni de calidad. Por fortuna, los economistas con sensibilidad social, que cada día
son más, reconocen este cambio fundamental en los análisis sobre el impacto del
desarrollo en la población.
La conclusión más importante de este debate, que en el fondo ha sido sobre el modelo de
desarrollo, es que tanto la política macro como la social, no solo no estuvieron dirigidas a
mejorar la distribución de los beneficios de este período de alto crecimiento sino que,
contribuyeron a ampliar la distancia entre los sectores privilegiados, las clases medias y
los pobres. Dada la política económica del gobierno actual que se fundamenta en la
confianza inversionista, o sea en otorgar toda clase de estímulos tributarios para el sector
empresarial, los resultados en términos de concentración de ingresos demuestra que el
país no tiene la Política Social que necesita.